Cuitláhuac, el gober pro narco, perdió la máscara. Se la arrancó el Ejército, desnudando la farsa de que no pacta con el crimen organizado, documentando cómo intentó dejar pasar al Cártel del Noreste y cómo precipitó un infierno en Veracruz.
Cuitláhuac García —indagó el Ejército— le puso la puntería al Cártel Jalisco Nueva Generación, en 2019, tocando sus “negocios”, el tráfico ilegal de combustibles y amenazó con irse contra ellos.
Su “fórmula genial” —reflejan los reportes del Ejército— no fue la ley ni emplear el aparato de justicia. Su superlativa genialidad fue darle cabida al Cártel del Noreste, integrado por antiguos zetas. O sea, fue el promotor de una guerra entre cárteles.
Tocó al Mencho —Nemesio Oseguera Cervantes—, capo mayor, capo criminal del CJNG, y a sus enclaves en el sur, que se aposentaron durante el duartismo y por años nadie los pudo sacar.
Y en respuesta, el Mencho activó el infierno.
Hizo correr a la Fuerza Civil, las patrullas conducidas a velocidad de ráfaga, volando como alma que lleva el diablo mientras por la radio se filtraba el miedo, la voz del policía que temblaba, el reclamo por no ver que llegara el apoyo para repeler la agresión.
“Puro Cártel Jalisco, putos”, gritaban los malandros del CJNG a media autopista La Tinaja-Cosoleacaque y a sus espaldas ardían los camiones de transporte de mercancías, bloqueando el paso de vehículos.
Eran rafagueadas las fachadas de las sedes de la Fuerza Civil en la conurbación de Cosoleacaque y Minatitlán y en Jáltipan, en el sur de Veracruz.
Aquella reyerta anidó en las páginas de los periódicos, en los relatos hablados de la radio, en las imágenes de la TV, y detonó y estremeció y sacudió las redes sociales. La guerra del Cártel Jalisco Nueva Generación estaba ahí. Y retaba al gobierno de Cuitláhuac García.
Exigían los “jaliscos” el repliegue de la Fuerza Civil. Y la Fuerza Civil fue retirada de Coatzacoalcos. Y la Policía de Veracruz le bajó de güevos. El gobernador reculó.
Dos días cruciales: 15 y 16 de marzo de 2019. El 15, la Policía de Veracruz abatió a cuatro presuntos integrantes del Cártel Jalisco, en la población de Joaquín, municipio de Tierra Blanca, generando la reacción violenta del CJNG. El 16, el Ejército mexicano documentó el enredo de Cuitláhuac García, hasta dónde había llegado, su condición de gobernador pro narco.
¿Qué precipitó esa guerra entre cárteles? ¿Por qué la proclama de que ahí, en el sur de Veracruz, mandaba El Mencho y nadie más, “puro Cártel Jalisco, putos”?
La respuesta se conoce hoy, vía un reporte de la Secretaría de la Defensa Nacional, parte del hackeo del colectivo Guacamaya que ha escandalizado a México.
Elaborado por el Centro Regional de Fusión de Inteligencia Sureste (Cerfise), el reporte fue catalogado con carácter de “Extra Urgente” bajo el número número CERFISE/397 y en él se describe cómo Cuitláhuac García pretendió ser la llave de paso al Cártel del Noreste en Veracruz y sus cuerpos policíacos, cómplices.
Dice el informe:
“La presunta guerra que inició el CJNG en contra el gobernador del estado de Veracruz, tiene su origen en los siguientes motivos:
“El gobernador de Veracruz está apoyando la entrada a la entidad del Cártel del Noreste.
“Los titulares de la Secretaría de Seguridad Pública estatal, Policía Estatal y Fuerza Civil dan protección al Cártel del Noreste.
“El gobierno estatal les quitó el huachicol (al CJNG) y mencionó que después iría por ellos”.
Luego mencionan las acciones violentas que habrían de desarrollarse como respuesta del Cártel Jalisco: emboscar a la Fuerza Civil destacadas en los municipios de Las Choapas y Agua Dulce, así como quemar los corralones de Grúas Vázquez en Minatitlán y Las Choapas.
El reporte CERFISE/397 abundaba:
“Las células de sicarios del CJNG desplegadas en el sur del estado han sido reforzadas por otras células provenientes de Orizaba (región de las Altas Montañas, en el centro de la entidad) y Nanchital (situada a 10 kilómetros de Coatzacoalcos).
“Cada célula dispone de equipo táctico, tres vehículos y cuatro o cinco armas largas”.
