* Arrebata Chapo en Tantoyuca * Policía estatal irrumpe en elección * Los Yunes incumplen y lo pagan * Se judicializa el proceso * Policía de Coatza, infiltrada por el crimen * Carranza: delito grave * Pagos a empresa fantasma * Caballo Blanco: Protección Civil fingía supervisar * Giros negros en manos de malosos
Morenizado, Joaquín Guzmán ya pergeña las afinidades entre el nuevo PAN y Cuitláhuac, el gobernador que de la mano de López Obrador los echó del poder. “Si le va bien al gobierno —pregona ‘El Chapito’—, le va bien a los veracruzanos”. Y el panismo queda pasmado.
Terso y dócil, nada rijoso, su discurso es abyección y rendición.
“Queremos sobre todo ser esa oposición responsable —dice Joaquín Guzmán—, que vamos a trabajar fuerte, vamos a trabajar y vamos a decir qué es lo que está mal, pero también vamos a decir aquello que se esté haciendo bien”.
Y Cuitláhuac García feliz, feliz, feliz.
No punza, no hiere el Chapito Guzmán Avilés, cacique azul en Tantoyuca. No irrita al gobierno de Morena que envía en su ayuda a la Fuerza Civil a la elección interna del Partido Acción Nacional, irrumpiendo en el recinto que albergaba las mesas de votación, este domingo 8, vulnerando el principio de certeza.
Y ya en plena proclamación del triunfo, dice:
“Vamos a resaltar aquello que se está haciendo bien, porque simple y sencillamente, si le va bien al gobierno, les va bien a los veracruzanos; si le va mal al gobierno les va mal a los veracruzanos”.
Y Andrés Manuel también queda feliz, feliz, feliz.
Si su discurso no es suicida por lo menos es torpe, validando dichos y maledicencias de campaña, la voz que lo herían llamándole candidato de Morena, de Cuitláhuac y de Eric Cisneros, el secretario de Gobierno de las frases locas, financiado para entregarles el PAN.
Guzmán Avilés arrebata la elección panista en su feudo, Tantoyuca, cuando iba abajo en el recuento de votos. Ahí le dio la vuelta al marcador.
Guzmán Avilés perdía en por lo menos 150 sitios del estado de Veracruz cuando comenzó el recuento de Tantoyuca. Y ahí alcanzó a su contrincante, José de Jesús Mancha Alarcón, y lo rebasó. Y después tendió el puente de plata con el gobierno de Morena.
Con el 80 por ciento de las actas contabilizadas, El Chapito Guzmán acumulaba 9 mil 886 votos sobre José Mancha, que obtuvo 8 mil 824 votos.
Joaquín Guzmán no llega solo. Al yunismo le arrancó aliados, los Serralde, los Rementería, los Cambranis. Otros los perdió el yunismo por ceguera, por soberbia, por no tener palabra y por traición.
Uno de ellos, clave, es Víctor Serralde, magnate político de Córdoba cuya fortuna no le viene de la cultura del esfuerzo sino del esfuerzo del erario, los dineros que corrían en Sedesol, hoy Bienestar, bendecido por las cúpulas del poder panistas y priistas, el cabildeo de una madrina sin par y de uno de los Yunes azules al que no dudó en traicionar.
De la mano, la mano sudada de Silvia Monge, diputada local, federal, yunista y duartista, Serralde ha construido un emporio, un consorcio de empresas sobre las que llovían contratos de obra, que sirvieron para sí, para su bolsillo, para hacer política y hasta para increpar al PAN.
Silvia Monge tocaba la puerta y Josefina Vázquez Mota la abría. Fluían los recursos de Sedesol en el sexenio foxista a Veracruz, a enclaves precisos en los que Serralde crecía políticamente.
Y así siguió, pegado a Silvia y coordinando los programas sociales en la sierra de Zongolica con Fox y Felipe Calderón. Más tarde, diputado federal por Huatusco, el panista más votado del país con 90 mil sufragios, trepó después en la presidencia de la Comisión de Desarrollo Rural donde derramó más recursos para los sindicatos cañeros.
Serralde se enchufó con Josefina Vázquez Mota y luego la desechó; con Ernesto Cordero, ex titular de Sedesol y aspirante presidencial en 2006, y luego lo desechó; con Gustavo Madero, ex líder nacional del PAN, y luego lo desechó.
A Serralde le llueven las obras, los contratos, los servicios. Una de sus oficinas, en Córdoba, concentra gran cantidad de personal dedicado a integrar documentación para participar en licitaciones. Unos le llegaban cuando el PAN gobernaba a México; otros cuando el PRI regresó. Y con los gobiernos priistas, en tiempos de Javier Duarte, aún más.
