* Los cuatro disparos y la muerte en Cosalapa * Javier Duarte: la tormenta que viene * Morena: riesgo de infiltración en casillas * Nahle: mejor intención de voto y sin estructura electoral * Multa de 1.1 millones al PRD * Antuán fue pillado en campaña * Las marrullerías de Erick Lagos * Excluyen a beneficiarios de Prospera
Le guste al duartismo o no, lo desvirtúe o lo tenga que asumir, Armando Saldaña Morales representa hoy más que un nombre: es el doceavo periodista asesinado en los días del reinado de Javier Duarte en Veracruz.
Su muerte ocurre a tres años de la partida de Regina Martínez Pérez, ultimada el 28 de abril, y de Gabriel Huge, Guillermo Luna Varela y Esteban Rodríguez, victimados brutalmente, el 3 de mayo siguiente. Todos de 2012.
Armando Saldaña era conductor de programas de radio. Laboraba para la K-Buena de Tierra Blanca, municipio de Veracruz. Antes había sido periodista en El Mundo de Córdoba, El Sol de Córdoba, La Crónica de Tierra Blanca y Radio Max.
Vivía en Las Limas, municipio de Tezonapa, en Veracruz, en la zona limítrofe con Oaxaca, conurbado al municipio de Cosolapa, ahí donde se vive entre la violencia y el miedo, entre la promesa de seguridad y el amago del crimen organizado.
Se le vio con vida la mañana del domingo 3 de mayo. Viajó a territorio oaxaqueño en busca de la noticia para su programa “La Grilla, Punto y Debate”, que transmitía los sábados desde Tierra Blanca. Ya no regresó.
Apareció su cuerpo en Cosolapa, en territorio oaxaqueño, a la orilla de un arroyo entre las comunidades Morelos y Rancho Tablas. Era la tarde-noche del lunes 4. Lo hallaron cortadores de caña que pasaban por el lugar. Vieron los restos de aquel hombre y dieron aviso a la policía.
Presentaba huellas de tortura. Le asestaron cuatro balazos. Unas informaciones dicen que los cuatro impactos fueron en la cabeza; otras, que los tenía en diversas partes del cuerpo.
Se hallaba boca abajo, junto a una camioneta Ford-150. El vehículo está registrado a nombre de Juan Carlos Neri, con residencia en Almolonga, municipio de Cosolapa, Oaxaca. Según fuentes extraoficiales, citadas por el portal Al Calor Político, la camioneta se la habían prestado.
A sus 53 años, Armando Saldaña Morales realizaba periodismo cultural y de denuncia. Había pasado por varios medios de comunicación, todos del estado de Veracruz.
Ejercía un periodismo crítico. Instaba a sus radioescuchas a denunciar, a no quedarse callados para limpiar la podredumbre del sistema, para enfrentar la corrupción. Era su línea.
Nada se sabe, oficialmente, del móvil del crimen. Hermética, la Fiscalía de Veracruz guarda datos, especula con el morbo, arma, como siempre, la novela de su estrella estelar, el fiscal Luis Ángel Bravo Contreras, alias “Culín”, que de esa zona conoce a los malos y a los más malos y a los peores. Nada dice la Procuraduría de Oaxaca.
Nada se sabe oficialmente, pero sí extraoficialmente. Atribuyen los primeros reportes, algunos circulados en redes sociales, que Armando Saldaña había difundido o investigaba información relacionada con las bandas dedicadas al robo de combustible, los chupaductos, en la zona limítrofe entre Oaxaca y Veracruz.
Versiones que circulan en medios de prensa aseguran que tenía información pesada de personajes públicos involucrados en el robo de combustible, una actividad que se ejerce impune, sin que el gobierno federal la haya podido neutralizar.
Su caso no tardó en verse relacionado con otro suceso violento, ocurrido nueve meses atrás en territorio oaxaqueño. También tiene relación con los chupaductos.
Octavio Rojas Hernández fue ultimado también por información relacionada con los chupaductos. Su caso es nebuloso. Las primeras noticias indican que Octavio Rojas era corresponsal del periódico El Buen Tono, editado en Córdoba, Veracruz; que publicaba ahí y que había tocado el tema de los ladrones de combustible.