Hoy responde Cuitláhuac García que el reporte del Ejército es falso. El Cártel del Noreste no opera en Veracruz, dice. Cierto, a medias. El gobernador intentó dejarlos entrar, lo que habría diezmado la fuerza del Cártel Jalisco Nueva Generación, pero los sicarios del Mencho Oseguera los repelieron agudizando la violencia y lanzando un mensaje frontal a Cuitláhuac: “Puro Cártel Jalisco, putos”.
La veracidad del reporte CERFISE/397 es incuestionable. El 16 de marzo advertía que habría una embestida contra la Fuerza Civil y así ocurrió, y que serían quemadas las instalaciones de Grúas Vázquez y así sucedió.
El 6 septiembre de 2019, el corralón de Grúas Vázquez, ubicado en la carretera Las Choapas-Cuichapa, fue atacado. Ardieron varios vehículos. El personal fue amedrentado. Los sicarios dejaron un mensaje para la propietaria: o pagaba piso o le aplicarían la misma dosis de nuevo.
Otro de los corralones de Grúas Vázquez, situado en la colonia María de la Piedad, en Coatzacoalcos, fue incendiado con bombas molotov.
Anteriormente, el 19 de noviembre de 2018, Grúas del Sur, propiedad de la familia del ex subdelegado administrativo de la Sedesol federal en Veracruz, el priista hoy ligado a Morena, Víctor Rodríguez Gallegos, fue objeto de un ataque armado. Su fachada fue rafagueada.
Otros reportes del Ejército, hackeados por el colectivo Guacamaya, advierten que las autoridades estatales y municipales de Veracruz colaboran o son cómplices del crimen organizado.
El informe del 19 de enero pasado es puntual en torno a Veracruz:
“De los 4 estados con gobiernos de extracción ‘morenista’, Veracruz es el estado que presenta mayor incidencia delictiva, pudiéndose relacionar esto por la presencia de integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en la mayor parte de la entidad”.
No disminuye la violencia. Cuitláhuac maquilla las cifras. Y pacta con el crimen organizado.
Cuitláhuac quiso ser la reedición de Fidel Herrera con los Zetas y de Javier Duarte con el Cártel Jalisco Nueva Generación. Y para allá va. Ambas organizaciones se adueñaron del territorio, de las rutas del trasiego, el control de la droga y la extorsión y la trata de personas y el lavado de dinero. Quiso que el Cártel del Noreste desplazara al CJNG y la gente del Mencho Oseguera lo replegó.
Indirectamente, el gober pro narco habría ayudado al Cártel de Sinaloa desplazando al Cártel Jalisco usando al del Noreste, organización creada a partir de una escisión de Los Zetas y del conflicto entre los allegados a los hermanos Treviño Morales.
Ufano, Cuitláhuac pregona que él no pacta con los criminales como sus antecesores. En los hechos, y de acuerdo con el reporte CERFISE/397 del Ejército, sí lo hace.
Su secretario de Gobierno, Eric Patrocinio Cisneros, fue implicado en un célebre video en que el CJNG exhibe a nueve malosos. Uno de ellos, presunto sobrino de Cisneros, revela que el tío incómodo protege y opera para el Cártel de Sinaloa, para la gente del Chapo Guzmán.
Eric Cisneros respondió que no permitiría que otro cártel desplazara al que ya opera en Veracruz.
El reporte del Ejército es demoledor. Fuerza Civil, Policía Estatal y la Secretaría de Seguridad Pública “dan protección al Cártel del Noreste”. Son los brazos armados del titular de la SSP, el impune Hugo Gutiérrez Maldonado.
Nunca antes un gobernador había sido exhibido así. Cuitláhuac, su policía, sus dos funcionarios con mayor poder, señalados de servirle al crimen organizado. Y consta en un informe de la Secretaría de la Defensa Nacional que no ha podido desmentir.
Al gober pro narco lo desnudó el Ejército.
