* Reynaldo, la conciencia moral de los 400 Pueblos * Dos ganaderos asesinados * Las cejas depiladas del procurador * Pepe Chagra, a un paso de la denuncia penal * El regidor y el terreno de la Ford * Abogado que ordena “levantones” * La joyita de Pérez Cruz * Espía, infiltra reuniones, filtra información y ningunea al alcalde
Carne de cañón, deben los migrantes pasar por una pesadilla llamada México para alcanzar, los que puedan, el sueño americano; sufrir el asedio de los maras, de los zetas y la indolencia de los gobiernos de Veracruz, Tabasco y el de Peña Nieto, y cubrir su cuota de extorsión, agresiones, ser mujeres violadas, hombres lesionados y enfrentar la muerte.
Trágica y terrible es la vida del migrante, en manos de mafias y criminales, los de afuera, y otros mafiosos y delincuentes, los de adentro que se coluden, la autoridad; su suerte a merced de las pandillas hondureñas que asaltan en los vagones con permiso del crimen organizado mexicano, y dejados al garete por gobiernos, el de Javier Duarte, el de Arturo Núñez, el de Peña Nieto, que incumplen el compromiso de brindarles seguridad.
Así viven su infierno desde hace una década, agudizado el fenómeno de la violencia sobre los indocumentados, el más reciente con saldo de dos muertos y tres mujeres violadas en un par de asaltos a La Bestia, el tren de carga que los transporta desde la frontera sur.
Ocurrió el primero el jueves 27. Sorprendidos, decenas despertaron abruptamente cuando un comando armado comenzó a vejarlos. Viajaban todos sobre el lomo del ferrocarril, desatándose una escena de pánico. Habían abordado La Bestia esa madrugada y exigían su pago de piso, cien dólares por cabeza o dejar ahí la vida.
Sobre unos cuantos, escogidos al azar, desataron la violencia, la saña, el golpe artero. Exhibían pistolas y machetes y un lenguaje soez, el grito amenazante, la exigencia de que pagan o se mueren. Y algunos murieron.
Transitaba el tren a la altura de Barrio Tercero, en el tramo que va de Chinameca a Jáltipan, en el sur de Veracruz, donde ya se han producido otros ataques. Tomaron los agresores a dos o tres migrantes y vaciaron sobre ellos la violencia. Invitaban así a entregar el dinero.
Otra fue la suerte de lo que resistieron porque no traían con qué pagar, o porque suponían que unificando la resistencia, frustrarían el asalto. Fueron así golpeados, masacrados y finalmente arrojados del ferrocarril.
Murieron en el ataque David Miranda y Jorge “N”, por lo menos uno de ellos de nacionalidad hondureña. Tenían lesiones en todo en cuerpo, cortados a golpe de machete, destrozados sus cráneos. Al no tener dinero, “con su vida tenían que pagar”, decían sus verdugos.
Miranda Rodríguez falleció en el hospital de Minatitlán, víctima de las lesiones ocasionadas por el grupo que le opera a Los Zetas, que dominan la región. Otros cinco indocumentados, dos originarios de Honduras, permanecen en clínicas del estado, convalecientes por la magnitud de las lesiones.
Extraoficialmente se habla de un tercero, que habría muerto en un hospital del municipio de Oluta, al que las autoridades policíacas no han querido reconocer.
Otro ataque ocurría el viernes 28. Procedía el tren número 1843, también La Bestia, de Palenque, Chiapas, con destino a Coatzacoalcos, y en él, como en todos, viajaban migrantes, casi todos de Centroamérica.
Era de madrugada, pasadas las 3:00 horas, cuando apenas habían dejado el municipio de Chontalpa, en Tabasco. Súbitamente, 15 hombres armados abordaron el ferrocarril y amagaron a todos. Los obligaban a entregar lo que tuvieran. Pero esta vez no iban por la cuota, por los 100 dólares, el derecho de piso. Iban por todo.
Y así lo hicieron. Les quitaron cuanto traían. A los hombres los golpeaban con saña. Cuatro mujeres, por lo menos, fueron violadas, mancilladas para escarmiento de los demás.
De los 15 rufianes, varios vestían ropa negra, presuntamente uniformes y botas de policía.
