* Lo mataron por lo que escribía * “Lo habían amenazado”, dijo su esposa * Los engaños del duartismo * Se va cayendo el juicio * Tere King: la genética traidora * ¿Hillman y Robles le dan la espalda a Morena? * Feroz auditoría contra Joaquín * La periodista y los taxis * Sainete por una infracción * Seis días y Bermúdez no sale
Tres años después, Gregorio Jiménez de la Cruz reclama justicia, y con él su familia, y sus amigos, y el gremio periodístico que habló y habla por él, marchando en las calles, cimbrando las redes, y que lo debió sepultar.
Impune, su crimen retrata la barbarie y la violencia que amaga a la prensa en Veracruz, la indolencia y las tretas del duartismo y el fallido aparato judicial, ciego y podrido, que desdeña a la víctima porque su pacto es con los que transgreden la ley.
Tres años ya del levantón que sacudió al medio periodístico y que movilizó a la prensa mundial, la protesta en las plazas, la movilización callejera, la viralización en las redes sociales con el mensaje que cimbró a todos: “Lo queremos vivo”.
Goyo Jiménez, reportero de Notisur y Liberal del Sur, fue levantado la mañana del 5 de febrero de 2014. Detectó que era seguido cuando regresaba de dejar a su hija en la escuela. Llegó a su hogar, en Villa Allende, congregación de Coatzacoalcos, y hasta ahí fueron por él.
Levantado por un comando armado, no se sabría más hasta que el 11 de febrero sus restos fueron hallados en una fosa clandestina en la colonia J. Mario Rosado, en el municipio de Las Choapas, en el sur de Veracruz.
Murió violentamente. Sufrió tortura, su cabeza cercenada. Con él había dos cuerpos más, uno de un líder de la organización obrera CTM, Ernesto Ruiz Guillén, alias “El Cometierra” o “El Dragas”, y el de un taxista apodado “El Bembas”.
Lloraba Goyo ante sus captores. Suplicaba por su vida, refiere la declaración de uno de los sicarios, detenidos y procesados. Al final solo se le permitió orar y entregar su alma a Dios. Luego vino la ejecución.
Fue el periodista número 15 en morir violentamente durante el gobierno de Javier Duarte, convertido Veracruz en tierra inhóspita para el ejercicio de la libertad de expresión, el sitio más peligroso del mundo para la tarea periodística no siendo lugar de conflicto armado.
Quemante, su caso fue desestimado como un agravio a la prensa. No lo mataron por su actividad profesional, vociferó una y otra vez el duartismo, su vocera Gina Domínguez Colío, su procurador Felipe Amadeo Flores Espinosa, la prensa a sueldo, los amanuenses del desgobernador Javier Duarte.
A Goyo, según la coartada del duartismo, lo privaron de la vida por un pleito personal con Teresa de Jesús Hernández Cruz, propietaria o administradora del bar El Mamey, en Villa Allende. Lo mataron por una trifulca verbal, por un amorío de los hijos de ambos, por una rencilla.
Entonces, a escasas horas de ser hallado en la fosa clandestina, su viuda Carmen Hernández lo negó. Sobre Goyo Jiménez pesaban amenazas de muerte. “Lo mataron por hacer periodismo”, expresó.
Del caso detalló el portal Animal Político. Habló de una maniobra del duartismo para rechazar que a Goyo Jiménez, reportero de Notisur y Liberal del Sur, lo asesinaran por lo que escribía. Y le daba voz a su viuda:
“Que ahora no nos digan que fue por cuestiones de venganza personal. Yo les dije desde un principio que fue amenazado de muerte”, decía Carmen Hernández. Acusaba a Teresa Hernández. Goyo Jiménez investigó dos asesinatos ocurridos en el bar.
“Él ahora está muerto y no sé por qué quieren manchar su nombre. Era un hombre bueno. Ande usted y llame a su trabajo. Ahí le darán datos de él y de su buen comportamiento”, refirió otro familiar a Animal Político.
Contradecía la versión la vocera María Gina Domínguez. El móvil, según el duartismo, fue una “venganza personal” que tenía sus orígenes en “una relación sentimental de los hijos del periodista”.
Tres meses antes —dijo Gina Domínguez a Ciro Gómez Leyva, en Radio Fórmula— habría ocurrido el altercado.
“La señora Teresa es vecina de la familia y uno de sus hijos tuvo relaciones sentimentales con una de las hijas de Gregorio y tenían diferencias personales muy fuertes, incluso en una ocasión llegaron a una confrontación de carácter físico en contra de una de las hijas de Gregorio, quien intervino como padre a favor de su hija, situación que ocasionó que hace tres meses Teresa lo amenazara de muerte”, expresó la vocera, hoy señalada de actos de corrupción en la Coordinación de Comunicación Social.
Descartaba que el móvil fuera otro. Hacía énfasis en una confusión en los nombres de los bares El Mamey y El Palmar, donde habría ocurrido el o los crímenes del que nada se escribió.
