* Tras el crimen, acciones para proteger * La misma farsa de Duarte * ¿Qué investigaba el columnista de Ríodoce? * Sigue cayendo Morena en Coatza * Y su candidato ya pide voto útil * Mariela Ortiz impugnó * José Wong y la boda igualitaria * Víctor Carranza olvida el nombre de su hija
Sin rumbo, Peña Nieto sólo simula. No le duele Javier Valdez, ni Miroslava, ni Monlui, ni Regina, ni Milo, ni Rubén, ni el otro centenar de periodistas por los que hoy pide un minuto de silencio. Su duelo es una falsedad.
No fingía pesar por nadie hasta que Javier Valdez, el autor de Malayerba, la célebre columna del semanario Ríodoce, periodista y escritor, fue ultimado, cazado por los sicarios que el lunes 15, en Culiacán, Sinaloa, le cerraron el paso y lo rociaron de bala.
Había dejado la redacción y transitaba en su auto Corolla rojo cuando los matarifes lo cercaron. Sintió las balas y ahí quedó. Ahí quedó físicamente porque Javier Valdez Cárdenas pasó a la historia, no sólo por sus relatos de violencia y dolor, y también corrupción y colusión entre el poder y las bandas del mal, sino porque sacudió y conmocionó a la nación.
Javier Valdez escribía en abstracto y con realidad. Guardaba identidades al tiempo que describía la brutalidad del mundo narco, los huérfanos de los sicarios, los huérfanos de sus víctimas, los huérfanos de los policías muertos, los huérfanos de los inocentes a los que les tocó una bala circunstancial.
Hablaba de algo peor: el contubernio entre el poder y los capos, la simbiosis de muerte que detonó el mercado de la droga y a partir de ahí otras actividades delictivas: secuestro, extorsión, tráfico de personas, tráfico de órganos, cobro de cuota, obra pública, lavado de dinero, acceso al poder público, los narcoalcaldes, los narcodiputados, los narcogobernadores, los narcosenadores, los narcopresidentes.
Refiere Ricardo Rocha, el periodista de Detrás de la Noticia, que algo espinoso investigaba Javier Valdez: los protectores del narco, los políticos que cuidan del negocio o que son los verdaderos amos del narco. Y eso precipitó su final.
Ríodoce, el semanario que cofundó Javier Valdez, tiene un sello: aborda los temas de la violencia y paisajes de corrupción. En la cuna de los narcos, Sinaloa, Javier Valdez inquietaba cuando en su Malayerba retrataba a los señores del mal.
No fue un crimen más. No rociaron a un periodista de sociales o pluma dócil, ni a un textoservidor, ni a un aplaudidor del sistema o lacayo de políticos, o aviador en las nóminas el poder, ni comunicador del montón, de los que dan voz al alcalde o al gobernador para cobrar el favor, la prensa que apesta.
Su crimen sacude al régimen. Desnuda la indolencia de Peña Nieto y el sistema político frente a la violencia que impacta a un sector de la prensa, la prensa crítica, la que busca y escribe la verdad.
Su muerte potencia el fracaso de los mecanismos de protección a periodistas. Nada evita la reacción de los cárteles cuando disponen de la vida y se saben impunes. Asesinan a mansalva porque son inmunes a la ley. Y lo son porque hay complicidad.
Muerto Javier Valdez, el régimen queda al desnudo. Se pregona el respeto a la libertad de expresión cuando no importa la suerte de quienes la ejercen. Cuando la crítica es de alto riesgo, la protección debe ser mayor. Y con el autor de Malayerba no lo fue.
Viene la condena mundial. EPN la siente ya. Y ante el agravio a quienes mueren por hablar con verdad, critican con fuerza y solidez, desnudan el contubernio poder-crimen, a Enrique Peña Nieto no le quedó más que hablar… y simular.
Reunió EPN a la República. Convocó a gobernadores, a su gabinete legal, a la nación en las redes sociales que seguían paso a pasó el duelo teatral, los rostros sin gesto, la expresión seca, el rollo de un presidente que no lo ha sabido ser, dolidos todos por un muerto que nada les provoca en su interior.
La obra se llama Dolor. Su primer actor, Peña Nieto. El reparto lo conforman Osorio Chong, el gabinete y los gobernadores. Su género es la farsa. Es teatro. Es ficción.
Insta Peña Nieto a ponerse de pie. Pide un minuto de silencio por Javier Valdez, por los cinco periodistas que han caído en 2017, por todos aquellos que dejaron la vida cumpliendo con su tarea de informar, unos críticos, otros no.
Allá, a cierta distancia, el silencio se rompe. Allá, en el espacio al que son confinados, los periodistas que cubren la fuente presidencial alzan la voz. Y exigen justicia.
“Justicia”, grita uno. “Justicia”, lo secunda otro. “Ya no más discursos”, acusa uno más. “Para qué más carpetas de investigación que no finalizan”, agrega una tercera voz. Y no hay quien replique.
