* Baladronadas en el nombre de don Fer * Ni en un mes ni en un sexenio * El Cisne, cerebro de Duarte * Llave Ciudadana se renueva * La conferencia de Yunes Linares * El mejor retiro es el regreso: Fidel * La foto en el consulado * Otros 50 mil de Lu-pilla, la maestra * La secretaria y el discapacitado
No hay que sacar los “güevos” cada mes. Un gobernante lo hace a diario. Y más cuando la violencia lo devora, cuando el crimen lo rebasa, cuando su policía se implica, cuando el baño de sangre inunda a Veracruz, cuando la corrupción de su gobierno acaba con todo. ¿Lo sabe Javier Duarte? Sí, pero no tiene con qué.
Invoca el gobernador de Veracruz a Fernando Gutiérrez Barrios, el hombre de la mano dura, tejida su fama desde su paso por los sótanos del poder, en los sistema de espionaje, en la vigilancia de las formas políticas, en el combate a los insurrectos, en la paz de los sepulcros.
Decía don Fernando —recuerda Javier Duarte— que un gobernante debe exhibir los “güevos” cada mes, y así alinea lo que se enchueca, lo que se tuerce, lo que toma otro carril.
Cito textual: “El gobernador de Veracruz tiene que enseñar los ‘güevos’ cuando menos una vez al mes”.
Y tiene razón Javier Duarte. Se exhiben si se tienen y si están bien puestos. Se muestran ante el dilema y la adversidad y se usan para aplicar la ley, no para encubrir ni para solapar.
Minúsculo él, invoca a un grande de la política, don Fernando gobernador en el 87, aún así haya sido el hombre duro, el puño con que el sistema sofocaba la intolerancia y el radicalismo, no sin antes ofrecer la conciliación, con el argumento en los labios y en la mesa las variantes de solución.
Diserta el gordobés sobre el caos en que se mueve Veracruz, su partido, el PRI y el proceso de sucesión, exaltando de palabra, sólo de palabra, que el candidato lo pone el presidente Peña Nieto. Obvio si Javier Duarte se lo permite, pues pretende ser el fiel de la balanza, el dedo que decide, el factor que ha de imponer a quien habrá de contender por el minigobierno de dos años en la elección de 2016.
Habló Javier Duarte ante periodistas y priístas, el sábado 17, en casa del ex presidente del PRI estatal, ex secretario de Gobierno, ex líder del Congreso y ex alcalde de Coatzacoalcos, Carlos Brito Gómez, uno de los renuentes a validar la imposición de Alberto Silva Ramos, alias “El Cisne”, en el PRI de Veracruz.
Al feudo de Brito y el Grupo Adelante, llevó a Silva, al secretario de Gobierno, Flavino Ríos Alvarado; al depuesto líder priísta, Alfredo Ferrari Saavedra, hoy secretario de Desarrollo Social, hazmerreír de todos; al subsecretario de gobierno, Genaro Mejía de la Merced; al director del Instituto de Pensiones del Estado, Armando Adriano Fabre, de malos recuerdos para los pensionados y maestros, y a los ex presidentes del PRI estatal, Adolfo Mota Hernández y Erick Lagos Hernández.
Sacudía la frase de Gutiérrez Barrios, citada por Javier Duarte, pues cualquiera con ligera inteligencia habría comprendido que sutilmente deslizaba la amenaza. Y no está mal partiendo de él que es todo imprudencia, que suele vivir en la chistocracia, que no mide lo que dice porque eso de ir a hacerlo a casa ajena, siendo huésped y no anfitrión, equivale por lo menos a falta de educación.
Tuvo otra que también denota que el gobernador de Veracruz anda caliente. Dice que no es lo mismo ser borracho que cantinero. Lo reseña así el columnista Manuel Rosete, autor de Apuntes, quien señala que el gobernador insistía en el “respeto que se le debe tener”.
Brito y Gonzalo Morgado Huesca, ambos ex presidentes del PRI estatal, representan dos de las voces más cercanas al senador José Francisco Yunes Zorrilla, cuasi amarrado candidato del grupo Videgaray-Meade, con la venia del presidente EPN, y expresaron que no acudirían al consejo político del PRI, en que habrá de rendir protesta “El Cisne” Silva Ramos.
Pero luego de escuchar decir a Javier Duarte que el gobernador debe mostrar los “güevos” por lo menos una vez al mes, cambiaron de parecer.
Adicto a la ocurrencia, Javier Duarte presume de lo que carece. En cuatro años su gobierno ha sido materialmente pulverizado por la violencia, por el avance del crimen organizado, por el secuestro y la extorsión, disputándose las plazas las bandas del narcotráfico. ¿Dónde quedaron los “güevos”, pues?
