Caso Rubén Espinosa: ahora el New York Times

Fama, la de Javier Duarte. Nada más 14 periodistas asesinados en su gobierno, asedio, amenazas, persecución. Por ello, 500 figuras de corte internacional que lo increpan. Y ahora el New York Times le dedica un editorial de repudio al crimen del fotorreportero Rubén Espinosa Becerril.
Toca al gobernador de Veracruz y a su patrón, el presidente Enrique Peña Nieto, señalado de omiso, de no hace “lo suficiente para proteger a los periodistas y combatir esta cultura de la impunidad”.

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Javier Duarte: culpable sí es

Cada golpe, cada insulto, la amenaza a su labor periodística o aquella voz que un día advirtió “deja de tomar fotos si no quieres acabar como Regina”, o sea muerto, implican a Javier Duarte, a su policía represora, a sus agentes armados que infiltran protestas, en el crimen de Rubén y en el ultraje a Nadia.
Cada acto de presión, el espionaje, la agresión, la destrucción de su material gráfico, el acoso a la activista social, o ser fotografiado a cada instante, o el asedio institucional contra las voces críticas, fue conformando el ambiente de culpabilidad que atrapa al gobernador de Veracruz.

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Javier Duarte, “fuiste tú”

“Fuiste tú”, le gritan a Javier Duarte. No lo bajan de “asesino”. Lo asedian cientos. Lo increpan con furia a las puertas de Casa Veracruz. “Javier Duarte, fuiste tú”, reprochan, en la mayor protesta, acusado de provocar la ejecución del fotoperiodista Rubén Espinosa y la activista social Nadia Vera.
Marchan por la paz. Marchan contra el aprendiz de tirano. Marchan en respuesta al deslinde cínico del gobernador de Veracruz que así, sin más, como quien tiene el alma limpia, se dice ajeno al crimen de la Narvarte.

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Javier Duarte, en caída libre

Si Javier Duarte despierta, podrá saber que su tiempo concluyó. Su sexenio ya no existe. Lo mató el asesinato de Rubén Espinosa, y el de Nadia Vera, y el de las otras tres mujeres en el crimen de la Narvarte, ultrajadas ellas, violentada su vida, no en un robo, no en una vendetta por drogas, sí en una ejecución.

Ha de alegar el gobernador de Veracruz que su mandato concluye el último día de noviembre, en 2016. Sí, pero políticamente está liquidado.

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Rubén Espinosa: qué sicario tan bruto

Hay un nuevo modelo de sicario: el que caza a su víctima, la sorprende, la viola, la tortura, le descarga el arma y le da el tiro de gracia; sus huellas por todas partes, vuelve a su guarida y aguarda ahí a que llegue por él la autoridad. Algo así como matar y dejarse encarcelar.
Es único el procurador de justicia del Distrito Federal, Rodolfo Ríos Garza, en el thriller de la Narvarte, la ejecución del fotoperiodista Rubén Espinosa Becerril, la activista social Nadia Vera Pérez y tres mujeres más, una de ellas la colombiana Mile Virginia Martín, cuya identidad por días se encubrió con el apelativo de “Nicole”.

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Javier Duarte: el crimen y los miedos

Agazapado, vive sus miedos Javier Duarte. No da la cara, no responde a las críticas, capotea el vendaval bajo la alfombra, oculto en la vergüenza, mientras Veracruz se sacude por el crimen del fotoperiodista Rubén Espinosa.

Triste papel, indigno y aberrante, el del gobernador de Veracruz a quien dentro y fuera de su estado, en México y más allá de sus fronteras, se le acusa de haber propiciado el clima de hostigamiento, las condiciones adversas para realizar el trabajo reporteril, la represión policíaca, el asedio, el espionaje, la amenaza y la intimidación.

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Rubén Espinosa: el montaje de la droga

De Nicole sólo se sabe que se llamaba Nicole. O Simone. Es la chica muerta, asesinada en la masacre de la Narvarte, donde dejó la vida Rubén Espinosa, donde le arrancaron la existencia a Nadia Vera. De Nicole se afirma que es colombiana y con ese montaje, el de la hipótesis de la droga, se evade la pista de la represión contra el fotoperiodista de Proceso, Cuartoscuro y AVC.
Cinco días después, sigue a los tumbos la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal, apabullada cuando soltó la versión de que a Rubén Espinosa y las cuatro mujeres los ejecutaron sólo por robarles.

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