Nuvia Mayorga y los ladrones de elecciones

Nuvia Mayorga: los “ladrones de elecciones”, cosa del presente

* Programas sociales a cambio del voto  * Ranulfo, Marcelo Montiel, Salvador Manzur, los mapaches  * 15 distritos para el PRI; seis para la oposición  * García Bringas, al garete  * La seguridad “va bien”, dice Duarte  * Las terribles cifras de la violencia, según OCC  * Tambores de guerra en el PAN  * Cultivan a Pepe Yunes y operan para El Peje

Nuvia Mayorga sufre un déficit de credibilidad. Miente mal y quien miente mal, no engaña. Dice que el episodio de los “ladrones de elecciones” es cosa del pasado, que “ya quedó atrás” y que los programas sociales no se usarán para intimidar al votante. No se le puede creer. Nuvia falta a la verdad.

Nuvia Magdalena Mayorga Delgado vive un sueño, pernocta en los cuernos de la luna y cree que esa luna es de queso.

Llegó a Coatzacoalcos. Ahí, en un escenario que no parecía un evento de gobierno —la logística del PRI, las formas del PRI, las caras de los priístas— tomó la protesta a mil 120 vocales del programa federal Prospera.

La aclamaban sin saber quién era. Le llovían elogios. Captaban sus gestos, su sonrisa indeleble, permanente, la lente de los fotógrafos, su rostro afable, la mano amiga. Le venía el show a la medida. Y Nuvia Mayorga actuaba.

Resonaba la batucada, retumbaban las porras, en la mano de muchos las banderitas verdes, mientras el palenque de la Expoferia, ese viernes 27 de febrero, lucía a reventar. Y todos, todos, anidaban la esperanza de cristalizar lo que entraña Prospera, antes Oportunidades, en realidad: recursos económicos, dinero, así tenga que canjearse por votos el día de la elección.

Le aplaudían a ciegas. La cortejaban sin mesura. No preside ella la Coordinación de Prospera, el programa estrella de la Secretaría de Desarrollo Social, pero asumía esa función, gozosa, porque el ritual así se lo imponía.

Nuvia Magdalena no tiene un buen historial. Es la directora para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, pero justo ahí la repudian los indígenas, la cuestionan los estudiosos de las etnias y le reprochan su poco, estéril, nulo interés por ese grupo social.

Su mundo es otro. Fue la supersecretaria de Finanzas en el gobierno de Hidalgo, siendo Miguel Ángel Osorio Chong gobernador, cuando aún no se imaginaba en el ascenso de Enrique Peña Nieto y que lo llevaría hasta la Secretaría de Gobernación.

Nuvia Magdalena Mayorga llegó a la Cámara de Diputados, no por el voto directo de los electores sino por la ruta cómoda, la plurinominal. Bien recomendada, obtuvo la joya de la corona: la presidencia de la Comisión de Presupuesto.

Tenía en sus manos las asignaciones y partidas para todos los rubros, el dinero que habría de fluir para atender las necesidades y demandas, el rezago y el abandono del México real.

Y que le mete tijera al presupuesto para los indígenas.

Viene de ahí el repudio de los indígenas hacia ella cuando es designada por Peña Nieto para ese cargo, la Dirección para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. Una soberana incongruencia.

No son los presupuestos de Sedesol un alivio a la pobreza, a la marginación, a las condiciones precarias en que viven millones de mexicanos. Son para operar políticamente, para comprar la voluntad del elector, para mediatizar la democracia, para someter al mexicano de abajo a través de la dádiva y hacerlo contribuyente del fraude, pues a cambio de militar en los padrones de beneficiarios, se le obliga a concederle el voto al candidato de un partido que fomenta el atraso.

A su lado estaba Marcelo Montiel Montiel, delegado de Sedesol en Veracruz; el alcalde Joaquín Caballero Rosiñol, y un personaje único, señalado, denunciado: Ranulfo Márquez Hernández.

Ranulfo Márquez, “Cabeza de Lata”, el más fiel del fidelismo, ya tuvo en sus manos la delegación federal de Sedesol, sus millones, sus programas, su operación política encubierta, el ejército de beneficiarios, potencialmente votos para el PRI.

