No se nace donde se nace sino donde se quiere nacer. Y con ese galimatías, propio de Chavela Vargas, Rocío Nahle calienta motores para torcer la ley y asaltar el gobierno de Veracruz.
“Tú eres de donde te haces”, esgrime la secretaria de Energía regateando su condición de veracruzana por adopción.
Llegó a Veracruz, dice. Trabajó en Veracruz. Se enamoró en Veracruz. Se casó en Veracruz. Tuvo un par de hijas en Veracruz. Pero no le ha dado nada a Veracruz.
Falsa veracruzana, Rocío Nahle García nació mil kilómetros al noroeste de Xalapa, en tierra pródiga, Río Grande, Zacatecas, El Granero de la Nación, donde el frijol se logra con esfuerzo, arando los campos, y le sacia el hambre a medio país.
Pero allá, Nahle es políticamente nada.
Chavela Vargas, la célebre cantante nativa de Costa Rica, llegó a expresar con su voz ronca y el sentimiento a flor de piel: “los mexicanos nacemos donde nos da la rechingada gana”. Y los veracruzanos, como la secretaria de Energía, también.
Nahle es menos prosaica, menos arrabalera, menos rasposa que Chavela Vargas pero en el fondo razona igual.
“Tú eres de donde te haces”, precisa la nueva Chavela Nahle, sabiendo que la candidatura a la gubernatura le está negada.
Veracruz, dice Nahle, “es mi corazón”.
Y luego de esa cursilería, se suelta:
“Esta tierra bendita que ha recibido en la historia del país a todos, o sea, nuestro puerto, el Golfo, recibió españoles, libaneses, alemanes, es una tierra tan noble que recibe a todos”.
Sí y que se sepa —y que lo sepa Rocío Nahle— ningún español, libanés, alemán aspiró o pudo ser gobernador. Todos respetaron la ley.
“Yo a Veracruz vine a darle trabajo —agrega—, a hacer un hogar. Me casé con un jarocho cuenqueño (José Luis Peña Peña) y llegue al Istmo de Tehuantepec”.
Y su frase estelar:
“Yo soy de Veracruz”.
Pues no. Chavela Nahle es de Zacatecas, de Río Grande, donde su ficha política es un vacío, donde no hay grupo político que la acoja y le dé calor, donde las corrientes políticas, los Monreal, los García, los Menchaca, los Romo, los Borrego, no le conceden ni un gramo de poder.
Y como allá no tiene futuro, que carguen con sus obsesiones y sus ambiciones, sus delirios y sus ansias de poder, los veracruzanos a los que su pandilla en el gobierno no se cansa de joder.
Nahle construye su camino a una candidatura que no cubre el requisito fundamental establecido en la Constitución Política de Veracruz, artículos 11 y 42 . No es nacida en Veracruz ni es hija de veracruzanos. Eso es lo que establece la legislación. Punto.
Morena, su partido, no ha construido el entramado legal para abrir el candado. Mantiene en la congeladora del Congreso estatal una iniciativa de reforma que le daría condición de veracruzano a quien sea padre de veracruzanos.
La treta es fenomenal. Es un traje a la medida. Cambiar la Constitución para que un advenedizo —en este caso advenediza— asalte el poder.
Rocío Nahle apela a su amor a Veracruz. Es cursilería pura. Y se apega al guión en una amplia entrevista cortesana. No se le inquiere. No se le somete al rigor periodístico, a la confrontación con los hechos y los fracasos. Es charla, loa y lisonja. Sólo le faltó la ovación.
Nahle es la cursi del año. Va una frase:
“Cuando a mí me preguntan, porque me lo han dicho varias veces, ¿Veracruz? Mi corazón. Eso es Veracruz”.
Otra:
“Mis hijas nacieron en Coatzacoalcos, las dos y he podido consolidar una familia. Y hay familias de dentistas, hay familias de comerciantes, hay familias de médicos, maestros. Yo tengo la fortuna de tener una familia de ingenieros y tengo la fortuna de tener una familia feliz”. ¿Y las francachelas de Pepe Peña en El Peñón del Amaranto?
