* Un desastre, la seguridad pública en Veracruz * El robo a los tíos de Karime * Balaceras y ejecuciones al iniciar el enésimo operativo * Marco Estrada, infiltrado por el tronquismo * La elección de Las Choapas * Keren y el regreso de Lu-pilla Theurel * El político infiel y la mordaza
Tres años y medio después, apabullado su gobierno por la violencia, sigue saltando Javier Duarte de Ochoa de crisis en crisis, remendando su aparato de seguridad e improvisando operativos y blindajes para contener a la delincuencia.
Blindaje Coatzacoalcos y Blindaje Córdoba son los últimos inventos del gober de Veracruz, recibidos con sorna popular, mofas hasta ridiculizarlo, 7 millones de escépticos y el reto de los malosos que asaltan, siembran miedo, imponen su ley, lanzan tiro y desatan balaceras.
Blindaje Coatzacoalcos es, en sí, una ironía. Lo creó Javier Duarte para enfrentar al hampa porque “el problema son los rateros” y lo primero que generó fue el incremento de violencia. Feliz recibimiento al blindaje duartista.
Multiplicados los asaltos, lo peor es que ahora se accionan las armas y se derrama sangre. Uno de ellos ocurrió el miércoles 28, dos días después del pomposo anuncio del gobernador de la brújula perdida. Un auto seguía a su víctima. Lo alcanzó cerca de una iglesia. Pretendió hacer una faena doble, bloqueando también a otro vehículo, sólo que la conductora esquivó con una maniobra y pudo escapar.
No tuvo esa suerte la víctima sobre quien se había enfocado el ataque. Varios sujetos lo abordaron. Se resistió al asalto. Una detonación lo contuvo. Gustavo Adolfo Malpica Gutiérrez resultó herido por un impacto de bala calibre 9 milímetros en el pie izquierdo.
Un día después, la violencia fue mayor. Un empleado de la empresa El Pollo Feliz, Emilio Carrera Martínez, fue atacado con lujo de violencia. Recibió varios impactos de bala. Murió en el interior de su automóvil, abatido por sus ejecutores. Su función era el manejo de los dineros del negocio y sus sucursales, según versiones que corrieron en las redes sociales.
Dramática, la escena muestra al infortunado trabajador tirado sobre el asiento delantero, el del conductor del auto. Su vida cercenada, es muestra de la violencia irracional que distingue los actos de la delincuencia, acrecentada por la impunidad de que gozan los malosos.
Se infiere que aquello fue un asalto, pero no se descarta que obedeciera a un cobro de cuota, o que fuera una respuesta ante la negativa de la empresa El Pollo Feliz a prestarse a la extorsión. O simplemente es que otros grupos de delincuentes están calentando la plaza.
Ocurría el hecho en zona comercial, frente a Soriana El Palmar, en las cercanías de Sam’s, Vips, Suburbia, Aurrerá, Office Depot, hotel City Express, donde el tránsito de personas es inmenso y el vehicular agobiante.
Días antes de que el gobernador lanzara su Blindaje Coatzacoalcos, un hojalatero fue ejecutado en la vía pública, en la colonia Benito Juárez. Le metieron once impactos de bala y lo dejaron ahí, en un charco de sangre, para escarmiento de muchos, reflejo de que el hampa gobierna más que Javier Duarte.
Semanas antes, el Consejo Coordinador Empresarial alertaba que el Mando Único Policial había sido rebasado por la delincuencia. Su reporte sobre inseguridad revelaba que habían disminuido los delitos de alto impacto, pero que los asaltos, robos a casa-habitación, a negocios, a vehículos, se disparaban ante la pasividad de los cuerpos policíacos.
Días antes de la llegada del gobernador a Coatzacoalcos, la Cámara de Comercio secundaba al Consejo Coordinador Empresarial y reiteraba que el Mando Único había sido rebasado.
Vapuleado por la violencia, Javier Duarte arrancó el lunes 26 el Blindaje Coatzacoalcos, un operativo más con dos antecedentes de fracaso: el Coatzacoalcos Seguro y la instalación del Mando Único Policial.
“El problema son los rateros”, decía el gobernador ante un auditorio de lamebotas, aplaudidores autómatas, congregados en la Sala de Cabildo, crudos unos tras la juerga del último día del Festival Internacional de la Salsa.
