* La lengua larga del candidato verde * Héctor para gobernador; el hijo de Fidel para secretario de gobierno * PES presiona para que Gonzalo no sea diputado * La rectora tuitera * Seis lechitas para promover el voto * El fuego amigo que Bringas niega * ¿Casa de gestión o antro? * APEC, la cena y el abucheo
Gusta Héctor Yunes de volar, de volarse, de soltar la lengua, de por sí larga y floja, e incriminarse con dichos que aluden a su condición de “elegido” y futuro gobernador. Va dejando huellas el senador. Recorre Veracruz. Es campaña adelantada y es ilegal.
Donde se para dice Héctor Yunes que puntea en las encuestas, que tiene ya amarrada la candidatura, que renuncia en enero de 2016, que nadie como él tiene la mejor intención de voto, que le sobra Beltrones para acudir a la cita con su destino.
Le aqueja la hiperactividad al senador verde. Va y viene por Veracruz, inaugura programas, encabeza eventos charros, solapa a líderes charros, convive con periodistas y pseudoperiodistas y su discurso, en el norte y en el sur, es el mismo: “el candidato soy yo”.
Bastante corrido, curtido en las lides del PRI, sabedor que en política no siempre lo que parece, es, Héctor Yunes Landa le entró al juego del tapado destapado —y adelantado— sin advertir que así juega el PRI con los suyos.
Le apuesta a la desmemoria de los electores, que en diciembre lo escuchaban decir que la gubernatura de dos años, el minigobierno ideado por Javier Duarte para descarrilar a Yunes Landa y al otro senador, José Francisco Yunes Zorrilla, era una “insensatez que pone en riesgo a Veracruz”.
Previo a la aprobación en el Congreso del Estado, el ala legislativa de la pandilla duartista, Yunes Landa despotricaba contra el engendro fraguado por el gobernador Duarte.
Una reseña elaborada por el portal informativo Plumas Libres es hoy la radiografía de Yunes Landa, su capacidad demagógica, la ambivalencia de la moral, el doble lenguaje:
“La porfía de hacer de la Constitución Política Local un traje a la medida constituye un retroceso inadmisible y una aventura peligrosa. La tentativa de asestar un golpe a la democracia para enmascarar la reelección de una facción implica anteponer la ambición al progreso de Veracruz, señaló Héctor Yunes Landa.
“Al referirse a la iniciativa de reforma político-electoral de Veracruz, enviada por Javier Duarte de Ochoa al congreso local, el senador priísta dijo que es preocupante y genera indignación pretender que la ley se ajuste al capricho. Una gubernatura de dos años afectará la economía —que ya roza el escenario recesivo— la seguridad ciudadana y la gobernabilidad, dijo.
“ ‘Confío en la reflexión profunda que seguramente harán los diputados locales sobre este tema’, agregó.
“Recordó que cuando fue diputado local se opuso a la bursatilización ‘el tiempo nos dio la razón, por eso yo confío en que los legisladores van a analizar y decidir lo que mejor conviene para Veracruz’.
“Expresó que estará atento a la resolución del Congreso del Estado de Veracruz para evaluar su participación en la contienda electoral, independientemente de las modalidades que determinen las leyes”.
Tuvo un destello de dignidad el 7 de enero. Llegó el presidente Enrique Peña Nieto a Veracruz, día en que se conmemoró el primer siglo de la promulgación de la Ley Agraria. Ahí dejaron los Yunes rojos a su gobernador Javier Duarte. Se pusieron de pie y abandonaron el evento.
Sacudieron a la clase política. No era un desaire al presidente Peña Nieto, quien sabía del abandono prematuro de los senadores veracruzanos. Le hicieron sentir al gobernador el efecto del ridículo.
Pero la dignidad en Yunes Landa es efímera. La insensatez es suya si de por medio está convertirse en el microgobernador de dos años.
Traidor de su propia palabra, días después ya brincoteaba Yunes Landa en los jardines de la Casa Veracruz. Acudió a una convocatoria que se suponía secreta. Ahí amarró la Secretaría de Protección Civil para su amiga Yolanda Gutiérrez Carlín.
Pues el secreto mejor guardado fue la delación mejor difundida. Lo atrajo Javier Duarte y una vez que había abandonado Casa Veracruz lo balconeó. Tomó el teléfono y enteró a los textoservidores, quienes minutos después darían la noticia: El insensato verde ya era pichón.
