Tiranus brutus, Cuitláhuac García tiene la bendición de Andrés Manuel para abusar del poder, imponer terror político, encarcelar adversarios, atropellar ciudadanos e incluso inducir el crimen de una alcaldesa que no se doblegó. Así, criminal, impune y arbitrario, hasta que se metió con quien no se debía meter.
Su clímax llega con un encontronazo con el senador Ricardo Monreal. Le llega con una humillación política. Y en la arrogancia, el arrebato, el desatino de retar a Monreal encarcelando a José Manuel del Río Virgen, número dos en el Senado, imputándole un homicidio.
Y aún así, López Obrador lo vuelve a solapar.
Detona un escándalo por lo que Del Río Virgen representa, por ser el brazo derecho de Monreal y alfil del líder de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado Rannauro, ex gobernador de Veracruz; por la revancha desenfrenada de Cuitláhuac al ser obligado a recular en la aprehensión de seis jóvenes jalapeños a los que se les acusó de ultrajes a la autoridad. Monreal reaccionó ante el abuso; alertó, influyó en el amparo que un juez federal concedió y Cuitláhuac se voló.
Y aún así, Andrés Manuel reitera que le sigue teniendo confianza al gobernador.
Se sacude el Senado. Se cimbra Morena. Ricardo Monreal lo confronta, tomando posición senadores morenistas y de oposición, creando una comisión especial que investigue y documente, que enliste e indague en los cientos o miles de casos de mal uso del delito de ultrajes a la autoridad, el ardid con el que el gobernador impone terror en Veracruz.
Y resuenan la sentencia de López Obrador cuando dijo que es una bendición para Veracruz que Cuitláhuac García Jiménez sea gobernador.
El bendito sátrapa tiene, pues, licencia para infamar.
Vía la fiscal espuria, Verónica Hernández Giadáns, Cuitláhuac desfoga sus miserias internas. A José Manuel del Río Virgen le atribuye la autoría intelectual del crimen del ex candidato a la alcaldía de Cazones, Remigio —René— Tovar Tovar, asesinado el 4 de junio, dos días antes de la elección que, pese al homicidio, ganó Movimiento Ciudadano. Como el Cid Campeador.
Del Río no es un político más. Dos veces diputado federal, llegó a ser presidente de la Comisión de Pesca y secretario de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, alcalde de Tecolutla, presidente del Consejo Nacional de Movimiento Ciudadano y delegado de MC en Veracruz.
Y con Monreal alcanzó el cenit. Es, en palabras de Germán Martínez Cázares, más poderoso que muchos senadores. En Del Río Virgen se concentra el poder de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República.
Y a Cuitláhuac García —tiranus brutus— se le ocurre aprehenderlo.
La imputación es un absurdo. Del Río no era enemigo de René Tovar sino quien lo acercó a la dirigencia de Movimiento Ciudadano para evaluar su candidatura. Fue su impulsor. Fue, además, quien más pugnó por esclarecer el homicidio del abanderado de MC a la alcaldía de Cazones.
Cuitláhuac y su fiscal espuria dan palos de ciego. Semanas atrás, el autor intelectual del crimen de René Tovar no era Del Río Virgen sino Omar “N”, coordinador de campaña y suplente a la alcaldía. Así lo celebró López Obrador en la conferencia mañanera, el 23 de junio:
“Acabamos de resolver —dijo el presidente— o está en proceso de saberse que a uno de los candidatos que asesinaron en Veracruz, en el municipio de Cazones, antes de la elección, uno de los posibles involucrados, de acuerdo a las investigaciones era su jefe de campaña para él quedarse como candidato y ganar”.
Pues Cuitláhuac cambió de víctima y se olvidó de avisarle a López Obrador.
El sesgo del encarcelamiento de Del Río Virgen es político. Es la vendetta de Cuitláhuac García contra Ricardo Monreal, dominado por la ira que le provocó tener que dejar en libertad de los seis jóvenes aprehendidos por policías estatales, acusados de ultrajes a la autoridad.
Monreal es una losa sobre el gobernador. Cuando el senador tocó los abusos que la pandilla de Cuitláhuac comete usando el delito de ultrajes a la autoridad y advirtió que enviaría un exhorto al Congreso de Veracruz para derogarlo por “ominoso” y violentar derechos humanos, Cuitláhuac respondió con su habitual torpeza.
“Nosotros estamos del lado de las víctimas —le dijo a Monreal—. Buscamos que se aplique la justicia y si alguien en lugar de estar atento a los problemas legislativos del Senado quiere ser defensor de delincuentes, pues allá él”.