A Peña Nieto le tocan 35 periodistas de los 105 asesinados del año 2000 a la fecha. Otros más, decenas de ellos, amedrentados, se acogieron a los mecanismos de protección, viviendo en la sombra, alterada su vida, alejados de su actividad.
Peña Nieto es un simulador genial. Un auténtico simulador. Desencajado, consternado, profundamente serio, casi quebrada la voz, sólo le faltó llorar.
“Tienen razón quienes afirman que no se mata a la verdad, matando periodistas”, dice como si no fuera rapaz con la prensa crítica y golpeador con los medios, intolerante a la crítica, irritable, profundamente irritable con temas que lo han devastado y reducido a la condición de presidente corrupto, ventajoso, voraz. Si algo lo pone fuera de sí es saber que la crisis de la Casa Blanca no se extingue aún.
Su sexenio acumula 35 de las 105 muertes de periodistas. Una parte de lo ocurrido en Veracruz, en los días de Javier Duarte en el poder, son saldos del calderonismo. Con Duarte fueron 19 comunicadores asesinados y nunca EPN se consternó, ni convocó a la República, ni adoptó medidas para afianzar los programas de protección, que no inhiben la acción violenta contra la prensa.
Habla Peña Nieto y lo que se escucha es más de lo mismo. Es palabrería trillada. Es rollo oficial.
Cita las acciones a seguir:
“Fortalecer la estructura y presupuesto del mecanismo de protección de periodistas y defensores de derechos humanos
“Un esquema nacional de coordinación con los estados y un protocolo de operación
“Fortalecer la Fiscalía Especial a través de más personal, mejor capacitación del mismo, mecanismos de contacto y diálogo, previsión e impulso de las investigaciones en proceso, coordinación entre autoridades locales y federales para la inmediata atención de ese tipo de delitos”.
Nada nuevo en la protección a periodistas. Es rollo y patraña. Si desde el poder se protege a los cárteles, quién los va a tocar cuando borran del camino al que periodista que les sigue la pista.
Al concluir, Peña Nieto se acerca a los fotógrafos y les suelta:
“Tengan certeza de que los crímenes no quedarán impunes, este es el compromiso que estamos haciendo para defender a los periodistas”.
¿Quién le puede creer?
Fue omiso en la barbarie de Veracruz. Fue indiferente ante la violencia de los cárteles y otras formas de delincuencia contra la prensa veracruzana, los que le arrancaron la vida a Milo Vela y Misael, su hijo; contra Yolanda Ordaz, Regina Martínez, cuyos reportajes para Proceso sacudían al ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, e irritaban a Javier Duarte; a los que levantaron a Goyo Jiménez en Coatzacoalcos; a los que siguieron y cazaron a Rubén Espinosa en el DF; a los que mutilaron a Huge, Luna Varela, Esteban Ramírez y al Chino Báez, o a los asesinos de Anabel Flores, Moisés Sánchez, Pedro Tamayo, Armando Saldaña, Olguín y los otros eslabones de esa cadena de muerte.
La violencia fue el sello de un gobierno, el de Javier Duarte, que trató como objeto y basura a la prensa. A los dueños de medios los compró con convenios de publicidad y a los reporteros los halagó con chayote y otras prebendas. Sólo un sector, los menos, se eximieron de nadar en el fango de Javier Duarte.
Insensible a los crímenes de periodistas, Javier Duarte imaginó que el miedo a hablar le daría poder sobre la prensa crítica. Ni la persecución, ni el asedio, ni la complicidad de los medios dóciles, pudo acallar la verdad. Lo cimbró el crimen de Regina Martínez, a la que pretendió enlodar. Lo despeñó el hallazgo de los cuerpos mutilados de Huge, Luna Varela y Esteban Ramírez.
Entonces creó la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas, controlada desde el poder. Sólo fue un membrete que no alzó la voz por los comunicadores reprimidos y mucho menos identificó a los autores, a la policía criminal de Javier Duarte, a la policía coludida con el crimen organizado, al aparato judicial que recibe a los delincuentes y de inmediato los pone en libertad.
¿Y qué hizo Peña Nieto ante esa barbarie?
Dice Peña que con las nueva acciones se garantiza la protección de los periodistas. Falso. Sólo se fortalece la burocracia de los órganos encargados de proteger a los comunicadores, sin que su efectividad se traduzca en hechos. Sigue los pasos de Javier Duarte.
Animal Político, el portal que ha venido cimbrando a Veracruz con sus hallazgos, acusa:
“Según cifras oficiales de la Fiscalía para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE), entre de julio de 2010 y el 31 de diciembre de 2016 se registraron 798 denuncias por agresiones contra periodistas de las cuales solo tiene registro de tres sentencias condenatorias: una, en 2012; y otras dos en 2016, lo que significa que 99.7% de las agresiones no ha recibido una sentencia”.
