Son regidores, no trabajan, no renuncian, se promueven y son cómplices de la corrupción

Ángel Echevarría y Luis Gutiérrez, de Morena y MC, lacayos de Morena

De ser el abrepuertas del ex alcalde Víctor Carranza, José Ángel Echevarría Escamilla brincó a regidor y hoy pretende ser diputado local.

De las filas del PRI, sirviente del ex director del DIF, Jesús Moreno Delgado, José Luis Gutiérrez González probó las mieles de la traición, se insertó en el ayuntamiento encabezado por Joaquín Caballero Rosiñol y se refugió en Movimiento Ciudadano. Intenta llegar al Congreso de Veracruz.

Uno y otro son lacayos de Morena. Echevarría por ser militante y peón político de la cuasi candidata al gobierno de Veracruz, Rocío Nahle García, y Luis Gutiérrez –”Lucho”– porque es un lacayo del alcalde morenista, Amado Cruz Malpica.

Uno y otro aspiran a disputar el distrito 29, el Coatzacoalcos Urbano.

José Ángel y “Lucho” integran la silente, sumisa, lacaya bancada que solapa la desmesura del alcalde Amado Cruz Malpica a cambio, no de las 30 monedas con que se compra a cualquier Judas sino con sus 55 mil pesos mensuales de salario y una nada despreciable gratificación de 30 mil pesos, más otras prebendas propias del fétido encargo.

O sea, les dieron pero quieren más.

José Ángel Echevarría formó parte de las juventudes del Yo Soy 132 versión tropical, en 2012, y desde entonces se plegó a la línea de la zacatecana Rocío Nahle.

Políticamente inservible, fue un cero a la izquierda hasta que Nahle lo colocó como secretario particular del ex alcalde de Coatzacoalcos, Víctor Manuel Carranza Rosaldo, en 2017. Desde ahí controlaba la agenda del edil, concedía citas, abría o cerraba puertas, provocando auténticos conflictos pues hasta a los regidores metía al congelador.

Y luego Nahle lo proyectó hacia la dirigencia estatal de las juventudes morenistas donde pasó sin pena ni gloria pues Morena cuenta con una estructura simulada donde nadie vale ni destaca, sin comités municipales en Veracruz desde su fundación, entonces con un presidente estatal, Gonzalo Vicencio, confrontado con el gobernador Cuitláhuac García hasta que de un plumazo, porque les marcó el alto a sus excesos, lo destituyeron.

Con Amado Cruz Malpica se convirtió en regidor. Y desde ahí se pliega a las órdenes del alcalde aunque bajo la mesa patalea y grilla a placer. Avala todo y calla todo, así sea la corrupción del ex director de Obras Públicas, Arturo Delgadillo Medina, o los lujos con cargo al erario de la esposa del presidente municipal, Esther Mortera.

Luis Gutiérrez es otro lacayo. “Lucho” es sumiso, condescendiente, y no hay evidencia de que confronte al alcalde Amado Cruz Malpica. Lo secunda. Le aplaude. Calla a cambio de algo de reflectores, del respaldo a sus proyectos, que son inocuos, pura paja como el festival de los globos de papel traídos de San Andrés Tuxtla, que no pudieron elevarse por las condiciones climatológicas de Coatzacoalcos.

Hay otra faceta en Luis Gutiérrez. Ha sido cómplice silencioso en el desabasto de agua, comisión que tiene a su cargo. No cuestiona el retraso en obras hidráulicas ni alza la voz por las observaciones del Órgano de Fiscalización Superior del estado de Veracruz, que halló serias irregularidades.

Hoy se promueve como una voz crítica, sin que haya evidencia. O como un servidor público que ataja a Morena, algo que ni él cree. Es peón de Morena así se venda como la nueva opción.

Sin renunciar a sus cargos, percibiendo salario pagado con recursos del pueblo, Ángel Echevarría y Luis Gutiérrez se ofertan como la solución para la diputación local.

Dos lacayos de Morena para que la 4T siga haciendo de las suyas.

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