El que protege delincuentes es el gobernador de Veracruz.
El que encubre a ministeriales que allanan una bodega, patean empleados y asfixian a sus víctimas, es el gobernador.
El que solapa a la Fuerza Civil que siembra armas, tortura, inventa cargos a ciudadanos residentes y nativos de Estados Unidos, es el gobernador.
El que encubre a fiscales acusados de violar a una detenida en el trayecto de la Ciudad de México a Xalapa, es el gobernador.
El que fabrica delitos a rivales políticos, es el gobernador.
El que usa el delito de ultrajes a la autoridad, encarcelando a 2 mil ciudadanos, la mayoría inocentes, es el gobernador.
El que le inventa cargos y más cargos a Rogelio Franco, Nicolás Ruiz Rosete, Gregorio Gómez, Azucena Rodríguez, violando amparos, reteniéndolos en prisión, es el gobernador.
El que encarcela a José Manuel del Río Virgen, acusándolo sin pruebas de la autoría intelectual de un asesinato, en revancha porque el senador Ricardo Monreal lo hizo trizas, es el gobernador.
El que desarma a la policía municipal de Jamapa y provoca el levantón y asesinato de la alcaldesa Florisel Ríos Delfín, es el gobernador.
El que permite tortura y asesinato de detenidos en el cuartel de San José, es el gobernador.
El que tolera a la Policía Estatal que siembra droga a un repartidor de alimentos, es el gobernador.
El que ataca sistemáticamente a periodistas, solapando las amenazas del secretario de Gobierno, Eric Cisneros, es el gobernador.
El que solapa a la Policía de Veracruz que agrede, insulta, le roba teléfonos celulares a reporteros que cubren un desalojo carretero en Coatzacoalcos, es el gobernador.
El que mantiene impunes a funcionarios de la Cuarta Transformación acusados de acoso sexual y violación, es el gobernador.
El que le escupe a diario a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, desacatando resoluciones de ministros, es el gobernador.
El que produce leyes ilegales, vía el Congreso atestado de delincuentes que atropellan la ley, es el gobernador.
El que destituye alcaldes, usando al diputado payaso, Juan Javier Gómez Cazarín, es el gobernador.
El que anula juicios en que se ventilan fraudes de Gómez Cazarín por vehículos vendidos sin documentación, es el gobernador.
El que persigue alcaldes perredistas, presionándolos para que permitan los negocios de Eric Cisneros, es el gobernador.
El que impone y mantiene contra viento y marea a su primo Eleazar Guerrero Pérez en la Subsecretaría de Finanzas, contraviniendo el combate al nepotismo, es el gobernador.
El que valida contratos de obra sin licitación es el gobernador.
El que avala 99 por ciento de contratos por adjudicación directa, que es un símbolo de corrupción, es el gobernador.
El que permite contrato por 30 millones a firma del farmacéutico de la 4T que confesara lavarle dinero al narco, es el gobernador.
El que le da contratos a empresas enviadas por el círculo íntimo de López Obrador, por encima de constructores y proveedores veracruzanos, es el gobernador.
El que rasura partidas federales a municipios, ganadas en tribunales tras el saqueo y robo de Javier Duarte al erario, es el gobernador.
El que atesta el Congreso de Veracruz de delincuentes, ladrones y abusivos del poder, es el gobernador.
El que le roba el presupuesto al Poder Judicial, recortando ilegalmente los montos aprobados por el Congreso, es el gobernador.
El que usa a jueces civiles corruptos para robarse tierras en todo Veracruz, es el gobernador.
El que emplea jueces penales para fabricarle delitos a sus adversarios, es el gobernador.
El que firma desplegados y se baja el calzón por las obras de López Obrador, en plena veda electoral, es el gobernador.
El que protege delincuentes es el gobernador.
¿Y por qué? Porque el delincuente es Cuitláhuac García, gobernador de Veracruz.
Larga su lengua, Cuitláhuac se desboca increpando a Sarah Landa, reportera de Meganoticias, acusando que los medios de comunicación y los periodistas defienden delincuentes.
