* Héctor Yunes ofrece perseguir a los “peces gordos” del duartismo * Del silencio y el trato suave a la amenaza * A destiempo, el golpe de timón * El Jurásico y Maritoña: nombramiento que no llega * Con Edel, con Marcelo, con Moreno, con Víctor * De Moreno Brizuela ni quien se acuerde * El candidato encabronado
Variadísimo, el repertorio de Héctor Yunes da para embestir y matizar, criticar y elogiar, hablar y callar. Lo mismo llama insensato a Javier Duarte que presume su amistad. Lo mide con la vara de la traición y le cree que es el candidato del gobernador. Hoy le toca advertir que va a encarcelar a los “peces gordos”.
Son las tretas del senador cuyo discurso terso lo llevó a despeñarse en el ánimo de los priístas, mucho más en el ambiente electoral, pues con lisonjas y silencio nadie se posiciona ni genera intención de voto.
Mister Justicia dice hoy que va por los “peces gordos”. No se sabe si la alusión tiene que ver con la anatomía de Javier Duarte o con la dimensión de lo robado a las arcas, las fortunas descomunales o el cinismo para disponer del erario. Pero de que va a actuar, pregona, va a actuar.
Mister Justicia sostiene que en la viña del duartismo hay “lobos y pececillos de todos los tamaños”, en una clara referencia a la pandilla del gobernador, cuya impunidad les permitió destrozar las finanzas públicas y llevar a Veracruz al peor escenario, sin futuro, sin desarrollo, sin saber si habrá un mañana.
Si llega a la gubernatura de dos años, cuenta Héctor Yunes Landa, le echará el guante a los ladrones del duartismo. Los inhabilitará y comenzará por investigar a los “peces gordos”. Y a los lobos. Y los pececillos.
Hay que empezar por los grandotes, dice el senador, pero hay que entretener a algunos tantito, esos que traen escoltas, vehículos de lujo, del más alto nivel para abajo.
Una más: “Quien se robe un peso del erario no tiene derecho a ser funcionario nunca”.
Otra: “Aparte de combatir la corrupción hay que meter a la cárcel a los corruptos, dar ejemplos claros, que le de miedo al funcionario público meter la mano al cajón donde está el cobro del impuesto predial, que la familia le diga que no haga eso porque su destino será la cárcel y no solo deben ir a prisión, sino devolver todo lo que se robaron e inhabilitarlos de por vida”.
Usa frases coloquiales. Habla el lenguaje del pueblo. Sabe Héctor Yunes que el terreno perdido y el tiempo desperdiciado, en política se revierten con golpes de timón.
Desliza que entre la clase política hay viciosos, afectos a las drogas, de los que se meten de todo.
“Desde el más alto nivel para abajo —agrega— incluyendo hasta el que vaya a ser el gobernador tendrán que someterse a exámenes médicos. A ver si los funcionarios públicos de la siguiente administración estatal no son metodista, que son esos que meten de todo, desde cocaína hasta otros polvos. El rastro queda en el pelo que es donde más permanece, además que no tengan antecedentes penales”.
Mister Justicia advierte que a los nuevos funcionarios les revisará propiedades, cuentas bancarias y otros patrimonios.
“Porque luego resulta —abunda— que con sueldos mensuales de 30 mil pesos adquirieron lujosas mansiones y hay cosas obvias. El funcionario ratón no solo no oculta lo robado, sino que todavía lo presume.
“Y muchos de ellos hasta contratan despachos contables para que tapen los hoyos de la corrupción. Muchos compran talonarios foliados de facturas en la ciudad de México, en imprentas ubicadas en la Plaza de Santo Domingo de la ciudad de México, pero todos los que sean sorprendidos con esas prácticas deshonestas serán castigados”.
Desde que la justicia encarnó en él, Héctor Yunes ve a los corruptos en el otro frente, en gobiernos de los que formó parte, en candidatos a los que acusó de advenedizos, improvisados, inelegibles para el poder, y luego pactó con ellos.
