Coatzacoalcos, Ver.- No es uno sino mil lamentos, surcados los rostros por las lágrimas del dolor, el alma estrujada, y entre los gritos desgarradores se escucha el reclamo que conmueve a todos: “Fue por su trabajo, por lo que escribía. Por eso lo mataron”.
Ahí, al pie de la tumba en que descienden los restos de Gregorio Jiménez de la Cruz, la esposa y los hijos del periodista se duelen por su partida, por el tormento al que fue sometido, a la pérdida irreparable, a saber que no estará más.
“Fue por su trabajo, no como se dijo que fue personal. Fue por unas notas que lo amenazaron. Lo hicieron porque él andaba tras los levantones, lo de los niños, notas que sacó, fueron de las notas”, dice su esposa Carmen Hernández.
Aún impactada, con el dolor que le parte el corazón, la viuda del periodista de Notisur, Liberal del Sur y La Red refiere que Gregorio Jiménez seguía y documentaba la información sobre secuestros en Villa Allende, municipio de Coatzacoalcos.
A raíz de ahí llegaron las amenazas, una de ellas de Teresa de Jesús Hernández Cruz, quien presumía de tener contactos con gente capaz de ultimarlo. Le dijo “que no sabía con quién se estaba metiendo, que tenía muchas influencias”.
Carmen y sus hijos, sus amigos y el gremio periodístico, rechazan la versión oficial sobre una venganza personal por un conflicto entre los hijos de Gregorio Jiménez y de Teresa de Jesús Hernández, por un noviazgo frustrado, que habría derivado en amenazas y finalmente el levantón ocurrido el miércoles 5 al filo de las 7:15 de la mañana.
Su hijo, Luis Alberto Jiménez Hernández, reclama justicia, “que no quede como en otros casos”, que no haya impunidad, que se llegue al fondo, que se dé con los verdaderos asesinos y se diga quién y por qué lo mandó matar.
“Fue por una nota (que) andaba haciendo ahora de los levantones que hubieron últimamente y también sobre los niños que encontraban. Todo eso, sobre eso lo hicieron. No hay que hacernos tontos porque eso es!”, dice Luis Alberto.
No dejan de insistir que cuando Gregorio Jiménez fue “levantado”, la vecina, Teresa de Jesús Hernández, observaba y reía a carcajadas.
Sobre Teresa de Jesús, refieren los familiares del periodista, hay denuncias por amenazas. Era requerida por las autoridades, comparecía y siempre lograba conciliar. Pero más tarde volvía a lo mismo.
Compungidos por el dolor, por la partida prematura, Carmen Hernández y sus hijos sólo piden justicia.
No van con la versión oficial. Rechazan el móvil haya sido una venganza personal, cuyo origen sería que Gregorio Jiménez haya tildado de “lugar de mala muerte” al bar El Mamey o El Palmar y que eso haya desatado la ira de Teresa de Jesús Hernández, quien presumiblemente contrató a los plagiarios.
Esa versión, para los familiares del periodista, es inverosímil.
Quieren, exigen, que se siga la hipótesis de que lo levantaron y lo asesinaron por su trabajo periodístico.
“No hay que hacernos tontos”, reitera Luis Alberto, su hijo. “Fue por la nota de los levantones y también sobre los niños que encontraban”.
Su esposa lo expresa, a contrapelo de la versión oficial: “Fue por su trabajo, no como se dijo que fue personal”.
Mientras, al pie de la tumba, la tarde del miércoles 12, una semana después de haber sido “levantado”, Gregorio Jiménez de la Cruz desciende a la tierra, ahí, en Villa Allende, entre el dolor de los suyos.
(Foto: CHAPUZ)