* Evidencia de cuerpos en 11 de 81 fosas * Las maniobras de Bravo Contreras * Ni prensa ni celulares * Veracruz no es Tetelcingo: Campa * Veracruz es peor * Goza Javier Duarte con el hostigamiento a Miyuli * Héctor Yunes, lastre para Pepe Yunes y el PRI * El Pollo y el levantón * Hallan las cabezas de mutilados
De las fosas clandestinas emana olor a muerto y tufo a corrupción, inútil la maniobra del fiscal Luis Ángel Bravo por contener el reclamo, por maquillar la realidad. Veracruz, como dijo Solalinde, es el camposanto de los narcos.
Atrapado, siente “Culín” la ira de activistas y familiares, los colectivos que hurgan en la tierra y hallan restos humanos, que detectan fosas clandestinas y fosas comunes, en unas la mano del crimen organizado y en otra la huella ministerial.
Irrita a los activistas, y también a la sociedad, el proceder retorcido del fiscal, exhibido por negligente, que alertado de la existencia de cuerpos en las fosas, optó por ignorar la voz de los familiares.
Colinas de Santa Fe es la punta del iceberg. Ahí el colectivo Solecito y activistas por los desaparecidos hallaron 81 fosas, alertados por voces anónimas que ubicaron el camposanto del crimen organizado tras la zona portuaria de Veracruz.
Recibieron también “mapas anónimos”, dibujos en que se aprecia el sitio en que debían cavar. Y fueron de tal certeza que dieron con los restos humanos.
Su tarea es dolorosa. No rascan ni mueven la tierra para hallar nada que alegre. Buscan restos de un familiar, o del familiar de otro activista, o del que le pueda dar la resignación a otro más, que termine la angustia que provoca la incertidumbre, el no saber qué fue de aquel ser que un día partió y no volvió.
A “Culín” le informaron de la evidencia encontraba en Colinas de Santa Fe. Y el fiscal ni se inmutó. ¿Por qué?
No procedió a ordenar que la Fiscalía asumiera el control de las excavaciones, con tecnología y personal especializado, con técnica forense.
Sabiendo que ahí hay restos humanos, hallados por los activistas, se negó a actuar.
En abril hallaron las primeras 75 fosas; en agosto aparecieron 15 más. Y siguen llegando “mapas anónimos”, los croquis que ubican con precisión dónde se hallan los cuerpos.
Si algo tiene Bravo Contreras es mala fe. Y los activistas por los desaparecidos ahora lo saben. Ordenó “Culín” que nadie accediera a la zona de fosas con teléfono celular, mucho menos que se hicieran acompañar por prensa.
Dice “Culín” que los periodistas podrían alterar la escena y eliminar pruebas. ¿Y un teléfono celular cómo podría hacerlo?
En la zona cero, donde hay evidencia de fosas clandestinas, se advierte la renuencia del duartismo a admitir que el camposanto existe, que los narcos inundaron de tumbas ilegales Veracruz, que el horror apenas está por comenzar.
Reacciona el fiscal como lo hiciera en Tres Valles, ocultando la verdad, trasladando los cuerpos a Xalapa para que fuera más complicada la identificación. Uno de los hallazgos, en el rancho El Diamante, el 16 de junio de 2014, que pretendió ocultar a la prensa, sumó 31 cuerpos. Lo confirmó el entonces subprocurador de Justicia en la zona Veracruz, Arturo Herrera Cantillo, y eso le costó el cargo.
Hubo otro más, el 3 de julio siguiente, de ocho cuerpos, en Paraíso Novillero, municipio de Cosamaloapan, que Bravo Contreras negó oficialmente.
Encrespa a todos el fiscal duartista. Tan es así que debió llegar el subprocurador de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación federal, Roberto Campa Cifrián, a contener las aguas que comenzaban a desbordarse.
Igualmente rollero, Campa es experto en control de daños y manejo de crisis. Habla y marea. Suele generar esperanza y con rostro sombrío revela el desenlace fatal.
En Veracruz lo vuelve a hacer. Dice que no hay restricción a los activistas, que el acceso a las fosas no se niega, que habrá rapidez y pronta identificación de los cuerpos encontrados.
“Vamos hacer un esfuerzo para hacerlo lo más pronto que se pueda (la identificación de los cadáveres). Entiendo que depende de las condiciones de los restos. Hay cuerpos que pueden ser identificados con facilidad y otros que puede tardar meses, pero este tema lo estaremos revisando”, dice con su estilo bonachón.
Eso dice.