Una más:
“Mi esposo vivió en el puerto. Él nace en Tierra Blanca y desde muy chiquito, él y su familia se vinieron aquí a Veracruz, aquí, al puerto. Él es jarocho, jarocho. Vivían en Flores Magón. Me ha dado una familia”.
Sigue la miel:
“Me ha dado hogar, me ha dado confianza para representar a Coatzacoalcos, para representar a mi estado en el Senado (¿su estado?). Entonces a Veracruz yo lo único que puedo darle es el corazón porque es mucho esta tierra noble que recibe a todos, a todos, porque a veces se nos olvida la función estelar que tiene Veracruz en México. México no se puede escribir sin la V de Veracruz”.
Todo le ha dado Veracruz a Rocío Nahle y Nahle le da basura a los veracruzanos, imponiendo a su pandilla en el gobierno, en el Congreso, imponiendo la escoria cuya tarea diaria es violar la ley.
Nada digno le ha dado Nahle a Veracruz y, en cambio, a Tabasco le entregó el segundo macroproyecto del gobierno de López Obrador, la refinería Olmeca, situada en Dos Bocas.
En los fangos y manglares tabasqueños fluyen obras y negocios, la refinería que ofreció construir con costo tope de 8 mil millones de dólares pero ya le sumó mil millones más. Y que los expertos —en Forbes, en Bloomberg, en El Financiero, en El Economista— sostienen que se trepará a 12 mil millones de dólares en total.
A los tabasqueños, Nahle les procuró trabajo, construcción de plantas, plazas fijas, desarrollo. A los veracruzanos, no.
Sin nada que darle a Veracruz, ni siquiera el Corredor Interoceánico que difícilmente será concluido en el sexenio obradorista, la oferta política de Rocío Nahle se esfuma.
Hay encuestas de opinión que la retratan de más a menos. Decae a medida que se enreda en sus tareas de gobierno. Le crecen los adversarios, Ricardo Ahued Bardahuil, alcalde de Xalapa; Sergio Gutiérrez Luna, diputado federal, vicepresidente de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión. Y en el Partido Acción Nacional, Miguel Ángel Yunes Márquez y el senador Julen Rementería.
Una encuesta de Olmeca Multimedios en Facebook aún le da primacía a Rocío Nahle en la sucesión. Aventaja a Yunes Márquez por dos puntos y un punto atrás del hijo del ex gobernador Miguel Ángel Yunes Linares viene cerrando el alcalde morenista de Xalapa, Ricardo Ahued.
Pero la correlación de fuerzas cambiará cuando la inversión de la empresa cervecera Constellation Brands en la congregación Vargas, municipio de Veracruz, de mil 300 millones de dólares, detone y potencia a Chiquiyunes.
Aún así, Nahle yace en el limbo. Si la cervecera se hubiera instalado en el sur del estado, en su bastión, como en un principio se planteó, el desarrollo y el empleo se traducirían en votos para la secretaria de Energía. Pero ocurrirá en la zona Veracruz-Boca del Río.
Ricardo Ahued comienza a crecer. Cuando la rebase y Nahle caiga al tercer lugar en posicionamiento de imagen, la candidatura se esfumará.
Y ya podrá persistir en el cuento de su amor a Veracruz, mientras solapa y apuntala al gobierno morenista que implantó un estado de terror.
Y Nahle ha de seguir, como Chavela Vargas, sosteniendo que los veracruzanos nacemos donde nos da la rechingada gana.
