Hay ruptura en el único bastión de Rocío Nahle

Cruje Coatzacoalcos, el bastión de Rocío Nahle, sacudido por la violencia, por la creciente extorsión, por el desdén de Cuitláhuac y la falta de inversión, y por la guerra en Morena, el choque de fuerzas, los que están con Nahle y los que ya no lo están.

Hay ruptura aunque se les vea sonreír. Hay encono y tirantez en la banda, los de la secretaria de Energía contra los del alcalde Amado Cruz Malpica. Y se respira la intriga  en cada rincón del ayuntamiento, en palacio municipal y fuera de él, en Tesorería y Obras Públicas.

O se trasluce cuando llega el gobernador a palacio municipal y siente el vacío, la distancia de Amado Cruz. Dialogan en corto, a puerta cerrada, sin ojos que atestigüen ni orejas que escuchen, y vuelven a sonreír.

Hay conflicto al trascender que la secta de la secretaria de Energía dispone de la nómina oficial, los mejores salarios, acaparando espacios donde hasta el jardinero de Rocío Nahle, Rutilo De Dios Ramos, es trepado a la Dirección de Desarrollo Agropecuario.

O cuando la broza de Rocío Nahle se agandalla recursos municipales, con la venia de la tesorera municipal, y peor, con el visto bueno del otro “tesorero”, el contralor municipal, Mario Pintos Guillén, provocando un boquete financiero porque no se salda lo que se debe a proveedores sino que se paga a empresas allegadas al secretario consorte de Energía, José Luis Peña Peña, marido de la zacatecana, secando las arcas, limitando la obra pública, llevando al caos el servicio de recolección de basura, la reparación de calles, la recomposición urbana del municipio.

Hay ruptura al jalar en rutas políticas distintas, la fanaticada de Nahle por un lado y los seguidores y aliados de Amado Cruz Malpica por otra; ella intentando capturar la agencia municipal de Villa Allende, la principal congregación de Coatzacoalcos, con un candidata fallida, Yolanda Sagrero, y el alcalde con Alejandro Izquierdo, a quien el grupo Prot, de extracción priista, lo hace ganar.

Hay fractura en Morena, una fractura soterrada, pero no dejan de sonreír, como aconseja el manual. Y ese quiebre deja en duda la fuerza de Rocío Nahle para contender por el gobierno de Veracruz. Si no tiene bastión, cómo quiere ganar en 2024.

Un crimen, el de Francisco Javier Paredes Zárate, propietario de una prestigiada sastrería, el 29 de septiembre, sirvió al clan Nahle para develar que la ruptura es real, que el alcalde Amado Cruz Malpica ya no sigue la línea oficial.

Lo embistió Eric Cisneros, secretario de Gobierno y, sin duda, el peón más abyecto y servil de Nahle, imputándole que el alcalde de Coatzacoalcos haya intentando evadir su responsabilidad en el quemante tema de la seguridad, pateando “el balón” a los gobiernos federal y estatal.

Alma Negra manipuló lo dicho por el alcalde. Cruz Malpica no eludió la gravedad del crimen de Paredes Zárate pero sí advirtió que la “declaración ligera de las autoridades termina por ser tercer agravio” y pidió a “fiscalías y entidades de seguridad diligencias respectivas, rápidas y pulcras para que se haga justicia”.

Textualmente, dijo:

“Este tipo de actos lastiman a la sociedad de Coatzacoalcos. La impunidad de sus perpetradores ofenden todavía más que la indolencia, la indiferencia y el silencio apático. Peor todavía, la declaración ligera de las autoridades termina por ser tercer agravio que añade un ultraje inmerecido a nuestra sociedad. Por esto estamos aquí, en lo particular para repudiar sin medias tintas este crimen que cualquier adjetivo le queda pequeño.

“Para pedirles a nuestras fiscalías y entidades de seguridad diligencias respectivas, rápidas y pulcras para que se haga justicia para el señor Paredes, su familia y la sociedad y que pronto veamos en la cárcel a los responsables y para decirles que, como autoridad municipal, estoy para defender su justa demanda de mayores garantías de seguridad preventiva.

“Les comento que el gobierno de Coatzacoalcos entiende su indignación y su reclamo, que defendemos y lo hacemos nuestro para redoblar acciones y reforzar empeño. Nunca, en esta administración, hemos eludido ni endosado nuestra responsabilidad, ni tampoco ahora la vamos a rehuir.

“Coincidirán conmigo en que a 24 horas de este crimen, sería muy inoportuno y frívolo referirme a los esfuerzos que se han hecho en esta materia, más aún cuando están investigaciones en curso, trabajando juntos, coordinados, fuerzas del estado, con federales, con todas las entidades de seguridad ciudadana, del empresariado para que nuestra ciudad sea más segura.