Larga su cola, el gobernador usa el alegato de mercado para no abordar el atropello que comete con el uso faccioso, arbitrario, ilegal, del delito de ultrajes a la autoridad.
Sus desplantes son una defensa al clima de arbitrariedad en que ha sumido a Veracruz. Sus manoteos, sus contoneos, son una impostada bravura frente a una dama a la que tácitamente le negó el derecho a hablar.
Farsante sin medida, Cuitláhuac García cuestiona las preguntas de Sarah Landa. ¿Quiénes son los que se oponen al delito de ultrajes a la autoridad?, dice. Las asociaciones de abogados. ¿Cuáles? ¿Cuántas? No todas, como dice el rufián. Y eso tiene razón porque algunas son cómplices del bandolero que pulula en palacio de gobierno pero que no sabe gobernar.
La voz de las barras y colegios de abogados se escuchan a diario. Lo confrontan. No se oponen a que el delito de ultrajes a la autoridad exista sino al uso criminal y marrullero que le da el gobernador-delincuente y el aparato policíaco-judicial, también delincuente.
Y Cuitláhuac sigue, fuera de sí, como un endiablado. Casi 20 minutos eructando sapos mientras Sarah Landa y la prensa ven a un gobernante descompuesto, desnudo, autoexhibido, imputando a otros complicidades con la delincuencia sólo porque se le plantea la exigencia de respeto a la ley.
Días antes, Cuitláhuac García ya reflejaba la impotencia frente a la condena nacional. Hablaron los defensores de derechos humanos, los críticos, los intelectuales, diputados, senadores, incluso de Morena, hasta la Comisión Nacional de Derechos Humanos con su piedra por delante, y al unísono demandaron acabar con la herramienta de terror en que Cuitláhuac convirtió el delito de ultrajes a la autoridad.
Derrotado, admitió que se legislaría para derogar el precepto ilegal. Y las aguas parecían volver a su nivel.
Así una noche. Pero a la mañana siguiente volvió a la patraña. Que si “hay quienes prefieren defender delincuentes”, en obvia alusión al senador Ricardo Monreal. La estocada seguía adentro, doliéndole la felpa nacional, la etiqueta de represor.
Y cuando la iniciativa para derogar el delito de ultrajes a la autoridad llegó al Congreso de Veracruz, la escoria morenista la metió al congelador.
Por eso Cuitláhuac García es el principal defensor de delincuentes.
Su gobierno no es un desastre; es un caos. Es un oasis para el delincuente, para el transgresor de la ley. Es la tierra prometida del criminal, la zona de confort de quien se mueve en el lado oscuro de la justicia, de los que delinquen y gozan de los espacios de impunidad.
La impunidad en Veracruz no es un accidente; es la política pública que distingue a Cuitláhuac García, un bailarín de cantina que incursionó en el trote de la oposición, que protestó en las calles, que se enfrentó a policías —delito de ultrajes a la autoridad— y que el efecto López Obrador trepó en el gobierno de Veracruz.
En el regazo de Cuitláhuac García confluyen los delincuentes con uniforme y los delincuentes de alto impacto. A unos los protege cuando abusan del ciudadano, a los otros les acerca policías delincuentes, ministeriales violadores y funcionarios volviéndolos intocables.
Los que protegen delincuentes no son los medios de comunicación, ni los reporteros, ni los columnistas que cuestionan y que ejercen su libertad de prensa. El que protege a los delincuentes es el gobernador.
Y el que protege delincuentes, viola la ley. Ese es el gobernador.