Unos y otras suplicaban clemencia, alguien que se apiadara de ellos. Víctimas del pánico, pedían parar la violencia. Lloraban pues suponían que aquello sería una masacre.
Cuando el tren disminuyó su marcha, en San José del Carmen, municipio de Las Choapas, los asaltantes se mezclaron con los migrantes. Amenazaron a todos, pues es zona vigilada por la policía. Pagarían con su vida si osaban delatarlos. Nadie bajó en la estación Tancochapa pues “el paquete” debía ser llevado hasta Coatzacoalcos, según les escucharon decir.
Tres mujeres y algunos hombres, lograron saltar de La Bestia y escapar con rumbo desconocido. Sin un centavo en la bolsa, llegaron a San José del Carmen, en el municipio de Las Choapas, y a eso de las 9 de la mañana pidieron a un taxista que los auxiliara. Los llevó a la vieja estación de Tancochapa, y ahí relataron su tragedia.
Es la vida del migrante. Asaltados por miembros de la Mara Salvatrucha, que tienen la franquicia de Los Zetas, y víctimas de la policía, del aparato judicial en Tabasco, Veracruz, Chiapas, los han convertido en carne de cañón para las bandas del crimen organizado.
A diario ocurren historia así. No en tierra, no en carreteras, no en ciudades, sino a bordo de La Bestia, donde debían estar más cuidados, en términos de la nueva Ley General de Población, la policía los deja a su suerte y el aparato de seguridad se vuelve cómplice de los cobradores del derecho de piso, de los 100 dólares, de la cuota para seguir su camino.
Negligente e indolente, el gobierno —sea el de Peña Nieto, sea el de Duarte, o Núñez, o Velasco— incumple con la seguridad a que lo obligan los tratados internacionales en materia de migración.
Son indocumentados, cierto, pero también seres humanos, la mayoría pobres, la mayoría desesperados y condiciones de miseria, la mayoría con el sueño de llegar a Estados Unidos y tener un mejor porvenir. Son indocumentados, pero también son seres humanos.
Incumplen los gobiernos su compromiso, como ha alertado el padre fray Tomás González, responsable de “La 72”, la casa del migrante de Tenosique, Tabasco, y como el padre Alejandro Solalinde, coordinador de la Pastoral de Movilidad Humana Pacífico Sur del Episcopado Mexicano, quien además es director del albergue “Hermanos del Camino”, cuya misión es asistir de manera humanitaria a los migrantes en su ruta hacia Estados Unidos.
Uno y otro, Fray Tomás y Solalinde, han alertado sobre la violencia permitida por los gobiernos a bordo de La Bestia, al no cumplir con los acuerdos que los obligaban a suministrar elementos de seguridad en el tren para inhibir los ataques del crimen organizado y el cobro de cuota. La Bestia es una trampa solapada por los hombres que ejercen el poder.
Han hecho lo contrario. Dejan los Duarte, los Núñez, los Velasco, los Peña Nieto, al migrante a merced de la delincuencia, sabedores que serán extorsionados, golpeados, asesinados y como en el caso del viernes, cerca de San José del Carmen, Las Choapas, las mujeres violadas.
Es el infierno llamado México, la antesala del sueño americano.