“Vamos a implementar un reforzamiento para mejorar los resultados. He pedido a la Policía Municipal, bajo nuestra responsabilidad, un reforzamiento en nuestra ciudad, en particular en el centro de la ciudad y espero recibir el concurso de las otras entidades de seguridad pública y estoy seguro que van a responder favorablemente a este llamado”.

No hubo elusión. No derivó la responsabilidad en los gobiernos federal y estatal. Los instó a sumar, a hallar a los asesinos de Francisco Javier Paredes Zárate. Pero Amado Cruz tocó una fibra que duele: “la declaración ligera de las autoridades termina por ser tercer agravio”.

Eric Cisneros se le fue encima. Le imputó que no asistía a las mesas por la construcción de la paz.

“Es una persona —arremetía— que tiene bastante desconocimiento de lo que sucede en temas de seguridad porque ni siquiera asiste a las Mesas de Seguridad convocadas todos los días”.

Luego soltó otra:

“Cuando tú no conoces debidamente porque no te reúnes y no analizas lo que está sucediendo en una ciudad, en una región, en un municipio, en el Estado, haces declaraciones tan temerarias por desconocimiento, como las que hizo ayer (jueves) en la tarde, diciendo que el lamentable homicidio de un sastre en Coatzacoalcos es sólo tarea del Estado”.

Y remató:

Para “tener la lengua larga hay que tener la cola corta”.

Y lo comparó con su antecesor, Víctor Manuel Carranza Rosaldo, el peor alcalde en la historia de Coatzacoalcos.

La ruptura es crucial. Rocío Nahle hace política de avestruz. Se agazapa. No se engancha. Elude el tema de la sucesión en Veracruz.

Usa las manos de sus peones para lanzar dardos, la lengua larga de Eric Cisneros, la cola kilométrica de Eric Cisneros, la mente diminuta de Eric Cisneros.

Usa a Cuitláhuac García, amagando con el aparato de poder. Y a Gómez Cazarín desde el Congreso de Veracruz.

El quiebre con Amado Cruz es de impacto mayor, políticamente letal. En Coatzacoalcos opera el alcalde. Tiene en sus manos el aparato burocrático, el control político, recursos vastos, prensa afín, el marcelismo que le arrima votos a Morena desde 2015 y varios enclaves en el órgano electoral.

Sin Coatzacoalcos, su bastión, Rocío Nahle está perdida. No hay proyecto para aspirar al gobierno de Veracruz en 2024. Teniendo a una oposición sin fuerza, PRI y PAN divididos, sin votos, con la credibilidad en cero, terminó lanzando misiles contra Amado Cruz.

Fuera de Coatzacoalcos, Nanchital, Las Choapas, Agua Dulce, su debilidad política es evidente. Nahle no pinta en Xalapa, donde Ricardo Ahued la supera con creces, ni en la conurbación Veracruz-Boca del Río, ni en Córdoba, ni en Orizaba, ni en Martínez de la Torre, Misantla, Poza Rica, Tuxpan y Pánuco.

Fuera de Coatzacoalcos, nadie cacha a Rocío Nahle. A nadie marea. A nadie engaña. Todos conocen su ADN, su esencia déspota, la vena intolerante. Saben en Morena que ganando, pierden.

De ahí la importancia del quiebre el Coatzacoalcos, del ataque de Cisneros y del impacto político que tendrá.

Y podrán verse y reír y abrazarse y fingir, pero la ruptura ahí está.

