* De la ejecución al borrachazo * ¿Y los signos de tortura? * Ahora aparece un asesino a modo * Fuerza Civil, enemiga de la ley * Hostigan labor periodística * Los políticos y su desdén a la cultura * Luis Chávez y su proyecto de lectura
Armando Saldaña Morales tenía signos de tortura, su cuerpo lacerado, la oreja desprendida, pecho y pies quemados y cuatro impactos de bala. Súbitamente, dijo la justicia oaxaqueña que no murió asesinado, que andaba ebrio, lo golpearon, resbaló y se desnucó. Y más tarde, desnuda la infame versión, presenta al supuesto criminal.
A los tumbos se va tejiendo —y enredando— la investigación ministerial en torno a la muerte del periodista de Tezonapa, conductor de noticiarios en la K-Buena, titular en el espacio “La Grilla, Punto y Debate”, y del periódico La Crónica de Tierra de Blanca.
Lo mataron el 4 de mayo. Había ido a Cosolapa, municipio oaxaqueño colindante con Tezonapa, donde residía, el domingo 3, por una información. Ya no volvió.
Fue hallado al día siguiente, a la orilla de un arroyo entre las comunidades Morelos y Rancho Tablas. Su cuerpo se hallaba boca abajo, junto a la camioneta que conducía.
Armando Saldaña, oriundo de Laguna Chica, municipio de Tezonapa, 53 años de edad, se convirtió así en el doceavo periodista en ser asesinado durante el gobierno duartista.
Se sabe que murió, pero la justicia oaxaqueña, encargada de realizar la investigación ministerial por haber sido hallado el cuerpo en aquella entidad, todo lo enreda y lo confunde. 21 días después prevalece el caos, un mar de inconsistencias, omisiones, falta de rigor judicial.
A Cristina Saldaña, hija del comunicador, le hizo saber la Subprocuraduría de Justicia de Oaxaca en Tuxtepec, que la muerte de Armando Saldaña no fue un crimen, “que fue golpeado y que en posible tropezón, se cayó hacia atrás y se pegó en la cabeza”.
Inverosímil, la versión se estampa con la realidad. Una fotografía de Armando Saldaña sin vida, junto a la camioneta en que viajaba, lo muerta boca arriba, lo que derrumba la versión de que “se cayó hacia atrás y se pegó en la cabeza”.
Constan las palabras de Cristina Saldaña en el portal “Al calor político”, el 20 de mayo, y en ellos expresa la hija del periodista su impotencia, “cuando los agentes ministeriales comentaron extraoficialmente que encontraron cuatro casquillos de bala en el lugar del crimen”.
A Cristina Saldaña le tocó pasar por el traumático momento de identificar el cuerpo de su padre. “Cómo es posible que ahora digan que la muerte de su padre fue por una simple borrachera cuando ella fue a reconocer el cuerpo, y observó que presentaba exposición de masa encefálica por salida de impacto de dos balazos con entrada en la boca y salida en la parte occipital”, refiere Al Calor Político.
En fotografías se observa que Armando Saldaña fue torturado. “El pie izquierdo estaba quebrado, uno de sus hombros estaba dislocado, presentaba además quemaduras en el pecho y cortaduras en las mejillas y en los costados del vientre como en la oreja izquierda que le colgaba”.
Armando Saldaña fue sacrificado. Cristina, su hija, desdeña que se tratara de una borrachera y que los cortes en su cuerpo, como afirma el fiscal oaxaqueño, sea por el filo de una botella. “Nunca se encontraron objetos de una riña o que presentara rasguños o pelos, tubo o machete”.
Ahora nadie sabe de la pertenencias del periodista veracruzano. “Ni la maleta donde llevaba su cámara y sus documentos de venta de publicidad y tampoco su gafete, porque no encontraron nada; cuando existen las fotos que evidencian que cerca de la portezuela de la camioneta en que lo trasladaron hasta donde lo ejecutaron estaba su gafete y sus pastillas, conque controlaba su enfermedad (la diabetes)”, dice Cristina.
Percibe Cristina Saldaña que hay intención de darle carpetazo al caso porque la fiscalía tiene miedo, porque esa región es “zona caliente”, tierra de chupaductos.
Plantea que su padre sea exhumado pero que tome el caso la Procuraduría General de la República “porque se trata de un periodista”. Su peregrinar la llevó de Tezonapa a Tuxtepec, Oaxaca, sede de la Fiscalía Regional, pero de ahí pretendían regresarla a Acatlán de Pérez Figueroa, donde fue hallado el cuerpo, supuestamente porque ahí se halla la documentación.
