* La cuota de Marcelo: 2 millones al mes * ¿Por qué Chagra no denunció el doble levantón? * Fidel Robles y el candidato de Las Choapas * Emilio Cárdenas, vocero del PRI * Crisis en Limpia Pública * ¿Nuevo Rey de la Basura?
Aferrado a un móvil sin lógica, ejercida la “justicia” a base de amenazas y tortura, Javier Duarte de Ochoa quiere al crimen de Regina Martínez Pérez como rehén de sus fobias periodísticas, revertir una sentencia en contra y de paso mandar al diablo al magistrado Edel Álvarez Peña.
Enano entre los de moral pequeña, el gobernador de Veracruz maniobra para validar el descabellado móvil que hizo a la corresponsal de la revista Proceso responsable de su propia muerte, asesinada por dos compañeros de parranda, “novia” de uno de ellos, delincuencillos, uno seropositivo, y refrendar que no la mataron por lo que escribía. De veras que se necesita tener mente criminal para armar semejante estupidez.
Terco, Javier Duarte ha sostenido esa hipótesis desde que Regina Martínez fue victimada la tarde del 28 de abril de 2012 —ya dos años— en su hogar de Xalapa, golpeada y finalmente estrangulada, acallada cuando exhibía con sus denuncias el regreso de personajes siniestros a la farándula del poder, vinculados con el crimen organizado, cuando denunciaba la degradación social y la pobreza, la corrupción, el saqueo de las arcas públicas, el atropello militar en zonas indígenas y la narcopolítica como moda de gobierno.
Regina Martínez fue asesinada por su trabajo profesional y eso Javier Duarte lo sabe. Valiente ella, pudo enfrentar a un sistema envilecido, revelar cifras del gran peculado fidelista, documentar la infiltración de los malosos en las policías, evidenciar la miseria en que está sumido Veracruz. Y, en cambio, cobardes sus detractores, no tuvieron límites para enlodar a la corresponsal de Proceso y lincharla pública y judicialmente cuando ya no podía defenderse.
Duarte le apuesta a un juicio de amparo, próximo a resolverse. Con un fallo a favor, se extinguiría la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Veracruz que dejó en libertad a Jorge Antonio Hernández Silva, alias “El Silva” —agosto 8 de 2013—, por violaciones a sus derechos humanos, carecer de una debida defensa legal y confesar mediante tortura.
Duarte, en ese punto, se hizo de un aliado a modo: Ángel Alfonso Martínez Pérez, hermano de Regina, quien con su juicio de amparo pretende hace efectiva la condena de 38 años a “El Silva”, impuesta por la juez Beatriz Rivera Hernández.
Agraviada desde un primer momento, Regina Martínez hasta muerta fue objeto del embate del sistema. Le imputaron una conducta ligera. Filtró la Procuraduría Veracruzana que era lesbiana. Luego llamó a declarar a reporteras amigas, obligadas a dejar su huella dental para compararla con una supuesta mordida que presentaba la periodista.
Nunca se salió Javier Duarte del script: El móvil era el robo y de ahí no se movió. Convivieron la periodista y sus amigos. Luego vinieron las cervezas. Después la gresca, el ataque, las manos sobre Regina. Al final, un cuerpo sin vida. Se llevarían con ellos —“El Silva y José Adrián Domínguez Hernández, alias “El jarocho”— cuanto pudieron.
Seis meses más tarde, entre palos de ciego y presión social, la prensa hablando de impunidad, el gobernador salió con la charada de que había resuelto el caso Regina Martínez.
Presentó al “Silva” como autor del crimen —octubre 30 de 2012—, mientras Veracruz entero y el gremio de prensa entrecruzaban recelo e incredulidad, indignación y coraje.
Seis meses después fue condenado. Le echaron 38 años y seis meses de prisión. Se sabría que en ese lapso no se le atendió médicamente de su problema de sida. Y algo más: le arrancaron la confesión de culpabilidad mediante tortura. Era el 9 de abril de 2013.
“El Silva” apeló la sentencia. Llegó su caso al Tribunal Superior de Justicia de Veracruz. Lo tuvo en sus manos el magistrado Edel Álvarez Peña, alias “Cara de Muela”, y en cosa de tres meses derrumbó la coartada genial del gobernador Javier Duarte.
