Su contrincante en Morena, Miguel Pintos, es símbolo de la corrupción
Tania Cruz ya debió ir por un notario y escriturar la diputación federal.
Aferrada a la curul, va por su tercer período, segunda reelección, así tenga que pasarle encima al osado Miguel Pintos Guillén y a su padrino, José Luis Peña Peña, esposo de Rocío Nahle.
Tania Cruz, maestra, activista, mujer de deporte, tuvo la agilidad para treparse en el efecto López Obrador, en 2018, y así conocer San Lázaro, el palacio legislativo federal, el recinto donde Morena, su partido, destroza las leyes, viola un día sí y otro también la Constitución, extingue fideicomisos y los 135 mil millones de pesos o más se los engulle el presidente, que es papá del zángano que habitó la Casa Gris de Houston, el tal José Ramón López Beltrán, y donde se aprueban presupuestos que sirven para el derroche, los proyectos faraónicos, los caprichos de López Obrador, que sirven para nada.
Y Tania Cruz aplaude. Y Tania Cruz aprueba. Y Tania Cruz se suma. Y Tania Cruz es cómplice.
Y tanto le gustó ser parte de esos y otros atentados a la nación, que repitió en 2021, y la maestra ya no quiere soltar el hueso.
Tiene, como todos, sus positivos y sus negativos. Tiene sus intervenciones destacadas y otras que han sido una desgracia, las loas desmedidas al mesías de Tepetitán, léase Manuel Andrés López Obrador (MALO), y un hermano incómodo, Jonathan, el campeón de artes marciales que ha sido denunciado por otras artes, las sexuales, contra una menor de edad, hondureña, de 15 años de edad.
Carga Tania Cruz, la maestra, con esa y otras lápidas, pero la del hermano incómodo no es pesada, es destructiva.
Su rival por la nominación es un flan político, vulnerable, frágil por el cúmulo de tropelías que lo distinguen. Es Miguel Pintos Guillén. Es un invento malogrado de don José Luis Peña Peña, esposo de la cuasi precandidata de Morena al gobierno de Veracruz, Rocío Nahle García.
Peña Peña lo incrustó en la Secretaría del Ayuntamiento de Coatzacoalcos y desde ahí, junto con sus peones en Obras Públicas, controlaron los contratos para sus amigos constructores con los que solían hacer de las suyas en los complejos petroquímicos de Pemex en la zona industrial cuando Pepe Peña era el segundo de abordo en el área de mantenimiento del Complejo Petroquímico Pajaritos, donde, por cierto, la planta Clorados III voló con saldo de una treintena de muerto. ¿Por qué habrá sido? Por falta de mantenimiento. Faltaba más.
Pintos es odiado en Morena. Y más odiado en Coatzacoalcos. Fue el protagonista del escándalo por un acta de cabildo falsa con la que el gobierno de Víctor Manuel Carranza Rosaldo, alcalde impuesto por Rocío Nahle, de 2018 a 2021, se agenció dos canchas de futbol rápido, cuyo concesionario, Ember Ballinas García, demostró poseer los derechos, reconocidos en el acta de cabildo original, la se halla en los archivos del Congreso de Veracruz.
Pintos, pues, es odiado. Tania Cruz, no tanto. La maestra sólo tiene que torcerle la mano al marido de Rocío Nahle y negocio arreglado.
El otro escollo sería Juan Javier Gómez Cazarín, el bandolero que lidera a Morena en el Congreso de Veracruz, quien deshoja la margarita, quien está midiendo si Rocío Nahle, su patrona, se sostiene en la candidatura al gobierno estatal o si se cae por aquello de que es nacida en Zacatecas y no reúne el requisito constitucional.
Tania, pues, se enamoró de la curul.
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