Más que Rocío Nahle, el enemigo del PRI es el voto de castigo, el repudio bien ganado por la historia de corrupción y complicidad
Unos por acción, otros por omisión, pero el priismo en pleno fue cómplice de Javier Duarte, y del Z1 Fidel, y del fifí Alemán, y del Resortes Chirinos, y de las historias negras de Gutiérrez Barrios.
Y quieren que el pueblo vuelva a creer.
Duarte robó a lo bestia, sin freno, burdo, descarado, un ladrón insaciable, saqueando las arcas, desapareciendo partidas federales, hurtando recursos destinados a municipios. Y el PRI prefirió callar.
Duarte, hoy preso en el Reclusorio Norte de la CDMX, le jodió la vida a Veracruz. Y el PRI no alzó la voz.
Duarte tenía gustos extremos, la belleza de Xóchitl Tress y los caballos finos que hicieron célebre al super rancho de Valle de Bravo. Y el yate en el surcó el Papaloapan, y las mansiones de Woodlands a nombre de su círculo rojo, la parentela de Bermúdez, la mujer de Spinoso. Y el priismo nada se atrevió a decir.
Duarte llenó de efectivo las cajas de huevo. Unas las envió en camionetas de lujo a la CDMX. O las subió a un helicóptero y bajaron en un helipuerto de un famoso edificio de la capital del país. Y el priismo qué podía decir si el dinero fue para el PRI.
Bajo el reino de terror del Cártel del Golfo, con sus dineros, según testimonios de un juicio en Texas, se financió la campaña priista siendo Fidel Herrera candidato al gobierno de Veracruz. Y ya en el poder abrió la puerta a Los Zetas y la masacre se generalizó.
Z1 impuso a Javier Duarte. Y el priismo aplaudió, sabiendo que era un títere que a la postre habría de morder la mano del que literalmente le dio de comer.
Duarte fue cómplice silencioso de la transición de Los Zetas al Cártel Jalisco Nueva Generación. Los que tienen el poder sólo dan su bendición. Los muertos los pone la sociedad.
Nada pudo ser para Veracruz. Un saqueo descomunal a las arcas y el empoderamiento de los cárteles mientras la prensa veía morir a los suyos —Regina Martínez, Milo Vela, Yolanda Ordaz, Huge, Goyo, Saldaña, Rubén Espinosa, Moisés Sánchez, más de una veintena en total—. Y el PRI en silencio.
Karime Macías, esposa entonces de Javier Duarte, se autoexilió en Gran Bretaña y ni Dios Padre la ha podido traer. Fue el cerebro de las empresas fantasma, de las empresas fachada, de la compra de inmuebles en México y el extranjero, consignado así en testimonios de colaboradores y empleados que la involucran. Y el priismo nada quiso decir.
Fueron a parar a prisión Flavino Ríos, Mauricio Audirac, Francisco Valencia, Luis Ángel Bravo, Gina Domínguez, Bermúdez, La Chacala, unos por el saqueo, otros por abuso de autoridad, unos más por represión, tortura y hasta desaparición forzada. Y el PRI nada quiso saber.
Su historia es de complicidad. El priismo encumbra a sus delincuentes y los venera. El priismo pulula en la corrupción, generando negocios y consabidas fortunas, avalando el pillaje, las cuentas públicas que exhiben podredumbre, la deuda descomunal, tácitamente impagable, el uso de la policía para reprimir, el uso de la ley para salirse con la suya.
Fue así con Fernando Gutiérrez Barrios, el hombre cortés de mano dura, al que precedían historias negras, la represión del echeverriato y el lopezportillismo.
Fue así con el inefable Patricio Chirinos, que gobernó pero no gobernó porque la mano ruda la tenía Miguel Ángel Yunes Linares, entonces secretario de Gobierno.
O el fifí Miguel Alemán Velasco, literalmente un hombre en la Luna, ajeno a todo, al que no fueran a salir con un incendio porque decía que para qué acudir si él no era bombero, que salió tan cargado —más de lo que ya era— que le dio para fundar Internet, la líder aérea que terminó en la quiebra.
Y luego Fidel Herrera —Z1, el que vivía “en la plenitud del pinche poder”— que heredó a Javier Duarte el poder y que, juntos, montaron la doce trágica de Veracruz. Y los priistas sin pronunciar palabra.
Hoy el priismo aspira al poder. Y hay priistas atascados que recomiendan “decirle al pueblo cuánto le debe México al PRI”. La estupidez es atrevida.
Rocío Nahle no es el enemigo. El enemigo es la complicidad del PRI con sus próceres, los ladrones que ha llevado al poder.
El PRI no tiene memoria; los veracruzanos sí. Y la zacatecana también.