* Los priistas no razonan por quién votan * La ofensa y la disculpa * Son “borregos”, dice la hija * Que le clonaron la cuenta * Entrégate, Javier * ¿Y los poliyunes del IPAX cuándo? * Flavino, corresponsable del desastre * Nubarrones sobre Marcelo * Los Tubilla siguen en el ayuntamiento * Sobrino de Tony Macías también
No piensan los priistas. Son manejables, y capaces hasta de votar por una vaca dormida, e impensantes y maleables. Son zombies. Así los ve el senador Héctor Yunes Landa.
Son el voto duro del PRI, unos 500 mil en Veracruz, los de la torta y el refresco, los que le muerden algo, mes con mes, a los programas sociales, que son “oro molido”, según el filósofo Manzur y que a cambio de una migaja sostienen —o sostenían— al PRI en el poder.
Agravia así el senador por Veracruz a su gente, los que votan sin saber por qué, a los que luego les pide el voto, en los que descansa su sueño de ser gobernador. O sea, su segundo sueño porque el primero se volvió pesadilla y perdió.
De carne de cañón le sirven los priistas a Héctor Yunes y su hija Andrea los tilda de borregos en Twitter, para luego acusar que fue víctima de “robo de identidad digital”.
A Ciro Gómez Leyva, en Radio Fórmula, le expresó Yunes Landa:
“En la última elección, en la mía, votaron cerca de un millón, pero de ellos, le calculamos que la mitad, 500 mil, es lo que le llaman el voto duro del PRI, que son priistas que votan por el candidato que le pongan. Si les pones una vaca dormida votan por ella”.
Ahí se mató. Fue el detonante. Alebrestó a los priistas, a la dirigencia partidista, a los que suponen que el senador contenderá por segunda ocasión por el gobierno de Veracruz, en 2018.
Provocó la emoción de sus adversarios en el PRI que lo ven despeñarse, los seguidores de Pepe Yunes Zorrilla, el otro senador, al que le finge amistad y con el que fraguaron un proyecto a ocho años para cerrarle la puerta a Javier Duarte en su intención de designar a su sucesor. Había pacto pero Héctor Yunes no sabe de lealtad.
También le salió al paso el nuevo delegado nacional del PRI en Veracruz, Vicente Luna Hernández, quien refutó:
“El ser militante priista es sinónimo en los tiempos de hoy de una militancia informada, preparada y de una militancia que conoce a sus dirigentes y el voto duro no es ningún cheque al portador”.
Y enfático le expresó que “no coincido con el senador Héctor Yunes porque si bien es cierto somos militantes priistas convencidos, también es cierto que el partido tiene que postular a hombres y mujeres preparados.
“Y con una honestidad para que nosotros como militantes nos sintamos orgullos de apoyar a nuestros candidatos.”
A la alusión si los priistas suelen votar hasta por una “vaca dormida”, como citó Héctor Yunes, el delegado nacional del PRI atajó:
“Por supuesto que no, porque votamos por hombres y mujeres priistas preparados, capacitados y sobre todo con honestidad, con un proyecto de gobierno para su respectivo municipio”.
Remató: “En este tipo de declaraciones no concuerdo en ningún aspecto porque el voto duro no es ningún cheque al portador para ningún candidato o candidata que postule nuestro partido. El ser militante priista es sinónimo en los tiempos de hoy de una militancia informada, preparada y de una militancia que conoce a sus dirigentes.”
Vapuleado por dentro y por fuera, por priistas y no priistas, el senador fue obligado a la disculpa:
“El día de ayer, en una entrevista nacional, expresé que el voto duro de los partidos, incluido el de mi instituto político, el PRI, se significaba por ser un voto de afinidad partidista, que solo toma en consideración las siglas bajo las que postula para ejercerse.
“Para ejemplificar esto, utilicé indebidamente un ejemplo campirano, propio de la región de la que soy oriundo, diciendo que votaban hasta ‘por una vaca’. Expresión coloquial que no pretendía ofender ni a candidatos ni a militantes de mi partido.
“Ofrezco una disculpa por la expresión de una alegoría que no debí utilizar.
“Respeto mucho a la gente que ha entregado su confianza, su trayectoria, su trabajo y so voto al PRI.
“Nuevamente les expreso mi disculpa a quienes se hayan sentido ofendidos”.
Son los dislates de Héctor Yunes, por un lado la lengua, por otro el seso. Es su desconexión cuando habla, sin idea y sin respeto por el priismo del que requiere el voto si pretende ser gobernador.
Le llovió crítica, burla, escarnio. Fue el rey de los memes en las redes sociales. Uno de ellos presenta al senador junto a una vaca, la cual expresa: “Y tú perdiste por pasarte de buey”.
