* Y ahora, a comer con Javier Duarte * La crítica y el olvido * La batea de los priístas * Fortaleciendo a Yunes Linares * Bueno Torio quiere consulta a la base * 600 mil mensuales para Cecil * “Ustedes no tienen llenadera”, les decía Fidel * Los tres periodistas pedinches * Ya le bajó Lu-pilla, la maestra
No a cualquier precio. Decía Pepe Yunes que ansiaba ser gobernador pero no a cualquier precio, no por encima de la dignidad, del disimulo ante la corrupción, del silencio ante la impunidad. Y al final, parece que sí.
Pontificaba el senador como aquel que en una gubernatura, la de dos años, se juega la vida, aduciendo que no va con él decir una cosa y hacer otra, y que no pacta complicidad ni encubrimiento con Javier Duarte ni con su pandilla, y que no le tiembla la mano para legitimarse llevando a prisión a los autores del saqueo a Veracruz. Eso pregonaba.
Crecía entonces Pepe Yunes, atado a un discurso inédito en él. Hacía trizas a Javier Duarte, exhibiendo su fracaso administrativo, su renuencia a aplicar un plan emergente que redujera el déficit de 700 u 800 millones de pesos mensuales, acudiendo al ajuste del gasto público, dejando de lado el dispendio y el despilfarro y entrando en una auténtica austeridad.
En el discurso rudo, discrepando de su esencia tersa, Pepe Yunes iba tejiendo una candidatura sólida, imitando el argumento del diputado panista Miguel Ángel Yunes Linares, la apuesta por la rendición de cuentas y el castigo para los culpables.
Ese es el discurso que prende a los electores, se le dijo. Y Pepe Yunes afirmó, de ahí no se bajaría.
Decía Pepe Yunes que habría duartistas en las cárceles una vez que llegara al poder. Sacudía al priismo y a un sector de la sociedad donde cunde el hartazgo por el desgobierno de Javier Duarte. Ofrecía cárcel para quienes habían delinquido y hurtado los recursos del pueblo.
Habló un día del veto del gobernador. Dijo que si las encuestas lo favorecían y era bloqueado, radicalizaría su posición.
“Estoy dispuesto a soportar la cargada, la coacción del voto, toda la fuerza del aparato gubernamental, pero si con todo eso yo les gano la candidatura a la gubernatura, se presenta un veto hacia mi persona, entonces por dignidad abandonaría el partido o decidiría respaldar a un candidato de otro partido”, expresó el senador.
Y sus palabras se volvieron un boom, tema noticioso, relato puntual, cita periodística, crónica de una contienda ríspida, tirante, amarga, por la candidatura del PRI. Así lo reflejaba la prensa:
“Dijo ser consciente de que él no es el candidato oficial y lo respeta, pues forma parte de la democracia y de la vida política en Veracruz, y aclaró que tampoco es su intención que mediante una presión obtener la candidatura.
“Mencionó que le gustaría que llegado el momento de que se emita la convocatoria por parte del comité directivo estatal del PRI haya piso parejo para todos los aspirantes, pero si esto no se presenta, él aún así decidirá participar con todo.
“ ‘Yo acepto todo, acepto que no soy el candidato oficial, acepto que no haya equidad en la contienda, acepto que haya la cargada, pero lo que no estoy dispuesto a aceptar es un veto hacia mi persona, que aún ganándoles en la mesa o en el juego que ellos digan, finalmente decidan vetarme’, añadió.
“José Yunes Zorrilla aseguró ser un priísta convencido y que nunca renunciará a su partido, sin embargo, estimó que el único escenario en el cual abandonaría al Revolucionario Institucional es que se presentara un veto hacia su candidatura.
“ ‘Soy una persona que se ha formado en el partido, que he hecho mi carrera política dentro del PRI y así pretendo continuar, pero de igual forma por dignidad y honor, no soportaría que una sola decisión pasara por encima de mí’, refirió.
“Comentó que en este momento él no se encuentra en campaña, por el contrario, los recorridos que hace por la entidad veracruzana son para gestionar recursos y obras, así como escuchar los problemas de los distintos sectores.
“Rechazó estar violando algún precepto de la ley electoral, pues no realiza proselitismo y únicamente ha respondido a los medios de comunicación sobre su aspiración política la cual tiene, y llegado el momento la oficializará ante su partido para competir”.
Si no hay piso parejo, se dijo entonces, si no hay condiciones para participar, o aún ganando la contienda interna, es vetado, “por dignidad” se va del PRI y apoyará “al candidato de otro partido”.