Nada funciona. Peña y corte fueron omisos ante un fenómeno de violencia que tarde o temprano habría de reventar. Y reventó.
Por eso su duelo es una falsedad. No le aqueja la muerte de Javier Valdez. Sólo simula para enfrentar el vendaval.
No le duele Javier Valdez, ni Miroslava, ni Monlui, ni Regina, ni Milo, ni Rubén, ni el otro centenar de periodistas por los que hoy pide un minuto de silencio. Su duelo es una falsedad.
Sólo eso. Una falsedad.
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Archivo muerto
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Ya siente pasos de animal grande Morena. Su candidato, Víctor Manuel Carranza Rosaldo, pide ahora “voto útil”, que no se desperdicie el sufragio y que no se disgregue la voluntad popular. O sea, Morena requiere del voto de priistas y panistas, perredistas y verdes, y de los indecisos. “Ustedes ya conocen las propuestas —dice Carranza—, han contrastado las personalidades, ahora les toca acudir a las urnas a votar por lo que necesita Coatzacoalcos, por los programas viables, por la persona honesta y trabajadora como ustedes: ese soy yo. Si el voto se dispersa, lo estarán desperdiciando”. En su comunicado, el candidato de Morena a la alcaldía de Coatzacoalcos convoca a ejercer el voto útil en la elección del 4 de junio. Víctor Carranza es el mismo que en febrero pasado presumía que Morena podía ganar 10 a uno, que saldrá el 50 por ciento del electorado a votar, que si ya se ganó 3 a uno en la elección de diputados locales, en 2016, ahora Morena “arrasará”. Ajá. Ha de conocer la última encuesta. Y el desplome de Morena, la pérdida de 16 puntos de marzo a la fecha, el efecto Eva Cadena, cuyos videos donde la legisladora aparece recibiendo casi 2 millones de pesos, 500 mil para trasladarlos al Peje López Obrador y hablando de que con esos recursos se financiarían campañas, el resultado es sombrío para la yihad pejista. A estas alturas, a media campaña, sólo quien requiere un salvavidas convoca a que le ayuden a ganar con el voto útil… Impugna Mariela Ortiz Cisneros la determinación de excluirla de la planilla del PRD. A las 8:30 de la noche, este miércoles 17, interpuso su impugnación ante el Tribunal Electoral del Estado de Veracruz. En ella hace valer sus derechos, los requisitos y las formalidades cumplidas para ser registrada como candidata a regidora segunda en la planilla perredista que contiende por la alcaldía de Coatzacoalcos en alianza con el PAN. Algo hay porque Ramón Ortiz Cisneros, hermano de Mariela y líder del Grupo Ortiz, ya reintegró a su equipo a la campaña del candidato de la alianza PAN-PRD, Jesús Moreno Delgado…Entre broma y risa, José Ángel Wong Hernández fue el único aspirante a regidor que hizo suya la causa de la comunidad lésbico-gay, un sector numeroso de la población, que exige sus derechos y que pugna por la no discriminación. Aguanta el cotorreo el joven perredista, candidato a regidor primero en la planilla del PRD. Y convoca a ser testigos, este jueves 18, de la formalización —petición de mano— del primer matrimonio igualitario en Coatzacoalcos entre Marisela Acosta y María Luisa Salomón, a celebrarse a las 7 de la noche en el Asta Bandera del malecón costero. Ambas jóvenes acudieron a la vía legal y mediante un amparo lograron que se les respete su derecho a contraer matrimonio. José Ángel lo hace con respeto, sabiendo que el movimiento lésbico-gay es un sector de la sociedad al que se le debe integrar. Y lo hace tras conmemorarse el Día Internacional contra la Homofobia, Bifobia y Transfobia… Vaya “oso” el de Víctor Carranza Rosaldo. De pronto no supo el nombre de su hija mayor. Se le barrió. Entrevistado para “Cuéntanos”, el espacio de Azucena Rosado Sosa, Idalia Gómez García, Gloria Santos Navarro y Tania Cruz Santos en Imagen y Política, se le chispó cómo se llama la joven Astrid Mariel Carranza Aguilar. “Es que con tanta gente”, explicaba el candidato de Morena a la alcaldía de Coatzacoalcos. Una voz en off lo ilumina y sólo repite el nombre que alcanza a oír. “Perdón. Era con A”, agrega cuando se escucha otra voz que dice: “Sóplenle, sóplenle”. Todo un caso el morenista. Si estar rodeado de cuatro damas le hacen olvidar el nombre de su hija de 19 años, qué será cuando en funciones de alcalde lo rodee una multitud. No sabría quiénes son su esposa Lucy y sus dos hijas; Paco Bastar, el “cuñado incómodo”; su madrina Rocío Nahle García; Pepe Peña, el “marido incómodo” de Rocío, y hasta el mismo Andrés Manuel López Obrador…
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Foto: Pulso, Noticias MVS