El juego es el poder, y lo juegan los políticos, los que ambicionan Veracruz, exhibiendo sus lacras, prometiendo el paraíso y un viaje al estado ideal. Quien no juega es la sociedad veracruzana, que se mantiene al margen, que observa la descalificación y el choque del priismo contra la oposición. Héctor Yunes contra Miguel Ángel Yunes, primos y rivales, un priista contra un panista, recordando su pasado, sus traiciones.
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Javier Duarte: ya apesta el muerto
César Camacho, líder de los diputados priístas evade el conflicto político en Veracruz. Deja solo, como muchos otros, al gobernador Javier Duarte de Ochoa. “Yo soy un testigo distante de la gestión de los gobernadores”, afirma. Sucede así con los muertos políticos. Nadie los quiere cerca, nadie se quiere contaminar.
Héctor Yunes: y de pronto le dolió la parentela
Ni un gesto, ni una palabra, ni un reclamo. Héctor Yunes no se dolió por su parentela cuando a los Yunes azules les imputaron enriquecimiento inexplicable y los denunciaron, y los exhibieron, y los tildaron de ladrones. Se dolió cuando Javier Duarte lo ridiculizó a él, al senador, con una caña para pescar “peces gordos” en el Estero panista. ¿Es show mediático? Sí.
Sobre Miguel Ángel Yunes Linares, su primo, hay una investigación ministerial en curso, indiciado, a partir de la denuncia que le endilgaron las huestes fidelistas y duartistas, los 400 Pueblos de César del Ángel, que nace del apriete de tuercas en los días en que gobernaba Veracruz alentado por Patricio Chirinos Calero.
Héctor Yunes: y ahora el discurso justiciero
Variadísimo, el repertorio de Héctor Yunes da para embestir y matizar, criticar y elogiar, hablar y callar. Lo mismo llama insensato a Javier Duarte que presume su amistad. Lo mide con la vara de la traición y le cree que es el candidato del gobernador. Hoy le toca advertir que va a encarcelar a los “peces gordos”. Son las tretas del senador Héctor Yunes cuyo discurso terso lo llevó a despeñarse en el ánimo de los priístas, mucho más en el ambiente electoral, pues con lisonjas y silencio nadie se posiciona ni genera intención de voto.
Yunes Landa: el tapado y el engañado
Gusta Héctor Yunes de volar, de volarse, de soltar la lengua, de por sí larga y floja, e incriminarse con dichos que aluden a su condición de “elegido” y futuro gobernador. Va dejando huellas el senador. Recorre Veracruz. Es campaña adelantada y es ilegal.
Donde se para dice Héctor Yunes que puntea en las encuestas, que tiene ya amarrada la candidatura, que renuncia en enero de 2016, que nadie como él tiene la mejor intención de voto, que le sobra Beltrones para acudir a la cita con su destino.
Javier Duarte: caído, arrollado y de rodillas
Literalmente, Javier Duarte anda en los suelos, arrollado y maltratado, su imagen hecha añicos, pieza de escarnio y mofas, pues no es común que un gobernador, queriendo darse baño de pueblo, termine de rodillas y escuche la risa burlona de todos a su alrededor. Qué oso, dirían los chavos.
Le sucedió en Córdoba, su tierra adoptiva. Acudió a la inauguración del gimnasio Javier Duarte Franco, que lleva el nombre de su padre, en la Secundaria General numero 1. Habló y agradeció. Luego, cuando ya iba de salida, se le ocurrió tomarse la foto —la selfie, le dicen ahora— con los estudiantes que se hallaban en las gradas.
Saqueo e impunidad: el desgobierno de Javier Duarte
Por el desgobierno de Javier Duarte han pasado pillos y ratas, atracadores profesionales y traficantes de dinero. Usan el erario para comprar y someter. Ostentan insultantes fortunas. Se corrompen y corrompen. Y para ellos, los bufones del reino, dispone su guía moral de un kilo de impunidad. Con eso les basta.
Ha llevado Javier Duarte a Veracruz a un estado de insolvencia, desvío de recursos, ocultamiento de información, simulación financiera, saqueo descarado, trampas para evadir la ley, y siempre, siempre, la burla a la Auditoría Superior de la Federación.
Javier Duarte: minigobierno para reventar a los Yunes rojos
Veracruz es un infierno político con Javier Duarte. Su pandilla, el fidelismo del cual procede, sigue operando desde las instituciones, acumula dos sexenios —la docena trágica— y ahora se allega dos años más, el minigobierno articulado con doble fin: encubrir sus corruptelas y boicotear a los Yunes rojos.
Pobre tipo. Encabeza una asonada legaloide, pasada su reforma de ley por la inmoralidad de un Congreso estatal títere, de nivel ínfimo, que le aprueba todo así sea una barbaridad, que no lee sus iniciativas, que no las modifica, que avala un período de gobierno recortado.
Mónica Robles: hablar por hablar
Mónica Robles de Hillman tiene una labia de miedo, padece el síndrome de la demagogia, es una megalómana sin remedio pues se come al mundo como si tuviera el don de la perfección, pero no mueve un dedo por sus representados, el pueblo que le fue prestado. La diputada por Coatzacoalcos es una contradicción.
Dice, por ejemplo, que el conflicto del Yuribia fue mal negociado. Y suelta una insensatez tan aberrante como que a ella no le falta el agua porque tiene un tinaco grande.
Nada más falso. A Mónica Robles no le falta el agua de Coatzacoalcos porque no la usa. Simplemente vive a 405 kilómetros de su distrito.
Javier Duarte: engaño al Congreso federal
Casi todo le sale mal a Javier Duarte. Casi todo. Lo que sí supo fue engañar al Congreso federal, arrancarle 500 millones de pesos, prometer un hospital de especialidades en Coatzacoalcos y no decirles que el terreno donde se edificará no es propiedad del gobierno de Veracruz. Eso es audacia perversa.
Su nueva hazaña tiene que ver con el hospital de especialidades, una obra a realizar de mil millones de pesos, enclavada en el poniente de Coatzacoalcos, pomposamente llamado el “Hospital de Karime” por supuestas gestiones de su esposa, Karime Macías Tubilla, un proyecto cuyos cimentos no se hallan bajo tierra sino en una nube de la ilusión.