Hoy es aliado de Joaquín Guzmán Avilés; luego lo desechará.
Serralde y Silvia Monge pasaron del yunismo azul al duartismo. Ella, la que exhibió e increpó a Javier Duarte en la Cámara de Diputados en 2009 —la gesta de los Puerquitos Rojos—, acreditándole desvío de recursos y el uso del aparato de poder para construir su candidatura a gobernador, terminó negociando y defendiendo la causa del saqueador de Veracruz, pagada con una migaja en la Secretaría de Turismo estatal.
Gana Julen Rementería y su prole. Antiyunistas, luego yunistas, ahora enemigos de los Yunes azules, el senador y su hijo Bingen fueron clave para cambiarle el dueño al PAN. Sus votos en Veracruz, Soledad de Doblado, parte de Boca del Río, marcaron distancia entre el Chapo de Tantoyuca y José de Jesús Mancha Alarcón.
Su alianza con los Yunes tuvo dos puntos críticos: la candidatura de Marco Antonio Núñez López a diputado por Veracruz, que le fue negada, y un desliz verbal de uno de los hijos de Yunes Linares.
Marco Nuñez, hoy apoyador de Joaquín Guzmán Avilés, había sido su acérrimo crítico en 2008, advirtiendo cómo se perpetuaba en los cargos.
“Yo considero —decía Núñez— que si ya fue alcalde, luego diputado, volvió ser alcalde y ahora quiere ser diputado nuevamente, no es ético ni sano para Acción Nacional; es como la ley chapulín”.
Le faltó mencionar al hermano, la hermana, el hijo, todos acaparando alcaldías y diputaciones. Fuera de los Guzmán, nadie en el PAN tiene capacidad para gobernar el predio.
A Bingen Rementería le aseguró el yunismo que sería el sucesor de Fernando Yunes en la alcaldía de Veracruz, para él la candidatura y el respaldo del grupo. En corto, la verdad: “Hasta cree que va a ser candidato”, dijo uno de los juniors del ex gobernador. Y ahí acabó el pacto.
Así, los Rementería se llevaron sus votos, sus alianzas, su capacidad de operación.
Entre Chapo, Julen, Cambranis y Serralde, el candidato a la gubernatura en 2024 sería el protegido de Silvia Monge. Por su presencia mediática y el arrastre entre las bases panistas, Julen Rementería representa un riesgo para Morena y el obradorismo. Y en esos niveles se juega al rival más débil.
Así se fractura el PAN. Aquella unidad, la de 2004, 2010, 2016 y 2018 es historia. Concluido el gobierno de Yunes Linares, sueltos los grupos, volvió el encono. Los que ocuparon secretarías, subsecretarías, direcciones, los que dormitaron en la nómina y obtuvieron prebendas, hoy arremeten contra el yunismo azul.
El yunismo vive de la audacia y la métrica del poder. Ofrecen y prometen, pactan y cumplen al 100 y a veces a medias. O no cumplen. Ahí está su fragilidad.
Domina la soberbia al vástago del gobernador que despacha en el palacio municipal del histórico puerto. Veracruz municipio crece tanto como el ego de Fernando Yunes.
Hay operadores del yunismo que terminaron en el duartismo y otros, como Enrique Pérez, ex secretario de Educación, que optaron por mantenerse al margen.
Por segunda vez, la elección se judicializa. José Mancha esgrime violación al principio de certeza, la intromisión del gobierno de Veracruz y el ayuntamiento de Tantoyuca, la Fuerza Civil en el interior del recinto donde se realizaba la votación.
Y en medio del naufragio, Guzmán Avilés produce una declaración insólita:
“Vamos a resaltar aquello que se está haciendo bien, porque simple y sencillamente, si le va bien al gobierno, les va bien a los veracruzanos, si le va mal al gobierno les va mal a los veracruzanos”.
Más morenista no se podía ver.
Oposición que no critica, es oposición cómplice.
Descuartizado, el PAN está negado para la unidad. Políticamente es un rompecabezas en el que las piezas no encajan. Y así va hacia la elección constitucional de 2021.
Por lo pronto, de la mano del Chapito Guzmán son ya el PAN-Morena.
