Finalmente, Anilú se descaró; deja el PRI y se va a mover la matraca con Sheinbaum

Pretendió ser candidata del Frente al gobierno de Veracruz para venderse con Rocío Nahle y Morena

Anilú, la divina reina (del carnaval), se descaró. Ya tiene chamba con Sheinbaum. A mover la matraca, a sonarla bien, a ser comparsa de la Cuarta Putrefacción.

Emigra, trepada en el éxodo de los vencidos, el priismo decrépito que integra la Alianza Progresista, vividores de toda la vida que hoy se acomiden a suministrarle vejigas e inflar a Claudia Sheinbaum Pardo, la candidata de Morena, la bastonera del bastón sin mando, la pieza con que Andrés Manuel López Obrador intenta ejercer el poder, desde las sombras, un sexenio más.

Tanta rabieta por ser candidata del PRI y terminó en la causa de Morena, el partido al que no paró de exhibir, la cueva de Cuitláhuac García, el desgobernador de Veracruz al que hace apenas un rato no dejaba de denostar; el partido al que ya en su desesperación le concedió el voto con el que avaló la cuenta pública 2022.

Anilú Ingram Vallines, hija política de Javier Duarte, el recluso que saqueó Veracruz, es la contradicción en patines. Vuela diciendo una cosa, vuela para decir que siempre no.

Hacía unas semanas propaló que realizaba un profundo, profundísimo, ejercicio de reflexión sobre su permanencia en el PRI, sólo porque la dirigencia nacional del tricolor —léase Alejandro “Alito” Moreno— le negó la presidencia del PRI veracruzano a su contlapache político, Fernando Kuri Kuri. Chantaje puro y de ahí no pasó.

Tan no meditaba su salida del pestilente PRI que de pronto ya se había encartado para ser la propuesta tricolor para el gobierno de Veracruz. Se autoencartó, esa es la palabra, porque no hay un sólo priista en su juicio al que se le hubiera ocurrido semejante barbaridad.

Vapuleada en la interna, vencida por Pepe Yunes Zorrilla, por Héctor Yunes, por Cirilo Vázquez, por Lorena Piñón, a su majestad Anilú I nadie la fumó. Quedó en quinto lugar de seis contendientes.

Su ego, pues, estaba herido. No se presentó a la reunión en que “Alito” Moreno reveló el resultado de las cuatro encuestas, todas ganadas por Pepe Yunes.

Arremetió contra “Alito” Moreno. Dijo que nada tenía contra Pepe Yunes y que el tiro era con el dirigente nacional priista, pero en los hechos hizo todo por descarrilar al diputado federal oriundo de Perote.

Presa de sus aceleres, víctima de sus errores, de ir al choque frontal, de no seguir las formas políticas, se enfundó en la piel de oveja y trató de acercarse a Pepe Yunes buscando rescatar algo de lo que perdió.

Desairada, ignorada, pasó días con el teléfono en la mano. Llamaba al cuasi candidato del Frente Amplio mañana, tarde y noche. Y Pepe Yunes no la dejó llegar.

Al final se fue. Venía deslizando que su padrino, el senador Miguel Ángel Osorio Chong, le abriría la puerta en el Partido Verde Ecologista de México y así se enfilaría a la candidatura al Senado, segunda fórmula de la alianza con Morena y el Partido del Trabajo en Veracruz. O sea, 

Otra de las tránsfugas, Nubia Mayorga, senadora, ya está en el PVEM. Ambas son parte del grupo que integra la Alianza Progresista, sumadas a ex gobernadores de mala nota como Alejandro Murat, de Oaxaca; Eruviel Ávila, del Estado de México; el ex alcalde de Cuajimalpa, Adrián Rubalcava, títere de la estridente y manipuladora Sandra Cuevas; el senador Jorge Carlos Ramírez Marín, que hizo el oso cuando pretendió ser candidato de Morena al gobierno de Yucatán.

Ante ellos, Anilú es microscópica. Fuera de Veracruz, ni quién sepa que existe. Se le conoce por su linaje duartista, lo que es una vergüenza; o por su desastroso paso por la presidencia del Congreso estatal, donde no sabía cuándo llamar a receso y cuándo concluir una sesión; o por la denuncia ante la Fiscalía General de la República por corruptelas con las estancias infantiles cuando era delegada de Sedesol federal; o por su afán por ser ella y nadie más la que, se imagina, es merecedora de todas las candidaturas y cargos públicos, y si son plurinominales, mejor, atropellando el derecho de otras mujeres priistas.

Subida al carro de Sheinbaum, sumada a la causa Morena, Anilú Ingram ha de suponer que sus palabras, sus denuncias, sus ataques a Cuitláhuac García, las masacres, los heridos, la corrupción en el gobierno de Veracruz, las denuncias de acoso sexual, las críticas a la Fiscalía del Estado, quedaron en el olvido. En Morena no la tragan; en Morena la usan.

Voraz como pocas, Anilú Ingram fue diputada local por dedazo de Javier Duarte; fue diputada federal haciendo macolla con Osorio Chong; es diputada local por un arreglo de mafias. El PRI le dio todo y cuando no le colmó la ambición, saltó a Morena.

Si hubiera sido candidata al gobierno de Veracruz, habría entregado la elección a Rocío Nahle García, la zacatecana que cree que tiene a Morena a sus pies.

Al final, Anilú se descaró. Agarró su matraca, la hizo sonar y se le quiere meter a Claudia Sheinbaum.

Nadie tiene como no sean sus amigos de fallida aventura, Fernando Kuri y Jorge Carvallo, intentando que Javier Herrera Borunda, hijo del Fidel y mandamás del Verde en Veracruz les arroje alguna migaja del poder. 

Se fue sola, sin grupo, sin votos que le pueda acarrear a la bastonera presidencial.

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