Se comen así los priístas. Hablan y divulgan. Se balconean y difaman. Héctor Yunes hizo un pacto con Pepe Yunes Zorrilla. Irían ambos en proyecto de ocho años: dos de la minigubernatura y seis del período siguiente, como si fueran Fidel Herrera y Javier Duarte, como si Veracruz se les hubiera escriturado.
Yunes Zorrilla, apocado como es, amilanado y excesivamente cauto, apenas se mueve. Ya externó que iría por la gubernatura de dos años —otro insensato de doble discurso— pero no deja de torpedear a Javier Duarte. La última fue revelar que Veracruz presenta un déficit mensual de 9 mil millones de pesos, y que no que hay manera de enfrentarlo y corregirlo.
Pero Yunes Landa ya es más duartista que Javier Duarte. Y megalómano. Le bajó a la crítica. Olvidó que “la tentativa de asestar un golpe a la democracia para enmascarar la reelección de una facción implica anteponer la ambición al progreso de Veracruz”.
Su campaña es verde. Así la concibió Fidel Herrera Beltrán. Basta ver el portal de Héctor Yunes en internet, sus invitaciones, la estrategia que esbozan sus allegados. Será el candidato del Partido Verde Ecologista de México y de llegar al gobierno de Veracruz, el secretario de gobierno será Javier Herrera Borunda, hijo del sultán del Golfo.
Javier Duarte escuchó en un vuelo la señal del presidente Peña Nieto. Le preguntó cómo era su relación con Héctor Yunes. No muy buena, respondió el incauto gobernador. Pues que mejore, le dijo EPN. Y Javier Duarte se la tragó.
Comenzó el despliegue, la proyección de Yunes Landa, la injerencia del gobernador verde de Chiapas, Manuel Velasco Coello, en Veracruz.
Ya opera la pandilla chiapaneca en Veracruz. Javier Herrera Borunda iba a ser secretario de gobierno de Manuel Velasco, en Chiapas, pero las fuerzas locales lo atajaron. Desde las sombras opera para el padre. Manda como si fuera vicegobernador. Ahora va sobre Veracruz, usado Héctor Yunes como punta de lanza.
Yunes Landa representa el pacto de la indecencia. Con Héctor Yunes habrá impunidad, a salvo la pandilla fidelista, encubierta la pandilla duartista, inmunes Spinoso, Deantes, Erick Lagos, Tarek Abdalá, Manzur, Charleston, Audirac, Silva Cisne, Carvallo, Fidel y Duarte.
La condescendencia de Héctor Yunes hacia sus verdugos es escandalosa. Hace cinco años lo vapulearon, lo torearon y lo pulverizaron. Le hizo creer Fidel Herrera que habría juego limpio, cartas abiertas, para contender por la candidatura del PRI. Y Yunes Landa le creyó.
Lo apabulló la prensa duartista. Le revivieron episodios del pasado, un fraude a un ingenio cañero, usados los millones para financiar una campaña política. Lo obligaron a dar la cara y pregonar que tenía las manos limpias y las uñas recortadas.
Recibió la estocada cuando no pudo abrir el padrón priísta. No acreditó las firmas de militantes para contener por la candidatura. A sus años pecó de ingenuo y lo pagó.
Vuelve a ser el incauto de antes, obsesionado con alcanzar una candidatura que siente que se le desbarata entre las manos. Peña Nieto arma el juego del tapado, da línea, no dice que sea Héctor Yunes, le dice a Javier Duarte que mejore su relación con él y el gobernador cree que es el ungido.
Así es el juego del tapado. Yunes Landa es el destapado y adelantado, pregonando que anda en campaña, que quiere ser gobernador. Una campaña que viola la ley.
Sólo olvidó algo el senador verde: el PRI es rojo.