Había expresado el 14 de septiembre que va por la minigubernatura de dos años, en un discurso sobado, reciclado, que de tanto repetirse ya nadie atiende, desdibujado al paso de los días, sin señales del PRI nacional, sin soporte de sus referentes nacionales.
A destiempo da un viraje Héctor Yunes. Pregonar que es el candidato firme, el líder de las encuestas, el defensor de los desposeídos, no hizo mella entre los sectores que votan.
Tiene mil máscaras el senador choleño. Aprieta a Javier Duarte porque para él, para Pepe Yunes, el otro senador priísta, y para toda la clase política seria, un gobierno de dos años no busca homologar la elección local con el calendario electoral federal en 2016, sino descarrilar las aspiraciones de ambos y dejar paso libre al proyecto fidelista, seguido por Javier Duarte para continuar en el poder in secula seculorum.
Tildaba a Javier Duarte de insensato, de no tener visión política, de provocarle un daño a Veracruz. Decían lo mismo Pepe Yunes Zorrilla y el hoy diputado federal panista Miguel Ángel Yunes Linares. Y luego los tres vieron que el minigobierno sirve para encarcelar a los enemigos. O por lo menos ese mensaje venden.
Pepe Yunes y Miguel Ángel Yunes han radicalizado su proyecto. Si no encarcelan a Javier que los veracruzanos se los demanden. Hacen que la sociedad escuche lo que quiere oír. Y eso electoralmente es rentable.
Héctor Yunes es más práctico y más torpe. Deja, junto con Pepe Yunes, al gobernador de Veracruz con la palabra en la boca, ante el presidente Enrique Peña Nieto, en el evento del primer centenario de la promulgación de la Ley Agraria. Saludan y se van. Y luego acude al llamado en Casa Veracruz, de donde sale alardeando que sólo un candidato oficial y es él.
Amordazado, complaciente, Héctor Yunes razona como el priísta senil. Lo besa el diablo y se cree en el cielo. Sus amigos se incorporan a la pandilla duartista, donde el presupuesto sobra hasta para financiar una campaña.
“Voy a ser el próximo gobernador”, repite el senador veracruzano con tan insistencia que hace suponer que el psiquiatra no atina en el diagnóstico. Y lo ata la tibieza, la condescendencia, el silencio ante el desastre financiero y los escándalos de violencia y el baño de sangre cuyo principal responsable por su condición de gobernador, es Javier Duarte, su nuevo padrino.
Fue a Estados Unidos a increpar a Donald Trump. Le advirtió que los migrantes no están solos, que al mexicano se le respeta, que hay un Héctor Yunes para enfrentarlo en un alarde que raya en la ridiculez.
Pepe Yunes no es bronco, pero aparenta serlo. Héctor Yunes es un energúmeno, pero Javier Duarte lo calló. Dejó pasar el tema financiero, la deuda descomunal, la quiebra, el saqueo, el déficit de casi mil millones al mes, las fortunas malhabidas, la impunidad.
Pepe Yunes se convirtió en el actor de ese episodio y lucró políticamente con él. Héctor Yunes sólo atinó a decir que había que identificar claramente a cuánto asciende el monto real de la deuda para hallar caminos de solución. Ah, y que él será el próximo gobernador de Veracruz.
Miguel Ángel Yunes y Pepe Yunes venden el discurso justiciero. Hablan de encarcelar a Javier Duarte, a Fidel Herrera Beltrán, a los bufones de la corte, y recuperar lo robado. Colman un reclamo social y eso genera votos.
Héctor Yunes dice que él también. Promete “peces gordos”. Y lobos. Y pececillos de todos tamaños y colores, y mañas y vicios.
Tardíamente varía el discurso.
Se le oye y se le observa. Es Héctor Yunes que recurre a la promesa sin sustento, sin mayor compromiso que el de arribar al poder.
