Xalapa, Ver.- Escondido en la academia El Lencero, rodeado de policías y militares, nada inquietaba al gobernador Javier Duarte de Ochoa. Repartía sonrisas, abrazos, apretones de mano, frases melosas y sus habituales ocurrencias. Era su día, día de los hombres de la Revolución.
Hizo entrega de ascensos y condecoraciones a los elementos del Ejército más destacados. Y a lo largo de una hora, presidiría el desfile militar y las evoluciones de alumnos colegios para conmemorar la gesta revolucionaria.
Ahí, resguardado por todos, Javier Duarte parecía mantenerse alejado de sus temores, de la protesta ciudadana, del reclamo de los maestros y de las condenas al Presidente Enrique Peña Nieto por su reforma educativa.
Ahí permanecía el gobernador de Veracruz mientras las calles de Xalapa eran tomadas por un contingente de maestros –8 o 15 mil gentes, según la fuente— que marchaban con sus proclamas abiertas, los gritos de repudio a la reforma educativa por conculcarles derechos laborales, y el repudio a Juan Nicolás Callejas Arroyo, líder de la Sección 32 del sindicato magisterial, a quien acusan de corrupto y al que le exigen su salida de la dirigencia sindical.
Caminaron desde la Escuela Normal Veracruzana hasta Plaza Lerdo, frente al palacio de gobierno. Cuando los últimos maestros llegaron, los oradores plantearon el estado que guarda su lucha contra la reforma educativa.
En el contingente se podía observar a algunos disfrazados de Peña Nieto, de Salinas de Gortari y de Elba Esther Gordillo, ex lideresa del magisterio, actualmente en la cárcel acusada de malversación de los recursos del SNTE.
Otros llevaban máscara de cerdo. Vestían traje oscuro y decían ser diputados.
A coro, los maestros exigían la derogación de la Ley General del Servicio Docente Profesional y de la nueva Ley Federal de Educación. “Si quieren evaluar, por Peña deben comenzar”, decía una de sus arengas. O “el paro, el paro, es culpa del Estado”.
Al paso del contingente se les fueron uniendo alumnos y padres de familia. Cuando arribaron a Plaza Lerdo eran miles, sumados a la protesta contra la reforma educativa.
Demandaban que se abriera en la ciudad de México una mesa de negociación real con la base para derogar los artículos constitucionales modificados 3 y 62, y el desconocimiento de los líderes de las secciones 32 y 56 del SNTE, las que mayor número de maestros aglutinan, ambas controladas por Callejas Arroyo.
Y mientras en el centro histórico de Xalapa la protesta cimbraba las estructuras del gobierno de Veracruz, Javier Duarte disfrutaba de su celebración revolucionaria cobijado por la policía y el Ejército en El Lencero.