* Alfonso Reyes a la Secretaría de Seguridad * 14 cárteles operando en la impunidad * Gasolineros implicados con huachicoleros * Y una policía criminal cómplice * Que Candy Cayetano comience por apretar a Cuitláhuac * Derroche de Amado y abandono de servicios * El búnker de Samuel Ordaz
Sangre y fuego, el lenguaje violento de los cárteles, aguardan a Alfonso Reyes Garcés, el marino con el que Rocío Nahle pregona que enfrentará la inseguridad desbordada en Veracruz.
Le esperan 14 grupos criminales, uno de ellos el Cártel de Sinaloa y otro el Cártel Jalisco Nueva Generación, que hacen fortuna con el trasiego de droga, con el secuestro, con la extorsión. Y que se disputan, literalmente, a muerte las rutas y los territorios.
Son bandas con instinto animal, que no sólo matan sino que decapitan y desmembran a las víctimas y hasta las refrigeran, como ocurrió en Poza Rica, donde uno de sus líderes, alias “El Coco”, es señalado de tener acuerdo con el gobernador Cuitláhuac García.
Al rambo marino de Nahle lo van a calar las casi 200 bandas delincuenciales, roba casas, raterillos, asaltantes y hasta montachoques que han hecho de Veracruz un paraíso, un santuario de impunidad.
Lo van a medir los cobradores de piso, a los que se les paga o queman palapas en las playas, o incendian restaurantes y bares, o disparan ráfagas sobre las fachadas de negocios o en los hogares de sus dueños porque, así, sin freno, opera la extorsión.
Lo van a retar los huachicoleros y sus cómplices, gasolineros que han multiplicado sus fortunas vendiendo combustible ilegal, morenistas que antes fueron priistas, hoy en el círculo íntimo, cercanísimo, de Rocío Nahle García, la zacatecana cuasi gobernadora de Veracruz.
Que el crimen organizado es de índole federal, sí. Pero el narco y sus adláteres se cobijan en el disimulo y la complicidad de los aparatos policíaco y de justicia de Veracruz.
Reyes Garcés enfrentará a una facción de la policía estatal que opera como cártel, implicada en el negocio de la droga y la extorsión.
Y otra, que hace las veces de halcón, que informa a los cárteles, que dice qué pasos da el Ejército, la Marina, la Guardia Nacional.
Y una parte más, la político, la administrativa, los Ulises Rodríguez Landa que han hecho del presupuesto de la Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz un negocio que se cuenta en cifras de seis o hasta siete ceros, o todos los millones de pesos que la mente pueda imaginar.
Rambo Reyes lidiará con la disciplina, con los delincuentes con uniforme, con los torturadores con uniforme, con los represores con uniforme, con los agresores de periodistas con uniforme, con los que golpean ciudadanos inocentes y les arrancan la vida en las cárceles, sabiendo que por ser uniformados tendrán impunidad.
La Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz es una cloaca, la más viva expresión del drenaje institucional, el hedor hecho aroma 4T, donde se destilan las más estrujantes historias de horror y se pinta el retrato del abuso de poder.
Ahí va Rambo Reyes Garcés, ya cuasi secretario de Seguridad, el cargo por el que pasó Arturo Bermúdez Zurita y luego paró en la cárcel, y Hugo Gutiérrez Maldonado, chispado cuando en la mañanera del Dios Peje exhibieron un caso de levantón de policías de alto rango, sus más cercanos, a otro policía, “El Archi”, que apareciera meses después sepultado en forma clandestina.
Y Hugo Gutiérrez, aquel que venía precedido de mala fama, un caso de extorsión a un empresario de Monterrey, se tuvo que ir. Bien impune, pero se fue. Y sus policías operativos, cercanísimos, permanecen en la cárcel, procesados por desaparición forzada, abuso de autoridad y homicidio –murder one, dirían los gringos; asesinato en primer grado– y el regio goza de libertad porque lo protege la 4T.
Alfonso Reyes, el contralmirante Rambo, habrá de relevar a otro marino, Cuauhtémoc Zúñiga Bonilla, que no dio una, dejó a su policía empoderarse, abusar, atacar a ciudadanos inocentes, golpear y hasta actuar como delincuentes pero con uniforme.
Tan corrupta, tan infame, tan criminal, la policía de Veracruz hace montajes, aprehende inocentes, inventa agresiones con arma de fuego, obliga a inculparse, a firmar confesiones, fabricando delitos, convirtiendo a las personas de bien en enemigos de la sociedad.
La policía de Veracruz es la delincuencia en persona.
A Cuitláhuac García, el desgobernador, lo recibieron seis cárteles, en 2018. Se va del gobierno con 14 organizaciones criminales y casi 200 bandas delincuenciales, dueños de su negocio y de la vida de los demás.
No conviven entre ellos porque los malvivientes no saben lo que es convivir. Pero pululan todos, los 14 grupos criminales, en la granja que es Veracruz. Ahí se ven a los del Cártel de Sinaloa, Cártel Jalisco Nueva Generación, Gente Nueva, Zetas Vieja Escuela, Fuerza Especial Grupo Sombra, Célula Independiente 35Z, según AC Consultores.
Otras fuentes, como el Centro de Investigación y Docencias Económicas (CIDE), de acuerdo con información de Lourdes López, en Excélsior, revelan que son Sangre Nueva Zeta, Mando Sur Gente Nueva, Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), la banda del Bukanas, recientemente detenido, Zetas Vieja Escuela, Los Piña, el Cártel del Golfo, Cártel del Noreste, Los Zetas, Grupo Sombra, Los Ántrax, Cártel del Siglo, Cárteles Unidos, sin que pudiera faltar el Cártel de Sinaloa.