No clarifica el destino del mensaje. No ubica a Javier Duarte en el vértice del caos, en la quiebra financiera, en el abismo de la inseguridad, en el mar de sangre que ha dejado la violencia por los pactos inconfesables con el crimen organizado, por la complicidad policíaca, por el disimulo del aparato judicial.
Su discurso llega tarde. Miguel Ángel Yunes Linares, su primo, panista, hoy diputado federal, domina ese escenario. Ha vendido que encarcelará a Javier Duarte y a Fidel Herrera Beltrán por el saqueo a Veracruz y por su responsabilidad en la crisis de la violencia.
Vende el discurso del agravio. Yunes Linares se posicionó entre panistas y no panistas por la promesa de que llevará a juicio y a la cárcel a Fidel, Duarte y a quienes en 10 años acabaron con el futuro de los veracruzanos.
Pepe Yunes lo entendió. Lo decía en Coatepec, en Cinco Palos, ante un grupo de periodistas y priístas. Es el discurso que anida en el pueblo, el que genera intención de voto, el que será crucial en la elección de 2016.
Habla de llamar a cuentas el senador peroteño, de proceder contra Javier Duarte y su clan, de obligarlos a regresar el dinero robado. Sigue a Yunes Linares. Y lo asumió así mientras Héctor Yunes pactaba con el gobernador, cuando sus amigos se encumbraban en el gabinete estatal. Una secretaría y la promesa de ser el candidato oficial a cambio del silencio y la complicidad.
Son las tretas de Héctor Yunes, el pescador.
Tarde dice que va por los “peces gordos”.
Archivo muerto
Algo pasa en el Jurásico. No sólo los dinosaurios se destartalan. No sólo sirve para recordar que su creador, Marco César Theurel Cotero —“Te rompo tu puta madre”— le compró a China pasto artificial de baja calidad y animales mecánicos que al darles mantenimiento literalmente hay que destazarlos y volverlos a armar. Algo pasa pues el Jurásico está acéfalo. Darío López Argüelles dejó la dirección del parque y el nombramiento de Maritoña García Cortés no tiene para cuando llegar. Cuentan los joaquinistas que la espera será larga, quizá inútil, pues la ex regidora cambia de órbita como si fuera asteoride perdido. Primero fue edelista, luego marcelista, recientemente chuchista y hoy opera para el ex subdelegado administrativo de Sedesol federal en Veracruz, Víctor Rodríguez Gallegos. Con él y con Felicia Parra, la número dos en esa minicorriente, desayunaba el sábado 12 en el café Kaffia, y de ahí partieron a permear colonias en un proyecto hacia la candidatura del PRI a la diputación local por el distrito de Coatzacoalcos Urbano. Un insider del marcelismo revela que ya definida por Víctor Rodríguez, el nombramiento como directora del parque Jurásico no le será conferido a la agraciada Maritoña… Dícese independiente. Y así recorre Veracruz, provocando más pena que gloria, suscitando el clásico “¿y ese de dónde salió?”, pues al doctor Elías Miguel Moreno Brizuela se le agotó la cuerda y vivió sus mejores tiempos en el DF y no en la tierra que aspira a gobernar. Dícese independiente Brizuela, pero más que nada quiere ser el líder, no de los indignados sino de los encabronados. Y así lo suelta para retratar el nivel de hartazgo de los veracruzanos ante el desgobierno de Javier Duarte. Llega tarde a la cita el ex senador perredista, hombre cercano a Marcelo Ebrard, hoy en la orfandad política, perseguido éste, denostado, en el umbral de un juicio y una cárcel por el mega fraude con la línea 12 del Metro en el DF. Pasa desapercibido el doctor Moreno Brizuela en por lo menos 200 municipios de Veracruz, pues fuera de San Andrés Tuxtla, donde ganó dos veces la diputación federal, en elecciones ordinaria y extraordinaria, en Xalapa y dos que tres lugares más, el comentario es el mismo: “¿A ese huevo qué pata lo puso?”…
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