* La trampa de la reforma educativa * Encarcelar a Elba Esther no bastó * Cómo parar a Peña Nieto * La vena represora de Pepe Murad * El novio incómodo de la ministra cristiana * Tony Macías, a la caza de inversionistas incautos * Flavino amaga con investigar a Theurel * Las tres fichas de Alianza por Coatzacoalcos
Son indeseables los paros magisteriales, los niños sin clases, los bloqueos carreteros, la violencia in crescendo, la parálisis y el caos, pero es la única vía para limitar a un gobierno, el de Enrique Peña Nieto, que viene lanzando reformas privatizadoras, revienta la economía de muchos y se quiere comer al país.
Entrampado, perdido en un laberinto de su propia autoría, Peña Nieto vive días de miedo, sacudido por la movilización de maestros, el repudio a la reforma educativa —que en el fondo es más laboral que educativa—, marchas por todo el país y la afrenta de ver llegar los contingentes de mentores, desafiantes, a las entrañas de la residencia oficial de Los Pinos.
En el camino le han gritado de todo, lo insultan, lo agravian, lo invitan a vivir con el salario mínimo, o a someterse a una evaluación como pretende hacerlo con los maestros y si reprueba, que renuncie a la Presidencia de México.
Le reclaman la doble cara y la intención oculta. Argüía de entrada el Presidente de México que su reforma era por la calidad de la educación, pero no supo encubrir lo que traía entre manos: el desmantelamiento del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
Peña Nieto exaltó la evaluación como la fórmula para alcanzar mejores niveles educativos, sometidos los maestros a exámenes para ser promovidos a direcciones y supervisiones, como si en el magisterio no se aplicara la evaluación desde hace una década, pero se cuidó de abundar en el deslinde del gobierno de las carencias en los planteles escolares, que ahora tendrán que ser atendidas por los padres de familia, pues para eso las escuelas tendrán autonomía y capacidad de gestión.
Receloso, el magisterio entendió para dónde iba Peña Nieto. Cuando comenzó la resistencia, afloró también el discurso duro. Emilio Chuayffet, secretario de Educación, cuya tersura es equiparable a la sutileza de un elefante en estampida, admitió que la reforma educativa tenía su cuota de laboral y que se pretendía acabar con el régimen de privilegios.
Sonaron, pues, las alertas. La reforma pretende fragmentar al sindicato de maestros, reventarles la burbuja en que han vivido desde el PRI los convirtió en soldados del sistema y someterlos a una evaluación que de antemano se sabe amañada, pues se irán a la congeladora los maestros incómodos y se quedarán los dóciles y sumisos, así sean peor de iletrados que Peña Nieto.
Desde entonces el paro magisterial afecta a 26 entidades del país y tiene a millones de niños sin clases, trabado el pleito entre el Presidente y el gremio de maestros, acaudillados primero por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), luego por decenas de sindicatos independientes y finalmente por miembros del SNTE que rebasaron a sus caciques y líderes.
A Peña Nieto le condenan las argucias, que haya pasado por el Pacto por México las iniciativas para reformar la Ley General de Educación y las leyes reglamentarias, y luego el golpe en el Congreso que no pretende mejorar la educación sino torpedear a los sindicatos magisteriales.
Dueños del zócalo de la ciudad de México, de las plazas de capitales estatales, del caos cuando marchan, bloqueados los viaductos y periféricos, las principales avenidas, los maestros tienen de su lado a petroleros, electricistas, padres de familia, artistas, intelectuales, atencos, Panchos Villas, YoSoy132 y pueblos indígenas, y todos aquellos que ven en los alcances de las reformas la fórmula para hacer más pobres a la mayoría y más ricos a los que ya lo son.
Peña Nieto habrá entendido que no bastaba encarcelar a Elba Esther Gordillo para asestar el golpe efectista y someter así al SNTE. A diferencia de lo que hizo su padrino Carlos Salinas de Gortari, en 1989, cuando desmanteló a la cúpula del sindicato petrolero y correteó al líder de los maestros, Carlos Jonguitud Barrios, el Presidente dejó viva a la dirigencia magisterial y a los caciques seccionales que, por lo que se ve, no controlan a su gremio.
En el fondo, el conflicto es político. Más allá de las prebendas que defiende el magisterio o sus derechos genuinos, como se le quiera ver, lo que está en juego es el poder del Presidente, su capacidad para imponer sus reformas, y la resistencia de los grupos, priístas y no priístas, que lo quieren someter o acotar.
Si el movimiento magisterial escala, se dimensiona a niveles impensados y no hay cómo pararlo, las reformas estructurales de Peña Nieto terminarán pulverizadas.
De la suerte que corra la reforma educativa, se sabrá qué habrá de ocurrirle a la energética, con su alta dosis de intención privatizadora, aunque Peña Nieto la venda como última llamada para abordar la nave de la salvación económica de México.
