* Asesinan al diputado Benito Aguas * Acusado de cacique y protector de policías extorsionadores * Sí estaba amenazado * Con un oficio quiere SSP acabar con la corrupción en grúas * Daniela Flores: sucia forma de llegar al Congreso * López Ríos tiene con qué mandar a la cárcel a Gersaín Hidalgo
Un disparo en la cabeza, otro en el tórax y el rojo Veracruz vuelve a golpear. Y Benito Aguas, diputado federal, herido de muerte, pierde la batalla, entrega la vida, recordándonos que el Veracruz bronco sigue ahí.
Un sicario a bordo de una motocicleta lo sigue, lo va cazando, aguarda el instante, lo ve descender de la camioneta del legislador y, a tiro de piedra, descarga el arma. Dos impactos cumplen su misión fatal. Y Veracruz, el Veracruz que es rehén de la violencia, se vuelve a estremecer.
Es el primer crimen político de la era Nahle.
Un magnicidio que sacude a las Altas Montañas, a la región indígena, cuna de gente brava, al reducto de la resistencia contra el abandono y la opresión, y donde ya el narco traza sus rutas y se hace sentir.
Es el impacto en Morena y más allá de Morena, una explosión de ira y pasmo, de asombro e impotencia, que golpea al oficialismo y a la oposición, y a la sociedad por igual.
La noche del lunes 9, se hallaba Benito Aguas Atlahua a unos metros de la casa de su mamá, en la comunidad de Tepenatlaxca, municipio de Zongolica, su tierra natal, de la que fue alcalde y diputado federal por el Partido Verde, coaligado con Morena y el Partido del Trabajo, sin advertir lo que sus minutos estaban contados.
Dialogaba a ras de banqueta con Agustín Linares López, empresario dedicado a la construcción, cuando ocurrió el ataque, el festín de sangre.
El sicario soltó un balazo y otro y toda la carga, impactando al diputado federal en dos ocasiones, ambas letales, y a su acompañante, quien ahí quedó. Y emprendió la huida.
Herido mortalmente, Benito Aguas fue llevado al hospital rural del Seguro Social en Zongolica. Y de ahí, ante la gravedad, se le trasladó al IMSS de Orizaba, en medio de un impresionante operativo policial.
A las 23:31 la Fiscalía de Veracruz reportó su muerte. Y se sacudió todo Veracruz.
Día nueve y ya hay un crimen político, o un político asesinado, más allá de si es una vendetta, o un ajuste de cuentas, o los caciques indígenas que no se dejan rebasar, o el crimen organizado que intenta de echar a la Policía Estatal en Zongolica, o los narcos que quitan del camino al que no cede.
Día nueve y Norma Rocío Nahle García, la gobernadora, ya tiene el primer mensaje: el Veracruz rojo que se comienza a encender.
Y en la conferencia de prensa, la za-ca-te-ca-na ausente, hay más pistas ocultas que certezas. El secretario de Gobierno, Ricardo Ahued, mantiene la hipótesis del móvil político en stand by. Y rechaza que Zongolica sea categorizada como zona roja. Y, sin embargo, será la Fiscalía General de la República la que atraiga el caso y conduzca las investigaciones. ¿Por qué, si el homicidio es materia del fuero común?
Y si Zongolica no es, oficialmente, zona roja, lugar de violencia o tierra del crimen organizado, ¿por qué entregarle el caso a la fiscalía federal?
Algo gordo se sabe ya. Dice Ahued que el diputado Benito Aguas Atlahua no había sido amenazado. Hay evidencia que sí.
Cuenta que Zongolica no figura entre los puntos críticos en el mapa de seguridad. Benito Aguas pensaba que sí.
En marzo pasado, iniciando su campaña a diputado federal, Benito Aguas Atlahua solicitó seguridad personal al Instituto Nacional Electoral.
“Sí la hemos solicitado –refirió categórico– y también andamos con mucho cuidado en ese tema. Sabemos que nos puede aquejar, pero nosotros vamos con mucho respeto, buscando el voto popular”, según reseñó el portal E-Consulta.
Al distrito de Zongolica se le cataloga como “zona en disputa por grupos delincuenciales debido al tráfico de migrantes, el robo de combustible (conocido como huachicol) y el robo a transporte de carga pesada” (https://e-veracruz.mx/nota/2024-12-10/estado/diputado-benito-aguas-pidio-proteccion-al-ine-en-campana).
Benito Aguas era popular y, a la vez, cuestionado. La organización Movimiento Indígena Liberal Popular y Autónomo de Zongolica (Milpaz) lo acusó de oponerse al reclamo del pueblo para echar a la Policía Estatal por extorsión, abuso de autoridad, represión y colusión con delincuentes.
Su líder, Román Vázquez, lanzó gravísimas acusaciones apenas el 26 de septiembre pasado. Acusó a Benito Aguas de intentar erigirse en el nuevo cacique de Zongolica.
Primero, desplazó a la militancia morenista y no bien asumía la diputación federal, ya fraguaba la imposición de más de 20 candidatos del Partido Verde Ecologista de México en igual número de municipios que conforman el distrito, en la elección de 2025.
Dos meses y medio después, ocurrió el magnicidio.
Hay ingredientes explosivos: grupos delincuenciales disputándose el tráfico de migrantes, el huachicol, el robo al transporte de carga pesada, en Zongolica; una policía corrupta dedicada a extorsionar, a la que exigían salir de la zona, y que Benito Aguas maniobró para que permaneciera ahí, y el celo de los caciques locales y de los grupos ancestrales que detentan el poder.