Cristina Saldaña se queja también de la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas de Veracruz (CEAPP), quienes dicen que allá es otro estado. Tampoco quiso aplicar recursos para los gastos funerarios, pese a tratarse de un periodista veracruzano. Quisieron hacerlo de manera extraoficial, un chayote postmortem, que irritó a la familia y a la prensa crítica.
Insiste en que se realice la exhumación del cuerpo pero las autoridades judiciales les aflora el humanismo. “Dicen que sería faltarle al respeto a Armando Saldaña”. Más falta de respeto es no hacerle justicia, decir que murió por un borrachazo, que se desnucó y que no hubo tortura ni cuatro impactos de bala.
Deficiente, nada profesional, es la actuación de los peritos oaxaqueños. Olvidaron tomar las huellas dactilares de Armando Saldaña y para subsanar la omisión, acudieron al velorio del periodista, abrieron el féretro y ahí tomar la huella. De película.
Ni siquiera le entregaban a la familia el acta de defunción porque, supuestamente, no contaban con el resultado de la necropsia. Y así transcurrían los días.
A Cristina Saldaña no le queda duda: su padre fue ejecutado.
Un día después —mayo 21—, Jorge Morales Vázquez, comisionado de la CEAPP, el único con actitud crítica ante los agravios a periodistas, deploró la indiferencia con que se trata el asesinato de Armando Saldaña.
“Hay omisión en ese sentido, no hay voluntad de las autoridades de Oaxaca ni de la PGR, ni voluntad política en el caso de la Fiscalía de Veracruz, y el gobierno veracruzano está actuando como que no le importa”, expresó.
“Ya pasaron casi 15 días de los hechos y la Fiscalía de Oaxaca no tiene nada, no tenían ni la necropsia. Inclusive el personal de la Comisión que fue a hablar con gente de la Fiscalía de ese estado —Oaxaca—, recibieron la versión deplorable de que, aun cuando no hay investigación, se pretende decir la tesis de que fue un pleito entre borrachos, dejaron entrever que es la tesis que ellos van a manejar”.
Esto, deploró Jorge Morales Vázquez, “es una situación anómala y preocupante, por decir lo menos”.
Hay indiferencia de las fiscalías oaxaqueña y veracruzana y también de la Procuraduría General de la República.
“No les interesa. Ya le hemos pedido audiencia tres veces al gobernador para atender temas importantes, y no nos recibe, yo ya me cansé de decirlo públicamente, el gobernador está rebasado”, dice Jorge Morales.
La PGR también muestra actitud cómplice. A la fiscal especializada en Atención a Delitos Cometidos Contra la Libertad de Expresión, de la PGR, Laura Borbolla, se le planteó que atrajera el caso. De los 11 asesinatos de comunicadores ocurridos durante el duartismo, ninguno está en la esfera federal. Dice la PGR que sólo es coadyuvante. O sea, cómplice por omisión.
Al día siguiente —mayo 22—, la Procuraduría de Oaxaca asestó un golpe de timón al dar conocer la detención de Juan Morales o Juan Carlos de la Cruz Vergara, de 25 años de edad, a quien le imputa la autoría material del crimen del periodista Armando Saldaña.
Sin embargo, no revela móvil, ni circunstancias, ni posibles autores intelectuales. No esclarece en qué condiciones ocurrió el crimen, según la versión difundida en el boletín oficial.
Cristina Saldaña reventó la infamia. Reveló lo que le había expresado el fiscal regional de Tuxtepec, el intento de convertir la ejecución de Armando Saldaña en un borrachazo, de derrumbar la versión de la tortura, de los pies quemados, del hombro dislocado, de la oreja desprendida, el pie quebrado, quemaduras en el pecho y cortaduras en las mejillas.
Armando Saldaña, el doceavo periodista veracruzano asesinado durante la pesadilla duartista, fue torturado. Quisieron desvirtuar la versión y cuando la hija los exhibió, aparece un presunto asesino.
¿Y el autor intelectual?