Archivo muerto
Vaya con la nueva conciencia moral del Movimiento de los 400 Pueblos, léase Reynaldo Escobar Pérez. Tipo torvo, rudo en su hablar, peor en su actuar, el ex secretario de Gobierno fidelista es ya el asesor de trampas legales de los encuerados de César del Ángel Fuentes, uno para el otro, unidos para seguir envileciendo la vida pública de Veracruz. Encontró Reynaldo la vitrina que mejor le va para retornar al escenario político, el de los que protestan con sus miserias al aire, los que han hecho de Xalapa una letrina, los agresores de la ciudadanía, la expresión más cruda de la degradación de los pobres, de los campesinos a los que lanza a las calles sin ropa —hombre y mujeres por igual, ancianas también— el decrépito liderzuelo César del Ángel, y que ahora se aparea políticamente con Reynaldo Escobar, el criminalizador de periodistas, el que falseó datos de Plataforma México para atribuirle a los 35 ejecutados y mutilados de Boca del Río, en octubre de 2011, vínculos con el narco, incluido un niño. Tal para cual César del Ángel y Reynaldo Escobar, el que sería diputado si su regreso a la vida pública no hubiera coincidido con el asesinato de la corresponsal de la revista Proceso, Regina Martínez. Está Reynaldo donde debe estar, en su nivel político, con César del Ángel y sus encuerados, a los que denigra en cada protesta con su espectáculo teibolero de quinta, pues bailan con la piel al sol… Rociados con plomo, masacrados y rematados, dos ganaderos de San juan Evangelista dejaron la vida en un camino de la congregación de Juanita. Transitaban sin mayor preocupación, el domingo 23, cuando un par de sujetos a bordo de una motocicleta los alcanzó. Abrieron fuego; los ultimaron. Uno pudo bajar de la camioneta y ahí fue rematado. Pablo Guillén Beltrán y Guillermo Soto Hernández, ingresaron así a la estadística de muerte del gobernador Javier Duarte de Ochoa, el que dice que la violencia cada vez es menor… Dos fotos lo muestran como es. En una, el close up deja ver la naturalidad de la ceja, tupida, un toque desaliñado. La segunda advierte la mano del estilista —¿o del maquillista?—, afinados los detalles, recortadas la puntas, perfilados los bordes, todo lo que exige un metrosexual en la clínica de belleza. Consta la evidencia en el blog de Luis Velázquez, autor de Expediente, donde presentan el antes y el después del procurador de Veracruz, Luis Ángel Bravo Contreras. Parafraseando a Juan Gabriel, lo que se ve, no se juzga… Arde Punta Diamante. Y con él, José Antonio Chagra Nacif. Diez días hace de que el líder transportista Ramón Ortiz Cisneros le pidiera asumir su función como regidor de tenencia de la tierra, frenar la invasión, impedir el fraccionamiento y lotificación indebidos, y ejercer las acciones de ley para evitar más engaño, ventas fraudulentas, que tarde o temprano obligarán al ayuntamiento de Coatzacoalcos a dotar de servicios a una zona que es predio particular. Van diez días y le quedan 35 a Pepe Chagra para responder en términos de la Constitución de Veracruz y derivar el caso hacia Obras Públicas Municipales y al área jurídica. De no hacerlo, le imputarán incumplimiento del deber legal, enfrentará una denuncia penal y saldrá a relucir cuando el hoy regidor priísta participó en la venta de un terreno a la empresa Ford en tiempos de Gloria Corrales de Osorio, frente a la colonia El Tesoro, por el que estuvo sujeto a juicio varios años, entonces enfrentado a Manuel Bringas Burelo, con quien, al parecer, ahora hacen transas comunes. Ramón Ortiz, dueño de la inmobiliaria Hermanos del Sureste, nuevo dueño de Punta Diamante, trae un as bajo la manga que va a reventar al gobernador Javier Duarte y al ex gober, Fidel Herrera, y que ahuyentará millonarias inversiones en Coatzacoalcos… Loco de por sí, con poder es un peligro para todos. Abogado de chueco, funcionario de medio pelo, cuchichero de personajes mayores, empresario restaurantero, acaba de hacer una fenomenal: ordenó levantar a un colega suyo y así, obligar a la parte demandante a aceptar un trato por demás injusto, una miseria comparado con lo que la ley ya había establecido como indemnización. O sea que el pelado tiene su propio equipo de malosos. ¿Lo sabrá su famoso patrón? Una pista para la PGR: es homónimo de conocido notario… Joyita de José Luis Pérez Cruz, Esmeralda Álvarez Ventura no para de hacer de las suyas en el área de Comunicación Social del ayuntamiento de Coatzacoalcos. Amén de sus ininteligibles boletines, que parecen un sancochado de letras, la ex editora de Diario de Istmo —corrida cuando se descubrió que comploteaba con su mentor para detentar el control informativo—, mete las narices donde puede, espía, filtra datos, infiltra reuniones y se da el lujo de marcarle el ritmo a Joaquín Caballero Rosiñol —“¿ya terminó porque yo ya me voy?”— como si la patrona fuera ella y no el alcalde. Clásico caso de abuso de autoridad de quien no es autoridad sino empleada común. Piensa que si la echan, “piel de nena” Pérez Cruz se va a comer al presidente municipal. Seguro que los Robles van a poner en riesgo su convenio publicitario y los accesorios por el honor de Esmeralda. Segurísimo que sí…
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