Iniciaba 2013. Ranulfo Márquez operaba desde Sedesol. Se fraguaba el fraude electoral por la renovación del Congreso de Veracruz y las 212 alcaldías. Enfrentaba el PRI un dilema, atrapado en una encrucijada vital: ganar la elección al costo que fuera o ver truncado el proyecto fidelista por el desgobierno de Javier Duarte.

Andaban en esas los priístas cuando estalló el escándalo. Una serie de videos y audios evidenciaban las reuniones en que se fraguaba el robo de los programas sociales federales para mediatizar el voto de los veracruzanos.

Ahí se escuchó a Salvador Manzur, el preferido de Javier Duarte, ex subsecretario de Finanzas del gobierno estatal, referirse al programa 70 y Más, el de los de la tercera edad, como “oro molido”. Unas migajas a cambio de que el beneficiario y toda la familia voten por el PRI.

Se vio y escuchó a Pablo Anaya, ex secretario de Salud, asignado a operar el voto en la zona Veracruz-Boca del Río, decir que usaran los programas sociales para obligar a votar por el PRI y a quienes percibieran en rebeldía, excluirlos de los padrones.

El alcalde sustituto de Boca del Río casi suplicaba que lo tomaran en cuenta para ser partícipe del fraude. Funcionarios federales, coordinadores, explicaban cómo abrían tiendas distribuidoras de productos de Sedesol en zonas donde el voto priísta era clave.

“Ladrones de Elecciones” se llamó la serie de videos que subían a las redes sociales, que inundaban internet, que brincaban a los medios de comunicación. Evidente, descarado, el robo de los programas sociales puso a Veracruz, al priísmo, a Javier Duarte en medio de un escándalo y trabados en un conflicto legal, denunciados, exhibidos y ridiculizados.

“Ladrones de Elecciones” frenó el paso del Pacto por México. Alegaban PAN y PRD que era incongruente que por un lado se suscribiera una reforma político-electoral, y por otro, el gobierno de Veracruz, con sus principales alfiles, la pandilla fidelista-duartista, fuera pillada instruyendo a su ejército de mapaches sobre cómo robarse los programas sociales para ganar la elección.

Ranulfo Márquez fue destituido. Se le investigó. Se le responsabilizó del cinismo con que sus funcionarios participaban en el operativo del fraude, una calca del operativo G-5 que implementó Fidel Herrera para hacer ganar a Javier Duarte el gobierno de Veracruz.

Ahí, a su lado, tenía Nuvia Mayorga Delgado a Ranulfo Márquez. Abordada por la prensa, respondió que ese caso, el de los “Ladrones de Elecciones”, quedó atrás. Negó que los programas sociales condicionen el voto.

“Esa es otra situación que ya quedó atrás. El compromiso que tenemos como Gobierno Federal y la instrucción que tenemos todos los que llevamos programas federales es respetar la veda electoral y no intimidación ni nada. Y los ciudadanos ahora son muy abiertos, ahora reclaman y pueden decir cuando se les puede intimidad pero es no va a suceder”, dijo con ánimo de que alguien le creyera.

Dice Nuvia Magdalena Mayorga que el caso de los “Ladrones de Elecciones” quedó atrás, que es cosa del pasado. Nada más falso. Los “Ladrones de Elecciones” son cosa del presente. El PRI manipula los programas sociales. Los usa para asegurar el voto de los pobres. Lo usa para reprimir.

Ranulfo Márquez pasó un tiempo en la oscuridad. Dejó Sedesol federal ante el escándalo. Se guardó. Volvió cuando están próximas las elecciones federales. Javier Duarte lo ubicó en la Secretaría de Desarrollo Social del gobierno de Veracruz. Ahí cumple su función. Ahí aterriza los apoyos como antes lo hacía Marcelo Montiel, el mapache de cartón.

Nuvia Mayorga miente pero miente mal. Y quien miente mal, no engaña.

