* Un grito desesperado * Comida de unidad sin los Yunes rojos * Fracturas en el PRI * Los Cachondos de Luis Velázquez * Mota y “Culín” en episodio sensual * Y ese es el que apunta a ser gobernador * Amalia, repudiada * Las aguas negras del penal * Julia Martínez y la falsa regularización
Medio cínico, medio agobiado, Javier Duarte convoca a la unidad de los priístas y no priístas, que por no militar en su pandilla, ni ser sus secuaces, pateó y denostó hasta la saciedad.
Lanza el grito en la víspera de su Quinto Informe de Gobierno, como antes lo hiciera en sus variadas crisis y en el caos de siempre, en la soledad que se allega el que supone que detentar el poder es avasallar a quienes debe servir.
Llegó Javier Duarte al Congreso y ahí, una vez entregado el texto del informe, pronunció el llamado a la unidad.
“Vivimos una etapa de pluralidad consolidada. En Veracruz, no hay cabida para la fragmentación porque es justamente ahí donde se escapan y dispersan todas las oportunidades de desarrollo.
“Hoy convocó a todas las expresiones políticas a la unidad, a reconocer que en la pluralidad convergen las mejores ideas y propuestas siempre en favor de nuestra gente. A todas las fuerzas políticas les pido sumarse al trabajo diario que enaltece a los veracruzanos, a seguir adelante a partir de las coincidencias y a no quedar atrapados en las diferencias.
“Es tiempo de entender que el bienestar es perdurable sólo en la medida en que exista la cohesión social para aprovechar el talento y el esfuerzo de todos.
“Tenemos el compromiso y la responsabilidad de dar forma a este Veracruz de resultados que abre un rumbo cierto. Eso es lo que nos hace fuertes como estado. Eso es lo que nos distingue. Hoy podemos afirmar que Veracruz ya cambió”.
Discurso plano, hueco, el del gobernador de Veracruz, ya en el ocaso del poder, en la plenitud del fracaso, ahogado en la sangre de las víctimas de la violencia, en el repudio de quienes sufren el rezago social, en la ira de los acreedores a los que llevó a la quiebra, en el desastre financiero, en la frialdad de quien debiendo gobernar instauró un desgobierno déspota.
Es un llamado de palabra, sin solvencia moral y sin fuerza política. Javier Duarte reclama de los demás la unidad que no supo gestar en cinco años de gobierno, desdeñando a los olvidados, criminalizando a las víctimas del delito, dejando que la violencia de los cárteles devorara a Veracruz.
Llegó la mañana del domingo 15 al Congreso y ahí pretendió ser el fiel de la balanza, el patriarca de la clase política que con su voz de pito encanta al oído y que sin argumento se gana la voluntad de sus adversarios.
Un día antes se aventó otra igual. Convocó a los priistas. Los llevó al Museo Interactivo de Xalapa y ahí disertó sobre la unidad. Qué contrasentido. Si algo ha tenido su gobierno es división, desunión, fragmentación y encono. Llegaron muchos pero no Pepe Yunes Zorrilla ni Héctor Yunes Landa, los senadores que puntean en la carrera hacia la candidatura del PRI al minigobierno estatal.
No es nueva la treta de la unidad. La usa Javier Duarte desde que arrancaba la pesadilla sexenal, en los albores de su gobierno. Y así, en la tragedia del que pierde su hogar por un fenómeno climatológico, o al ser sepultados en vida por un deslave, o por un accidente carretero, siempre la unidad. Es una unidad en la que nadie cree.
Convocaba a los nuevos diputados federales, el 8 de junio pasado, a “actuar unidos de manera coordinada sin distingos ideológicos, o de colores partidistas. Hagámoslo para alcanzar objetivos comunes, unamos esfuerzo en favor del Veracruz que soñamos, y el Veracruz que ya estamos haciendo posible”. ¿Estamos?
Daba la bienvenida al debate de ideas, de propuestas y de acciones que contribuyan al engrandecimiento del estado y bienestar de los veracruzanos.
En tiempos electorales la unidad es tema de sus discursos. El 9 de noviembre, al arranque formal del proceso electoral para renovar el Congreso de Veracruz y elegir al minigobernador de dos años, Javier Duarte acudía al llamado a los priístas.
“Hoy inicia el proceso electoral —señalaba—. Seremos muy respetuosos con lo que marca la ley en esta materia. Si algo ha caracterizado históricamente al PRI, es la unidad. La fortaleza del PRI reside en el talento de sus cuadros. Más allá de un proyecto personal, la unidad; estoy seguro que esa unidad va a prevalecer a pesar de las diferencias al interior; a mi partido mi voto y mi cuota; soy respetuoso de la legalidad”.
Habla de la unidad en exceso y la exalta pero no la observa. Si algo lo distingue es el encono y el agravio, la imposición y el engaño. Y eso desune.
