No entiende que su tiempo ya pasó. Fantasioso, mitómano, le vende a la cúpula del Partido de la Revolución Democrática que Coatzacoalcos lo ama, lo recuerda por su paso por la alcaldía, le debe la construcción del Itesco, del Teatro de la Ciudad y el Centro de Convenciones y la proyección del municipio a nivel nacional.
Lo que Armando Rotter no aclara, es que muchos de quienes votaron por él en 1997 ya murieron; otros, hace 26 años, no habían nacido.
Su espectro de votantes es relativo. Y cuando hurgan en sus desvaríos, peor.
En 2021, fue de los aspirantes que pretendían la candidatura del frente PRI-PAN-PRD a la presidencia municipal. Lo expresó varias veces. De pronto, se desdijo. Y comenzó a despotricar contra la alianza de oposición y a afirmar que él comulgaba con Morena. Se mató solo.
Rotter no cesaba de buscar a Andrés Manuel López Obrador. Quería insertarse en el proyecto del Corredor Interoceánico. El mesiánico le dijo que hablarían pero le puso como enlace a Rocío Nahle y ella lo congeló.
Luego anduvo buscando una cita con el entonces alcalde electo, Amado Cruz Malpica. Amado lo toreó. Lo invitó a su toma de posesión y hasta ahí llegó.
También engañó al hoy senador Alejandro Rojas Díaz Durán, suplente de Ricardo Monreal, la corcholata redimida del obradorismo. Hicieron un evento, se tomaron la foto. Era el Rotter morenista que ya no sabe cómo engañar.
Y ahora finta que el PRD lo va a apadrinar. La intención es que Morena lo voltee a ver para dar el chaquetazo final.
Mientras más grande, más mañoso.