Coatzacoalcos, Ver.- Cuenta Miguel Ángel Roblero Monzón una odisea de miedo: su vida en manos de la Policía Naval, hostigado, amedrentado, amenazado y finalmente obligado a borrar las imágenes de un taxi al que se le involucra en un incidente de tránsito. Esa fue su falta.
Treinta minutos de asedio, su suerte a merced de la arbitrariedad, vivió Roblero Monzón, reportero del diario El Liberal. Escuchó sinrazones, gritos destemplados y la frase seca, prepotente: cometiste un delito grave.
Llegó Roblero Monzón esa noche al antiguo penal de Palma Sola, sede del Mando Único Policial. Era viernes, 20 de diciembre. Buscaba datos, algunas gráficas, complemento obligado del encontronazo entre dos autos, un particular y un taxi, horas antes.
Se identificó a las puertas del inmueble policial: Miguel Ángel Roblero Monzón. Pasó la aduana, la primera guardia.
Halló el taxi, del que había obtenido datos en la Cruz Roja local. Captó unas imágenes y ahí inició su aventura demencial.
Lo interpeló un policía vestido de civil. Decía pertenecer a la Policía Naval. Le advertía que no debía tomar gráficas del auto. En un instante, llamó a otros elementos, vestidos estos sí, con uniforme, incluso el rostro oculto tras el pasamontañas, hostigaban al joven reportero.
“Es un delito grave”, imputaban en su alevoso lenguaje, sin una gota de razón. Requerían la cámara fotográfica. Miguel Ángel Roblero se defendía con el único argumento válido y ético: cumplía con su labor periodística.
Treinta minutos fue retenido contra su voluntad, privado ilegalmente de su libertad. Finalmente los elementos del Mando Único Policial se salieron con la suya: Roblero Monzón borró las gráficas del taxi en cuestión.
Como si fuera un ciudadano proscrito por la ley, se le acompañó a abandonar la sede policíaca. Un piquete de encapuchados, la identidad en la sombras, como si no fueran elementos de la Naval, desprestigiando a la institución, lo escoltó hasta dejar sus dominios.
Este lunes 23, con la razón de su lado, el joven reportero acudió a la Agencia Segunda del Ministerio Público del Fuero Común. Denunció ante el titular, Serapio Nieto Vázquez, la detención ilegal, la prepotencia de los elementos de la Policía Naval, fallidos servidores públicos, el agravio a su persona, el atentado a la libertad de expresión, el hostigamiento, el asedio y el ataque a su libertad de informar, garantía constitucional.
Treinta minutos fue privado de su libertad, amenazado y obligado a borrar sus gráficas, esencia de su trabajo periodístico. La respuesta de Miguel Ángel Roblero Monzón fue solo una: encausar penalmente al Mando Único Policial.