* Chagra, listo para sustituir a Theurel * Marcelo, rebasado por Fidel * Lu-pilla ahora es descacharrizadora y fumigadora * Güicho Panteón, nóminas robadas y cuentas lavadas
Quienes la conocen, y sobre todo, los que la han sufrido, saben de los alcances de Guadalupe Porras David, de su rapacidad para ejercer el poder, de su ambición con el dinero público en las manos, y del desenfreno con que desgobernó a Minatitlán, cuyo saldo fue un trienio con cuentas oscuras por más de 500 millones de pesos.
Tirana por vocación, no admitía los sanos consejos de quienes le prodigaban respeto y hasta aprecio, y desdeñaba las voces sensatas y la mesura de muchos, que le advertían que su actuar en la presidencia municipal la conduciría a un abismo del que finalmente se despeñó.
Doña Lupe vive hoy días negros, acusada por enésima vez de haberle pegado arañazos al presupuesto municipal, succionar recursos millonarios sin cuidado y sin pudor, desplegadas las velas del cinismo político, y haber sido encubierta por el Órgano de Fiscalización Superior del Estado de Veracruz, el gran cómplice de los alcaldes priístas, más aún de los fidelistas.
Una filtración, tejida con la mano del duartismo y distribuida con ánimo de retratarla de cuerpo entero, cita una cifra nada conservadora de su apocalipsis municipal: 169 millones de pesos que la osada Lu-pilla Porras se llevó en su tropel, tan solo en el año 2010, último capítulo de la novela de terror que el PRI hizo vivir a los minatitlecos.
A la luz del informe contable, la señora Porras, lideresa de la CNOP veracruzana, incurrió en un desorden administrativo cuidadosamente enredado del que se valió para generar un caos que a la fecha no ha podido ser desentrañado. Pagó, por ejemplo, obra pública por 50 millones de pesos sin la autorización del cabildo; heredó adeudos con proveedores y contratistas por 104 millones de pesos; no acreditó impuestos por 10 millones, que sí le retuvo a los trabajadores municipales; tampoco aplicó el cobro de 5 por ciento al millar a las empresas contratistas, que representaban casi un millón de pesos, y suscribió otros 13 millones pesos en contratos que iban en contra de los intereses del Ayuntamiento de Minatitlán.
Uno de los puntos medulares del informe, refiere que la alcaldesa Porras no manifestó las cuentas públicas mensuales de julio a noviembre de 2010, ni acreditó el cierre de ejercicio presupuestal, y tampoco entregó el proyecto de presupuesto de ingresos y egresos para el año 2011.
Expone el documento que teniendo 72 millones como remanente, dejó de cubrir cuentas por pagar del orden de 54 millones, o salarios y gratificaciones por 8 millones, o casi un millón a empleados municipales, o impuestos por 17 millones. Lo insólito es que Lu-pilla Porras reportó tener en bancos sólo 5 mil 213.97 pesos. ¿Y los 72 millones dónde quedaron?
Otra cuenta explosiva fue la de los ingresos. Manifestó 121 millones y medio de pesos, pero no acreditó cómo los obtuvo, algo así como un lavado de dinero institucional. El sobreejercicio, según datos del ORFIS, fue de 48 millones 532 mil 494.10 pesos. Es decir, se gastó lo que no tenía.
Punto explosivo de su desastre administrativo, fue la obra del puente Capoacán, presumido por la alcaldesa Porras como una obra cumbre, tasada en 70 millones de pesos. De ellos adelantó a la empresa Secort 44 millones 578 mil 158.94 pesos, sin que se ajustara al avance real de los trabajos. A la postre, la obra no alcanzó ni el 20 por ciento y tuvo que ser demolida. Secort, luego se supo, era apadrinada por el entonces secretario de Comunicaciones de Veracruz, Marco César Theurel Cotero, quien posteriormente se convirtió en yerno de Lu-pilla y alcalde de Coatzacoalcos. Todo quedó en familia.
Según la observación 113/2010/031, el Ayuntamiento de Minatitlán erogó 257 millones 315 mil 781.25 pesos, sin que los cheques y sus respectivas pólizas tuvieran las firmas de autorización de la alcaldesa, del síndico Noé Hernández, del regidor de Hacienda o del secretario del Ayuntamiento.
Son cientos de lindezas más que aparecen en el informe interno del ORFIS, retrato del desbarajuste administrativo, una de las puntas del iceberg de la corrupción que distinguieron a la señora Porras David durante su atropellado paso por la alcaldía de Minatitlán. Pero aún así, con todo la porquería en las manos, el ORFIS y el Congreso de Veracruz la solaparon.
Intratable, altiva y arbitraria, la madama supo ganarse el repudio de todos. Y ahora se las cobran. Su sucesor, Leopoldo Torres García, no dejó pasar el momento para exhibir el caos que le heredó la abuelita impune (atinado término de la autoría de Jorge Luis Torres Marcos): 140 millones de pasivo, 120 milones de desvío de recursos, y 80 millones por obras no ejecutadas.
Pidió al nuevo titular del ORFIS, Lorenzo Antonio Portilla Vásquez, la revisión de las finanzas de doña Lupe Porras, pues en la cuenta 2011 de Minatitlán se incluyeron observaciones sobre irregularidades que corresponden al año 2010, cuando la señora era presidenta municipal y que supuestamente ya había solventado ante el órgano fiscalizador.
