Por género, queda fuera Tania Cruz; gestión de Ramos Alor en la Secretaría de Salud estuvo marcada por desvío de recursos hacia empresas fantasma y de nueva creación
La desfachatez tiene rostro y nombre. Se llama Rocío Nahle. Y proyecta a Roberto Ramos Alor a la diputación federal por Coatzacoalcos pese al escándalo de corrupción en la Secretaría de Salud de Veracruz.
Maniobra en su favor, tirando a una de las suyas, Tania Cruz Santos, quien aspiraba a su segunda reelección, tercer periodo como legisladora, ya tácitamente parte del inventario del Congreso federal.
Ramos Alor, quizá el más fiel entre los fieles a la candidata morenista al gobierno de Veracruz, procede de la Secretaría de Salud del gobierno de Cuitláhuac García Jiménez, donde robar es norma y simular es virtud, donde se dispensan contratos a empresas fantasma, a proveedores de nueva creación, a amigos de lo ajeno y socios del régimen de la Cuarta Transformación.
Cuna del abuso y la ratería, de los que Roberto Ramos Alor siempre se dijo ajeno, dejando que lo administrativo fuera feudo de los allegados al gobernador Cuitláhuac García, la Secretaría de Salud es el mayor centro de corrupción del obradorismo en Veracruz.
Ramos Alor lidió con todo. Y si no metió la mano al cajón, por lo menos pecó de omisión. Cuando renunció ya cargaba un sinfín de señalamientos, acusaciones, improperios y denuncias, incluso por violencia política de género.
Tras su renuncia, el 19 de mayo de 2022, mantuvo perfil bajo, alejado de la metralla, protegido por su madrina, Rocío Nahle García, intocable hasta para el gobernador Cuitláhuac García y su pandilla voraz.
Reaparece cuando se definen las candidaturas a diputado federal, arrebatando la posición a Tania Cruz, quien se inscribió en el proceso interno de Morena, fue movida y proyectada por el alcalde de Coatzacoalcos, Amado Cruz Malpica, enfilada a la nominación y en un instante todo cambió.
Recibió una andanada de la diputada local, Eusebia Cortés Pérez, otra comadre de Rocío Nahle. La fustigó abiertamente. Cuestionó al dirigente nacional de Morena, Mario Delgado. Y la tumbó.
El 22 de febrero, el portal Versiones, en Xalapa, difundió dos golpes de timón en Morena: Rafael Hernández Villalpando no se podría reelegir por el distrito de la capital de Veracruz; la candidata será Ana Miriam Ferráez, actual legisladora local, y en Coatzacoalcos Ramos Alor dejaba en el camino a Tania Cruz. El argumento fue el criterio de género.
Días después –febrero 26–, se vio a Tania Cruz en la fotografía de la supuesta unidad. Sonreían Rocío Nahle, el líder estatal de Morena, Esteban Ramírez Zepeta; la frustrada aspirante a senadora, Dorheny “Candy” García Cayetano; Eusebia Cortés Pérez, Roberto Ramos Alor, Amado Cruz Malpica; la alcaldesa de Minatitlán, Carmen Medel Palma, y el secretario nacional de Jóvenes Morena, Alejandro Porras Marín.
Nadie se tragó el sapo de la unidad auspiciada por Rocío Nahle.
Al día siguiente, Nahle envió una señal clara. Se reunió con la dirigencia estatal de Morena y 18 de los candidatos a diputados federales. Ahí estaba Ramos Alor. Ahí no estaba Tania Cruz.
#archivomuerto