Planos y chatos, contestatarios y retadores, nueve candidatos hablan del paraíso y del México real, del cielo y el infierno, de la transparencia y la corrupción, de la magia con que dicen pueden transformar y de la promesa para enfrentar a un sistema político que devora a quienes se estacionan en la ilusión.
Debatieron sin cuestionar proyectos. Arañaron sin provocar dolor. Cada uno ofertaba su propuesta, limitada por el tiempo, apenas en unos trazos, rasgos de imaginación para decir qué harían de llegar a la Cámara de Diputados, pero sin revelar cómo podrían vencer las inercias del poder.