* El minigobierno los enfrenta * Dice que no riñe con el gobernador, pero su proyecto “es inmoral” * La caballada escuálida del PRI * 5 mil millones para el túnel sumergido y no lo concluyen * Ni un peso para traer el agua de la presa Cangrejera
Héctor Yunes Landa sí anda a la greña con Javier Duarte. No lo dice y hasta lo niega. Refiere que su discrepancia es de concepto político, pero que ni se pelea con el presidente ni tampoco con el gobernador. Pero en los hechos, sí hay bronca, y grande.Se engalló desde antes que el gobernador de Veracruz impusiera la gubernatura de dos años, no sólo por el daño a la política social, a la inversión privada, a los programas y proyectos, y llegó a decir que la iniciativa de Javier Duarte no tendría su apoyo, incluso si contara “hipotéticamente” con el aval del Presidente Enrique Peña Nieto.
Lo tomó al vuelo Arturo Reyes Isidoro en su columna Prosa Aprisa, el 21 de diciembre, punzante con la postura del senador veracruzano.
“Pareciera que cuando alzó la voz Héctor confundió a su enemigo político —escribió Reyes Isidoro—. Su pleito era —y es— con Duarte. Ahora ya es también con Peña Nieto: le vale poco lo que éste avale, según dijo”.
Y agregó:
“Hay quienes ya lo ven en el monte. Seguramente tan pronto dijo lo que dijo, los informantes de Gobernación lo reportaron y llegó hasta conocimiento del presidente. No se sabe si Héctor tratará de aclarar el sentido de sus palabras por sí o a través de algún intermediario, o de plano las negará. A mi juicio, su rebeldía quitando peso al peso político que tiene Peña Nieto, le resultará costosa”.
Héctor Yunes reaccionó. Difundió en caliente su posición frente a la interpretación de Reyes Isidoro. Usó las redes sociales, los correos electrónicos, los medios afines, su clientela entre la prensa.
Su carta aclaratoria le sirvió para precisar que el pleito no es con Peña Nieto. Dice que tampoco con Javier Duarte, pero luego, en lenguaje hectoryunista, deslizó sus diferencias con el gordobés.
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“En efecto a pregunta expresa de un reportero en la ciudad de Veracruz hace unos días, respondí que no apoyaría la iniciativa de reforma político-electoral aun cuando contara, hipotéticamente, con el aval del Presidente Enrique Peña Nieto.
“Respondí a un supuesto.
“Pero mi negativa, estimado Arturo, no es contra el Presidente Peña, ni contra el gobernador Javier Duarte”.
“Es contra las repercusiones que traerá la minigubernatura y porque no veo beneficios tangibles para los veracruzanos”.
Pero el pleito es sobradamente real. Cuando explicó las razones por las que se oponía al minigobierno de dos años, discrepó del concepto duartista, sin decir que el tirano es Javier Duarte.
“La reforma político-electoral que aprobamos en el Congreso de la Unión mandata la homologación de al menos una elección local a una federal. De tal manera que la minigubernatura no era necesaria. Con la modificación del plazo de diputados locales era suficiente.
“He insistido que la gubernatura de dos años pone en riesgo la gobernabilidad y seguridad pública de Veracruz. Las circunstancias por las que atraviesa el estado reflejan la imperiosa necesidad de establecer políticas públicas integrales de mediano y largo plazo en la materia.
“Bajo las circunstancias financieras por las que atraviesa la entidad, las cuales en parte reflejaste ayer puntualmente en tu columna, indican que se necesita emprender un saneamiento financiero, mismo que en un periodo de dos años, será casi imposible tener resultados palpables.
“Desafortunadamente estimado Arturo, hay quienes de manera oficiosa pretenden ‘amarrar navajas’ en lugar de dedicarse de tiempo completo al encargo que les han conferido temporalmente”.
Héctor Yunes es adicto al lenguaje críptico. Gusta de decir no cuando es sí, y decir sí cuando es no; a veces no a decir mucho sin decir nada; otras, a aludir sin identificar.
Tras la aprobación del minigobierno por parte del Congreso de Veracruz, el senador Yunes Landa se lanzó contra la imposición duartista.
“Tan no existen beneficios para los veracruzanos, pero sí para un grupo, que no explicaron a detalle, ni dieron argumento sólido alguno sobre esta decisión. Esta reforma despierta sospecha y hiede a inmoral.
“El mensaje que se envía a la sociedad es que en la entidad se promueve la impunidad y el ‘amiguismo’.
Javier Duarte es el destinatario de la crítica de Héctor Yunes. El pleito no radica en la intención de homologar las elecciones estatales con las federales. Javier Duarte lo hizo con filo político, los Yunes rojos —Héctor y el también senador José Francisco Yunes Zorrilla— convertidos en el objetivo. En 2016 ambos podrían ser candidatos pero sólo para un gobierno de dos años. En 2018 sus padrinos —Luis Videgaray Caso y Manlio Fabio Beltrones— ya no pesarían ante el presidente saliente, Enrique Peña Nieto, y la candidatura para el gobierno de Veracruz, ese sí de seis años, sería potestad del nuevo candidato presidencial priísta. O sea, los sacó de la jugada.
