El gandalla está herido, y fuera de sí. Destrozado su Plan B electoral, Andrés Manuel bufa contra la Suprema Corte de Justicia de la Nación, agita a su recua y amaga con llevar a juicio político a los ministros que lo obligan a respetar la ley.
Desquiciado, López Obrador les ha llamado mafia, que “ahora forman parte del supremo poder conservador”, que “están actuando de manera facciosa”.
Les dice pandilla de rufianes que “están al servicio de una minoría rapaz que se dedicó a saquear al país y que quieren regresar por sus fueros, ahora con el apoyo del Poder Judicial”.
Tilda de “alteza serenísima” a los ministros Alberto Pérez Dayán y Javier Lainez Potisek, uno por haber elaborado el proyecto que determinó la inconstitucionalidad de la primera parte del Plan B y el otro porque es el encargado del proyecto para la segunda parte.
Se mofa de la ministra presidenta, Norma Lucía Piña Hernández, por haber recibido el premio de Derechos Humanos 2023 de Asociación Internacional de Juezas, vociferando que esos reconocimientos se pueden adquirir en la Plaza de Santo Domingo, aledaña al zócalo de la Ciudad de México. Eso es violencia político de género.
El malviviente de palacio no repara en que la plagiaria, la ministra fraude, la ratera que hurtó una tesis para obtener su título como abogada por la Universidad Nacional Autónoma de México, es Yasmín Esquivel, su protegida, la que sí dio el voto a favor del Plan B.
Resume: el Poder Judicial de la Federación “está podrido”.
Agrede, ataca, insulta como si hubiera perdido la razón. Ni el endemoniado de Gerasa vivía tal desenfrenó hasta que Jesús lo apaciguó lanzando los espíritus malos a la piara que terminó lanzándose a las aguas donde se extinguió el mal, según reza el episodio bíblico de San Lucas.
Cierra la pinza el súbdito mayor, Ricardo Monreal Ávila, que pasó de corchalata incómoda, el que amagó con ser el gestor de la ruptura en Morena y eventualmente candidato de la oposición en la elección presidencial, en 2024, a expresar que prefiere “ser nada” que traicionar a López Obrador.
Monreal, con ese tono de constitucionalista del que ya hasta sus amigos se ríen, salió con la zarandaja de que hay facultades en el Congreso para pedir explicaciones a los ministros sobre su actuar y eventualmente someterlos a juicio político.
Y soltó una lista de privilegios que el sistema le ha conferido a los ministros que integran la Suprema Corte de Justicia de la Nación y que, en efecto, son un exceso, pero del que gozan togados como Olga Sánchez Cordero, ex secretaria de Gobernación de la pandilla obradorista, y el mismo Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, al que López Obrador le diseñó una reforma judicial con extensión de gestión como presidente de la Corte y que ante el desfase y el alud de críticas se vio obligado a decir que mejor no.
Otros senadores le han respondido a Monreal que facultades no hay y que se respete la división de poderes, y de lo del juicio político que mejor se olvide. Requiere de mayoría calificada y nunca la va a alcanzar.
El amago es un chispazo del momento demencial que vive Andrés Manuel. Y un coletazo del líder —ja— de la fracción parlamentaria de Morena en el Senado de República, Ricardo Monreal. Este “líder” ya sólo pastorea a Claudia Balderas, la que pidió licencia por un día desde Bruselas, Bélgica, y echó a perder el vodevil.
Es el amago con el que intentan someter a los nueve ministros por haber rechazado el bodrio electoral del mesiánico, y que por cuestión de simple lógica habrán de aplicarle la misma a la segunda parte del Plan B electoral, y de paso, al paquete de leyes aprobadas la Noche de Xicoténcatl, entre el 28 y 29 de abril, donde se inventó un quórum inexistente, no se debatió, no se realizó análisis en comisiones. Nada más mayoritearon como cuando el PRI tenía todo el poder.
