Xalapa, Ver.- Anilú Ingram Vallines tenía un encargo crucial: aprobar la reforma energética. Fuera como fuera, así violara el reglamento del Congreso, debía imponer la mayoría priísta, aplastar a la oposición y cumplirle al Presidente Enrique Peña Nieto.
Diez minutos le bastaron para lanzar el albazo. A las 17:52 inició la sesión, el viernes 13. Como presidenta de la Mesa Directiva, pasó lista de asistentes, leyó el orden del día y estableció la lista de oradores que debatirían sobre la reforma energética aprobada por el Congreso federal y que requerían de 16 Legislaturas para concretar los cambios constitucionales para abrir ese sector al capital privado.
Programó a ocho diputados para subir a tribuna: Cuauhtémoc Pola Estrada, de Movimiento Ciudadano (MC); Jesús Alberto Velásquez Torres, del PRD; Eduardo Sánchez Macías, del PANAL; José Jesús Vázquez González, del PVEM; Julen Rementería del Puerto, del PAN; David Velasco Chedraui, del PRI, Francisco Garrido Sánchez, del AVE, y Fidel Robles Guadarrama, del Partido del Trabajo.
Francisco Garrido habló a favor, por momentos titubeante. Cuando Fidel Robles, del PT; tomó la palabra descalificó la reforma peñista. “Reformista era Benito Juárez, Lázaro Cárdenas. Esto es un robo. Este es el robo del milenio, un atraco a los mexicanos, el peor despojo de la historia de México. Ni Santa Anna hizo tanto daño a los mexicanos”, dijo Robles Guadarrama.
En esas estaba el diputado petista, cuando decenas de ciudadanos irrumpieron en el salón de sesiones del Congreso de Veracruz. Eran lopezobradoristas, militantes del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), perredistas y de la sociedad civil. Se ubicaron en la tribuna y desplegaron grandes mantas. Llevaban su propio megáfono. Gritaban consignas contra la reforma energética y contra los diputados presentes.
Ante el escándalo, Anilú Ingram ordenó cerrarle el sonido al diputado Fidel Robles. Éste tomó el megáfono de los grupos rebeldes y continuó su discurso. La diputada Anilú se veía nerviosa, desconcertada. Volteaba a ver líder de la mayoría priísta, Juan Nicolás Callejas Arroyo. Requería una señal. Cuando la obtuvo, decretó un receso.
Pasarían sólo diez minutos. Anilú Ingram protagonizó entonces su propio show. Regresó al presídium y sometió a votación la reforma.
Varios diputados la increparon. Debió haber reanudado la sesión, de acuerdo al reglamento interno del Congreso. Pero no, tenía la encomienda de sacar la reforma así violentara el procedimiento.
Dejó sin hablar a seis de los ocho oradores. La bella Anilú, política inventada, sin oficio, conductora de programas light en Telever, filial de Televisa, no terminaría de sudar frío. Ordenó la votación pero dejó sin votar a cuatro diputados de oposición.
Cuauhtémoc Pola, de Movimiento Ciudadano; Fidel Robles, del PT; Ana María Condado Escamilla y Jesús Alberto Velásquez, ambos del PRD, reclamaban que la presidenta de al Mesa Directiva haya cerrado la votación apresuradamente y les haya violentado ese derecho.
Con 39 votos a favor, del PRI, PAN, PVEM y PANAL; la abstención del priista Ricardo Ahued Bardahuil, seis en contra y cuatro diputados que no lo pudieron hacer, se concretó la reforma energética.
“No se cumplieron con la formalidades del proceso. Se nos citó una hora antes. Se cerró el micrófono al diputado Fidel Robles cuando estaba hablando. La presidenta del Congreso declaró un receso de la sesión, y cuando regresó al pleno no reanudó la sesión. Dejó a cinco personas sin pasar a tribuna, y nos cerraron la votación antes de que pudiéramos votar. Eso es una vergüenza”, acuso Cuauhtémoc Pola Estrada, de MC.
Anilú Ingram, por su parte, había protagonizado un vergonzoso episodio que vino a confirmar que es diputada porque algo le vio el gobernador Javier Duarte de Ochoa, pero por capacidad ni tino político.
La mujer bonita también suele ser perversa.
(Foto de Plantanegra.mx)