Veracruz, el que ha tenido por gobernador a Javier Duarte, se cae a pedazos en el escenario nacional, convertido en otro Tamaulipas, sede del santuario Zeta, rebasado el gobierno, la policía, la Fiscalía, por los grupos criminales que matan, roban, levantan ante la indiferencia de la autoridad y, peor aún, con su complacencia y complicidad. ¿Y los “güevos”?
Veracruz es un cementerio de fosas clandestinas. Se hace realidad lo dicho por el sacerdote católico Alejandro Solalinde Guerra, director del albergue Hermanos en el Camino, de Tuxtepec; coordinador de la Pastoral de Movilidad Social en el Pacífico Sur, y defensor a ultranza de los migrantes, que advirtió que en Veracruz matan al hombre y lo sepultan clandestinamente. ¿Y los “güevos”, don Javier?
Cada vez hay más desaparecidos. Cada vez más familiares increpan con mayor fuerza a Javier Duarte. Ahí está el Colectivo por la Paz con sus demandas de justicia. Lo confrontan con sus palabras, por sus promesas, con su compromiso social de buscar a los desaparecidos y dar cuenta de su suerte, estén vivos o no. Y el gobernador engaña, les da la vuelta, los deja a su suerte. ¿Falta de “güevos”, don Javier?
Ejecutan a mansalva. Se multiplican los crímenes con el sello de la delincuencia mayor. Sacan a la gente de sus casas, los torturan, los mutilan, los silencian. Se tiñe de sangre Veracruz, del norte al sur. ¿Y los “güevos”, señor gobernador?
Usar la frase de don Fernando para efectos políticos, para socavar la sucesión, para descarrilar a los Yunes rojos, es una falacia. Se requiere que el gobernador muestre los “güevos” a diario, no una vez al mes, no para efectos partidistas, sí para enfrentar a la delincuencia y al crimen organizado, para garantizar la seguridad, para bajarle la intensidad a la violencia, para terminar con el baño de sangre que ahoga a Veracruz.
Son cinco años perdidos. No ha habido “güevos” para conducir a Veracruz. Gutiérrez Barrios resumía que dentro de la ley, todo; fuera de la ley, nada. Don Fernando exaltaba que Veracruz debía estar bajo el imperio de la ley. Y lo hacía realidad. En dos años que gobernó, exhibió los “güevos” todos los días.
Javier Duarte no. Todo lo rebasa: la criminalidad, la quiebra financiera, la corrupción de su gobierno. Y quiere ser más que Peña Nieto, arrebatarle la sucesión, forzar la candidatura, descarrilar a Pepe Yunes y a Héctor Yunes Landa, el otro senador, el otro aspirante.
Le muestra los “güevos” a Peña Nieto, aunque sea sólo una vez al mes. Le impone al “Cisne”, su guerrillero, su merolico cibernético, el que desde Twitter va a enfrentar a Miguel Ángel Yunes Linares, el diputado del PAN que les ofrece, mínimo, una celda en el penal de Pacho Viejo si llega a gobernador.
Embustero, Javier Duarte oferta a Silva Ramos como un político conciliador, que privilegia la unidad, incluyente, generoso, amigo, cordial, el del discurso combativo, el que defiende a los de adentro, “el ariete con los de afuera”.
¿Qué se habrá tomado el gobernador antes de acudir al desayuno? Silva Ramos no une, no es amigo, no es generoso, no es cordial, su discurso es una vasca, sus ideas no existen, lo domina el trago, lo pierden los senos de Larissa Riquelme, su ambición no tiene límite.
Quiere al “Cisne” Silva para regatear espacios en el próximo gobierno, si es que alguno de los Yunes rojos logra vencer a Yunes azul. Lo quiere también para arrebatar diputaciones y garantizar que el próximo Congreso de Veracruz lo encubra.
Cínico, presume el gobernador que él impone al líder del PRI. El que lo suceda hará lo mismo. “Así es la historia”, dice. Eso es ilegal.
Cuando se tienen “güevos” nadie disiente. No se complica la sucesión. No se reta a Peña Nieto, no se distrae a Don Beltrone. No le complica la vida a Veracruz. No lo apabulla la violencia. No lo someten los narcos.
Pero si se tienen “güevitos”, entonces ocurre lo que está sucediéndole a Javier Duarte.