Como ocurrió con las leyes de Comunicación Social y de Responsabilidades Administrativas (primera parte del Plan B), los ministros determinarán que se violó el proceso legislativo y establecerán la inconstitucionalidad de las reformas.
Los ministros —nueve de ellos porque Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz son parte de la secta— le demostraron a López Obrador que la ley es la ley. Y si Morena y sus cómplices legislan al vapor, les volverán a tirar sus reformas tramposas. Y si quiebran el proceso legislativo, si ignoran a las minorías, si no incorporan las propuestas ciudadanas, las reformas pejistas terminarán en el basurero.
El impacto de la inconstitucionalidad del Plan B es, en el fondo, tema mayor. Con la actual legislación, ni Sheinbaum, ni Ebrard, ni Adán Augusto, ni Monreal podrán ser elegibles para la candidatura de Morena a la Presidencia, en 2024.
La constante violación a la ley por parte de las corcholatas presidenciales —Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López Hernández y la cocholatita Ricardo Monreal—, todos en campaña mientras detentan cargo público o de elección popular, merece sanción.
El tema le quema las manos a López Obrador. Si las corcholatas promovieron su imagen y la de su partido —pasarelas de Morena en el Estado de México y Coahuila—, violaron la ley.
Si aparecían en espectaculares —“Es Claudia”, “Ahora es Adán”—, violaron la ley.
Si impartían conferencias —Sheinbaum en todo el país— o si presentaban libros —Ebrard en todo el país—, violaron la ley.
Si creaban sus propios foros para reclamar su derecho a participar —Monreal—, violaron la ley.
Violaron flagrantemente las leyes de Comunicación Social y de Responsabilidades Administrativas vigentes.
Y ese es el hueso que trae atorado López Obrador. ¿Dónde? Sólo él lo sabe porque sólo él lo siente y sólo a él le incomoda.
Con la legislación actual, las cuatro corcholatas serían inelegibles para la candidatura de Morena o de cualquier partido a la Presidencia de México.
Cuando López Obrador precipitó la carrera presidencial, cuando dio la voz de arranque, luego de la elección intermedia de 2021, donde el bloque Morena perdió 13 millones de votos respecto a 2018, cuando la oposición le arrebató la mitad de las alcaldías de la Ciudad de México y lo rebasó en votos, imaginó que la reforma electoral constitucional, pasaría en el Congreso. Pero no fue así. Error de cálculo. Falló.
De ahí, inventó el Plan B, un proyecto para “destazar” al instituto Nacional Electoral, como expresó a senadores el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, y para solapar las campañas anticipadas, la promoción personal de las corcholatas, la promoción de Morena y los partidos aliados, el del Trabajo y el Verde Ecologista, sus cómplices.
Con el plan B, podrían realizar actos anticipados de campaña, colocar espectaculares, grabar spots, expresar abiertamente su pretensión de ser candidatos, usar el emblema de Morena. No habría riesgo de sanción.
Pero con la legislación actual, ni Sheinbaum, ni Ebrard, ni Adán Augusto, ni Monreal podrían ser candidatos. Y si se aplica la ley, pasando por el INE, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación les tendrá que negar el registro.
Y López Obrador se quedará sin sucesor a modo.
Y no podría usar la conferencia mañanera para promover a nadie, so pena de enfrentar sanciones por desvío de recursos públicos. Ni levantarle la mano a Sheinbaum, como lo ha hecho sin ningún pudor.
De ahí la rabia y la locura, el desfase, el insulto, usando improperios, llamando mafia a los ministros de la Suprema Corte, pandilla de rufianes, corruptos que “forman parte del supremo poder conservador”, que “están actuando de manera facciosa”, que “están al servicio de una minoría rapaz.
Nunca se había visto tan fuera de sus cabales a Andrés Manuel. Lo enloquece el fallo de los ministros porque el Plan B no es solo un proyecto electoral sino el único proyecto que bulle en el atribulado cerebro de López Obrador.