Héctor Yunes sabe lo que es ser marginado en tierra fidelista y duartista. En 2010 jugó en la treta democrática del PRI, la imposición disfrazada, y no logró su registro como precandidato a la gubernatura, desdeñado por Fidel Herrera, entonces en la “plenitud del pinche poder”.
A todos decía que no le tenía tirria a Javier Duarte y que el problema era de formas, de proyecto, de consecuencias para Veracruz. Jugaba con las palabras, sabida su oposición a que el gordobés fuera el nuevo gobernador.
Sumiso, abyecto, en público se entrega a Javier Duarte. De labios hacia fuera, Héctor Yunes no agrede a Javier Duarte. En corto es otro. Discrepa y se engalla ante los embates del duartismo, las maniobras para cerrarle el paso hacia la gubernatura de seis años, renuente a inmiscuirse en la de dos años.
No cita Héctor Yunes a Javier Duarte por su nombre, pero descalifica su proyecto de minigobierno. Categoriza a la reforma político-electoral duartista como sospechosa y que apesta a “inmoral”. Es, a su juicio, beneficiosa para un grupo político, el del gobernador.
Estilo yuneslandista en pleno. Javier Duarte se dedica a amarrar navajas. Grilla pura en las horas que debiera emplear para atender los temas referentes al “encargo que les fue conferido temporalmente”.
Lanza dardos el senador Héctor Yunes, tangencial como siempre. Su verdugo es Javier Duarte pero en la hora de la definición flaquea, no lo señala, nada le imputa. Sólo de lado, siempre de lado.
Andan a la greña y todo Veracruz lo sabe. Pero acá entre nos.
Archivo muerto
Caballada mísera la del PRI para la diputación federal: Erick Lagos Hernández, creador de conflictos políticos desde la Secretaría de Gobierno de Veracruz, repudiado en Acayucan; Alberto Silva Hernández y los vínculos familiares con el narcoempresario Francisco Colorado Cessa, autor de descomunal deuda en Tuxpan cuando fue alcalde; Jorge Carvallo Delfín, que ni es de Veracruz, el “Toluco”, de malos manejos en el Congreso estatal, repudiado en los Tuxtlas; Adolfo Mota Hernández, el de los aviadores en la Secretaría de Educación y que pretende el distrito rural de Xalapa; Noemí Guzmán Lagunes, dilapidando apoyos de Protección Civil sólo en el distrito que quiere representar, Coatepec; Eduardo Vega Yunes, que ni lo tragan los priístas porque viene del PAN ni le perdonan los panistas que se haya ido al PRI; Tarek Abdalá Saad, quien dejó a miles de burócratas estatales sin aguinaldo siendo tesorero del estado, de negro historial en su paso por el DIF de Rosa Borunda, hijo del fidelismo, aspirante por Cosamaloapan; Cirilo Vázquez Parissi, otro tránsfuga del PAN, doble cara, odiado por los Merlín y por los Cadena en Cosoleacaque, a quienes les disputa el cacicazgo; Víctor Rodríguez Gallegos, marcelista, don trastupijes en la delegación Veracruz de la Sedesol federal, negociante con recursos para programas sociales, repudiado en su pueblo, Coatzacoalcos, y anexas; Reyna León, la reina de los casinos, de donde no sale hasta que se gana el bingo mientras su hijo, Saúl Wade León hace de las suyas con el tesoro de Minatitlán, beneficiarios ambos de la impunidad que les allega el esposo y padre, Jorge Wade González, el líder petrolero de las dos derrotas electorales. Ninguno gana a menos que la oposición se preste al juego del rival más débil y postule a lo peor de sus respectivas militancias. ¿Es caballada o es burrada?.. Aberraciones de los políticos: invierten más de 5 mil millones de pesos en el túnel sumergido de Coatzacoalcos, que quizá algún día se termine de construir, y son incapaces de destinar un centavo para traer agua de la presa Cangrejera, lo que terminaría con el conflicto por la presa Yuribia. El túnel sumergido es un elefante blanco. Su costo se disparó por corruptelas, maromas y enjuagues y cochupos. Está inmerso en un conflicto legal de demandas y contrademandas entre la constructora y el gobierno de Veracruz. Es un barril sin fondo. Si esos recursos se hubieran destinado al proyecto para conectar la presa Cangrejera con Coatzacoalcos, el conflicto con los tatahuis por el control de la presa Yuribia fueran historia. A Coatzacoalcos le sobraría el agua. Pero los políticos no piensan ni actúan en función de la sociedad…
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