Tal para cual, no les importa que incumpla el requisito constitucional de ser nativa de Veracruz o hija de padre o madre veracruzanos
Qué honor para Nahle. Desde su celda, Javier Duarte le da su aval.
El reo, con su solvencia moral, dice que Rocío Nahle es elegible para ser gobernadora.
No sería, afirma el gordobés, la primera no nativa de Veracruz en ocupar el cargo. Ahí están “don Fernando Gutiérrez Barrios, Patricio Chirinos Calero o Miguel Alemán Velasco, quienes fueron espléndidos gobernadores”, cuenta el recluso.
Pues no va por ahí.
Gutiérrez Barrios, Chirinos y Alemán nacieron fuera del territorio de Veracruz pero eran hijos de veracruzanos y oficialmente tuvieron actas de nacimiento que acreditaron su origen jarocho. Rocío Nahle García, no.
Nahle incumple los dos párrafos del artículo 11 de la Constitución local que determina la condición del veracruzano: haber nacido en el territorio o fuera de él pero ser hijo de padre o madre veracruzanos.
Nahle puede vociferar —y Javier Duarte también— que la residencia de 30 años le da esa condición. Pero no es así. Nahle es zacatecana, de Río Grande, y no es hija de padre o madre veracruzanos.
Así viva mil años en Veracruz, no acredita la condición de VERACRUZANA, que es el primer requisito para ser gobernador. Punto.
Quien desde la prisión la impulsa, o sea Javier Duarte, habla con la calidad moral que lo distingue tras el saqueo a Veracruz, y su sentencia, por ahora, de nueve años tras las rejas.
Rocío Nahle debe sentirse honrada. Se requiere del espaldarazo de tan ilustre especimen cuando las aguas apenas se comienzan a agitar.
Ya verá lo que es navegar con olas de huracán.
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