* El embuste de Dos Bocas * Batean a las “mejores constructoras” * Con 8 mil millones de dólares nadie edifica una refinería * Eric Cisneros: amenazas a la prensa * Cachan al gober con magistrados electorales * Operador de Guzmán Avilés con René Bejarano * El alcalde ya tiene su atalaya * ¿Y el título y cédula profesional del líder de la CMIC?
Tremenda embustera, Rocío Nahle vende proyectos de humo y una refinería de bajo costo que nadie en tres años podría construir, técnicamente inviable, financieramente no rentable, un sueño de opio que sólo Andrés Manuel López Obrador le pudo comprar.
Su estafa maestra ya casi cuaja. Es la refinería de Dos Bocas, enclavada en suelo fangoso e inundable del municipio de Paraíso, en Tabasco, pedazo de la costa del Golfo de México para el sueño faraónico del Dios Peje con el que dice y pregona que algún día habrá de romper la dependencia mexicana en el mercado de las gasolinas.
Su estafa la tasa en 8 mil millones de dólares y el tiempo de construcción lo fija en no más de tres años, un cuento de pescadores, engaño vil, una treta suicida que habrá de desfondar en lo económico, en lo político y en lo moral a la Cuarta Transformación.
A las constructoras —“las mejores”, se ufanaba— les fijó tope financiero y plazo, y así las bateó. Pemex realizará el proyecto y la Secretaría de Energía, o sea Rocío Nahle, lo dirigirá.
Recién avecindada en las ligas mayores de la energía, Rocío Nahle poca práctica tuvo en la petroquímica del sur de Veracruz, y en construcción de refinerías menos aún.
Sustituye la ignorancia con alardes y estridencia, datos macheteados para encarar a legisladores poco versados en temas energéticos, disertando para impresionar desde que era asesora del PRD en el Congreso, con Dolores Padierna, la esposa René Bejarano, el célebre Señor de las Ligas.
Luego, siendo diputada por Coatzacoalcos y hoy en el gabinetazo de AMLO, habla del atraco y el desfonde de Pemex, empresa a la que sirvió de refilón hará 39 años, si acaso seis de ellos como empleada eventual. Y así, tácitamente alejada de Pemex, ya es el “cerebro energético” de López Obrador, según la definió la revista Forbes.
Ignorante, pues, hoy es el vértice del proyecto titán del presidente de México, una refinería en suelo tabasqueño, cuna de López Obrador, sobre tierras aledañas a la terminal marítima de Dos Bocas, donde el trasiego de petróleo proveniente de la Sonda de Campeche y los campos terrestres es impresionante. Sólo que el terreno es inundable.
Su estafa maestra viene precedida de un caudal de cuentos primaverales y veraniegos de Andrés Manuel, el alarde de campaña con el que ofrecía no una sino seis refinerías nuevas, sin saber, sin dimensionar la patraña descomunal que profería con tal de obtener votos y sumarle activos a su obsesión presidencial.
Alguien, pues, debió alertar en el cuarto de mando del candidato de Morena y traerlo de regreso a la realidad: seis refinerías son irrealizables. Y Benito Juárez Obrador aterrizó. O medio aterrizó.
Dijo entonces que seis no, pero dos sí. Y las focas mañaneras volvieron a aplaudir.
AMLO y Rocío tienen algo en común: les gusta la ficción. Y la refinería de Dos Bocas se convirtió en circo de cuarta… transformación.
Desde el púlpito de las mañaneras y cada que tuvieran un micrófono a la mano, El Peje y la secretaria de Energía anunciaban el proyecto, la solución al abasto de gasolinas, la disminución de las importaciones, supuestamente la reducción del precio de venta.
Luego Rocío Nahle iniciaría la maniobra. No habría licitación abierta sino invitación restringida. Así —dijo— se impedía que se colaran compañías proclives a la corrupción. Son las cuatro seleccionadas —expresó— las mejores a nivel mundial. Son —agregó López Obrador— las de mayor experiencia, habiendo construido cada una por lo menos 100 refinerías, y una sola, 200.
Menos y mejores.
Mejores y santas.
Santas y divinas.
Pues ni tan mejores ni tan santas ni tan divinas. Hurgando en su historial brotaron imputaciones de sobornos para obtener contratos y compensaciones pagadas para evitar sentencias judiciales.
Llegado el día D, el Dios Peje las botó con argumentos falaces y maromas modelo Cuarta Transformación. Que fue mejor declarar desierta la licitación, decía Andrés Manuel con la sonrisa que usa cada vez que se mete un tiro en el pie. Que ninguna de las empresas se comprometía a construir la refinería con 8 mil millones de dólares —160 mil millones de pesos—. Que no la querían entregar en un plazo de tres años.
