Congreso de Veracruz, bajo espionaje

* Gómez Cazarín se va y se descubre todo  * Cámaras, micrófonos y GPS  * Y Esteban Bautista advierte que revisarán todo  * 14 leyes le echó abajo la SCJN  * De la Cuarta Transformación a la Cuarta Extorsión  * Empleados de Amado contra Salones de baile  * Primera dama derrocha en casinos

Como espía, Gómez Cazarín es un fiasco. Más tarda en dejar la Junta de Coordinación Política, que son hallados micrófonos y cámaras y hasta dispositivos GPS en vehículos oficiales del Congreso de Veracruz.

Los ubican en cosa de horas, cuando aún se sienten las vibras de la sesión de instalación de la LXVII Legislatura, el juramento de los diputados, la voz de Tania Carola Viveros Cházaro presidiendo la Mesa Directiva, el clamor de la gente y el morbo por ver si Fernando Yunes llegaba o era aprehendido.

Hallan primero micrófonos en el cubículo de un “reconocido diputado”, según reporta el diario Oye Veracruz. El 5 de noviembre inició el período ordinario de sesiones y el miércoles 6 algo comenzaba a prender alertas.

A los dos días –noviembre 8– la trama tomó color. Ya no eran sólo micrófonos sino cámaras que registraban imágenes, no lo que habitualmente capta el sistema de videovigilancia del Congreso de Veracruz, con lo que le siguen la pista a cualquiera, sino lo que ocurre al interior de los cubículos de los legisladores.

Y no fueron únicamente micrófonos y cámaras sino dispositivos GPS (sistema de posicionamiento global) que presuntamente fueron colocados en vehículos oficiales del Congreso. De nuevo fue Oye Veracruz, pero también otros portales –Referente y Urbis, entre ellos– que evidenciaron el hallazgo.

El Watergate jarocho se lo imputan a Juan Javier Gómez Cazarín, ex líder del Congreso, uña y mugre de nuevo de la gobernadora electa, Norma Rocío Nahle García, y al secretario general de la Legislatura, el ex panista, ex duartista y peón de Morena, Domingo Bahena Corbalá.

El hallazgo de piezas de espionaje es la expresión viva de la podredumbre con que Gómez Cazarín movía los hilos en el Congreso y el reflejo de sus miedos cuando su enemigo acérrimo, Esteban Bautista Hernández, es catapultado por Rocío Nahle a la cima del Congreso como líder de la fracción morenista y presidente de la Junta de Coordinación Política.

Ahí, hay humo y pólvora, balas y fuego. Esteban Bautista y Gómez Cazarín son agua y aceite. Así pululen en la granja de Morena, sus historias son extremos opuestos.

Esteban se gesta en la lucha social, ceñido a su raíz indígena, enfrentando al sistema priista con una resistencia que se acredita en las hemerotecas y en la memoria de su gente; organizando a sus bases, cerrando caminos, exigiendo el cumplimiento a la ley, movilizando a los serranos, colocando barricadas, enfrentando la embestida policíaca y al final imponiendo la razón.

Gómez Cazarín es sólo un rufián, denunciado por transas en la Volkswagen de Coatzacoalcos, pegado al priismo de Marcelo Montiel, un bufón de café y de juergas interminables, encumbrado al Congreso por un farsante, un barbaján llamado Cuitláhuac García Jiménez, gobernador sin brújula, que le vio tamaños –quizá otras cositas– para liderar diputados a los que no supo convencer y terminó comprando, vía la tarjeta Saldazo, aquella con la que se hacían depósitos en los Oxxo para no dejar huella del dinero ilegal.

El Congreso en manos de Gómez Cazarín fue una auténtica letrina. Corrieron millones de pesos que fueron a parar a cuentas de pandillas, sus cercanos, sin escrúpulos ni pudor; obras y servicios de alta rentabilidad para los amigos del líder cameral; nepotismo del que se sirvieron diputados y funcionarios del área de Servicios Generales y de Comunicación Social –Enrique Navarro, Aldo Valerio, Vania López–; delincuentes señalados y aprehendidos por Seguridad Pública, que resultaron ser parientes de Juan Javier.