Animal Político apuntaba:
“Los diarios Notisur y Liberal del Sur —donde Gregorio cubría la fuente policiaca— informaron el 23 de octubre de 2013 sobre el asesinato de un hombre llamado Luis Ángel Zenteno González, tras haber recibido una golpiza en ‘El Mamey’, bar que se encuentra cerca del domicilio de Gregorio. Si bien las notas están firmadas por la redacción, Carmen aseguró a Animal Político que su marido había sido el autor”.
Agrega Animal Político:
“Los textos también mencionan que el testimonio de Teresa de Jesús Hernández y el de un hombre identificado como Martín X son clave para resolver el asesinato.Tras la publicación de las notas, la presunta autora intelectual habría advertido a Gregorio: ‘No sabes con quién te metes’ y habría rematado con el amago de enviar a ‘amigos’ suyos ‘para ajustar cuentas’. Lo anterior, según información que Notisur publicó el pasado miércoles, cuando Gregorio fue sacado de su casa por un grupo de hombres.
“ ‘Gregorio sólo denunció lo que ahí pasaba y las autoridades nunca clausuraron el lugar. Ahora les toca investigar lo que nosotros les dijimos desde el día en que se lo llevaron’, dijo Carmen. ‘Goyo’, añadió, ‘no tenía enemigos’ y la dueña del bar fue muy clara en las intimidaciones a su esposo. ‘Ella le dijo que (la amenaza) fue por la noticia que sacó’.
“La noche del martes 11, en Coatzacoalcos, familiares que acompañaban a la viuda negaron vía telefónica que Gregorio tuviese vínculos personales con Teresa de Jesús Hernández y dijeron desconocer los motivos por los que el secretario de Gobierno de Veracruz, Erick Lagos, dijo que el asesinato del reportero había obedecido a ‘cuestiones familiares’.
“Por la tarde en una conferencia de prensa, el procurador general de Justicia del Estado de Veracruz, Felipe Amadeo Flores, aseguró que José Luis Márquez Hernández, una de las cinco personas que han sido detenidas por el asesinato, había narrado que el secuestro había sido motivado por ‘una venganza personal’.
“El detenido, de acuerdo con el procurador, confesó que ‘a raíz de una serie de discusiones con el periodista’, Teresa de Jesús Hernández Cruz contrató a un grupo de sicarios.
“Según la autopsia, Gregorio fue asesinado el jueves 6 de febrero, horas después de su secuestro”.
Horas después, el lodo duartista reforzaba el embuste. Vía bots, el duartismo inundaba las redes sociales replicando que a Goyo Jiménez lo habían matado por un pleito personal. La leyenda era la misma en cientos de mensajes en Twitter: “Venganza personal, móvil del crimen del reportero…”.
En sólo 90 minutos se daba por aclarado el caso. Hallaron los restos de Goyo, confirmaron el hecho sus familiares e inició la andanada. Las cuentas de usuario no eran de Veracruz, estaban radicadas en Cancún, Quintana Roo. Tácitamente sólo se dedicaban a retuitear los mensajes del entonces alcalde Paul Carrillo.
Operaban desde lo que fue el feudo de Gina Domínguez cuando era la asesora de prensa del ex gobernador Mario Villanueva Madrid, a la postre detenido, enjuiciado, deportado y condenado por narcotráfico en una cárcel de Estados Unidos.
Van tres años y la impunidad sigue. Para Goyo Jiménez la justicia no llega. Los presuntos autores materiales, contratados por 20 mil pesos, continúan sin recibir sentencia, logrando amparos y desechados otros.
Llegaron a obtener uno, liso y llano, que los pondría en libertad. Fue cuando el ex fiscal Luis Ángel Bravo Contreras, alias “Culín”, hizo subprocuradora y luego fiscal regional a Samyra del Carmen Khoury Colorado, no por eficiente sino por sus estrechos vínculos con el decano de los magistrados federales, Vicente Mariche de la Garza, de quien fue auxiliar.
En recurso de revisión, se logró revertir el amparo. Teresa Hernández y los sicarios permanecen en prisión, sin condena.
Samyra Khoury ya era duartista, ahora es yunista. Aún con Luis Ángel Bravo, dejó la fiscalía regional en el sur de Veracruz y fue remitida al puerto de Veracruz. Con Miguel Ángel Yunes Linares y Jorge Winckler alcanza la cumbre: coordinadora especializada en Investigación de Delitos de Violencia contra la Familia, Mujeres, Niñas y Niños de Trata de Personas.
Sábese que de los seis implicados, sólo Teresa de Jesús Hernández la puede librar. Los otros cinco sicarios, no.
Plagada de inconsistencias, la investigación dejó fuera la relación de Teresa Hernández con un ex militar, presunta pareja de una hija, que operaba para el crimen organizado. Meses después, el sujeto fue ejecutado. Cuestionado sobre esa pista, “Culín” señaló que simplemente no se consideró en la indagatoria.
Deja daños colaterales el crimen de Goyo Jiménez: un gremio que fugazmente su unió, aterrado por la embestida violenta y el salvajismo de los sicarios; empresarios periodísticos que canjearon la demanda de justicia por mejores convenios de publicidad; reporteros que lucraron con el mecanismo de protección a periodistas; el caso de Sayda Chiñas Córdova, quien encabezó las protestas y el reclamo de acciones que dieran con el paradero de Goyo, despedida tiempo después de Notisur por volverse incómoda e indoblegable, porque la empresa se hincaba ante Javier Duarte, porque negociaban todo.