Luego se supo que tres de las constructoras pretendían una cláusula en el contrato que les permitiera ajustar el costo en función del incremento de los insumos. Y que se pudiera exceder el tiempo de entrega.
De ser las mejores del mundo, el Peje Dios las arrumbó entre el montón. Y anunció que Pemex tendrá a su cargo el sueño de opio de 8 mil millones bajo la directriz de la Secretaría de Energía.
Cuarenta años sin una nueva refinería y Dos Bocas estará en manos de Rocío Nahle, que ni acumuló experiencia en petroquímica y que sabe un pito de refinación.
Al régimen de las ocurrencias le hacía falta la cereza del pastel, y ya está. AMLODios destripó el aeropuerto de Texcoco, canceló las zonas económicas especiales, suprimió el fondo de fomento al turismo, cerró estancias infantiles, implementó la contrarreforma educativa que permite la mediocridad magisterial, arremetió contra inversionistas, polarizó al pueblo, unos conservadores, otros liberales. El presidente de todos pujando y pujando para atomizar a la sociedad.
Sus mañaneras son una sinfonía de contradicciones y desmemoria. Sus respuestas, un concierto de desatinos. Su gobierno no termina de arrancar. Seis meses después la economía no crece, el precio de la gasolina que no baja. Al choque con otros poderes públicos y la falta de inversión del sector privado, suma ahora la cancelación de la licitación de la refinería de Dos Bocas y el anuncio de que lo construirá Pemex. O los amigos de Andrés Manuel. O los compadres de Rocío Nahle.
Lo cuestionan calificadoras de deuda como Moody’s, la Unión Europea, Coparmex, Citibanamex. AMLO genera incertidumbre, falta de confianza, no saber si un peso será mala inversión.
Y Rocío Nahle, su alfil, operadora y recaudadora de conflictos, presume un historial paupérrimo en el área energética. Su curriculum difundido en sus días en que comandaba a Morena en la Cámara de Diputados es revelador. Laboró para Pemex sólo seis años con contratos intermitentes, de 1986 a 1992, siempre en el área de instrumentistas, lejos de la operación de plantas, lejos de la petroquímica real.
Apestada de Pemex, rechazada por su cercanía con el ingeniero Basualdo, entonces un todopoderoso en la paraestatal, pasó a la industria privada. Laboró en Resistol por dos años más, de 1992 a 1994. Y hasta ahí.
Desde entonces sólo grilla y grilla. Se disfraza de petrolera sin ser petrolera. Usa casco de petrolera sin contrato en Pemex.
Su plataforma fue la Unión Nacional de Trabajadores de Confianza de Industria Petrolera (UNTCIP), junto a figuras como Felipe de Jesús González Díaz y Didier Marquina, de inobjetable respeto. Pero un día, por su protagonismo, por hablar de más, debió respetar jerarquías y dejar de alardear.
Causando vergüenza hizo militancia en el Partido de la Revolución Democrática, cuya última gesta fue ser candidata a diputada federal por Coatzacoalcos y perder la elección, en 2012. Y ya en Morena, en 2015, pactando con las huestes del ex alcalde priista, Marcelo Montiel, ganó la contienda. Llegó a San Lázaro, se convirtió coordinadora del partido del Peje López Obrador y se proyectó con discursos estridentes, a veces locuaces como aquel en que pidió una investigación de la desaparecida KGB rusa.
Pero de refinerías y cómo construirlas, nada.
Secretaria fifí, ligada a grupos adinerados, sus hijas egresando del Tecnológico de Monterrey, una de ellas con posgrado en Estados Unidos, y nexos con JP Morgan, Rocío Nahle teje un negocio descomunal con la construcción de la refinería de Dos Bocas.
Su círculo social, sus amigos en Pemex, gozan de fama como proveedores o constructores en la industria petrolera, beneficiarios de la mafia del poder, o el compadre al que le sugiere hacer “un negocito”, o aquellos con fortunas que suman centenares de millones y más millones.
Grilla con suerte, Dos Bocas está en sus manos.
Así es Rocío Nahle. Y así tejió su estafa maestra.