Perdió los cinco distritos de mayor relevancia por imponer candidatos sin arrastre, sin fuerza, repudiados por las bases priístas. Perdió Xalapa, Veracruz, Coatzacoalcos, Boca del Río y Poza Rica.
Caprichoso, necio, Javier Duarte no es símbolo de unidad en el PRI. Sus desplantes son de fábula, celebrados por un priísmo que lo desdeña, que juega a perder, que intriga desde las sombras, porque perdiendo el gobernador ganan los grupos priístas.
El 28 de septiembre, el senador Héctor Yunes Landa lanzó la más contundente descripción del desastre político encarnado en Javier Duarte. “Es un antivoto”, dijo.
Expresó el choleño que le daba pena que el gobernador milite en el mismo partido, el PRI, y sostuvo que no todos los priístas son como él. “Es el que menos lustre le da al PRI”, agregó.
Duarte, señaló Héctor Yunes, no es el PRI ni tiene derecho de veto, “no tiene calidad moral para opinar sobre la candidatura. Él no es el PRI y tengo la confianza de que mi partido seguirá actuando con la seriedad con que lo ha hecho en los últimos años”.
Precisó:
“Se requiere vergüenza para seguir sosteniéndose en un papel que se le consiguió, alguien le consiguió ser gobernador de Veracruz, le consiguieron ser candidato. Es lo malo de hacer las cosas rápidamente. Construir a un personaje en un sexenio no se vale. El Estado requiere de experiencia, esa no se adquiere de un día para otro, esa cuesta mucho trabajo adquirirla… Salió caro el mal gobierno, el experimento que se hizo, además se veía venir”.
Yunes Landa puya. Dice que nunca entendió la lógica de querer imponer a Javier Duarte como candidato y después imponerlo como gobernador cuando había otras opciones como Amadeo Flores o Ignacio Morales, personas maduras y serias.
Repite en público lo que los priistas expresan en corto. Repudian su conducta, el desgobierno que encabeza, los alardes de unidad cuando ha sido el verdugo del priismo. Y ahora convoca a la unidad.
Imposible la tarea del gobernador. Su PRI está dividido, fracturado, convertido en un enemigo pequeño, vulnerable ante la inminente alianza PAN-PRD para contender por la gubernatura de Veracruz.
Excluyente, Javier Duarte gobernó para una pandilla, sus secuaces en el saqueo de Veracruz, a los que les dio las llaves del reino, libres para llevarse lo que les cupiera en las manos y en los bolsillos, impunidad para burlar la ley, obvia la complicidad desde las instituciones.
Toda elección ha sido saqueo. Si compra a la oposición, hay moche. Si compra al árbitro electoral, hay moche. Si compra a la prensa, hay moche. Si se requieren 30 millones, que se lleven 50. Y si el rito del fraude se repite 10 o 20 veces más, qué más da, es dinero del pueblo. Y el moche se lo llevan los Deantes, los Erick, los Spinoso, la pandilla en el poder. Y ahora quiere unidad.
Al priismo en pleno lo marginó de todo. Y cuando volteaba a verlo, sofocaba sus anhelos con migajas y huesos secos. Obras, servicios, negocios, lo mejor quedaba en dos facciones: la familia y los amigos. Al priismo le correspondían las sobras del banquete. Y ahora implora unidad.
Gobierna a los tumbos Javier Duarte, entre la ocurrencia y la mentira, agravando la violencia, impotente ante las mafias de la droga, dando entrada a otras bandas, creando otros santuarios del narco, propiciando mayores batallas y una guerra cruenta por la plaza de Veracruz, su policía implicada en mil delitos, en el secuestro y la tortura, la represión y la extorsión. Y en el llamado a la unidad quiere que el priísmo convalide el estado criminal.
Llevó a Veracruz a la quiebra financiera, a la parálisis, a un nivel brutal de endeudamiento, contratando créditos y luego negando la realidad.
Descomunal, el saqueo evidencia que el PRI es letal. Gobierna con antifaz, como el mapache que se roba las elecciones y el rufián que se apodera del tesoro del pueblo, solapado por el fiscal y por el aparato judicial.
Quiere Javier Duarte la unidad de los priístas a los que no cesó de patear a lo largo de cinco años, a los que marginó del poder, a los que usó y desechó.
¿Unidad para qué? ¿Para acabar de hundir a Veracruz?