Archivo muerto
De la mano van la Policía Municipal y los malosos, los que deben procurar la paz y los que se regodean en la violencia. Así, penetrada, infiltrada, la corporación de Coatzacoalcos no es garante de seguridad, ni ve por la sociedad, ni puede aplicar la ley. Uno de sus mandos, Omar Berdón Arres, tiene bajo su encargo a la Policía Municipal desde que encabezó un motín —motín es delito, según el Código Penal—, fraguado por la pandilla del alcalde Víctor Manuel Carranza Rosaldo para deponer al entonces titular de la corporación, almirante Víctor Colorado. Pronto vendrían las arbitrariedades, ciudadanos levantados, encarcelados, obligados a pagar multa para recuperar su libertad. Luego se sabría de la misoginia hacia las mujeres policías, el maltrato, la presión que forzara renuncias y dejar espacios a nuevos elementos. Por lo menos hay dos carpetas de investigación abiertas en la Fiscalía de Veracruz, denuncias públicas y el alcalde no mueve un dedo para poner orden. Así hasta que el fuego se volvió volcán. Hay puntos de conexión con el crimen organizado, la filtración de información a cárteles, el halconeo, el actuar en el lado oscuro de la ley. Mandos policíacos hablan de “presuntas ligas con el crimen organizado”, según publica el diario Reforma. En Al Pie de la Letra, el columnista Raymundo Jiménez cita el testimonio de un agente estatal que refiere que muchos policías “son ‘aviadores’, y qué decir de complicidades con el narcotráfico”. De acuerdo con el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, donde haya penetración del narco, las corporaciones policíacas serán depuradas y asumirá el mando la Guardia Nacional. A su casa, liquidados, los no aptos, y los que sirvan serán vueltos a capacitar. Y acá, el alcalde Carranza en el limbo, o en el pantano. El Comediante Supremo aún trae sus propios escándalos, el del narcomenudista ejecutado porque la esposa vendía por su cuenta y el del secuestrador que se halla sujeto a proceso, ambos en la nómina municipal; pronto noticia nacional… Por delito grave, Carranza pasaría algunos años en prisión. Por asignar contratos, simular compra de servicios, renta de anuncios espectaculares, suministro de alimentos, sangrar al erario, el alcalde de Coatzacoalcos tendrá que enfrentar la ley. Va la pista: Víctor Manuel Carranza Rosaldo trata y beneficia a empresas fantasma, investigadas y boletinadas por el SAT —Servicio de Administración Tributaria—, el brazo ejecutor de la Secretaría de Hacienda. Implicada, Yolanda Sagrero Vargas, directora de Contabilidad municipal. Implicado, Mario Pintos Guillén, tesorero. Delito grave, según la Biblia de San Andrés Manuel. En horas, la historia a detalle… Se llama Elías Diez y Morena le ve perfil para alcalde. Empresario automotriz, inmobiliario, concesionario de firmas como Dodge, Ford, Jeep, Mitsubishi y copropietario de Plaza y Torres Teatro, es el primer francotirador a la presidencia municipal de Coatzacoalcos, no porque él quiera sino porque así lo ve el equipo cercano a la secretaria de Energía, Rocío Nahle, suponiendo que si su hermano Juan Manuel Diez transformó a Orizaba y se ganó la categorización del “mejor alcalde de Veracruz”, Elías tendría que ser su clon. Que se sepa, al empresario le da por la política, pero en Morena lo conciben como una salvación, dado el desastre político que ha resultado Víctor Manuel Carranza Rosaldo. Pésimos los sondeos, el rechazo social, las condenas a la inacción, el nepotismo, la violencia sin control, el morenismo sabe que con los diputados Juan Javier Gómez Cazarín y los fraudes en la Volkswagen; Mónica Robles Barajas, la que se clavó el Parque Quetzalli; Tania Cruz y el escándalo sexual de su hermano; Amado Cruz Malpica, conflictuado con el gobernador Cuitláhuac García, y el secretario del ayuntamiento de Coatzacoalcos, Miguel Pintos Guillén, con denuncias penales encima, la derrota estaría cantada. Y Elías Diez no suena mal… David Esponda está liquidado; Carranza, el alcalde, igual. Uno por permitir el funcionamiento de table dance Caballo Blanco sin medidas de seguridad; el otro por solapar la operación de ese y otros antros y tugurios bajo el cobijo del crimen organizado. David Esponda, director de Protección Civil municipal, por incumplir supervisiones en las que habría detectado que el Caballo Blanco tenía inadecuadas salidas de emergencia, falta de extintores, una verdadera trampa mortal que segó la vida de 30 personas, tras el ataque de cuatro malosos vestidos con ropa semejante a la de los policías. ¿Cuántos de estos negocios no pagan contribuciones? ¿Cuántas de sus bailarinas, cocineras, meseros, no contaban con tarjeta de salud? Es pregunta. Y mientras la responden, hay una certeza: el alcalde de Coatzacoalcos, Víctor Carranza, incurre en incumplimiento del deber legal…
Fotos: Plumas Libres, Jarocho On Line