Un día más tarde, el sainete se traslada al seno familiar. Su hija Andrea Yunes Yunes aparece en Twitter tildando de “borregos” a los priistas.
Decía el tuit:
“Lo que mi padre quiso decir es que son ‘borregos’ votan por cualquier pendejo”.
Volvió la tormenta. Y ahora Héctor Yunes sacó la cara por su hija. Dijo que había sido víctima de “robo de identidad digital”.
Expresó:
“Hace unas horas, a las 14:45 del día de hoy, mi hija Andrea Yunes Yunes, fue víctima de un —robo de identidad digital—, específicamente de su cuenta de Twitter. Su perfil se clonó para falsificar un mensaje”.
Era más tema para los medios de comunicación. Le recordaron que el lunes 24 había protagonizado el sainete de la “vaca dormida”, el agravio a los priistas y la disculpa pública.
Ahora, Yunes Landa deslindó a su hija de lo publicado en su cuenta de Twitter y refrendó su compromiso “por una política de altura, de respeto y civilidad”.
“Acontecimientos ulteriores me obligan a hacer una denuncia pública que estaré dando a conocer a través de un video en las próximas horas”, afirmó su comunicado. ¿Y la denuncia penal?
No es la primera metida de pata digital de Andrea Yunes. Cuando más atacaba Héctor Yunes a su primo Miguel Ángel Yunes Linares en campaña —“es un enfermo sexual”, “perverso”, “ha estado violando a otras niñas”, “es un ratero”, “es perverso”—, el panista reveló la existencia de varias conversaciones vía inbox con la hija del senador. El tono, el cariño, el respeto fue lo que esgrimió el hoy gobernador electo de Veracruz. Si no lo hubiera, dijo Miyuli, cómo Héctor podría haber permitido que mantuviera ese trato con su hija. Andrea quería ser su “chofera bonita y que te quiere y te cuida”.
Hiriente el lenguaje de Andrea Yunes Yunes, en esos comentarios tildaba a Javier Duarte de “cerdo”, y al episodio de la caña de pescar obsequiada a su padre para que pescara a su primo y a sus sobrinos, los Yunes Márquez, le llamó “la última perrada del cerdo. Es el más despreciable que hay”.
Al día siguiente expresaría Andrea Yunes que nada de eso era verdad. Sólo le faltó decir que le había clonado la cuenta.
Va tejiendo su rosario de infortunio el senador. Clama en un video que Javier Duarte comparezca ante la justicia, que afronte su responsabilidad ante el saqueo a las arcas, que se entregue por sus culpas.
“Entrégate, Javier”, le dice con tono solemne.
Se cura en salud Héctor Yunes aseverando que en un principio creyó en Javier Duarte —“es mi jefe político”, había dicho siempre, orgulloso de su mentor— y luego se alejó.
Pontifica el senador en su rol de presidente de la Comisión Anticorrupción de la Cámara Alta, usando el cargo para reclamar ética y moral.
Que se entreguen, pues, los poliyunes también, su padre y sus hermanos César y Rafael, disfrazados de policías, engañando a la Secretaría de la Defensa Nacional y a Gobernación, a fin de obtener su respectivo permiso de portación de armas.
Aquel episodio, revelado por INFORME ROJO, le valió una caída descomunal en la campaña al gobierno de Veracruz, la intervención del Instituto de la Policía Auxiliar y Protección Patrimonial (IPAX) por parte del Ejército Mexicano, un intento de desmentido, con su comparsa afín, la nefasta y efímera senadora Erika Ayala, el diputado local José Ratón Gutiérrez de Velasco y el líder del PRI en Veracruz, Felipe Amadreo Flores Espinoza, que nunca supieron que su candidato sólo les había tomado el pelo y era culpable.
Hablaron todos y callaron todos. Nada tuvieron que decir cuando se difundió otro documento, letal y demoledor: la asignación de las armas a los poliyunes, su número de matrícula, el número de municiones, los cargadores y el estatus por el que se otorgaban las pistolas: “escoltas del senador”.
Habría que ver como se desempeñaba su padre, un hombre de más de 80 años, en funciones de “escolta”. Y todo con el aval de Héctor Yunes.
Qué oso el del senador. Exige que Javier Duarte se entregue y en casa tiene a tres infractores de la ley, más el sobrino Jesús, adscrito Chuchín al área administrativa del IPAX, según otro documento interno de la corporación.
De comedia es la batida anticorrupción del senador. De palabra la combate. Con hechos la fomenta. Sin ideas se exhibe.
Y ahora agravia a los priistas que no piensan, que les imponen un candidato, sea quien sea, y votan por él.
Es el voto duro del PRI, dice, los que votan hasta por una vaca dormida. Son los PRIzombies.