Archivo muerto
Desdibujado, Sergio Gutiérrez Luna ya sólo logra engañar a Sergio Gutiérrez Luna. Se deshizo por el traspié de la denuncia contra los consejeros del INE que presentó a nombre de toda la Cámara de Diputados pero sin el consenso de la oposición. Y cuando hablaba y se justificaba, el presidente lo atajó. Lo hizo añicos Andrés Manuel López Obrador el día que expresó que denunciar a seis consejeros del Instituto Nacional Electoral era un error, un exceso, que no compartía la decisión. Y “Gutierritos” —¡pum!— se desplomó. Se fue al diablo el sueño de ser candidato de Morena al gobierno de Veracruz en 2024. En un instante, el encantador de serpientes se devaluó. Sin decirlo, lo vetó Andrés Manuel. Pero el timador sigue en el show. “Gutierritos” se mueve, declara, se avienta rollos como diciendo “véanme, no he muerto, aquí estoy”. Si ese ruido le da para algo, acaso será senador. Si no se le termina de salir el aire, irá por su beca de seis años en el Senado, a ver si en la siguiente —si es que Morena vuelve a ganar la gubernatura— le toca algo mejor. Corre el riesgo, sin embargo, de que otros con mayores estructuras políticas, con mayor ascendiente entre los grupos morenistas, con mayor arraigo a su tierra, lo dejen sin senaduría porque ese hueso lo quieren Manuel Huerta, superdelegado del gobierno federal en Veracruz, o Roberto Zenyazen Escobar, secretario de Educación estatal, favorito del gobernador, o algunas de las féminas de Morena que circundan a Cuitláhuac García, llámense Dorheny García Cayetano o Rosalinda Galindo, aunque de las dos no se hace ni la mitad de una. “Gutierritos” es un globo sin gas; no truena pero ya no puede volar… Salarios incompletos, salarios no pagados, y el “cochinito” para Rocío Nahle engorda. Protesta el personal de Limpia Pública heredado por Víctor Manuel Carranza heredó, por no ser recontratados. Protestan el personal del ferry por pago a destiempo. Protestan más de 50 empleados de la Dirección Municipal del Deporte por despido laboral siendo morenistas, militantes activos y simpatizantes que se metieron de lleno en la campaña del hoy alcalde, Amado Cruz Malpica, y se quedaron sin empleo. Pagos rasurados en Tesorería. Y cuando el edil se aprestaba a colocar a los suyos en puestos clave, Rocío Nahle le impuso a su escoria, unos repitiendo en el cargo y otros accediendo a puestos donde en mes y medio han demostrado que no son de izquierda sino un cero a la izquierda. No es que el ayuntamiento de Coatzacoalcos esté financieramente ahogado. Es que hay que ir engordando el “cochinito” para las campañas de Claudia Sheinbaum, la corcholata mayor de López Obrador y de Rocío Nahle García, la secretaria de Energía, oriunda de Río Grande, Zacatecas, que pretende gobernar Veracruz. Seguro que en la Cartilla Moral de Alfonso Reyes, que sirviera para el planfleto ético de Andrés Manuel López Obrador, se aconseja dejar sin salario a los empleados mientras se succiona la nómina para sustentar el proyecto presidencial de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México y de doña Embustes Nahle… Denunciado por violencia intrafamiliar, incluso intento de homicidio, el notario Alejandro “D” se halla al borde de un ataque de nervios. Su historia es la de un criminal. Golpes, violencia psicológica y hasta violación en Vancouver, Canadá, y en la Ciudad de México, y en Coatzacoalcos. El típico enfermo mental, al que los médicos diagnosticarían celotipia, llegando a la agresión a su esposa, constantes estallidos violentos, períodos de recato, vuelta a los gritos, un día tomándola del cabello, conduciéndola hasta el filo del balcón por el que pretendió lanzarla al vacío, zafándose la esposa milagrosamente y logrando huir. Así el infierno que a diario veía y vivía el pequeño hijo de la pareja. Y en el clímax, sin la esperanza de el notario Alejandro “D” volviera a terapia, sin dejar su adicción al alcohol y a las drogas, la dama huyó del hogar. Flamante notario público del sur de Veracruz, consumidor de marihuana, según refiere la denuncia. Y el gobernador Cuitláhuac García regodeándose en la batea de lodo del notariado veracruzano… ¿Quién esa ex titular del Registro Público de la Propiedad que inscribió una escritura que previamente había sido anulada por sentencia de un juez? Dos pistas: una, la escritura fue elaborada originalmente por Francisco Montes de Oca Zárate, y dos, el autor de la trastada es un abogado ligado a la secretaria de Energía, Rocío Nahle, y su esposo, José Luis Peña Peña…
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