El Plan B es un pasaporte a la impunidad.
El Plan B era la treta para imponer al sucesor, sacándole ventaja a la oposición.
Y la Suprema Corte lo aniquiló.
Archivo muerto
Qué generoso fue Álvarez Fontán. A los Farfán les tiró un contrato por 15.4 millones de pesos, sin licitación. Hoy defenestrado, acusado de desviar recursos, de usar a la SICT como plataforma política, Ramón Álvarez Fontán tuvo además un gesto obsequioso: que los Farfán se ganaran esa millonada en sólo un mes, y bacheando. El contrato número 2022-30-CBA-143-W-00-2022, contempla el bacheo superficial intensivo en tramos aislados, relleno de deslaves y trabajos provisionales por fallas de obra de drenaje de tubos de concreto de las carreteras que van de Coatzacoalcos a los límites con Oaxaca, de Santiago Tuxtla a Acayucan, y de Paso del Toro a Acayucan. El monto fue de 15 millones 445 mil 669.70 pesos. De acuerdo con el contrato, la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes aceptó “la cotización” presentada por la empresa KMP Enlaces, S.A. de C.V., cuyo representante es Narciso Farfán Mun, ex dirigente de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción en Coatzacoalcos. El plazo de ejecución fue de un mes, del 1 al 30 de octubre de 2022, y no tuvieron que presentar garantía de cumplimiento por tratarse de obras de emergencia derivadas de los daños provocados por las lluvias en 19 municipios de Veracruz; sólo se les requirió la fianza de defectos y vicios ocultos. Quien mantenía el contacto con Álvarez Fontán era Jacobo Farfán, hijo de Narciso Farfán, desde su cargo de líder de la CMIC Coatzacoalcos. Al final, terminaron exprimiéndole todo el jugo que pudieron a la SICT. Los privilegios de la 4T… ¿De quién son las ocurrencias de andar dándole toque futbolístico al incipiente esfuerzo de Adán Augusto López Hernández por ser corcholata de la sucesión? ¿De Sergio Gutiérrez Luna, el diputado federal que a todo le tira y a nada le pega? ¿De Miguel Ángel Luna Modesto, su jefe de prensa que en año y medio no ha logrado confeccionarle una imagen medianamente aceptable? ¿De Emigdio Enríquez Merlín, contratista ligado a Tony Macías, el ex suegro del ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, actualmente en prisión? De todos, el que enloquece por el futbol y por algunos futbolistas —Kikín Fonseca, por ejemplo— es Miyo Enríquez. Y justo cuando se insertó en la aventura de apoyar a Gutierritos Luna, fue cuando éste apareció haciendo desfiguros con un balón de futbol en el salón de plenos de la Cámara de Diputados, o cuando tres estrellas del futbol declararon estar muy “Augusto”, en alusión a Adán Augusto, el secretario de Gobernación del que se sabe, prefiere el beisbol, como su patrón, Andrés Manuel López Obrador. Alguien le dio cuerda a los aspirantes a corcholatas, entre ellos Sergio Gutiérrez Luna, y el experimento político-futbolero terminó siendo un desastre de imagen pública y de violación a la legislación electoral… De Frente, un nuevo proyecto periodístico de Jorge Luis Torres Marcos. Se transmite en tiempo real los jueves por la noche en su fan page de Facebook. Su primer invitado, el teniente coronel retirado, Carlos Cruz Orozco, ex candidato a diputado local y hoy al frente de Movimiento Ciudadano en Minatitlán. Sus orígenes, su vida, su formación, su visión para la petrolera ciudad, un cúmulo de anécdotas, los sinsabores y las alegrías. Ante todo, un hombre de bien. De Frente será, sin duda, una pasarela de figuras públicas. Un proyecto de alcances mayores, sustentado en la experiencia de Jorge Luis Torres Marcos, con quienes tuvimos la muy grata experiencia de realizar Al Día en 2018, año de elección presidencial…
Foto: Etcétera