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Archivo muerto
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Así que Mota apunta para gobernador. Y seguro “Culín” sería la primera dama de Veracruz. Inmortalizados en el morbo político, Luis Velázquez Rivera los describe en una expresión demoledora: Los Cachondos. Adolfo Mota Hernández, el diputado federal, y ”Culín, alias Luis Ángel Bravo Contreras, el fiscal del duartismo, protagonizan un episodio de cínica sensualidad, coquetería pura, a la vista de todos, incluso del gobernador Javier Duarte. “Adolfo Motita camina hacia el presídium y busca su nombre. Atrás, lo sigue el Fiscal, Luis Ángel Bravo Contreras. Sonríe, cachondo. La imaginación, traviesa, urde. Entre uno y otro hay una distancia mínima. Ni siquiera un esqueleto cabría entre ambos. Pian pianito se siguen, como si fueran Pili y Mili. Luego, en la foto de Yerania Rolón, quien registró la crónica gráfica, el diputado federal y el fiscal aparecen sentados. Juntos. Mejor dicho, juntitos”, dice la crónica del periodista. “Algo cachondo le dice el fiscal que Motita levita con los ojos semicerrados, como si de pronto entrara al paraíso terrenal. Mejor dicho, estuviera en el paraíso aquí, en la tierra, en el gozo absoluto, la paz del espíritu, la paz del cuerpo, la paz de las neuronas, la paz del corazón. Todo junto, vaya. De pronto, zas, el par levita. Los dos, como trepando al cielo envueltos en una sábana blanca como Remedios la bella en la novela de Gabriel García Márquez. Pero haciendo muecas. Las muecas de Motita, como, si por ejemplo, digamos, estuviera en un trance libidinoso. Mejor dicho, erótico. Mejor dicho, sensual”. Una más: “Motita, en el éxtasis. Entonces, la foto registra un paso más camino a la sublimidad. El diputado federal y el fiscal, en la plenitud de la cachondez. La frente del fiscal casi casi rozando la frente del diputado federal en lo que, digamos, Carlos Pellicer, el poeta amante de los colores y el sol y los árboles, denominara “el amor que no se atreve a pronunciar su nombre” y que antes, en el otro extremo del mundo, dijo Andrés Gide. El fiscal susurra, musita, a Motita, con su mano izquierda en el antebrazo derecho de Motita. Motita, los dedos entrecruzados, sonriendo, entre el infierno y el paraíso, digamos, en el limbo, allí donde se está de paso, en transición, de lo que Irving Wallace llamó “Los siete minutos” cumbres y estelares de la vida más intensa, oh mi pequeño Oscar Wilde, mejor dicho, mi Gatsby, de William Faulkner, es decir, mi metrosexual, mi ken”. Los Cachondos, crónica de Luis Velázquez, fue publicada el 7 de octubre en blog.expediente.mx, su portal. (Ver http://www.blog.expediente.mx/nota/15911/periodico-de-veracruz-portal-de-noticias-veracruz/los-cachondos) Y tiene, además, dos denuncias penales por malversar recursos federales y por el caso de los “aviadores” en la Secretaría de Educación de Veracruz, que en cinco años no detectó, ni sancionó. Ese Mota es el que apunta a ser gobernador, último clavo ardiente de Javier Duarte para descarrilar a los Yunes rojos. Y en la orilla azul, Miguel Ángel Yunes Linares ideando en cuantos minutos del primer round lo va a destrozar… Será alianza total de la oposición en Veracruz. Una vez que la aprueben las dirigencias nacionales, PAN y PRD darán cauce legal al Frente Amplio Opositor, sumando a otras fuerzas, asociaciones, corrientes políticas y estructuras. Irán con candidatos únicos en los 30 distritos de Veracruz, sin riego de que se dividan sus votos y sin que se diluya su fuerza electoral. Megabronca, pues, para Javier Duarte, empecinado el terco en que él, con sus secuaces, pueden ganar —robarse— la elección de 2016. Ajá… Marcelista, ventajosa, Amalia Rodríguez no niega la cruz de su parroquia y por Víctor Rodríguez Gallegos da la vida. De ahí los reclamos a la veterana promotora del PRI, la dama del acarreo, de la compra del voto, del fraude electoral, cuando se le vio en reunión convocada por la ex primera dama de Coatzacoalcos, Guadalupe Félix de Theurel. Si alguien lucró en el ayuntamiento al amparo del hoy líder estatal del Movimiento Territorial, entonces secretario de Gobierno, alfil de Marcelo Montiel para contender por la diputación local, fue Amalia Rodríguez, que se llevó los apoyos y, por supuesto, no los compartió. Obvio que en cuanto la tuvieron a tiro las promotoras theurelistas, se le fueron a la yugular. No la quieren ahí ni al frente del mentado “sindicato de promotoras”, algo así como el cártel de las operadoras del fraude priísta… Toda una engañadora, Julia Martínez Quino hace creer que la colonia Guadalupana está a sus pies. Se acerca al alcalde Joaquín Caballero Rosiñol, le tira el rollo y dice que ahí, todos, absolutamente todos, demandan servicios y la regularización de la colonia. Lo de los servicios es real, pero la gestión para que el penal Duport Ostión deje de verter sus aguas negras hacia el sector habitado, no es suya sino de otros colonos, que son mayoría, a quienes Julia Martínez no controla. Y a los colonos que le creen les dice que ya pronto habrá regularización y que por lo pronto hay que comenzar a cooperar. Es la clásica treta del vendelotes que se lleva al alcalde en el tropel…
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Foto: Sin Embargo MX