Álvarez Peña fue el ponente de la sentencia. Su compadre Andrés Cruz Ibarra lo secundó. Por mayoría decidieron que Hernández Silva quedara en libertad. Era el 8 de agosto de 2013.
“El Silva” fue privado de su libertad varias semanas antes de que se le consignara. “El Silva” fue detenido sin orden de aprehensión. “El Silva” fue torturado. “El Silva” fue obligado a incriminarse. “El Silva” careció de una debida defensa en el juicio. “El Silva” estuvo seis meses en la cárcel sin que se le atendiera médicamente por su problema de sida. “El Silva” vio violados sus derechos humanos.
Bajo esos agravios, Jorge Antonio Hernández Silva dejó la prisión, el caso Regina se quedó sin culpable y Javier Duarte enfrentó un ridículo más.
Cobraba así el “Magistrado Cara de Muela” cuentas viejas. Golpeó al gobernador de Veracruz y a su gurú, Fidel Herrera Beltrán. Álvarez Peña fue tácitamente echado de la política luego de ser alcalde de Coatzacoalcos y líder estatal del PRI, ninguneado pese a su consorcio periodístico —El liberal y una decena de medios— de línea suave, lisonja y aplauso servil a cambio de millonarios contratos de publicidad oficial.
Ese mismo mes, Ángel Alfonso Martínez, hermano de Regina, interpuso el juicio de amparo para que “El Silva” vuelva a prisión. Ante el Cuarto Tribunal Colegiado de Xalapa, fue admitido el 25 de octubre de 2013.
De acuerdo con la revista Proceso, el magistrado ponente es Agustín Romero Montalvo, cuya esposa, María Dolores Silva Ovando, fue favorecida con un nombramiento de Javier Duarte como integrante del consejo directivo del Centro Estatal de Justicia Alternativa.
O sea, por razones de agradecimiento —o complicidad—, el gobernador de Veracruz ya amarró al magistrado clave. Si concede el amparo, Regina fue asesinada por uno de sus compañeros de parranda y se valida así la hipótesis del robo; si no, “El Silva” fue torturado, obligado a incriminarse, se le detuvo sin orden de aprehensión, se le privó de su libertad varias semanas antes de ser consignado, oculto en una casa de seguridad, y careció durante del juicio de un abogado interesado en liberarlo.
Si se concede el amparo, Javier Duarte y el magistrado Agustín Romero convertirían a Regina en responsable de su propia muerte al haber abierto las puertas de su hogar a sus asesinos.
Y si se concede el amparo, descalifica al magistrado Edel Álvarez Peña, ponente de la sentencia que permitió a Hernández Silva dejar la prisión por causas de tortura, reducido a la condición de chivo expiatorio. Mayúsculo descalabro para el “Magistrado Cara de Muela” por llevar a su gobernador al apartado de los impostores de la justicia.
Si el amparo es negado, queda impune el asesinato de Regina Martínez. Derrumba el móvil del robo y mantiene la hipótesis de que a la corresponsal de Proceso la asesinaron por su trabajo profesional, por sus denuncias, por su crítica, por revelar la podredumbre del fidelismo y la complicidad del duartismo.
Si el amparo es negado, Javier Duarte estará liquidado. Lo pierde su fobia a la prensa. Aborrece la crítica. Se indigna ante la verdad en letras de molde. Lo irritan los reportajes de corrupción, su gobierno en el centro del escándalo. Lo intimida la otra cara de la bursatilización. Lo aplasta el periodismo de denuncia. Lo frustra saber que hay prensa que no se deja comprar, Regina entre ellos.
Si el amparo es negado, Javier Duarte esta perdido. ¿Por qué no siguió la pista del crimen causado por lo que escribía Regina? ¿Por complicidad? ¿Por la implicación de alguien cercano?
Lo de Regina Martínez será un crimen de Estado.