Esteban Bautista es una piedra en el camino de Gómez Cazarín. Cuando Rocío Nahle lo perfilaba al liderazgo del Congreso, detonaron cargas explosivas, golpes bajos, saña, embuste e inquina imputándole, entre otras, que la última toma de la presa Yuribia, en Tatahuicapan, con la que dejó sin agua a Coatzacoalcos, Minatitlán y Cosoleacaque, eran decisión suya. No fue así.

La trastada la ejecutó el alcalde tatahui, Eusebio González Hernández, pero en las sombras se movían la diputada federal morenista, Magaly Armenta Ontiveros, y el propio Gómez Cazarín. 

A Gómez Cazarín le llueven señalamientos. Y ya sin poder en el Congreso, siembra minas y bombas de tiempo. Sus allegados quedaron ahí, con salarios de lujo y cheque confidencial. Hay versiones periodísticas que advierten que incluso los basificó.

Son sus espías, sus ojos y orejas, con los que intenta retener el control del Congreso en que hizo y deshizo, se sirvió a placer, amedrentó alcaldes de oposición, cooptó a una legisladora vulnerando el fruto prohibido.

Fuera del Congreso, el poder se diluye. Al paso de los días se extingue. Y debe pagar facturas. 

El feudo cruje. El hallazgo de los micrófonos, cámaras y GPS exhibe la intención de seguirle los pasos a Esteban Bautista y la nueva Legislatura, qué dicen, con quién hablan, a qué sitios se dirige y con quién se reúne la nueva dirigencia del Congreso de Veracruz.

Y Esteban Bautista, que sólo habla cuando debe hablar, sentencia: la Suprema Corte de Justicia de la Nación invalidó 14 leyes y modificaciones constitucionales y “lo vamos a corregir”.

La revisión es letal para Gómez Cazarín. En mayo, la SCJN determinó que el Congreso de Veracruz incumplió con su deber de reformar la Constitución local y las leyes secundarias en materia de autonomía municipal.

“Vamos a hacer una revisión de los pendientes legislativos –dijo Esteban Bautista–. Vamos a revisar con los asesores lo que se tiene que hacer en la materia”.

Y le darán reversa al abuso cometido por tres ayuntamientos, Coatzacoalcos entre ellos, que cobran contribuciones y derechos fuera de ley, solapados por el Congreso que lideró Gómez Cazarín.

El espionaje no es tema menor. Es el pataleo del ex presidente de la Junta de Coordinación Política, aferrado a no ser alcanzado por la barredora y, peor, por la acción legal.

Como espía, Gómez Cazarín resultó un fiasco. En un día, los dispositivos de escucha, cámaras y GPS salieron a la luz. Sólo le queda rendir el parte de guerra, y las bajas y el daño colateral.

Las minas van a estallar. Sí, en sus manos.

 

METADATO

 

De la Cuarta Transformación a la Cuarta Extorsión. Una industria, una jugosa y perversa maquinaria, aceitada y solapada desde palacio municipal. Extorsión a salones de fiesta y al Centro de Convenciones. Extorsión morenista, tipo crimen organizado, que se mide en cientos de miles de pesos por no clausurar. Y siempre, siempre, la misma coartada: menores de edad ingiriendo bebidas embriagantes. Y Amado Cruz Malpica, el alcalde de Coatzacoalcos, simulando que no tiene idea de lo que hacen sus peones, a sabiendas que su compadre, Jorge Yunis, es la mente siniestra que opera desde las sombras. ¿Nombres, lugares, montos? Todo consta en un nutrido expediente. Y ese expediente es un auténtico tratado de delincuencia organizada. Siempre hay un insider con ganas de hablar. Lo sabe David. Lo sabe Emmanuel. Y ya lo sabe Rocío. Habrá noticias… ¿Quién es esa primera dama veracruzana que mata sus tiempos libres, que son muchos, en los casinos de Villahermosa, Tabasco? Ahí, atornillada en la silla, atada a la maquinita, la señora quema toda la morralla que extrae del presupuesto a su cargo en un DIF local. ¿Una pista? Es ella…

 

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Fotos: Facebook, Palabras Claras