El juego es el poder, y lo juegan los políticos, los que ambicionan Veracruz, exhibiendo sus lacras, prometiendo el paraíso y un viaje al estado ideal. Quien no juega es la sociedad veracruzana, que se mantiene al margen, que observa la descalificación y el choque del priismo contra la oposición.
Héctor Yunes contra Miguel Ángel Yunes, primos y rivales, un priista contra un panista, recordando su pasado, sus traiciones.