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Archivo muerto
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Bribón de lengua floja, Eric Cisneros vocifera y amenaza, visualiza a la prensa tras las rejas, pagando por no alinearse, reeditando los días en que Javier Duarte desgobernaba a Veracruz. Con desparpajo, profiere el secretario de gobierno lo que sus dos neuronas útiles le dan: “Aquí va a haber un parteaguas y también va para todos los compañeros que son periodistas, va para todos los veracruzanos… con esto que está pasando en Veracruz, aquí vamos a saber quién está de lado de los veracruzanos y quién quiere ser cómplice de un pequeño grupo… porque hay algunos compañeros que defienden lo indefendible, aquí vamos a ver quién realmente quiere estar de lado de la justicia”. Y agrega: “Los que hoy defienden al Fiscal (evidenciarán) si estás con el crimen organizado o en beneficio de todos los veracruzanos”. Neoinquisidor de la Cuarta Transformación, Eric Patrocinio Cisneros destila una cuota de soberbia y otra de estupidez. Acribillado en medios de comunicación, portales en internet y redes sociales, su exabrupto se equipara al torpe discurso de Javier Duarte soltando la analogía del árbol de la prensa y las manzanas podridas, al “pórtense bien” que auguró más crímenes de periodistas convirtiendo a Veracruz en la entidad más peligrosa para el ejercicio periodístico. Vapuleado en prensa nacional y extranjera, el rufiancillo de Morena salió a perfumar el vómito de sus infamias. Él —dice Patrocinio— no amenaza. “En comunicación, el contexto es todo. No nos confundamos: un servidor siempre ha sido, soy y seré, respetuoso de la libertad de expresión y libre manifestación de las ideas; inclusive cuando, al criticarme, los opinadores han cometido excesos y rebasado la esfera pública”. ¿No nos confundamos? El único confundido es el remedo de secretario de gobierno que padece Veracruz. La libertad de expresión, la manifestación de ideas, no es dádiva ni concesión del poder; es derecho constitucional. Y hasta los parias, las mafias, la peste incrustada en las estructuras de gobierno, lo tienen que acatar. Burda, su amenaza a los periodistas se da en un contexto de muerte, Veracruz liderando los asesinatos de comunicadores, asediados aún más cuando quien tiene el poder muestra desdén, desprecio, amagos hacia la prensa crítica, la que se resiste a ser sometida. Con mequetrefes así, la Cuarta Transformación ya se pudrió… Pillado in fraganti, Cuitláhuac García contemporiza con los magistrados del Tribunal Electoral de Veracruz. A sus instalaciones llegó el viernes 10 y tuvo un diálogo breve, viralizándose la estampa en redes sociales, con José Oliveros Ruiz, presidente del órgano colegiado, Claudia Díaz Tablada y Roberto Eduardo Sigala Aguilar. Días antes, cuando el TEV anuló la elección de dirigente del Partido Acción Nacional en Veracruz, José de Jesús Mancha Alarcón, alzó la voz y denunció la intromisión del gobernador, intentando tener un PAN dócil y sometido, comparsa y acrítico, aludiendo a su contrincante, Joaquín Guzmán Avilés, ex diputado local por Tantoyuca. En mal momento se le ocurre a Cuitláhuac visitar el TEV. Y que la fotografía mostrara su liga con los magistrados… Doble cara, cero moral, Javier Hernández Candanedo lo mismo es operador panista de Joaquín Guzmán Avilés en Misantla, que seguidor de René Bejarano, recaudador de Andrés Manuel López Obrador hasta que aquel video en que se le ve recibiendo cientos de miles de pesos del empresario Carlos Ahumada Kurtz, provocó tal impacto que AMLO se despeñó y tiempo después, siendo candidato del PRD, perdió —o le robaron— la elección presidencial en 2006. Un video muestra a Javier Hernández Candanedo con el Chapito Guzmán Avilés y escenas más adelante con René Bejarano. En él se acusa un intento de infiltración de Morena en el PAN, denunciando el encuentro con “el Señor de las Ligas, promotor de la 4T”. En otra parte el video refiere: “No se les fue el amor al PAN; simplemente mostraron lo que son, unos chaqueteos y vendidos”… Atalaya en mano, Víctor Carranza cuenta que su órgano de difusión tiene una razón genuina: la gente no lee y de alguna forma debe informarse. Siguiendo su tesis, si no lee, si no ve noticias, si no las escucha, ¿qué caso tiene erogar más de 4 millones de pesos al mes —50 millones anuales— en medios de comunicación? O como ya se ha señalado aquí, Víctor Carranza, alcalde de Coatzacoalcos, compra silencio y aplauso. Y ahora, su periódico —con costo de 100 mil pesos por impresión— exhibe obras en proceso de ejecución, el Parque Central que aún está en litigio y que no es inversión municipal sino aportación de 60 millones de Pemex. Su atalaya sirve para nada. Y su imagen se termina de hundir… A Pablo Farfán le sobran caras y lengua y le falta título profesional. Acusa al Centro SCT de menospreciar a constructoras veracruzanas y luego da marcha atrás. Matiza según sea el momento y el lugar. Y todo a nombre de la Camara Mexicana de la Industria de la Construcción. Lo que está a debate es si tiene título y célula profesional. Según consulta en el Registro Nacional de Profesionistas, no hay registro a nombre de Pablo Jacobo Farfán Sánchez, ni para título profesional ni para célula profesional. Y hay actas del gobierno de Veracruz en los días del duartismo, suscritas por funcionarios y contratistas y el único que no estampa su rúbrica es Pablo Farfán. Por algo es…
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Foto: Yo Influyo