Es la crema y nata de la delincuencia. A esas finísimas personas habrá de enfrentarse el contralmirante Rambo, Alfonso Reyes Garcés, al que precede un historial impecable, experto en inteligencia, palomeado por el titular de Seguridad Pública y Protección Ciudadana del gobierno federal, Omar García Harfuch, favorito de la presidenta Claudia Sheinbaum, pero también al que se acusa de haber tenido información precisa, clave, del quién es quién antes, mucho antes de que ocurriera la masacre de Ayotzinapa y nada hizo, y ocurrió el levantón a los normalistas, su tortura y muerte y la extinción de sus cuerpos, quemados hasta convertirse en cenizas.
Reyes Garcés se enfrenta a la delincuencia que ya está ahí. Sus dotes en inteligencia habrán de revelarle que los criminales no están solos. Toman rutas del trasiego, dominan territorios, crecen, se empoderan porque hay complicidad oficial: policías, fiscales, ministeriales, jueces que favorecen el negocio delincuencial.
Cuitláhuac García deja a Veracruz en el primer lugar en el ranking nacional de secuestros (mil 62 de 2018 a agosto de 2024); segundo en extorsión (881 en 2023), entre los cinco primeros lugares por feminicidio y casi mil homicidios dolosos en el primer semestre de 2024.
Habrá sangre y fuego en el entorno del contralmirante Rambo. Lo asediarán los cárteles, las bandas dedicadas al secuestro y la extorsión, los amos del huachicol, la policía corrupta y la clase política que, con la venia de Cuitláhuac García, saqueó la Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz.
Si Rambo sabe rezar, que le pida al Señor.
METADATO
Si Candy Cayetano quiere acciones mayores contra la violencia política de género, que empiece por Cuitláhuac García. Su gobernador, que por suerte ya se va, ha sido soez, agresivo, intransigente, majadero con las mujeres periodistas. Acudían a su conferencia de prensa semanal –esa copia rupestre de la de por sí aberrante “mañanera” de López Obrador– y a cada pregunta incisiva, el gobernador de Veracruz respondía con altanería, alegando, descalificando, acusando a las reporteras de mentir, de servir a intereses particulares cuando su labor es requerir respuestas para informar. Dorheny García Cayetano, como en realidad se llama la diputada local morenista por el distrito de Xalapa, ve violencia política de género donde no la hay. Cita que así ocurrió en la campaña a la gubernatura. Intenta hacer el “quedabién” con Norma Rocío Nahle García, hoy gobernadora zacatecana electa de Veracruz, quien fue la única que lloriqueó cuando le exhibieron las propiedades millonarias –casas, departamentos, predios– en Veracruz, Tabasco y Nuevo León. Eso no es violencia política de género. Sí lo es cuando la química Nahle agravió a la esposa de Pepe Yunes Zorrilla en pleno debate, cuando una y otra vez citó asuntos de índole familiar, llevándose entre las ruedas a los hijos del candidato del PRI. Y luego la campaña procaz en medios obradoristas –SDP del saltimbanqui Federico Arreola– y los ladridos de la secta guinda. Tiene chamba Candy Cayetano. Entre la inquina de Cuitláhuac García, el payaso Cuícaras que ya se va, y Nahle que tira “hate” agraviando a otras damas, ya sabe por dónde empezar… Sí hay 90 millones para las Casas Pemex pero no para darle mantenimiento a los camiones de basura. Sí hay 65 millones para semaforización pero no para reparar losas en las calles. Si hay 12 millones de pesos para préstamos a madres de familia pero no para limpiar drenajes y canales. Amado Cruz va completando la misión, sumir a Coatzacoalcos en el abandono, en el olvido, en el vacío, los servicios públicos pasados a tercer plano. El accidente de una unidad del Servicio de Limpia Pública, presuntamente por quedarse sin frenos en el malecón de Coatzacoalcos, a unos metros del hotel Holiday Inn, evidencia al alcalde. Hay para lo suntuario, para la operación político-electoral, pero no para lo esencial. Pueden accidentarse, resultar heridos, perder la vida los empleados municipales, y a Amado Cruz no se le altera el nervio. Es insensible, como insensible es el líder real del Sindicato Único de Empleados Municipales, Gersaín Hidalgo Cruz… Como si ya fuera el nuevo cacique, Samuel Ordaz ya tiene búnker. Se halla en la avenida Madero, tercera calle, casi esquina con Morelos, en el centro de Coatzacoalcos. Desde ahí cogobierna con el alcalde Amado Cruz Malpica. Ahí se ve con dos de sus regidores afines, Emir Sánchez y Yajaira Tadeo Rodríguez, dos votos cautivos, más los tres de priistas, el del PAN y el del más arrodillado, Luis Gutiérrez González, de Movimiento Ciudadano, que a ciegas le aprueban todo al presidente municipal de Morena. En ese búnker y con la venia de los hijos del alcalde Amado Cruz Malpica –¿otros Trivagos?–, Samuel Ordaz orquesta algo peor: su fuente de financiamiento, contratos municipales, publicidad oficial por cientos de miles de pesos al mes. Cómo se ve que Samuel y Amado se pasan a Rocío Nahle por el arco del triunfo…
Foto: Revista Sin Recreo