Pepe Yunes planteaba la ruptura. Y destacaba el tema de la dig-ni-dad.
Forzó así la lucha interna. Aventajó a Héctor Yunes Landa cuando el otro senador, su tío, acudió a Casa Veracruz y recibió el beso del diablo, la promesa de ser, disponiendo del aparato de poder. Yunes Landa comenzó a entonces a presumir que sería el candidato del PRI al gobierno de Veracruz. Era duartista.
Con el argumento de la deuda, Pepe Yunes hizo pedazos a Javier Duarte. Lo exhibió torpe. Lo mostró incapaz. Destacó el desastre financiero, el endeudamiento descomunal, la mentira abierta, el embuste de los 44 mil millones de pesos, según el gordobés, cuando la deuda era por lo menos del doble. Hoy es el triple.
Cuestionó el minigobierno de dos años, la trastada del gobernador para desalentar a los Yunes rojos y descarrilar su proyecto de sucesión. Ahí, por esa treta, marcó la ruptura y con ese argumento endureció el discurso.
Obligado al diálogo, entendió que el presidente Enrique Peña Nieto requería de opciones. Y ser opción es dialogar. Y así habló con Javier Duarte, le ofreció mediar para canalizar recursos a Veracruz.
Pero al tocar las cifras de la deuda, Javier Duarte lo bateó. Le agradeció que abriera puertas, que gestionara créditos, que mejorara los términos de la nueva deuda, pero le dejo en claro que en Veracruz esa chamba es del gobernador. Obvio, las comisiones que dan los bancos también.
Increpó a Alberto Silva Ramos, alias el Pato de Tuxpan, por su imposición en la presidencia del PRI estatal, por no cuidar las formas, por ser un capricho del gobernador.
Lo embistió cuando Silva exhibió su misoginia y agravió a las mujeres aspirantes a candidatas, recomendándoles que primero se realizaran una prueba antiembarazo.
Lejos de Javier Duarte y su pandilla, Pepe Yunes creció en la percepción electoral. Si alguien habría de enfrentar a Miguel Ángel Yunes Linares, virtual candidato de la alianza PAN-PRD, era el senador peroteño, por su imagen fresca, por su trayectoria sin mancha, por su nivel de aceptación entre los priístas.
Iba bien hasta que el show terminó. Finalmente, sometido por la cúpula priísta, entra al redil de la ignominia, degustando sus palabras, tragando sus críticas, lanzando al olvido aquellas balandronadas de que no sería candidato a cualquier precio. ¿No?
Había dicho que estaba dispuesto a soportar la cargada, la coacción del voto, la fuerza del aparato gubernamental, y si aún así, ganando la candidatura era objeto de un veto, entonces “por dignidad abandonaría el partido o decidiría respaldar al candidato de otro partido”.
No lo hizo ni lo hará. Este viernes 27 será el anfitrión de Javier Duarte en el rancho San Julián, en Perote, el feudo familiar. Y con él, el líder nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones Rivera; el senador Héctor Yunes Landa; el dirigente estatal, Alberto Silva Ramos, y 70 bichos más. El capo del duartismo comerá con el impoluto.
Se quiebra Pepe Yunes. Come en la misma batea de quienes han saqueado a Veracruz, la pandilla que desaparece los recursos federales, que le roba a la Universidad Veracruzana, que se enriquece impunemente, que acogió a Los Zetas y al Cártel del Golfo, que promociona el baño de sangre como si fuera atractivo turístico, que halla fosas clandestinas y las oculta, que lleva el récord de secuestros, que le adeuda a los adultos mayores, a los becarios, a los empresarios.
¿Qué le queda hacer? ¿Posar la foto, sonreír, alzarle el brazo al gobernador que apalea maestros y periodistas, que reprime con una policía criminal, que auspicia el prosigo, los halcones, la policía vestida de civil para madrear al pueblo?
Así es la unidad en el PRI. Conviven los candidatos a la cárcel con quienes prometían llevarlos a prisión. Departen los malos con quienes decían ser los buenos. Sepulta la “unidad” la oferta de justicia.
¿Qué implica el Pacto de San Julián? Que Pepe Yunes sea duartista. Que Pepe Yunes sea El Cisne bis. Que Pepe Yunes sea el símil de Deantes, de Spinozo, de Tarek, de Mota, de Gina, de Nemi, de Bermúdez, de “Culín”.
Atraído al lodo, Pepe Yunes fortalece indirectamente a Yunes Linares. Le deja la bandera del encarcelamiento a los ladrones, la promesa de llevar a prisión a Fidel Herrera, Javier Duarte y sus respectivas pandillas, de ajustar cuentas, de enfrentarlos a la justicia y obligarlos a devolver lo que le han robado a Veracruz. El discurso del encarcelamiento a los pillos del duartismo seguirá siendo azul.
