No agreden para matar. Su furia tiene otra intención. Amedrentan, buscando disuadir y sembrar terror.
Son los porros que operan en las sombras, los escuadrones parapolicíacos, el puño del sistema que intimida, a veces embozados, que se cubre el rostro, que así como usan máscara de payaso, se muestran como son.