 

Archivo muerto

 

¿Qué tan cierto es que la elección federal está negociada? ¿Que a cambio de obtener 15 distritos, el PRI-Fidel Herrera-Javier Duarte ya pactaron la entrega de Coatzacoalcos, Córdoba y cuatro distritos más? Tiene lógica la hipótesis. Al fidelismo-duartismo no le duele ceder los distritos que sea necesario si a cambio logran la cuota que les impuso el PRI nacional. Con 15 triunfos, Fidel Herrera y Javier Duarte asegurarían la próxima minigubernatura con su doble efecto: dejarían en el camino a Héctor y José Francisco Yunes, los dos senadores, e impondrían a Erick Lagos Hernández o Alberto Silva Ramos para garantizar que nadie los toque, que la ley no los alcance y que el gran peculado quede impune. Así es que Coatzacoalcos, Córdoba y cuatro distritos más no estarían de más para la oposición… Disgregado, el PRI en Coatzacoalcos no es la maquinaria electoral de otros tiempos. Es una carcacha desvencijada, que pasa aceite, con la caja de velocidades destrozada. Atomizado, el marcelismo no tiene con qué ayudar a su eterno enemigo, Rafael García Bringas, candidato improvisado, repudiado por el priísmo, falto de estructuras de promoción del voto, irritadas las promotoras por tanto agravio, por tanto insulto, por tanta presión, pues les dicen que se calcen las chanclas y salgan a amarrar el voto, esta vez sin paga porque dinero no hay. Disgregado el PRI y disgregados los marcelistas. Traicionado por Joaquín Caballero, Marcelo Montiel Montiel sintió el reto de su otrora pupilo, Jesús Moreno Delgado, quien quiso ser candidato a diputado federal y no lo logró, pero cuando menos frustró el proyecto de su patriarca y acabó con los sueños de su compadre, Víctor Rodríguez Gallegos. De los demás grupos priístas quién habla: Iván Hillman no existe; Roberto Chagra no pinta; los sectores no cuentan; las bases sirven para dos cosas: para nada y para lo mismo. Lo único que salva al PRI es que la oposición vive malos días, anda en su peor nivel… Iluso, falso optimista, Javier Duarte dice que la seguridad “va bien.” Sostiene lo contrario el Observatorio Ciudadano de Coatzacoalcos, categóricas sus cifras, contundente la violencia en 2014. Dice el OCC que se registraron 24 secuestros, o sea, uno cada 15 días; 53 privaciones ilegales de la libertad, una cada semana; 108 homicidios dolosos; se incrementó el robo a comercios y a casas-habitación; tan sólo en Coatzacoalcos se registraron 24 ejecuciones. Lo que disminuyó fue el robo con violencia y el robo de vehículos. En 2013, ocurrieron 143 casos de robo con violencia; en 2014 fueron 86. En cuanto a robo de vehículos, en 2013 fueron 288, mientras que en 2014, el índice fue de 245. Los municipios más golpeados por la inseguridad son Las Choapas, Nanchital y Acayucan. Pero dice el gordobés que la seguridad “va bien”. ¿Bien qué? ¿Bien solapada? ¿Bien crecida?… Tambores de guerra en el Partido Acción Nacional. Una corriente asegura que el fraude en la elección interna lo hizo Gloria Santos Mayorga y quienes la respaldaron, los Brito, Sosa Franco y Lara Hinojosa; otros sostienen que el fraude lo intentó aplicar el joaquinismo que compró a algunos seguidores de Gloria Santos y como poderoso caballero es don dinero, le dio esos votos a Moisés Zarco Lacunza, y los Brito se resisten a hablar del tema. Viéndolo bien, no son tan aburridos los panistas… ¿Sabrá José Francisco Yunes Zorrilla que aquí, en Coatzacoalcos, un priísta allegado a Mónica Robles, la diputada local, fue operador en el acarreo de colonos al mitin que realizara Andrés Manuel López Obrador, líder moral del Movimiento de Regeneración Nacional, acérrimo crítico del presidente Enrique Peña Nieto? ¿Sabrá que esa gira contó con el apoyo de Diario del Istmo y el Clan de la Succión, vinculados con Mónica Robles de Hillman, Lady Tinacos, la misma que se cuelga del brazo de Pepe Yunes para que la haga alcaldesa de Coatzacoalcos en 2017? ¿Sabrá Pepeyu que mientras lo cultivan, operan para El Peje? ¿Lo sabrá Enrique Peña Nieto? ¿Lo sabrá Luis Videgaray?…

 

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