Lucía Díaz, integrante de Colectivo Solecito, señala que se han procesado 36 cuerpos correspondientes a 11 de las 81 fosas halladas en Santa Fe. Lo ha realizado la Policía Científica, sin que se haya acreditado la identidad de ninguno de los restos.
“Esto va a tardar, pero lo que es el sexo de la persona se puede determinar con las mediciones que hacen”, dice. “Hay mucha disparidad entre los hallazgos y los procesamientos, estamos hablando de 81 a 11, hay un abismo ahí”.
Hay otro caso que les quema las manos: las fosas comunes de Palo Verde, en Xalapa.
Acusan los activistas que en 192 casos se realizaron inhumaciones por parte de la Fiscalía de Veracruz, el feudo de “Culín”, sin observar el protocolo. Y eso es un delito.
Campa no se involucra. Lo de Palo Verde es competencia estatal. Lo de las fosas clandestinas en Colinas de Santa Fe sí porque se presume es crimen organizado.
“Se trata de revisar las peticiones por lo que hace a algunas cuestiones materiales, el trabajo técnico, el trabajo científico, para ver si se han venido cumpliendo. Lo que puedo decir es que hay un trabajo coordinado entre el gobierno federal y la fiscalía, un trabajo que en algunos casos ha dado resultados concretos como en el caso de Tierra Blanca, donde comenzó este esquema de coordinación”, acusa.
Campa es folclórico. Le gustan las frases para las ocho columnas, el titular que lo proyecte, que le lustre a su andar en tierras y fosas.
Veracruz no es Tetelcingo, dice el subsecretario Roberto Campa. Cierto. Veracruz es peor.
Aquí no son 100 cuerpos. Se presume que serán 200 o 300 y que en todos está la huella del crimen organizado.
Veracruz, las fosas clandestinas de Santa Fe, contienen más cuerpos, quizá 200, quizá 300. Ahí hurgan y peinan el terreno los activistas por los desaparecidos, los del colectivo Solecito, que han hallado lo que Javier Duarte y “Culín”, alias el fiscal Luis Ángel Bravo Contreras, se niegan a buscar.
Llega Roberto Campa Cifrián y con su alma de mal agüero distingue que una cosa es Tetelcingo y otra Veracruz, que allá, en Morelos, las inhumaciones clandestinas las perpetraron policías estatales y aquí es el crimen organizado.
Tira rollo el subsecretario de Derechos Humanos, puntilloso con el gobierno perredista de Graco Ramírez y muy condescendiente con el régimen priista de Javier Duarte.
¿Cómo sabe Campa que en las fosas de Santa Fe sólo está la mano de los malosos? ¿Cómo pudo determinar que ahí no hay huella de policía o de ministerial?
Ha olvidado Campa Cifrián que entre la policía duartista y el crimen organizado hay un hilo delgado pero al fin un hilo conductor. Ha olvidado que en Tierra Blanca, los cinco jóvenes originarios de Playa Vicente fueron levantados por la policía estatal y luego entregados a los malosos. Quizá también olvidó que él atendió ese caso y reveló la muerte de los jóvenes.
Así es Campa. Llega cuando hay malas noticias que dar. Así fue con los cinco jóvenes de Playa Vicente, levantados por la policía duartista en Tierra Blanca. Llegó cuando el agua comenzaba a desbordarse, prometió ir hasta el final y el final fue que nadie sobrevivió, aunque no hay evidencia de muerte en cuatro de los cinco jóvenes.
Quiere Campa matizar el escándalo de Colinas de Santa Fe, las más de 81 fosas que los activistas hallaron, los más de 300 muertos que se presume están ahí.
“Culín” veta a los periodistas. No los quiere en las excavaciones. ¿Por qué?
“Culín” le niega a los activistas que usen teléfonos celulares en las excavaciones. ¿Por qué?
“Culín” desdeña la voz de los activistas y sabiendo que ahí hay evidencia de restos humanos, no mueve un dedo por dar con los cuerpos. ¿Por qué?
Ahí está uno de los camposantos del narco. Y cerca, a 200 metros, hay otro. Lo hallaron en 2015 y la Procuraduría General de la República halló por lo menos cinco cuerpos.
Lucía Díaz, del Colectivo Solecito, exhibe al fiscal de Veracruz:
“Todo el tiempo se le dijo a la Fiscalía que buscara en ese predio y no lo quiso hacer. Por eso, cuando nos llegaron los croquis, decidimos que nosotras sí lo haríamos”,
¿A quién encubre el fiscal? ¿Al narco o a policías que sirven para levantar, torturar, desaparecer gente buena o mala, inocentes o culpables, lo que sea pero personas al fin?