Archivo muerto
Una vez más, el Trife nacional favorece a Los Yunes azules. Les concede la dirigencia estatal del Partido Acción Nacional en Veracruz, que es todo, las llaves del reino, el acceso a candidaturas en 2024 y hasta la designación del coordinador parlamentario en el Congreso local. Federico Salomón Molina, de la cuadra de Tito Delfín, al que descarrilaron y encarceló el gobierno morenista con una denuncia por corrupción cuando fue alcalde de Tierra Blanca —denuncia fraguada por el yunismo con el que entonces rivalizaba—, asumirá la presidencia del PAN en Veracruz. El panismo seguirá igual, partido en dos, fracturado, la mitad de la militancia con los hermanos Yunes Márquez —Miguel Ángel y Fernando— que tuvieron que colgarse de sus otrora enemigos —Cambranis, Marco Núñez, Delfín— para ganar la elección, y la otra fracción —Joaquín Guzmán Avilés, al que le frustraron la reelección; los Rementería; Serralde, Hernández Candanedo, Jessica Lagunes—. Estrepitosa derrota, también, para Cuitláhuac García, Eric Cisneros, Juan Javier Gómez Cazarín, el grupo gobernante que ni teniendo el aparato de poder de su lado saben qué hacer con él. Tácitamente definida la sucesión para el 2024 en Veracruz: Rocío Nahle García por Morena contra Miguel Ángel Yunes Márquez por el PAN… Literalmente, Eric Cisneros se sintió El Bautista. Muy mesiánico, bautiza a los feligreses en Misantla, en la fiesta de Los Pocitos y de la Santa Cruz, tradición popular que, a querer o no, vulgariza el sacramento cristiano. Primero, es Javier Hernández Candanedo, el alcalde, quien derrama las aguas purificadoras sobre el secretario de Gobierno y luego Alma Negra le devuelve el gesto. Y a partir de ahí se da cuerda el vesánico Eric Patrocinio Cisneros Burgos, aplicándole el remojón a cuantos creyentes encuentra a su paso. Obvio, curas y laicos se erizaron. Amado Ruiz Gordon, vicario pastoral de la Diócesis de Coatzacoalcos, pidió que el clero parara la burla. Prensa y lectores crucificaron al bautista de Otatitlán. Qué puede tener de religioso, de espiritual, de sacro, un personaje que eructa amenazas, que asedia a alcaldes, que viola la ley, que lucra con el poder. Hay almas tan sucias que ni el mismo Juan Bautista, el personaje bíblico, primo de Jesús, las podría purificar. La de Cisneros es de esas… Cada que hay eclipse o que un asteroide se acerca a la Tierra, Rosalinda Galindo sale de su letargo. Despierta y siempre, invariablemente, suelta una que otra frase para la risa y para los bronces. Ocurrente, la diputada morenista, amiga y protegida del (des)gobernador Cuitláhuac García Jiménez, jura que si el alcalde de Xalapa. Ricardo Ahued Bardahuil, decide atacar la corrupción detectada en la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento de la capital de Veracruz, por supuesto que ella, doña Rosalinda Galindo, lo respalda. O sea, cuatro años fue alcalde Hipólito Rodríguez Herrero y no le objetó las corruptelas. Fueron públicas sus trastadas, la omisión y la acción, la corrupción en alta, la existencia de “aviadores” en la nómina de CMAS, y la diputada decidió callar. Y, por supuesto, encubrir. Ahued destapa la cloaca, demuestra que no es tapadera de nadie, y Rosalinda Galindo abandona la actitud cómplice y suelta con total desparpajo que si se trata de combatir la corrupción cuenten con ella. Cuatro años solapando al alcalde de Morena y al final llega la simulación… Paja y rollo de Esmeralda Mora en el informe de los 120 días en la alcaldía de Nanchital. Debió informar qué la llevó a inundar de habitantes de Coatzacoalcos la nómina municipal nanchiteca o el poder que le confirió a Antonio García, que de vocero del ex alcalde de Coatzacoalcos, Víctor Manuel Carranza Rosaldo, pasó a ser secretario del ayuntamiento de Nanchital donde hasta la alcaldesa Esmeralda Mora se le cuadra. La nómina de confianza suma más de 60 empleados. Y el desplazamiento de los morenistas de Nanchital fue, alevosamente, una humillación…
Foto: Contra Réplica Veracruz