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Archivo muerto
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Ocurrencia suicida aquella de la caña de pescar para que el senador Héctor Yunes Landa atrape “peces gordos”, en el Estero, o sea, sus parientes los Yunes azules. Ocurrencia del gordobés Javier Duarte que le provocó su enésimo torbellino, pues el senador oriundo de Soledad de Doblado se le fue a la yugular, supuesto deslinde del duartismo en el que se movía como pez flaco, arañando cargos para sus cuates en el gabinete estatal. Cuentan que la puntada nació en la cavidad craneana de Alberto Silva, alias “El Cisne” y que de esa oquedad no podía salir algo inteligente. No se le pueden pedir neuronas al callo. O sea que el futuro líder del PRI en Veracruz aún nos va a deleitar con su amplio repertorio de zarandajas para enfrentar a los adversarios de Javier Duarte… Apuesta por un doble golpe Llave Ciudadana. Amén de renovar directiva, de que asuma la presidencia Rafael Abreu Ponce, que rinda su informe el saliente José Emilio León Villa, lo significativo será la presencia y protagonismo de dos Yunes azules: Fernando Yunes Marquez, el senador panista, y Miguel Ángel Yunes Linares, el diputado federal. Uno, Fernando, tomará la protesta a la directiva entrante; el otro, Miguel Ángel, dictará una conferencia en la que se espera le zumbe con todo a Javier Duarte, a Fidel Herrera, a la pandilla que se ha robado medio Veracruz, al clima de violencia, a la complicidad con el crimen organizado, a la quiebra financiera y al rezago social, incluido el desplome del empleo. Convoca Llave Ciudadana para el sábado 24, a las 11:45 horas, en el Salón Olmeca del Centro de Convenciones de Coatzacoalcos. Claro, no se descarta que luego acudan los Yunes azules a reunirse con sus acérrimos enemigos, o supuestamente, los Robles, en la sede del Clan de la Succión, Diario del Istmo, ahora que olvidaron que Yunes Linares fue quien envió al exilio a José Pablo Robles Martínez en los días del chirinismo, y que si no se hubiera pelado habría pasado buena cantidad de años en prisión. Por lo pronto, en un rancho de Acayucan ya hubo conclave entre José Pablo y Yunes Linares. De risa… Vaya con las frases de Fidel: “el mejor regreso es el retiro”. Y así se fue a su exilio, a Barcelona, España, cerca de Berga (con b de bolita), capital de la comarca de Berguedá, en Cataluña, según información de Wikipedia. Asume funciones el cónsul mexicano, vilipendiado ex gobernador de Veracruz, tratado ásperamente por la prensa española, léase el influyente diario El País, que le ha dado en una repasada a su tormentosa vida política. Difunde el de Nopaltepec su imagen en el consulado, una bandera de México y la foto sin colgar, recargada en la credenza y la pared, de quien le otorgó el cargo: Enrique Peña Nieto. Mal detalle. Fidel Herrera fue despedido por sus amigos y muchos de ellos, cómplices. Sólo le faltó que la partida hubiera sido en los muelles de Veracruz, abordando una réplica del Ipiranga, como lo hiciera Porfirio Díaz en su camino al destierro. Lo de Fidel es exilio, guste reconocerlo o no… Malas nuevas para la otra Lu-pilla. Le cuestionan a María Guadalupe Perez Farías en qué diablos invierte, gasta o aplica las cuotas que aportan los padres de familia de la escuela Veracruz, en el fraccionamiento Villas de San Martín. Dice la directora del plantel que ese dinero es para “imprevistos”. O sea, entre 46 mil y 50 mil pesos anuales para “imprevistos”. Y sáquenla de ahí. Lu-pilla Pérez Farías no toca esa reserva y, en cambio, se deja pedir 300 pesos a cada uno de los 210 padres de familia del plantel para sustituir el cableado eléctrico en la escuela Veracruz, que funciona desde hace dos años y que nadie entiende porque colocar nuevo cableado si el plantel siempre ha carecido de energía. Súmele: 50 mil de cuotas escolares más 60 mil de cable eléctrico (aunque la inversión real sería de no más de 10 mil pesos) arrojan la cantidad de 110 mil pesos. Y a eso se agregan los uniformes escolares que sólo se venden en el plantel y los libros de apoyo. ¿Alguien dijo corrupción? Hay más… ¿Quién es esa secretaria del DIF Coatzacoalcos a quien le llueven acusaciones por maltrato a personas con discapacidad, por intransigente, por soberbia, por insensible? Dice la víctima que le pueden decir no, pero con respeto, con educación, con decencia. Acudió a la titular del DIF, Cristina Cházaro de Caballero, y ella le explicó que nada podía hacer en su favor. Y lo entendió. Pero halló una secretaria sobradamente altanera que ha de suponer que el DIF es suyo y para siempre…
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Foto: El Clarín