Decía Pepe Yunes que no sería gobernador a cualquier precio. Parece que sí.
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Archivo muerto
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Como Juan el Bautista en el desierto, clama este Juan, el panista: que se abra la elección a la militancia, que no decida la cúpula nacional, que no se imponga a Yunes azul. Llega Juan Bueno Torio a Coatzacoalcos e insta a que voten todos, que decidan qué candidato encabezará la alianza para echar al PRI del gobierno de Veracruz y que se involucren en la campaña electoral. Cuando hay imposición, dice el ex diputado, ex senador, el director de Pemex Refinación, los panistas no se acercan a las campañas. Tajante, sostiene Bueno Torio que no declina por Miguel Ángel Yunes Linares, que el “destape” del diputado panista es sólo su deseo de ser candidato, nada formal aún. Sabe que la designación del candidato será de la cúpula, sin requerir del acuerdo el consejo estatal o de la asamblea estatal del PAN, pero sugiere que la Comisión Política Permanente se incline por la votación entre la base panista. Una voz clama en el desierto, la de Juan Bueno, cuando las corrientes más significativas del PAN orbitan ya en torno a Yunes Linares, le aplauden, saludan su virtual destape al minigobierno de Veracruz… Se llama Cecil, se apellida Duarte y es un pillo de lo peor. Homónimo del hermano del gobernador Javier Duarte, cobra 600 mil pesos mensuales en la nómina del gobierno de Veracruz. Bajo el concepto de gastos de representación, se apuñala un mundo de dinero sin dar golpe. Ese tal Cecil Duarte, homónimo del hermano del gordobés, medra y lucra, no en una ni dos sino en todas las dependencias del gobierno estatal. Es el nuevo “Negro Cruz”, aquel amigo de la infancia de Fidel Herrera Beltrán que iba de secretaría en secretaría pepenando billetes, diciendo a quien lo quisiera escuchar, que él, en los días terriblemente pobres del de Nopaltepec, fue quien sostuvo sus sueños de hacer política estudiantil, recibiendo la promesa de que algún día le tocaría cobrar. Y cómo cobró. Cecil, el homónimo del hermano del gobernador pasa la charola y recoge millones, los que se les escamotean a proveedores y prestadores de servicio, a la UV y al IPE, a empleados que ganan una miseria y a quienes derramaron lágrimas cuando el trabajo terminó… Austeridad en la milpa del compadre, no en la finca del tal Cecil… ¿Quiénes son esos tres periodistas de Coatzacoalcos a los que con su habitual franqueza Fidel Herrera Beltrán, entonces gobernador de Veracruz, les soltó un “no tienen llenadera”, parafraseando a los de Tlacotalpan, cansado de tanta “gestión”, tanta solicitud, tanta exigencia, siempre a nombre del gremio? Y el gremio ni en cuenta con lo que los tres compadres, o los tres vivales, demandaban de Tío Fide. Les dio dinero; les dio terrenos; les dio como si valieran lo que dicen ser. Y todo a nombre del gremio. Y el gremio, hasta hoy, sin saber cuánto les dio Fidel. Y por eso, nada más los veía venir, les soltaba “ustedes no tienen llenadera”. Pa’ puras vergüenzas… Ya le bajó Lu-pilla, la de Villas de San Martín. Enfrentada a los padres de familia, exhibida su ambición, María Guadalupe Pérez Farías ya matiza sus exigencias, los negocios que teje al amparo de la escuela Veracruz, que ella dirige. Tras las protestas, tras ser increpada, la maestra Lu-pilla dice que siempre no, que el que quiera comprar uniforme completo, bien, y el que no, también; que los libros, pagados desde hace meses, pronto los entregará; que el cableado del plantel mejor lo recotizará. De sus humores inaguantables ni quien se acuerde. De sus aires de perdonavidas y el trato soez, mejor no hablar. Entendieron, ella y su protectora, la regidora Mirna García Ávalos, que la soberbia y la rapacidad son malas consejeras. Lu-pilla Perez Farías le bajó, pero no deja de ser quien es. Sábese que el tema de los maestros sin título, que dan clases violando la ley, ordeñándoles el salario y asignando horas a sus familiares, seguirá. La prueba está en las boletas de calificaciones en las que el maestro titular del grupo no figura y en cambio Lu-pilla Pérez Farías firma por partida doble. Hay más…
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Foto: Formato 7