Octavio Rojas fue ultimado el 11 de agosto de 2014. Le asestaron cuatro balazos. Su caso hirió a su familia, la llenó de luto y sólo rozó al gremio periodístico veracruzano.
Sin embargo, tres meses antes, El Buen Tono lo descalificó. Dijo que era un “supuesto periodista”. Y era que Octavio Hernández realizaba funciones de director de Comunicación Social del ayuntamiento de Cosolapa, voceador de periódicos y vendedor de tortillas, actividad que realizó con dignidad.
El Buen Tono lo señaló de abuso de autoridad contra un ejidatario. Se deslindó de cualquier actividad relacionada con Octavio Rojas.
Pero el 9 de agosto, El Buen Tono difundió información que implicaba al jefe de la policía de Cosolapa, Fermín Venegas Fernández, como integrante de la banda de chupaductos.
Dos días después, Octavio Rojas, el periodista que no era tal, fue asesinado de cuatro balazos. Atribuyeron los medios de prensa a que la información divulgada por El Buen Tono había sido filtrada por él.
Muchos no leyeron la noticia del jefe policíaco y los chupaductos. Les bastó con escuchar la fuerza con que era voceada, escandalizando, sobredimensionando los hechos. De ahí partió el asesinato de Octavio Rojas.
Tuvo un fugaz paso por El Buen Tono. Quedó viva la idea de que seguía pasando información al periódico cordobés y eso propició su muerte.
El Buen Tono aprovechó el momento y al que había descalificado, lo enalteció. El 28 de mayo de 2014 había publicado que Octavio Rojas y el jefe policíaco, Fermín Venegas, habían incurrido en un abuso de autoridad en contra del campesino José Hernández Parra.
“La familia Hernández hizo responsables de lo que les pueda pasar al Ayuntamiento y a un supuesto periodista, identificado como Octavio Rojas, quien les estuvo tomando fotos, además de que ya recibieron amenazas para que desistan de continuar con la denuncia”, divulgó el rotativo.
El 11 de agosto Octavio fue asesinado. Entonces El Bueno Tono dijo que era su corresponsal en Cosolapa. Días antes, el Ejército realizó acciones en base a una denuncia de Pemex. Entre lo decomisado a los delincuentes se halló un vehículo supuestamente propiedad del jefe policíaco Fermín Venegas. Era la liga del policía y los delincuentes. Y loo publicado por El Buen Tono sentenció a Octavio Rojas.
A Octavio Rojas le metieron cuatro plomazos; a Armando Saldaña también. A Octavio Rojas lo mataron en Cosalapa; a Armando Saldaña también. Dice la versión oficial que a Octavio Rojas lo ultimaron por divulgar información sobre las bandas dedicadas al robo de combustible; dicen los primeros reportes que a Armando Saldaña le quitaron la vida porque sabía demasiado de esos grupos delincuenciales.
Armando Saldaña era veracruzano, nacido en Laguna Chica, población de unos 2 mil habitantes, perteneciente al municipio de Tezonapa. Ejerció el periodismo de crítica, su voz para instar a la denuncia, a no callar para que haya un cambio, a no dejar pasar la corrupción. Trabajó para medios de comunicación veracruzanos.
Su línea era escuchada cada sábado en su programa “La Grilla, Punto y Debate”, en la K-Buena, y para ese espacio reporteaba información, presuntamente relativa a los chupaductos, y eso lo llevó a la muerte.
Armando Saldaña es, quiéralo o no el gobernador, el doceavo periodista veracruzano asesinado durante el reinado de Javier Duarte. Y es la tormenta que está por venir.
Todo un récord.
