Helo ahí. Enredado en su maraña de violencia y muerte, la del fotoperiodista Rubén Espinosa lleva a Javier Duarte al clímax del desastre. No sólo gobierna con las tripas, a golpe de ocurrencias, montado en la mentira, sino que ahora la amenaza es tema central de la agenda política.
Sus enanos hablan por él. Un día Flavino Ríos Alvarado, cuya concha es de acero pues cuando pudo Javier Duarte lo vetó para la alcaldía de Minatitlán; otro, Alfredo Ferrari, líder del PRI, con pasado borrascoso en áreas financieras del fidelismo, y Víctor Rodríguez Gallegos, el timorato y tibio, gris y mediocre líder del Movimiento Territorial, la cara morena de Marcelo Montiel.
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