No, el problema no son los rateros. Inocultable, el problema son los políticos, hacedores de leyes que no se aplican, sus cuerpos policíacos al servicio del hampa.
Podrido, el aparato de seguridad es un inservible esquema al que se le destinan cientos de millones en capacitación y adiestramiento de nuevos policías, los acreditables, los confiables del duartismo; la adquisición de patrullas, armamento y equipo de radiocomunicación, cuyo fin no es mejorar el desempeño de los uniformados sino otorgar los contratos a proveedores generosos, contribuyentes obligados a construir fortunas de mala fama.
Javier Duarte también es un gobernador sin buena estrella. Un día antes del anuncio del Blindaje Coatzacoalcos, vivió en familia el embate de la delincuencia. Dos tíos de su esposa Karime Macías Tubilla, el empresario José Tubilla Letayf y su esposa, la fotógrafa María de los Ángeles Muñoz, fueron visitados en su hogar por los ladrones, agraviada la familia real.
Serían las 10 de la noche del domingo 25. Duarte, los Tubilla, el séquito municipal, la corte estatal, el jet-set, un pedazo de pueblo, cantaban al ritmo de Marc Anthony en el Festival Internacional de la Salsa. Alejados de todo, nadie concebía que en casa de unos Tubilla habría acción delictiva.
Entre dos y tres ladrones allanaron el domicilio ubicado en el número 606 de la avenida Zamora, en el centro de Coatzacoalcos. Presuntamente se llevaron joyas y dinero. Lo hicieron cuando Pepe Tubilla y la Chata Muñoz se hallaban fuera; no había nadie en la lujosa vivienda. Les habían estudiado sus movimientos, sus conductas, sus fallas de seguridad.
Trascendió el tema en las redes sociales. A eso de la medianoche del domingo 25, el robo a los tíos de Karime Macías lo detonó este reportero y se hizo viral, desenfrenados los comentarios de los cibernautas, demenciales incluso, expresando que en la caja fuerte estaba el dinero que debía pagársele a Marc Anthony, pues Pepe y la Chata Tubilla son los padres de la directora del Festival Internacional de la Salsa, Brenda Tubilla Muñoz.
Anunciar horas después del robo a sus tíos políticos el Blindaje Coatzacoalcos, fue el acabose para el gobernador Javier Duarte. El blindaje, reclamaban en las redes sociales, es para la familia Tubilla, no para el pueblo. Se agravó el caso cuando pudo documentarse gráficamente que la policía estatal fue destinada a cuidar las casas de los tíos de Karime Macías, la de sus padres y la de su abuelita Lily.
Duarte había presumido que 535 nuevos elementos se incorporaban a las tareas de vigilancia: 325 del Ejército, 100 de la Marina, 10 de al Policía Federal y 100 de la Policía Estatal. Se sumarían a los 290 efectivos del Mano Único Policial.
Lo que no dijo Javier Duarte es que gran parte de los elementos de la Marina que formaban parte del Mano Único Policial, habían dejado esas funciones, inconformes por falta de pago y condiciones insalubres en que los mantienen, sin instalaciones apropiadas. ¿Dónde quedó el presupuesto? ¿Quién lo ejerció? El problema, como dice el gobernador, son los rateros.
Repite la historia en Córdoba, su tierra adoptiva. El jarocho-gordobés anunció el jueves 29 el operativo Blindaje Córdoba, con 750 elementos. Ahí se reventó el mismo rollo: que si los policías confiables darán seguridad; que si los que existían respondían a otros intereses, inclusive se dedicaban a cuestiones ilícitas.
Pulverizado por la oleada de crímenes, secuestros, extorsión, trata de personas, solapado el narcotráfico en el santuario de Los Zetas que es Veracruz, Javier Duarte lleva tres años y medio sin atinar cómo enfrentar a la delincuencia. Inventa operativos, improvisa estrategias, falsea cifras de incidencia de delitos, y una vez rebasado vuelve a maquillar el caos.
Hoy son los blindajes. Hace patrullar ciudades, en fila las unidades, con policías, militares y navales, cueste lo que cueste el consumo de combustible. Es la copia del Veracruz Seguro. Es la copia del Mano Único Policial. Es la máscara de la incapacidad.