No es éste el Veracruz que Rocío Nahle quiere poner de moda, pero es el Veracruz real.
Y es herencia de gobiernos que abrieron las puertas del poder al crimen organizado, los que comulgaron con los narcos, los que cedieron el territorio, los que se coludieron, los que vienen encubriendo a la delincuencia, tejiendo una red de impunidad.
Y mientras la za-ca-te-ca-na Rocío Nahle delira intentando poner de moda a Veracruz, un sicario le arranca la vida a Benito Aguas, sólo para dejar sentado que el Veracruz bronco ahí está. La moda en Veracruz es la violencia.
Día nueve y el primer crimen político de la era Nahle la sacudió.
METADATO
Con un oficio, cargado de buenas intenciones, quiere combatir la corrupción el secretario de Seguridad. Unas líneas, unas palabras, y el contralmirante Alfonso Reyes conmina a la banda policíaca a portarse bien. Ya no podrán detener vehículos y ponerlos en manos de los gángsters de las grúas, a menos que la falta sea grave. Ya no irán los autos a los corralones a menos que haya víctimas, daños materiales y así lo determine Tránsito. Es un llamado sui géneris. La banda delictiva uniformada, vestida de policía, ahora sí debe respetar la ley. El secretario de Seguridad no aclaró si es broma o chiste, o si estas charadas son el nuevo activo de la 4T. A la corrupción se le combate con acciones, fincando responsabilidades, sin decir agua va, atendiendo quejas, respondiendo a denuncias, cancelando concesiones a empresas de grúas, todas involucradas con el ex secretario de Gobierno, Eric Cisneros Burgos, y el ex gobernador Cuitláhuac García, que convirtieron el cobro del servicio en un atraco. Y cuando el dueño del vehículo se resistía a pagar, era golpeado y amenazado. O se le desaparecía, como ocurrió en Coatzacoalcos y los cuerpos fueron hallados en una fosa clandestina en la carretera Las Choapas-Ocozocoautla. Y nadie fue a dar a la cárcel. Ni fue clausurado el negocio de grúas porque así de podrida está la Cuarta Transformación en Veracruz. Y viene el contralmirante con un oficio mamón a decirle a sus sátrapas uniformados que se porten bien, que no violen el reglamento, que les pueden aplicar la ley. Pues que la aplique y ya. Y que vaya quienes delinquieron en el gobierno de terror de Cuitláhuac García y los denuncie. Porque eso de acabar con la corrupción instando a los corruptazos de Tránsito y Policía Vial a ceñirse a la ley, es de ingenuos o algo peor… A la mala entró Daniela Flores Barnils al Congreso, de la mano de Rocío Nahle. La cuñada del empresario Arturo Quintanilla Hayek halló la puerta fácil, la palanca a modo. La diputada local propietaria plurinominal, Marlén Hernández Castillo, fue conminada a no rendir protesta e integrarse al gobierno de Veracruz. Así, perdió su lugar en el Congreso estatal. Quien sí protestó fue Daniela Flores Barnils, la suplente, media hermana de Zoila Chavira, esposa de Arturo Quintanilla Hayek, compadre de la gobernadora za-ca-te-ca-na de Veracruz, Rocío Nahle. Basta ver el curriculum de la diputada morenista para ver su escuálido bagaje político. Simplemente no existe. Pasó de administrar pastelerías a la dirección del World Trade Center de Boca del Río, en el gobierno de Cuitláhuac García, echar porras en la campaña de Nahle al gobierno de Veracruz y de un plomazo convertirse en diputada local. No tiene tablas, ni habilidad al disertar. Llega por la palanca del cuñado incómodo, don Arturo Quintanilla, socio de correrías de Juan Carlos Fong Cortés, primer beneficiario del Clan Nahle-Peña en la refinería Olmeca, en Dos Bocas, Tabasco, donde se chutaron 5 mil millones de pesos por el relleno del lodazal. El tráfico de poder también dispensa becas legislativas… Jorge López Ríos tiene a su archienemigo, Gersaín Hidalgo, a las puertas de la calle y de la cárcel. Una y otra vez, los tribunales laborales fallan a su favor. Reiteran que la llegada de Gersaín Hidalgo Cruz a la cúspide del Sindicato Único de Empleados Municipales (SUEM) de Coatzacoalcos fue ilegal, que revivieron muertos, que esos muertos fueron testigos y esos testigos fueron falsos. Y Jorge López Ríos, el depuesto líder, hoy con la ley de su lado, carga un nutrido expediente de las tropelías de Gersaín. Del otro lado, Hidalgo Cruz se retuerce, pero los pataleos del sedicente líder del SUEM ya no impresionan. Pasó de ser un tigre a un gato de basurero. Domesticado, se entregó a los dictados del alcalde Amado Cruz Malpica, obsesionado por venderse como generador de votos, como factor político, como la octava maravilla, como candidato a diputado federal del oficialismo. Y Amado no se la compró. Lo toreó y lo usó. Venido a menos, Gersaín logró su propia transformación. Se transformó en pepenador de favores políticos. Pronto, por lo que le tiene preparado Jorge López Ríos, será llevado ante la ley y hasta podría parar en prisión…
Fotos: E-Consulta, Al Pie de la Letra, Urbis