Archivo muerto
Convoca Morena a cualquiera a cuidar casillas, a ser parte de la democracia, a vigilar que el voto sea respetado. Una corriente de pejistas propone que cualquier ciudadano de bien sea integrado para representar al partido en las mesas de votación. Es un contrasentido si se sabe que su candidata en el distrito de Coatzacoalcos, Rocío Nahle García, sospecha hasta de su sombra, si vive en el sospechosismo superlativo, si nunca ha podido integrar una estructura electoral porque para ella, doña Chío Nahle, nadie es digno de confianza. Aún así, hay una corriente de morenos que instan a cualquiera a acercarse al partido de Andrés Manuel López Obrador para el cuidado de casillas. Obvio, se frotan las manos en el PRI, PRD, PAN, para enviar a su ejército de mapaches, militantes con horas de vuelo, y así infiltrar la estructura electoral de Morena. En 2012, Rocío Nahle fue la estrella del PRD. Era la candidata a la diputación federal y controlaba todo: promoción del voto y estructura electoral. Acreditó representantes en las más de 500 casillas del distrito de Coatzacoalcos. Sin embargo, los representantes eran fantasmas. El entonces IFE los tuvo en sus listas de representantes de partido, pero los nombramientos se quedaron en el cuartel de campaña. Dejó descubiertas más de 300 casillas y el fraude se consumó. Dejó camino libre al PRI. Rocío Nahle tuvo una votación altísima y no pudo alcanzar al candidato del PRI, Joaquín Caballero Rosiñol, cuyos votos se dispararon justamente en las casillas que el grupo de Rocío Nahle dejó descubiertas. Y ahora convocan a cualquiera a cuidar los votos de Morena en las casillas. Y entre los convocados van, por supuesto, los infiltrados del PRI. Recuérdese que la elección intermedia no es de candidatos sino de estructuras electorales. La gana quien las tiene. Rocío Nahle tiene la mejor intención de voto en el distrito de Coatzacoalcos, pero los votos se esfuman si no hay quien los defienda, ahora sí que parafraseando al Peje, casilla por casilla… Números duros. Aplicará el Instituto Nacional Electoral multas a los partidos políticos por irregularidades financieras en el período de precampaña. Se lleva las palmas el Partido de la Revolución Democrática, que del millón 500 mi pesos, será sancionado con 1.1 millones. O no saben presentar sus informes contables, o de plano ya le crecieron las uñas a los perredistas… Salim Antuán fue pillado en plena faena. Salim Antuán aparece en el video. Salim Antuán escolta al candidato del PRI a diputado federal, Rafael García Bringas. Del video extrajeron fotografías que circulan en la red de redes, el internet. Salim Antuán Contreras Balderas es el director de Mercados, aspirante a líder de la CNOP, el sector popular del PRI, y ese día, cuando García Bringas recorría uno de los mercados no tenía por qué estar ahí, en horario de trabajo, como prohíbe la ley a los funcionarios públicos en tiempos de campaña… No aplica aquello de que “el respeto al partido ajeno es la paz” Erick Lagos Hernández. Rebasa la marrullería al hijo político de Fidel Herrera Beltrán, el ex gobernador que de secretario particular lo hizo diputado local, subsecretario de Gobierno, líder del PRI estatal y secretario de Gobierno. Lo acusa el candidato del Partido del Trabajo a diputado federal por Acayucan, Marcos Hernández Villanueva, de obligar a los beneficiarios del programa Prospera a asistir a los mítines del priísta. Se vale, dice Marcos Hernández, de la presión que ejerce el coordinador de Prospera, Alejandro Hitchman Echeverría, el encargado de realizar el trabajo sucio. Diría el sabio, “el respeto a la dignidad del ciudadano es la paz” o se la pueden cobrar a la hora emitir su voto. De por sí, el Terrible Erick es mal querido en el distrito de Acayucan y se le ve como el sospechoso número uno del atentado a la candidata del Movimiento de Regeneración Nacional, Janix Liliana Castro Muñoz, a quien le quemaron su casa y oficina del partido, en ciudad Isla. Esa es una. La otra es la descara intromisión en campaña del alcalde Marco Martínez Amador, marionetita de las hermanitas Vázquez Saut, que usa la estructura de poder para favorecer al priísta. El expediente ya está integrado y pronto levantará polvo…
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