Aquí lo que hay son fosas clandestinas, tufo a muerto y a corrupción.
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Archivo muerto
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Tremendo el trastorno, goza Javier Duarte el asedio policíaco a Miguel Ángel Yunes Linares. Deja constancia en Twitter de su insania moral. Dice que cuando él y su familia son revisados por la policía, hasta las gracias dan. “Cuando a mí o a mi familia nos toca revisión lejos de molestarnos agradecemos a los oficiales por su trabajo”, refirió el gordobés. Echó otro tuit: “Gracias a los filtros de seguridad es que se ha logrado la detención de miles de delincuentes”. Menudo embustero, el gober que ya se va no expresó que a él no lo encañona la Fuerza Civil, no lo bajan del vehículo para revisión, no le imputan que podría traer armas o que fue confundido con alguna célula del narcotráfico. Eso con cualquier veracruzano, incluido Yunes azul, sí lo hacen. Y de la presunción se pasa a la imputación, y de ahí al delito. Suscitan escarnio en redes sociales las taras de Javier Duarte. Le devuelve la ironía el usuario “Buganza Salamerón”: “Con todo respecto señor Gobernador, pero ojalá le revisaran el cerebro an seguido como la próstata”. Tácitamente admite Javier Duarte que el hostigamiento es con línea, usada para amedrentar la Fuerza Civil, el grupo de élite sobre el que pesan denuncias y más denuncias por abuso de autoridad. Veracruz se incendia, quiebra, naufraga y Javier Duarte ensimismado en sus obsesiones azules… Todo un lastre, Héctor Yunes no le suma al PRI, a Pepe Yunes, a su causa, a Beltrones. Les resta. Se placea por Veracruz, arma eventos, arrastra su vergüenza y el peso de una derrota electoral, la que dejó al PRI sin el gobierno de Veracruz, en parte por el deplorable rol de Javier Duarte, “mi jefe político”, y en parte por la desastrosa estrategia de Héctor Yunes que pretendiendo destrozar a su primo Miguel Ángel, candidato del PAN-PRD, lo terminó por victimizar. Vive en Marte Héctor Yunes. Su periplo por Veracruz es la invitación al electorado a castigar de nuevo al PRI, dejarlo sin alcaldías, terminar de echarlo del poder. Y, de paso, que Veracruz sea el inicio de la salida del PRI de Los Pinos. Fue patética la campaña hectorista, confirmando que su única oferta electoral era el engaño, la promesa incumplida, suponiendo que al electorado se le puede engañar. Héctor Yunes es un lastre para el PRI, para Pepe Yunes, al que mancha y aleja de los núcleos de votación, al PRI que de por sí arrastra la cobija, a Beltrones que confió en él y Héctor le falló… Susto mayúsculo, su vida en un hilo, sufre Gerardo Enríquez Aburto. Libra el levantón la mañana de este miércoles 14, forcejeando y luchando, huyendo de sus captores. No impide, sin embargo, que su hermano sea plagiado. Trasciende el incidente protagonizado por el reportero y columnista de Diario del Istmo, unos afirman que en su restaurant El Muellecito, en Barrillas, y otros que en la colonia Santa Isabel. De ahí se mantuvo oculto, presumiblemente ya fuera de Coatzacoalcos. Hasta la medianoche, nada había expresado la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas, de la que Gerardo Enríquez, El Pollo, es comisionado. Nada dice su presidenta, Benita González, alias “La Dama de los Velorios”, como le apodan en Xalapa. Se tiende un velo de censura cuando que la obligación de los medios de comunicación es informar. Valiente CEAPP que ni por sus comisionados da la cara… Hallan las cinco cabezas de los cuerpos mutilados, que aparecieran el 6 de septiembre en un camino vecinal que entronca con la carretera Las Choapas-Ocozocoautla. Pasado el mediodía, este miércoles 14, trabajadores petroleros en la batería Los Soldados se percataron que había una bolsa de plástico del cual emanaba olor nauseabundo. Alertaron a la autoridad y se confirmó que se trata de las cinco cabezas cercenadas a los cinco cuerpos. Y al anochecer, frente a la entrada al rancho del alcalde choapense, Marco Estrada, apareció otro cadáver, también degollado, en dos bolsas de plástico. Se sabría después que se trata de un niño de 12 años de edad, con estudios de primero de primaria, huérfano de padre, que solía vagar por las calles. lo levantaron en un Bama y apareció degollado. Son los signos de este Veracruz que asegura el secretario de Gobierno, Flavino Ríos Alvarado, goza de paz y tranquilidad…
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Foto: Presencia