Avalan el asalto al estatuto del PRI a cambio de asegurar sus diputaciones pluris en los congresos federal y de Veracruz
El Fofo y Lorena Piñón, son como Alito, mercenarios del poder.
Al patán de Campeche le conceden, sin cortapisas, el voto con el que se reformó el estatuto y abre paso a su reelección al frente de comité nacional del PRI.
Y uno y la otra, Adolfo Ramírez Arana y Loreña Piñón, ni se inquietan ni se ruborizan ante el sismo y el cisma que el atropello va a a generar.
No escuchan ni voltean la mirada hacia el priismo veracruzano, que mal representan, que a diario condena las trapacerías legaloides de Alejandro Moreno Cárdenas, su líder nacional, en esta asonada vernácula con la que sienta las bases para eternizarse en la presidencia del CEN por lo menos hasta el año 2032.
Salvo contadas excepciones, priistas del norte, centro y sur repudian el asalto estatutario de Alito Moreno para perpetuarse en el poder; la mascarada de Asamblea Nacional que viola el estatuto del PRI, pues fue realizada antes que concluyera el actual proceso electoral, lo que es esgrimido en el juicio de inconformidad en el tribunal electoral; que contraviene el principio de no reelección; que fue un atraco convalidado por dirigencias estatales y miembros domesticados por Alito que pululan en el Consejo Político Nacional tricolor.
Al inicio del circo de Alito, Lorena Piñón se aprestaba a asestarle la puñalada al PRI. Nadaba en gozo. Disparaba sonrisas. Se ufanaba de su esencia y orgullo priista, ese mismo que dejó en el closet, hace años, en 2016, cuando se inscribió para ser candidata del Partido Acción Nacional a diputada local y que le revivieron al pretender ser presidenta del PRI nacional. El cinismo, pues, es atrevido.
Al show de Alito se unieron, muy animados, don Fofo y doña Lorena, y las huellas de la trastada circulan en redes y cuentas, en portales y medios en internet. Lorena Piñón rindiendo protesta como integrante de la Comisión Nacional de Dictamen de la 24 Asamblea Nacional. Y el Fofo entre la mancha tricolor, muy ufano, muy alegre, el brazo en alto, el puño en señal de triunfo, luego, claro, de la paliza electoral que les propinó Morena y los remitió a tercera fuerza en la elección presidencial, y que pronto, hacia 2027, el PRI será rebasado por Movimiento Ciudadano. Y así hasta su extinción.
Fofo y Lorena son los enterradores del PRI en Veracruz. Representan a una cúpula, nada más. Son complacientes, agachados, indignos, cómplices. Son traidores a su militancia que viene repudiando las truculencias de Alejandro Moreno para retener, así sea con ira y con sangre, el poder en el PRI.
“Adolfo y yo, como dirigentes estatales –decía Piñón Rivera–, estamos sumamente satisfechos con la inclusión de propuestas emanadas de las asambleas veracruzanas en estos documentos fundamentales”. ¿Cuáles? Acá, Rafael Madero, entre muchos otros, lo niegan y lo refutan.
Pero lo que dice Ramírez Arana es una abyección:
“Cuando salga la convocatoria, si Alejandro Moreno decide participar, mi voto lo tendrá como militante, porque ha sido un hombre aguerrido, que no se ha dejado manipular, comprar o amedrentar por el Gobierno Federal; le catearon su casa, le quisieron imponer delitos y el sigue en pie de lucha. Mi opinión personal es que ha sido un extraordinario líder”.
Ni Fofo ni Lorena Piñón ven la tragedia del PRI. O simulan que no la ven. Dos millones de votos perdidos de 2021 a 2024; caída a tercera fuerza electoral; derrota en elecciones por 19 gubernaturas en los tiempos de Alito Moreno, y un éxodo masivo de priistas a Morena, Partido Verde, Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano.
Su meta no es evitar el naufragio sino salvar sus enclaves en la estructura del PRI. Y sus diputaciones pluris, la federal de Lorena Piñón y la local de Ana Rosa Valdés Salazar.
Tanta maroma para salvar su botín personal.
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