Este hallazgo, reveló cómo el ORFIS en tiempos del fidelista Mauricio Audirac, le avaló trastada y media y la ayudó a maquillar su lodazal contable.
Que le hayan aparecido chipotes por 169 millones de pesos, es ciertamente para que pierda el sueño. Pero hay algo peor. Las cuentas que Guadalupe Porras pagó sin cubrir los requisitos de ley, alcanzan los 257 millones de pesos, en 2010, que sumadas a las irregularidades por 221 millones, en el año 2008, y por 41 millones, en el 2009, suman la estratosférica cifra de casi 520 millones de pesos.
Lu-pilla mayor se acoge a la benevolencia con que actúa el ORFIS con los priístas corruptos. Por méritos en campaña, operadora del régimen de la fidelidad, compradora de votos, exige ser tratada en calidad de cómplice. Faltaba más.
Supone que las cuentas públicas, una vez aprobadas por el Congreso de Veracruz, son tema cerrado y corrupción avalada. No es así. Lo que revelen las auditorías no exime a ningún servidor público de cualquier responsabilidad presente o futura que pueda aparecer, como ya le dejó sentir su antiguo mentor y ahora adversario, el diputado local Flavino Ríos Alvarado.
Lu-pilla Porras está metida en un drenaje insospechado, en riesgo su liderazgo en el sector popular del PRI estatal y sujeta a las filtraciones del duartismo.
A ver cuánto resiste.
Archivo muerto
Agazapado, paciente, calculador, Roberto Chagra Nacif se relame los bigotes por los días de gloria que han de venir. Una vez que se concrete la separación de Marco César Theurel Cotero como alcalde, asumirá la presidencia municipal de Coatzacoacos en calidad de sustituto. Beto Coca, hoy síndico, llegará a la alcaldía de la mano de Fidel Herrera Beltrán, el ex gobernador de Veracruz que impuso a Theurel y que ya da por consumado que Coatzacoalcos se sumará a su feudo, incluido su presupuesto, el segundo más sólido del estado. Sólo un escollo queda por salvar: que la alcaldesa suplente, María de Lourdes Hidalgo Carrión, desista de ser la sustituta de Theurel. Su padrino, Marcelo Montiel Montiel, insiste en que la dama haga valer su derecho; la invita a eventos públicos, la placea y la quiere en el aparador público para complicar el relevo, queriendo ignorar que esto no es jurídico sino político. Hace un mes, la decisión habría sido del gobernador Javier Duarte de Ochoa; hoy no. Fidel Herrera, ya revitalizado, viene a asumirse como el gobernador real y, claro, a concretar sus 12 años de maximato. A él, padrino del chagrismo Mily, Roberto y Pepe, le prende veladoras Beto Coca Da más risa que pena doña Guadalupe Félix Porras de Theurel. Aferrada a ser alguien en la escena pública, ya no sólo es presidenta del DIF Municipal; también vocera de Protección Civil, del Cuerpo de Bomberos de Coatzacoalcos y hasta descacharrizadora y fumigadora oficial contra el dengue. Ahí la ve uno disparando declaraciones, citando cifras, dando el récord de apoyos a los sufridos colonos, tejiéndose la imagen de la falsa redentora que la distingue. Las brigadas para combatir el dengue constituyen el absurdo más grande que Lu-pilla Theurel pudo haber concebido, en zonas donde ni cosquillas le hacen al mosco transmisor, con un producto que hasta donde se sabe, es costoso y de baja efectividad. Sigue la costosa sacralización de Lu-pilla Theurel con cargo a los dineros del pueblo Responde al apelativo de Güicho Panteón y su nombre es Luis Vicencio Santos. Demandó a la Administración Portuaria integral de Nanchital, en 2005, entonces peleado a muerte con el alcalde Francisco León Ocejo Meza por haberlo despedido como parte de una purga de seguidores del ex alcalde Ricardo Castelo. En aquellos días, cuando no era nada, y apenas había mostrado las uñas, terminó cobrando una indemnización de entre 70 y 80 mil pesos. Tres años después, fue requerido para salvarle el pellejo a Ocejo. Maquilló cifras, solventó inconsistencias, sacó quién sabe de donde, recibos y facturas y lo libró de una acusación de desvío de recursos públicos por más de 30 millones de pesos. No lo hizo gratis y, eso sí, cobró jugosos honorarios. Hoy, Güicho Panteón es el cerebro de mil trastadas en la API-NAN, no como asalariado porque su condición de contralor municipal se lo impide, sino siendo el poder tras el trono, apuntalado por el notario Miguel Yuen Ricárdez y Jorge El Diablo Yuen, los hermanitos macana. A Míster Panteón se deben las sospechosas finanzas en las que aparecen, por ejemplo, contratistas, proveedores y obras fantasma. Su historial incluye estar siempre donde hay ilícitos; uno cuando aquel robo de nómina al Ayuntamiento de Ixhuatlán del Sureste, en tiempos del doctor Miguel Angel Martínez Mora, por 438 mil pesos y que provocó el despido fulminante de cuatro policías, y otro robo de nómina en la alcaldía de Nanchital, en 2011, ya en el régimen yuenista. Su fama lo proyecta. Luis Vicencio Santos es el ordenador de cuentas chuecas, lavador de imágenes públicas y contabilidades extremas. Todo un personaje en la API de Nanchital. Hay más