Tras la aprehensión de Del Río Virgen, Monreal lo hizo trizas:
“No señor gobernador, yo no defiendo delincuentes. Defiendo el estado de derecho, defiendo los principios constitucionales, defiendo a la gente del autoritarismo y de las vendetas políticas que siempre son injustas.
“No, ciudadano gobernador, no coincido con su expresión. No se la acepto. Soy un hombre recto y un servidor público consciente. No formo parte de su corte de aplaudidores. Le hago una sugerencia muy respetuosa: que quienes lo rodean y asesoran no actúen sin freno y se haga aconsejar de abogados y abogadas que aquí en Veracruz sobran o por hombres y mujeres honorables que esta tierra extraordinaria está llena”.
Y el volcán hizo erupción. Senadores de oposición, incluso morenistas, reaccionaron ante la barbarie que se vive en Veracruz. Del Río Virgen en el penal Pacho Viejo y Cuitláhuac en el epicentro de la indignación. Alzaron la voz dirigentes de partidos, los disidentes, la prensa crítica.
Dante Delgado, mentor de José Manuel del Río Virgen, expresó su condena y planteó la desaparición de poderes en Veracruz.
Aún no hay juicio político contra el gobernador pero se insta a los veracruzanos a documentar los casos de encarcelamiento y el uso abusivo de la figura delictiva de ultrajes a la autoridad. Suponen que no son decenas ni cientos sino miles de atropellos, miles de historias, miles de víctimas.
Cuitláhuac tiene en la cárcel a Rogelio Franco, líder de la corriente Nueva Izquierda, del Partido de la Revolución Democrática, a quien le violaron un amparo y lo retuvieron en prisión bajo cargos de ultrajes a la autoridad. Tras resolverse el amparo que le otorgaba su libertad, le imputaron tres delitos más, impidiéndole acceder a la diputación federal plurinominal que había ganado.
Otros dos líderes políticos, Nicolás Ruiz Roset y Gregorio Gómez, ex candidatos de la alianza PRI-PAN-PRD a las alcaldías de Minatitlán y Tihuatlán, fueron aprehendidos en plena campaña y aún permanecen tras las rejas.
Azucena Rodríguez, ex diputada federal perredista, apenas dejó el cargo fue detenida, acusada del homicidio de su esposo. Era quien más pugnó por la libertad de Gregorio Gómez.
Al ex diputado local Iván Aguilar, quien llegara al Congreso de Veracruz bajo las siglas del Partido del Trabajo y luego se alejara de Morena, le fabricaron delitos contra procedimientos del Servicio Forense y lo recluyeron en el reclusorio Duport Ostión, en Coatzacoalcos.
Lo más grotesco, la inquina con su mayor saña, lo vivió Florisel Ríos Delfín, alcaldesa perredista de Jamapa. Le imputaron delitos a dos funcionarios. Persiguieron a su esposo, hoy en prisión. El secretario de Gobierno, Eric Patrocinio Cisneros Burgos, un sátrapa que amenaza sin tapujos, le desarmó a la Policía Municipal. Un día fue levantada y su cadáver apareció con huellas de tortura, con varios disparos en el cuerpo y el tiro de gracia. Tácitamente, Cuitláhuac y Cisneros la mataron.
Así funcionan las tiranías. Así actúan los arbitrarios, usando la ley y lo ilegal contra el pueblo.
Abusivo, visceral, Cuitláhuac no se ve al espejo. Monreal es uno de los tres personajes destinados a suceder a Andrés Manuel en 2024, y él, sólo un enano político y mental.
Cuitláhuac no es gobernador. Es el patiño de una parodia de gobierno, aprendiz de tirano —tiranus brutus— que desde el poder mancilla, agravia, que tiene la encomienda de sembrar terror.
Veracruz es un laboratorio. Se aplica el puño contra el adversario político y contra la población. Se inventan leyes que rompen con el orden legal. Se usan delitos como ultrajes a la autoridad para imputárselos al ciudadano y confinarlo tras las rejas. Y luego a los jueces venales, jueces por consigna, les toca dictar prisión preventiva por un año o más. Es la podredumbre de Morena.
Y si Cuitláhuac atropella es porque lo solapa López Obrador.