Archivo muerto
Placeó y se balconeó Gonzalo Guízar Valladares. Así fue toda la campaña. No se metió a fondo, no movió el voto, no logró prácticamente nada. Obtuvo poco más de 5 mil votos el candidato del Partido Encuentro Social a la diputación federal por Coatzacoalcos, sabedor que él sería diputado plurinominal, asegurada su curul por ocupar la primera posición en la lista de la tercera circunscripción. Logró el PES mantener su registro. Obtuvo el 3.30 por ciento de la votación total, pero en la tercera circunscripción, a la que pertenece Veracruz, sólo alcanzó el 2.12 por ciento. O sea, Gonzalo Guízar no operó como se suponía. La meta eran 80 votos en Veracruz y el PES sólo logró 55 mil 431. Fallido el resultado, presiona el PES para que Gonzalo Guízar no asuma la diputación federal, que se quede a trabajar por la próxima gubernatura. Se lo dice en abierto el secretario general del PES, Juan José García Espinosa. Y si Gonzalo Guízar ejerce su derecho y aplica como diputado federal, a contrapelo, estaría a un paso de salir del PES… Convertida en toda una tuitera, Sara Ladrón de Guevara intenta expiar culpas, la tibieza de sus acciones, la falta de vigor, el discurso tenue ante el ataque a ocho universitarios a manos un comando parapolicíaco o paramilitar, la madrugada del viernes 5. Muy activa la rectora de la Universidad Veracruzana, usa las redes sociales para informar que si los heridos ya fueron dados de alta, que si la UV sufragó los gastos médicos, que si estará pendiente del proceso judicial hasta dar con los culpables. Ajá. Sara Ladrón de Guevara debiera leer las reseñas del movimiento estudiantil de 1968. Ahí sabría del conflicto que detonó aquella gesta, del allanamiento por parte de la policía al campus universitario, del bazukazo a la Prepa de San Ildefonso. Sabría Sara Ladrón de Guevara que hubo un rector, Javier Barros Sierra, que marchó con los estudiantes, que radicalizó el discurso, que defendió a su comunidad universitaria, que enfrentó al gobierno. Él, Barros Sierra, pasó a la historia; ella, Sara Ladrón de Guevara, no va a pasar a ningún lado porque su complacencia es complicidad. Cuando alce la voz, cuando exija respeto a los universitarios, cuando ponga un hasta aquí al atropello urdido desde los sótanos del régimen duartista, usando encapuchados con formación policíaca, entonces será una rectora digna del cargo que se le confirió. Dice una versión que no mueve un dedo porque la coartada de la pandilla duartista es que los jóvenes agredidos tenían en su poder “propaganda subversiva”, propaganda de Morena, el partido de Andrés Manuel López Obrador. Habrase visto, golpeados con bates de beisbol y machetes, por tener propaganda de un partido político. Y si fuera “propaganda subversiva”, por qué no los consignaron ante la autoridad correspondiente, como dice la ley, por qué medio matarlos… Nada casual. Le dieron a las promotoras del PRI un tesoro para conseguir el voto: seis lechitas de las que suele suministrar el DIF a las clases necesitadas. Con esa arma electoral tan valiosa —leche de un cuarto en empaque tetrapak— debían convencer a las bases priístas que Rafael García Bringas era la mejor opción para ganar la diputación federal por el distrito de Coatzacoalcos. Obvio, sin estímulo, sin nada que las motivara, agraviadas porque eso era una burla, no hubo quien acarreara votantes y así cayó el PRI. ¿Quién ideó semejante treta?… De día es casa de gestión; de noche, bar y otro poco y hasta le ponen tubo. Dicen los vecinos que cuando la gata se va a Xalapa, los ratones hacen fiesta. Y qué fiesta. Corre alcohol, música y un bullicio que pareciera antro de mala muerte. Organiza los reventones la encargada de una oficina legislativa en el sur de Veracruz… Así ya no sabe la cena. O sí. Sabe rancio. Le ocurre a Victoria Rasgado Pérez, presidenta de esa cosa llamada APEC, la Asociación de Periodistas de Coatzacoalcos, que sentía la descalificación de sus colegas, el rechazo y el repudio. Sonó su nombre y llegó el abucheo aislado, en mal momento, no escuchado por todos, en la cena que ofreció el senador verde, Héctor Yunes Landa, a los periodistas del sur, el miércoles 10, agasajo por la libertad de expresión y pretexto para que el aspirante al gobierno de Veracruz se placee. Alcanza la repulsa a los managers de la presidenta de la APEC, que minutos después buscan culpables y reclaman. Nadie lo hizo, nadie abrió la boca, supuestamente, pero el abucheo se escuchó, refiere uno de los testigos…
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