Vía el Pacto por México —o Contra México— y el Congreso arrodillado, Peña Nieto pudo avanzar en su proyecto privatizador cuando cuajó las reformas laboral y de telecomunicaciones, e imaginó que así sería su primer año de gobierno, pero no advirtió la reacción del magisterio, que hoy tiene de cabeza al país.
Indeseable el caos, las escuelas en la parálisis, la protesta en las calles, esa vía, hasta ahora efectiva, sirvió para frenar a un gobierno, el peñista, que viene imponiendo su proyecto privatizador, del que van a gozar los amigos del poder y, por supuesto, el capital extranjero, no los 50 millones de pobres que al final del camino sólo tendrán su reencuentro con la miseria.
Peña Nieto ideó su laberinto y ahora no encuentra cómo salir.
Archivo muerto
Supernecio, José Murad Loutfe Hetty insiste en enviar 20 años a prisión a quienes bloqueen vías de comunicación y afecten los medios de transporte, algo que el emisario del ivanismo resume como “delito de sabotaje”. Pide al Congreso aprobar su polémica iniciativa, derivada de aquella toma de la presa Yuribia cuando el Consejo Supremo de Pueblos Indígenas puso de rodillas al gobierno de Veracruz y dejó sin agua a casi un millón de habitantes de Coatzacoalcos, Minatitlán y Cosoleacaque por el incumplimiento en las obras de infraestructura carretera y el ancestral engaño del que siempre han sido víctimas en la sierra de Soteapan. Murad Loutfe vuelve a la carga, ahora para que se la apliquen a los maestros que traen jodido al gobierno por la reforma educativa de Enrique Peña Nieto y cuyas movilizaciones en Veracruz sirven para demostrar que el gobernador Javier Duarte carece de control y cualquiera se le trepa a esas barbas que sólo han servido para equipararlo con El Botija en las redes sociales. Si Pepe Murad hubiera vivido en días de Revolución, seguro que encarcela a Emiliano Zapata. Lo que es tener la vena represora. ¿Sabrá lo que es la sensibilidad política? Seguro que no… ¿Quién es ese joven discreto, habilitado como chofer, asistente, guarura y almohada, que mantiene un tórrido y secreto idilio con una ministra evangélica, célebre por su palabra justiciera y la sonrisa fingida? Nuevo episodio de “Amor en Silencio” versión sacrílega, que habrá de sacudir a quienes gustan de historias peliculescas. Un dato: el romance no es nuevo; hace un rato que se comenta en las comunidades religiosas… A la caza de incautos, Tony Macías busca inversionistas que quieran inyectarle millones a su fallido proyecto tecnológico Frutas y Verduras Asépticas de Veracruz (FYVVER), que a estas alturas anda ya en punto muerto. Beduino al fin, el suegro incómodo del gober Javier Duarte hizo añicos los 350 millones de pesos que los veracruzanos le inyectamos a su negocio faraónico, vía “inversiones” de la Secretaría de Finanzas durante el gobierno de Fidel Herrera Beltrán, o sea recursos del erario público, según los informes de gobierno y la síntesis financiera del sexenio de la paranoia fidelista. Tres años después, FYVVER es un desastre, sin personal, sin materia prima, sin producción. Y Tony, el inefable Tony, fingiendo que es el gran emprendedor, promotor de cuentos y cazador de incautos que le pongan los millones que él, como los buenos magos de pueblo, sabrá cómo desaparecer… Boquiflojo y provocador, quiso el alcalde Marcos Theurel Cotero —“Te rompo tu puta madre”— punzar al líder del Congreso de Veracruz, Flavino Ríos Alvarado, por la negativa a autorizar el relleno sanitario para Coatzacoalcos. Disparó, golpeteó y señaló que la presidencia de la Legislatura —léase Flavino— se negó a abordar el tema, supuestamente ya aprobado y que derrumbó el proyecto, obligado ahora Theurel a no disponer de los 100 millones de pesos autorizados por BANOBRAS. Flavino Ríos, que no nació ayer en política, respondió con un misil de alto impacto: el Congreso investigará a Theurel por el adeudo que mantiene con Comisión Federal de Electricidad por falta de pago del servicio de alumbrado público, algo así como 10 millones de pesos. “Se le autorizaron recursos y tendrá que explicar qué hizo Theurel con ese dinero”, concretó el líder del Congreso. Y Theurel se quedó frío… Su incursión —la primera desde que se conformó— le dejó a Alianza por Coatzacoalcos tres enclaves en el Ayuntamiento de Coatzacoalcos: los futuros regidores José Antonio Chagra Nacif, Noriel Prot Álvarez y Gersaín Hidalgo Cruz. Previo a la integración de la planilla del PRI y del Partido Nueva Alianza, trabó acuerdos para impulsar a esos tres personajes; en campaña operó en seis colonias clave y empujó para lograr una votación tan significativa para que sus propuestas pasaran. Se sabe que Alianza por Coatzacoalcos ya teje otro proyecto político a mediano plazo…
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