Archivo muerto
Por algo, Amado Cruz Malpica manda al diablo a Cuitláhuac García con sus Mesas para la Construcción de la Paz. Por algo será. Las mesas son una pantomima, sólo el recuento de cuántos detenidos hay, cuántos son vinculados a proceso y las acciones a desarrollar para atenuar la inseguridad. O sea, pantomima pura. Si se mide por resultados, son un fracaso. La realidad es cruda, cruenta, demencial. Imparable, la violencia no surge del poderío del crimen organizado sino de la impunidad que le concede la Cuarta Putrefacción. La Guardia Nacional es un desastre, una vergüenza cuando se documentan casos de violación y acoso sexual que han merecido recomendaciones de la Comisión Estatal de Derechos Humanos. El Ejército y la Naval se hallan atados de manos por órdenes del pseudopresidente Andrés Manuel López Obrador, cuya misión es no tocar a los cárteles ni con el pétalo de una rosa. Son mesas informativas de sobrada inutilidad, pues los narcos, los huachicoleros, los traficantes de personas, la delincuencia común incendia a diario a Veracruz, vulnera el estado de derecho, transgrede impunemente la ley. Y las Mesas para la Construcción de la Paz —ja— adolecen de algo peor: la infiltración del narco. Su secretario técnico, Manuel Fernández Olivares, enfrenta señalamientos que van desde haber reprobado los exámenes de control y confianza hasta la venta de cargos en la Fiscalía a razón de 20 y 30 mil pesos y, lo más grave, vínculos con delincuentes pesados, como reseñó el periodista y escritor, Ricardo Ravelo —expediente 947/2012/VER-FIEAFTVS—. O el contenido del expediente judicial del ex líder de una célula zeta en Coatzacoalcos, Hernán Martínez Zavaleta, alias Comandante H, donde se citan tres llamadas telefónicas interceptadas con una mujer de nombre Norma Hernández Urbina en las que se logró establecer que el entonces juez primero de Primera Instancia en Coatzacoalcos y ahijado del ex presidente del Poder Judicial en Veracruz, Edel Álvarez Peña, “es colaborador y proporciona información de personas que son susceptibles de ser despojados de sus pertenencias”. A detalle lo cuenta el columnista Raymundo Jiménez en Al Pie de la Letra, el 24 de julio pasado. O sea, militares y navales, policía estatal y municipal, todos refiriendo detalles de operativos contra criminales y frente a ellos, escuchando y documentando, un señalado en expedientes judiciales de tener vínculos con los cárteles. Por eso ni Amado Cruz, alcalde de Coatzacoalcos, ni otros alcaldes se acercan a las Mesas de Coordinación para la Construcción de la Paz. Quizá por eso, pero hay algo más… Llegó la hora. Comienza a circular El Rey del Cash. De la autoría de Elena Chávez, ex pareja del ex jefe de prensa de López Obrador, César Yáñez, el libro describe la economía subterránea de Andrés Manuel López Obrador, el financiamiento ilegal a su movimiento desde hace 20 años, sus fuentes de ingreso sin ser reportados a los órganos electorales. El Rey del Cash compendia la suciedad de Andrés Manuel, el manejo de efectivo para no dejar huella, el recurso que obtuvo de mecenas y la identidad de los operadores y operadoras. Sabíase de René Bejarano y otros recaudadores en 2004; de Carlos Imaz, entonces esposo de la hoy jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo; del pase de charola a empresarios, realizado por Luis Mandoki, Luis Costa Bonino y Adolfo Hellmund, en 2012; de la colecta en Veracruz con una celada tendida a la ex diputada Eva Cadena Sandoval, quien luego revelaría que la verdadera recaudadora era la actual secretaria de Energía, Rocío Nahle García, y el escándalo del fideicomiso para ayudar a víctimas del sismo de 2017 en Oaxaca, usado para encubrir el ingreso de dinero de procedencia ilícita a las arcas de Morena para la campaña de 2018. Una historia sórdida; un financiamiento subterráneo e ilegal, un mecánica digna de delincuentes de cuello chairo. López Obrador y César Yáñez “son los protagonistas de esta historia llena de traiciones políticas, ambiciones personales, infidelidades, abusos laborales, corrupción y autoritarismo”, dice Elena Chávez, autora de El Rey del Cash. “Los mexicanos tienen derecho a conocer la verdadera cara de la nueva mafia del poder o, mejor dicho, de la secta en el poder. Que vea quien quiera ver, y escuche quien quiera escuchar”. Obvio, hay insomnio en Palacio Nacional… Esto es más que nepotismo; es corrupción. Onésimo Mendoza, director de Obras Públicas en el ayuntamiento de Coatzacoalcos, designa a su hijo, Víctor Manuel Mendoza Villegas, en un área clave: analista en la Subdirección de Presupuestos y Costos. Uno manipula las licitaciones, asigna las obras, valida los contratos, presiona a los ganadores para que subcontraten y el hijo se encarga de vigilar que el avance financiero. Una de tantas que viene haciendo Onésimo Mendoza. Las otras tienen que ver con contratos asignados, por ejemplo a una tal Ingeniería Avanzada de Los Tuxtlas para rehabilitar el drenaje de la calle Nuevo León en la colonia Petrolera, y la obra finalmente la realiza la empresa Aguasco, S.A. de C.V., o la media docena de contratos firmados con constructoras son propiedad o representadas por viejos perredistas. Por lo pronto, el hijo de Onésimo Mendoza ya se instaló en la Subdirección de Presupuestos y Costos…
Foto: Imagen de Veracruz, Diario de Xalapa, NBC Noticias