Tiene aún tres años más. Vendrán otros operativos. Vendrán otros fracasos.
Archivo muerto
Infiltrado por el tronquismo, llega Marco Antonio Estrada Montiel hecho un galimatías a la elección municipal de Las Choapas. Decía combatir al minicacicazgo de Renato Tronco Gómez, el Calígula del Congreso veracruzano, pero a la hora de la definición se dejó imponer a dos tronquistas: Javier “Pipo” Basáñez Silván, a quien lleva como candidato a síndico, y a Juan Manuel Landero López, como aspirante a regidor séptimo. Ahí se desdibujó. Su discurso, que tenía como pivote los atropellos y corruptelas de Renato, fue sepultado por su ambición de llegar a la alcaldía al precio que fuera, como los pragmáticos, como los desleales, como los dos caras. Marco Estrada le echó la culpa al PRD estatal, a su líder, Sergio Rodríguez Cortés, un mercenario al servicio del gobernador Javier Duarte de Ochoa, a todos, para tratar de salvar su fechoría y su omisión. Impregnado de traición, ha querido sofocar la burla y la ira de los perredistas, panistas y pueblo en general que repudian al tronquismo y ahora ven a su candidato colocando a un tronquista, “Pipo” Basáñez, en la sindicatura, donde va a cubrir todas las corruptelas de Renato, con las facultades que la ley le otorga, en su calidad de representante legal del ayuntamiento. Cómplice del tronquismo, sometido a Javier Duarte, Marco Estrada no tiene en su proyecto gobernar para el pueblo de Las Choapas. Sus intereses están en quienes los hicieron candidato, en quienes le imponen tronquistas en su planilla, en quienes lo harán encubrir las pilladas de Tronco y su pandilla, pues a las corruptelas del diputado Calígula no son ajenas el gobernador y Fidel Herrera Beltrán, sus impulsores, sus cómplices, y a quienes se debe también la diputación de Marco Estrada Montiel. Infame, Marco Estrada quiere ahora matizar el repudio popular, al antitronquismo que lo abandonó y se fue con la candidata del PAN, Carolina López Aguirre. Exhibe los acuerdos notariados, las posiciones que perdieron los panistas en la planilla y las 14 direcciones que les habían concedido, y tilda a la abanderada azul de haberle ganado la ambición. Marrullero, sin hombría, la treta es propia de los mercenarios que ven socavado su proyecto por errores propios y ambiciones, y pretende bajar a sus contrincantes a base de golpes sucios. La realidad es clara: llega Marco Estrada a la elección de este domingo infiltrado por el tronquismo, moralmente despedazado, con el signo de la traición y con una oferta política hueca. Con Marco Estrada en la presidencia municipal de Las Choapas, Renato Tronco puede dormir tranquilo; el tronquismo ya tiene quien lo encubra… Más que una simple agencia municipal, algo hay en el triunfo de Keren Prot Vázquez. Políticamente inicia el regreso de Guadalupe Félix de Theurel —Lu-pilla— a la escena, con miras a buscar la alcaldía de Coatzacoalcos, a complicarle la vida al marcelismo, a frustrar el proyecto de Víctor Rodríguez Gallegos de ser diputado federal y, luego, el sucesor de Joaquín Caballero Rosiñol. Keren Prot llegó a la agencia municipal de Villa Allende a contrapelo del delegado de la Secretaría de Desarrollo Social del gobierno federal en Veracruz, Marcelo Montiel Montiel, falsos los abrazos y las palabras melosas. Keren Prot implica la operación política a favor de Lu-pilla Félix, la formación de estructuras para hacer de Allende, por su votación, el punto donde se decida la próxima alcaldía de Coatzacoalcos… ¿Quién sería el genio que recomendó imponer una mordaza, que nadie hable, que nadie murmure, que nadie insinúe, que un personaje de altísimo nivel en el ayuntamiento se da sus ensabanadas con conocida regidora? Con decir que hasta los que no sabían, hicieron cara que ¡what!, preguntaron y se enteraron de dónde son los encuentros furtivos, los arrumacos, las manitas calientes y las noches de pasión. O sea que el efecto fue a la inversa: queriendo amordazar, provocaron que más se hable del político infiel…
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