Archivo muerto
Arbitraria, alevosa, intimidatoria, la Fuerza Civil no le sirve a los veracruzanos. Es enemiga de la sociedad. Patrulla Coatzacoalcos sembrando miedo, amagando al ciudadano, amenazando, escudados los rufianes verdes en el uniforme que indignamente portan. Lo digo con evidencia. Mayo 23, frente a la central camionera, alrededor de las 3 de la tarde. Personal de mussiocardenas.com realizaba sondeos de opinión para documentar el sentir del ciudadano respecto a candidatos y partidos políticos, si van o no votar, si conocen sus propuestas, si tienen una preferencia electoral. Así se sustenta la intención de voto, el nivel abstencionismo que viene, con investigación periodística. Irrumpe un auto color blanco, sin insignias. Descienden varios sujetos. Portan chaleco con la leyenda “Fuerza Civil”. Visten ropa verde, tipo militar. Cuestionan a uno de los colaboradores de mussiocardenas.com. Les explica que recoge las opiniones de ciudadanos sobre el actual proceso electoral federal. Lo fotografían, le piden identificarse. Lo amedrentan. Exhibe su credencial de elector y el gafete que lo acredita. A ambos documentos le toman fotografías. En uno de ellos teléfono y correo electrónico del autor de esta columna. “Vete y ya no molestes a la gente. Déjalos trabajar”, conmina uno de los rufianes de la “Fuerza Civil”. Apesta la podredumbre policíaca del duartismo, violadora de derechos constitucionales, alevosos que suponen que pueden restringir el oficio periodístico. Implicados en la desaparición de cinco jóvenes, encubiertos por el secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita —“pinches medios”— que afirma que la desaparición de cinco personas se trata de un ajuste de cuentas, la Fuerza Civil sigue acumulando quejas, repudio y condenas en Coatzacoalcos. ¿Cuántos cientos de millones costó preparar al cuerpo de élite, equiparlo, convertirlo en la segunda fuerza policíaca del país? ¿Y para qué? Para que el crimen organizado haga lo que le viene en gana mientras la Fuerza Inútil invierte su tiempo en hostigar y amedrentar a la ciudadanía… Enemigos de la cultura, políticos mercachifles, tienen ojos para el poder pero no para el fomento a la lectura. Y si es en niños, menos. Es la experiencia del maestro Luis Chávez Fócil, su talento excepcional, su experiencia sin duda, ilimitada su imaginación, diestra su pluma, vaciada en una amplia obra literaria, orgullo de Tabasco y del sur de Veracruz. Luis Chávez —“La Ancianita James”, su más reciente libro— realiza su proyecto Fomento a la Cultura en Minatitlán, aprobado en los tiempos en que gobernaba José Luis Sáenz Soto, hoy candidato del PRI a diputado federal. Acude a escuelas primarias. Lee cuentos a los niños, imita las voces de los personajes, la viejita, el monstruo, el niño. Y provoca la reacción de los pequeños, los incentiva, los motiva a leer. En 2014 les leyó a 3 mil 300 alumnos, nada fácil porque para eso se requiere vocación. Cobra 5 mil pesos al mes, y le pagan con retraso. No hay para la cultura pero sí para que el alcalde Héctor Cheng Barragán le coloque su fajo de billetes a la bailarina de Gloria Trevi, durante el carnaval de Minatitlán —la mente teibolera manda—. Acudió a Xalapa. Intentó que el secretario de Educación en Veracruz, Flavino Ríos Alvarado, le aprobara un proyecto regional, de San Andrés Tuxtla a Las Choapas. Le dijeron que sí y que se regalarían libros. Luego le dijeron, por Facebook, que siempre no, que no hay presupuesto y que hasta les bajarían el salario. No hay para la cultura pero sí para embriagar con cerveza a los maestros en su día, ahí las fotos de la mega parranda en internet. Su proyecto fue comentado a la regidora de educación en Coatzacoalcos, Mirna García Ávalos, en tres ocasiones, y no respondió; al regidor cuarto, Felipe Hernández Pulido, en igual número de veces, y nada; a la alcaldesa de Nanchital, Brenda Manzanilla Rico, por sólo 3 mil 500 pesos al mes, y tampoco. Son mercachifles de la política, ávidos de poder, enemigos de la cultura, una vergüenza para esos niños que merecen tener acceso a la lectura. Luis Chávez lo hace por su amor a la literatura y porque pretende que a través de la cultura se formen mejores generaciones de mexicanos. Su caso va que vuela al escritorio del secretario de Educación, Emilio Chuayffet Chemor, porque hay manera de que lo conozca. Ojalá así se active el fomento a la lectura en el sur de Veracruz…
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