Archivo muerto
Exigente, rapaz, no opera campañas política Marcelo Montiel por puro amor al arte. Negocio al fin, cuentan sus fans que exigía 1.5 millones mensuales a Marco César Theurel Cotero —“Te rompo tu puta madre”— apenas estrenado éste en la alcaldía de Coatzacoalcos. Tuvo en sus manos un pago y no hubo más. Ahí rompieron lanzas y ahí se declaró la guerra. Filtran también que hoy, con Joaquín Caballero Rosiñol en la presidencia municipal, reclama de su pupilo 2 millones al mes, canalizados hacia el Departamento de Lavado del marcelismo. Quienes conocen los vericuetos de la historia dicen que Caballero no quiere verse en el lugar de Theurel —el peor alcalde de la historia de Coatzacoalcos— por incumplir los pactos… ¿Que por qué Roberto Chagra no denunció el doble levantón del que fue objeto? ¿Y por qué se resiste a admitir que las dos visitas del crimen organizado sí ocurrieron? Imposible, terriblemente imposible, que alguien pueda justificar los 4 millones de pesos que pagó —2 millones a una banda y otros 2 a la otra— en un lapso de 24 horas y hacer de cuenta que le quitó un pelo al gatito. ¿Qué le puede decir a la Procuraduría de Veracruz o a la Procuraduría General de la República? ¿Que lo pagado a los malosos es producto de sus domingos, de sus ahorros o del Melate?… Refractario a la corrupción, intransigente con el PRI, Fidel Robles Guadarrama tiene un dilema en Las Choapas: el virtual candidato del Partido del Trabajo a la alcaldía, Miguel Ángel Gómez Díaz, lleva en la piel el fierro del tronquismo. Hace un año operaba para Renato Tronco Gómez, el minicacique choapense, y apuntalaba al candidato del PRI-PVEM a la alcaldía, Miguel Ángel Tronco Gómez, echaba porras, hacía piruetas y denostaba a su concuño, el abanderado del PRD, Marco Antonio Estrada Montiel. Era, pues, una pieza del tronquismo-priismo. Dilema serio el del diputado Fidel Robles, coordinador estatal del PT, tan duro con el priismo, con el duartismo, con la fidelidad, y en Las Choapas, su candidato sirviendo de comparsa a Renato Tronco y a su clan… Por tercera vez, curtido en la experiencia, José Emilio Cárdenas Escobosa asume la Coordinación de Comunicación Social del PRI en Veracruz. Le precede su paso inmediato por la Coordinación de Comunicación Social del gobierno de Veracruz, en funciones de asesor de Alberto Silva Ramos; coordinador de asesores del ex subsecretario de Gobierno, Enrique Ampudia Mello; representante del Partido Nueva Alianza ante el Consejo General del Instituto Electoral Veracruzano y ante la Junta Local del IFE en Veracruz; secretario general y presidente de la Fundación Colosio; coordinador de asesores del secretario de gobierno de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares, en el sexenio chirinista; catedrático de la Universidad Veracruzana; ex directivo del portal en internet Crónica del Poder, y actualmente propietario del portal De Interés Público.com, además de autor de la columna política De Interés Público, donde despliega su reconocida capacidad de análisis y la profundidad de sus ideas sobre el acontecer de Veracruz. Licenciado en economía, con un doctorado en ciencia política y derecho público, cursado en la Universidad Autónoma de Madrid, España (el suyo sí es real), Emilio Cárdenas encara el reto de recomponer la imagen del PRI, tender puentes hacia sus críticos, realizar la cirugía estética que le urge al tricolor y posicionar a su dirigente, Elizabeth Morales García, en la ruta hacia el proceso federal del próximo 2015 y la renovación de comités municipales y seccionales… ¿Quién es ese genio que urdió controlar el sistema de limpia pública de Coatzacoalcos, manejar el producto de las multas a su antojo, tumbarle el tiempo extra a los empleados e inundar de recomendados esa área, convertidos en limpiacalles los operadores del PRI y sus achichincles, con cargo obviamente al erario municipal? ¿Quién con semejante voracidad, burdo y descarado, con antecedentes penales, que ve en la limpia pública su oportunidad de convertirse en el nuevo Rey de la Basura, otro Cuauhtémoc Gutiérrez, el futuro dueño del relleno sanitario? ¿Quién?…
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