Archivo muerto

Un Ejército que viola derechos humanos. Un Ejército que espía. Un Ejército que encubre a militares que asesinan y los deja impunes. Un Ejército que se repliega ante el crimen organizado. Mandos que violan a integrantes mujeres. Y Andrés Manuel lo quiere vender como una garantía para la seguridad nacional. Hackeada por el grupo clandestino Guacamaya, la Secretaría de la Defensa Nacional no es capaz siquiera de resguardar su vida interna, su información. Y en el hackeo de los cientos de miles de documentos se retratan las operaciones militares fallidas, sus taras tácticas, sus debilidades, la sumisión vergonzosa a un presidente al que cada día le afloran más enredos con los violentos, llámense narcos o huachicoleros, con organizaciones criminales que a cambio le operan o financian campañas electorales y llevan a Morena, el partido del presidente, a apoderarse de más de 20 entidades del país. Eso es narcopoder. El hackeo a la Sedena desnuda a López Obrador, su talante embustero, la recurrente mentira para encubrir su desastrosa salud, la angina de pecho, mismo mal que aquejó y por el cual murió Benito Juárez, justo en Palacio Nacional; el traslado de emergencia a principio de 2022, en helicóptero del Ejército; las múltiples enfermedades que finalmente tuvo que reconocer. Pero mientras, mintió. ¿Faltaba algo? Sí, el Ejército espía a periodistas y activistas sociales. El Ejército, ya en tiempos de López Obrador, usa el software Pegasus, adquirido para violentar derechos humanos, escudriñar en la vida de los críticos, de los que defienden las causas de los marginados, hoy en las personas de Ricardo Raphael, DAniel Moreno, director del portal Animal Político, y el activista social de Tamaulipas, Raymundo Ramos. ¿Algo más? Sí, la lista interminable de delitos cometidos por militares, asesinato, violación de mujeres, atropello a derechos humanos (como ocurre con la Guardia Nacional). Y todo impune. ¿Algo más? Sí, el Ejército cuyos mandos violan y acosan sexualmente a sus integrantes mujeres, según revelan los correos de las víctimas, dados a conocer por el periódico español El País. Y ese es el Ejército que Andrés Manuel López Obrador pretende vender como una garantía para la seguridad nacional. No, las fuerzas armadas son una garantía para él; para la sociedad son una amenaza. Qué infame es Andrés Manuel… Así como va, Rogelio Franco seguirá en las manos del gobernador. Así gane amparos, Cuitláhuac García no lo soltará. Así le concedan la libertad, le endilgarán más y más delitos porque su caso no es de justicia; su raíz es política; su móvil, la venganza. Dejará la prisión de Amatlán cuando su caso se internacionalice, cuando se potencie ante organismos de derechos humanos, cuando la presión internacional impacte al presidente, cuando lo tome y proyecte la Comisión interamericana de Derechos Humanos y López Obrador se vea abrumado, convertido en lo que es, un violador de la ley, un manipulador de la justicia, un simulador moral. Cuitláhuac no es más que un peón de quinta, verdugo sin control, intérprete de las iras de su amo Andrés Manuel, embravecido con la masa yunista pero desgüevado ante su antecesor, Miguel Ángel Yunes Linares, al que no inquieta, ni toca, ni lo trae a cuentas, así diga y pregone, vocifere y se desgreñe parloteando que el yunismo pactó con el crimen organizado. Pero no hay una acción legal. Ni toca a Yunes Linares ni inquieta a sus hijos, Miguel Ángel y Fernando Yunes Márquez. Cuitláhuac vacía su inquina en Rogelio Franco, ex secretario del gobierno yunista; en Nicolás Ruiz Roset, ex candidato del PAN-PRI-PRD a la alcaldía de Minatitlán, a quien cada vez le inventan más delitos; en Gregorio Gómez, ex candidato a alcalde de Tihuatlán por el PRD; en la ex diputada federal perredista, Azucena Rodríguez. Y así seguirán, presos y violentados, mientras no logren que sus casos traspasen las fronteras de México y los retomen los organismos de defensa de los derechos humanos a nivel internacional… A Catastro irá Eliezer Sánchez Carrillo a seguir haciendo de las suyas. Pregona a diestra y siniestra, a todo el que lo quiera oír, que en breve se formalizará el cargo, que es poco relevante. Será auxiliar del titular, Julio César Muñoz Perea. Visto como es, se trata de una degradación. De ser coordinador general de Desarrollo Urbano pasa a auxiliar en Catastro en el ayuntamiento de Coatzacoalcos. Ahí intentará cuajar la actualización de valores catastrales con las que los dueños predios pagarán más, y con la que se alejará la inversión privada en el Corredor Interoceánico por falta de seguridad jurídica y la inestabilidad en la normatividad. Ese proyecto pasó por el Cabildo de Coatzacoalcos, fue anunciado con bombo y platillo, pero está en el limbo. Por extemporáneo, el Congreso de Veracruz lo rebotó. Es Eliezer Sánchez quien ha entorpecido la construcción de la terminal de Braskem-Adario en Laguna de Pajaritos, aduciendo que el consorcio debe pagar más por sus permisos de construcción. O sea, sabotea un proyecto de 400 millones de dólares. A Eliezer Sánchez lo pusieron donde hay. Su gente, Lizandro Pérez, los Nelson, Onésimo, ahora su hijo en un claro caso de nepotismo, y adláteres, se frotan las manos y tienen en la mira en las codiciadas áreas verdes. Por lo pronto, a esquilmar con el tráfico de influencias en el pago del impuesto predial para el próximo año…

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Foto: Costa Veracruz, Heraldo de México

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