Arroja Héctor su reino por una vaca.
Qué agravio.
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Archivo muerto
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A los bandazos, Flavino Ríos simula que es gobernador. De origen, sus acciones están viciadas, carentes de legalidad, producto de su imposición como gobernador “interino”, a cargo de un Congreso de farsantes, violando la Constitución de Veracruz. Un día dice que él no es como Javier Duarte; es peor sólo que en 47 días no le da tiempo para llevarse el tesoro y las joyas, quizá su “ayudadita” de 11 mil millones de pesos que le pidió al gobierno federal. Otro día dispensa nombramientos, más simbólicos que reales, a funcionarios que más tardarán en sentarse en el sillón de los sueños que despertar sabiendo que el nuevo sexenio ya comenzó y ellos ya no están. Uno más declara Flavino que a él ni tiene por qué ser expulsado del PRI, como si no hubiera sido cómplice del gordobés, como si no hubiera confesado que la represión a los jubilados el 23 de diciembre de 2015, fue de su autoría, actuante en unas, omiso en otras de las arbitrariedades, ocurrencias y locuras de Javier Duarte, como aquella de la basificación de los burócratas y que ahora el falso gobernador deja sin efecto por el impacto financiero que tendrá, pues sólo era una treta para llevar a un callejón sin salida al futuro gobernador, Miguel Ángel Yunes Linares, que así encontraría a la pandilla en pleno apostada a lo largo y ancho de la estructura de poder, saboteando toda acción. No hay química entre Yunes azul y Flavino. Y no la hay porque los desencuentros datan del sexenio de Rafael Hernández Ochoa, donde ambos coincidieron y en el que el oaxaqueño, oriundo de Mogoñé, municipio de San Juan Guiquichovi, Oaxaca, que ha escalado cargos con acta de nacimiento hechiza en Minatitlán mostró cuan ácido es. Se percibe cómo le irá cuando las auditorías yunistas revelen qué tanto le jaló la pata a la vaca que mató, y de qué forma, Javier Duarte… Nubarrones sobre Marcelo Montiel, que en breve tendrá a la PGR encima. Hay indicios de manejos oscuros en sus días al frente de la Sedesol estatal, pero con recursos de origen federal. Su huella está en el suministró de material de construcción en el programa Pisos Firmes, aquel que se repartía en plena veda electoral, el 25 de mayo de 2013, a unos días de la elección municipal, siendo contendientes el priista Joaquín Caballero Rosiñol y el panista —entonces panista— Gonzalo Guízar Valladares. Aquel episodio terminó en la Procuraduría General de la República, y en ellos los nombres de Marcelo Montiel, su jefe de la Unidad Administrativa de la Sedesol estatal, Víctor Rodríguez Gallegos; el jefe del Departamento Jurídico, hoy con el mismo cargo en el ayuntamiento de Coatzacoalcos, Carlos de la Rosa, y el secretario técnico, Segundo Grajales Lagunes, primo de MMM. María Gudelia López Aguilar, proveedora del cemento, tenía un historial de irregularidades detectadas por la Auditoría Superior de la Federación y aún así Marcelo la seguía teniendo como su proveedora estrella. En el juicio se le requirió y la dama evadió comparecer. No se supo su paradero y, en todo caso, por qué la PGR fue tan laxa, tan flexible, tan condescendiente. Una versión en la Sedesol estatal sostiene que María Gudelia no existe o su empresa es fantasma, y que el cemento es negocio de políticos de muy alto nivel. En el historial de Marcelo Montiel hay otras empresas fantasma, las que tienen que ver con Sedesol federal, de la que fue delegado en Veracruz. Nubarrones sobre el cacique en desgracia… Sólo Guillermo Ibarra Macías dejó el ayuntamiento de Coatzacoalcos, como aquí en INFORME ROJO se anticipó. Sin parentesco con Tony Macías Yazegey, el suegro incómodo del ex gobernador Javier Duarte, renunció a la Dirección de Infraestructura y Servicios Municipales, desde el viernes 21. Quienes aún permanecen en el cargo, refiere el alcalde Joaquín Caballero Rosiñol, son el secretario de Desarrollo Económico, José Tubilla Letayf, tío de Karime Macías Tubilla, esposa de JDO, y Jaime Ruiz López, sobrino de Tony Macías. Preguntó nombres específicos el alcalde. Nadie lo cuestionó sobre Armando Rodríguez Sánchez, suegro de Mónica Macías Tubilla, hermana de Karime. Él es jefe de inspectores en la Secretaría de Obras Públicas y Desarrollo Urbano. Nadie mencionó a José Armando Rodríguez Ayache, esposo de Mónica Macías, del que no se le ha visto que desempeñe alguna función municipal…
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Foto: Plumas Libres