De Goyo Jiménez sólo queda el recuerdo. Se diluye la demanda de justicia. Se olvida ese gremio que un día salió a las calles a exigir que se le hallara con vida, que su muerte fue por lo que escribía, por darle voz a los desvalidos, por reflejar el conflicto de inseguridad y violencia en Villa Allende.
Tres años después, el crimen de Goyo Jiménez permanece impune.
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Archivo muerto
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¿Qué implicaría la candidatura de Tere King por el PAN-PRD? ¿Acaso la traición del Clan de la Succión —Iván Hillman, Mónica Robles y sus familias— a Morena? Políticamente gris, diputada por accidente, Tere King es esposa del constructor Alvaro Ruiz, brazo derecho del también empresario de la construcción, Oscar Fosado Monzalvo, del clan Lemarroy en los años 90, vía la compañía Fosmon, y a la postre contratista favorito de Iván Hillman en el ayuntamiento de Coatzacoalcos y más tarde en la gerencia regional de Conagua en Veracruz. Si se concreta la candidatura de Tere King a la alcaldía de Coatzacoalcos, estaría pactando el yunismo con el ivanismo y los Robles, que es como pactar con Fidel Herrera y Javier Duarte, bajo cuyo padrinazgo se les dieron una presidencia municipal, una diputación local, cargos para Iván el Terrible, encargado de agenda del gordobés, hoy prófugo de la justicia. Es el pacto de los que se dicen reprimidos con quien es acusado represor. Y ya en esas, ¿dónde queda Morena, el partido al que el Clan de la Succión, los Hillman y los Robles, decían que habrían de llevar a la presidencia municipal de Coatzacoalcos. En cosa de horas se verá si el pacto con la diputada federal Rocío Nahle y con el Peje López Obrador, sigue, se cae o lo barnizan para simular que van a llegar hasta el final. Por cierto, en el código genético de los King están el trapecio y la traición, el amadeísmo sin Amadeo González Caballero, dejar al PRI y volver al PRI. La clave es engañar. Es genético… Feroz auditoría a Joaquín Caballero Rosiñol. Le revisarán las cuentas, las inversiones, obra pública, licuadoras financieras, nómina y gastos, contratos y concesiones, hasta lo que traiga bajo la alfombra y atrás de las puertas. Vendrá ORFIS, quizá una misión del Congreso de Veracruz. Se sabrá, por ejemplo, De un funcionario municipal que tiene a más de 30 familiares en la nómina, su hijo cobrando por jugar futbol, sus primas acudiendo al centro de trabajo dos días por semana. Así, entre la espada y la espada estará el alcalde Caballero. No se trata de encauzar al ayuntamiento sino de amarrarle las manos al operador electoral del marcelismo. Lo soltarán después del 4 de junio, día de la elección… ¿Quién es esa periodista a la que el ex director de Transporte Público en el gobierno duartista, Ricardo Orozco Alor, le obsequió tres juegos de placas de taxi, de las 10 mil que acomodó en los siete meses que permaneció en el cargo haciendo trastupijes, que es lo que mejor le sale? Una de sus unidades, por cierto, fue parada, detectado que en su permiso vencido no coincidían alguno de sus registros. De Mundo Nuevo fue llevado el taxi a Tránsito de Coatzacoalcos. Hubo sainete. La reportera, poderosa como cree ser, cesó a todo el personal. Pinches nacos, no saben con quién se metieron, y todo lo que se acostumbra para amedrentar. Pues sí sabían pero les valió. Le levantaron su infracción: mil salarios mínimos. Algo así como cerca de 80 mil pesos. Se agravó el entripado. Y escaló. Entonces esgrimió que un poderoso político del gobierno de la falsa alternancia pondría orden y le daría la razón. De la Secretaría de Gobierno llegó la orden: liberen la unidad. No importa que esté chueca, que sea producto del reparto de concesiones del duartismo y cómo no si #LadyRuletas apunta a ser regidora municipal. Para eso es el poder. Como si el gobernador fuera Javier Duarte. ¿O será que su espíritu flota aún sobre palacio de gobierno?… Seis días y el falso general Bermúdez no sale de prisión. Auguraba su abogadazo Fidel Ordoñez, de la rimbombante firma Ordóñez Ordóñez y Téllez Abogados Asociados, que con la suspensión en el juicio de amparo concedida por el juez Decimoquinto de Distrito, con sede en Xalapa, lo veían libre y mofándose de la ley. Logró una suspensión definitiva “contra actos de incomunicación, tortura o que se le prive ilegalmente de su libertad fuera de procedimiento”. Pero como está siendo procesado por otros delitos —abuso de autoridad y tráfico de influencias— cometidos con carácter doloso, se le mantiene en prisión preventiva. Van seis días y la escaramuza mediática armada por el abogadazo Ordóñez no le abrió las rejas de la prisión de Pacho Viejo…
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Foto: Proyecto Diez