Archivo muerto
De victorias sucias está marcada la historia del yunismo azul. Hoy, son tres: la alcaldía de Veracruz que le devuelve el Trife regional; la dirigencia estatal del PAN, impulsando a una corriente aliada cuyo líder, Tito Delfín, cuando era rival el yunismo lo denunció y ahora el gobernador de Morena lo tiene en prisión, y el regreso de la senadora trapecista Indira Rosales a la Cámara Alta, para convertirse en secretaria general del comité estatal de medio tiempo, y también de medio pelo. A Patricia Lobeira, alias “Paty Yunes”, le sirve el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Sala Regional, para dejar de delirar con que es la más grande virtud femenil en los 500 años de vida del puerto de Veracruz; faltará ver si la Sala Superior del Trife no le agria la cena de Año Nuevo revirtiéndole el fallo e impidiendo que cumpla con su destino teatral de alcaldesa, pues sustituyó en la candidatura a su esposo, Miguel Ángel Yunes Márquez sólo “por amor”. Y “por amor” —y por negocios— Chiquiyunes será el alcalde real. Los criollos al poder. El otro rasgo de suciedad se da en la elección panista por el comité estatal. Gana Federico Salomón Molina —“ladrón de elecciones”en Sayula, su pueblo—, sustituto de Tito Delfín tras el encarcelamiento del ex alcalde Tierra Blanca. Gana por mil 86 votos, evidenciando que el PAN sigue partido en dos, polarizado, atizando los Yunes los odios contra el líder actual, Joaquín Guzmán Avilés, por sus ligas indignas, por su servilismo, por haberse postrado ante el gobernador morenista, Cuitláhuac García Jiménez. Guzmán Avilés ya trazó la ruta de lo que viene. La elección se judicializará. Cuenta más de 20 agravios, más de 20 violaciones al reglamento de elecciones, entre ellas la sustitución ilegal del candidato a presidente, Tito Delfín Cano, y la intromisión abierta de Marko Cortés, líder nacional del PAN, a favor del Clan Yunes. Y, tercero, el retorno de Indira Rosales al Senado tras competir por la secretaría general del PAN estatal, tácitamente mandando a volar a su suplente, Fabiola Vázquez Saut, que apenas asumió funciones se le abrió a Acción Nacional y sumó a la bancada de Morena. A control remoto pretende Indira Rosales desempeñarse como secretaria general del PAN en Veracruz. Los triunfos de los Yunes no son sufridos. Son sucios. Están plagados de trampa. Eso de que la esposa de Chiquiyunes sea la Juanita en la alcaldía, hiede. Eso de que a Tito Delfín lo denuncian y luego, cuando ya es aliado —aliado sin dignidad—, le lloran. Eso de que Indira deja el Senado, le regala un escaño a Morena, compite, gana y regresa al Senado, y a ejercer la secretaría general a punta de WhatsApp, repugna. Es el poder por el poder, pragmáticos, sin ética, con lenguaje falaz, “por amor” a Veracruz, o sea a su interés… Robo hormiga, saqueo, activos municipales que no aparecen, inventario incompleto. Año de Hidalgo en el ayuntamiento de Coatzacoalcos. Los reportes son alarmantes. La uña le creció a la Cuarta Transformación y sus hijos pródigos se van locos de contentos con su cargamento. No robar, pregona el profeta Pejetustra, pero en Coatzacoalcos las huestes de Rocío Nahle García no se llevan el Palacio Municipal porque no lo pueden cargar. Desde de casos como el de la hoy diputada local, Eusebia Cortés Pérez, que incumplió procedimientos y no justificó partidas de dinero, hasta empleados cercanísimos a la secretaria de Energía que hacen alarde de robo descarado. La Contraloría Municipal va de oficina en oficina revisando que el mobiliario se encuentre completo, que los equipos de cómputo aún existan, que el personal asignado sea de carne y hueso y no “aviadores”, y se lleva cada sorpresa. Bastó que Nahle los pusiera donde hay y sus huestes mostraron que lo suyo es robar… Fabiani Cueto se enamoró de la ubre presupuestal. Cuatro años aferrada al erario, recibiendo su mesada como regidora, su beca, sin decidir nada, sin un solo logro, sin un resultado, como convidada de piedra, y persiste en seguir enchufada a la nómina municipal. Hay risas en los pasillos del palacio municipal. Igual mentadas. Los fabianistas la ven como próxima titular del Instituto Municipal de la Mujer en Coatzacoalcos donde, para no variar, se mantendrá vegetando a costillas del erario. Los antifabianistas la quisieran ver lo más lejos posible de la sede municipal. ¿Qué hizo con los temas del agua potable, comisión en la que vociferaba de más? Nada relevante. Con la tenencia de la tierra, su otra comisión, Fabiani Cueto Salinas sostiene que tiempo fue lo que le faltó. Dejó a miles de familias con el trámite de regularización a medio andar. La hija del vendelotes —su padre, Salvador Cueto Sosa, ha hecho una empresa lucrativa de esa actividad— ya se ve en el disfrute de otros cuatro años aferrada a la ubre del erario. Los primeros cuatro no le bastaron, los del asqueante cuatrienio carrancista…
Fotos: Forbes, Plumas Libres