Periodistas narcos: la telenovela del procurador

 


POR MUSSIO CARDENAS ARELLANO


* El asesino de Regina  * ¿Otro montaje?  * La mochila del alcalde de Nanchital  * Yuen Jiménez y la derrota de Peña Nieto  * Jorge Piana, el contratista de Tony Macías  * En 2006 agredió a tres periodistas y amagó con echarles a los matones de Cirilo

 

Más pintado que un sheriff, el procurador Felipe Amadeo Flores Espinosa polarizó el convulso escenario de la justicia en Veracruz con una declaración explosiva, frágil y audaz: los periodistas asesinados en mayo fueron quienes ordenaron la muerte de otros tres, ejecutados hace un año.

 

Sus agarraderas, sus fuentes de lujo, son unos gentiles caballeros del crimen organizado, don “Bertha”, don “Cronos” y sus cómplices, finísimos y por encima de todo, confiables traficantes de droga y sicarios a quienes la Procuraduría de Veracruz atribuye toda credibilidad para, así, confirmar la coartada del régimen duartista de que un sector de la prensa anda en malos pasos, coludido con el narcotráfico.

Don Amadreo formuló la revelación suicida —agosto 15— entre incongruencias y aseveraciones cuestionables. Atribuyó el esclarecimiento de los crímenes de periodistas a una acción conjunta en el operativo Veracruz Seguro, cuando en realidad las aprehensiones fueron, según las versiones periodísticas, autoría de la Marina-Armada de México.

Una semana antes, el 8 de agosto, fue detenido Isaías Flores Pineda, alias “El Cronos y/o “El Rayito” y/o “El Maniaco”, jefe de la plaza, quien le surtía droga a Juan Carlos Hernández Pulido “La Bertha” o “El Vértiz”, ambos integrantes del Cártel de Jalisco Nueva Generación, aprehendido éste en un operativo, el 10 de agosto, cuando distribuía estupefacientes en las calles del puerto de Veracruz.

A “La Bertha” se le hallaron, supuestamente, credenciales de la publicista del diario El Dictamen, Ana Irasema Becerra Jiménez, quien fue ultimada junto con los fotorreporteros Gabriel Huge Córdoba, Guillermo Luna Varela y Esteban Rodríguez Rodríguez, cuyos cadáveres mutilados aparecieron en la unidad habitacional Las Vegas II, en Boca del Río, el 3 de mayo.

Su declaración ante el MP federal —averiguación previa A.P./PGR/VER/VER/III/590/2012— generó otras suspicacias. A “La Bertha” le fueron presentados diversos objetos, entre ellos las credenciales de Irasema Becerra. Sin embargo, no las reconoció como propias. ¿Qué sicario guardaría las pertenencias de su víctima por más de tres meses, sabedor que son pruebas incriminatorias?

Salpicada de absurdos, la telenovela del procurador de Veracruz también se apoyó en la “revelación” de “La Bertha” o “El Vertiz” sobre los asesinatos de los periodistas Gabriel Huge, Guillermo Luna y Esteban Rodríguez, a manos de “El Calaco”.

“También tengo conocimiento —dijo ‘La Bertha’— que mi jefe ‘El Calaco’, mató a unos periodistas, ya que lo hizo como venganza, porque a los periodistas que el mató, anteriormente habían mandado a matar a otros periodistas con ‘Los Zetas’; que a las personas que mataban desconozco donde los llevaban. Yo cuidaba mucho el no estar atento a las pláticas de ‘El Calaco’ ya que como el tenía un mando superior, podía pensar que yo era chismoso y matarme”.

No dijo si “El Calaco” se lo confió o de quién obtuvo la versión. De oídas, lo que derrumba jurídicamente ese argumento, la versión de Hernández Pulido “La Bertha” sirvió para apoyar la hipótesis de que los periodistas asesinados por el Cártel de Jalisco Nueva Generación murieron porque, a su vez, le habían ordenado a los Zetas que ultimaran al columnista Miguel Angel López Velasco, su hijo Misael López Solana, y la reportera de nota policíaca, Yolanda Ordaz de la Cruz, todos del periódico Notiver.

Tampoco explicó el procurador qué razones pudieron haber tenido Gabriel Huge, Guillermo Luna y Esteban Rodríguez para “ordenarle a los Zetas” que ejecutaran a los reporteros de Notiver. No hay móvil, como dicen los criminólogos.

Amadeo Flores Espinosa también tuvo la fortuna que uno de los detenidos revelara que a otro periodista, Miguel Angel Báez Chino, director del portal Reporteros Policíacos y fotógrafo de Milenio Xalapa, lo secuestraron dos sicarios de la banda de Los Zetas, Juan del Ángel Torres y Daniel Reynoso Hernández, y lo asesinaron. Tampoco dijo el procurador cuál fue el móvil.

Contada por él mismo, la novela parecía salirle perfecta a don Amadreo porque ambos sicarios fueron asesinados durante un enfrentamiento con fuerzas federales, el 19 de junio, en la avenida Américas esquina Laureles, en Xalapa, la capital veracruzana.

No dijo por qué asesinaron a Báez Chino y los ejecutores están muertos, impedidos de rebatir la versión del procurador Flores Espinosa.

Báez Chino era un periodista allegado a la directora de Comunicación Social del gobierno de Veracruz, María Gina Domínguez Colío, y en Reporteros Policíacos se difundieron diversas informaciones que agraviaban a políticos ajenos al régimen duartista y a periodistas críticos, depositarios de toneladas de lodo, exhibidos sin piedad.

Abogado de membrete, notario y priísta, dedicado a la grilla, Amadeo Flores Espinosa exhibe ahora su anquilosamiento en el tema judicial. Su desaseo en el caso “Bertha”-“Cronos”, lo llevó a dar por sentado el “esclarecimiento de los crímenes de cinco periodistas”, con versiones inverosímiles, acusaciones de oídas y la tesis duartista de que un grupo de reporteros ordenó a los Zetas que ejecutaran a otros grupo de periodistas. De locos.

No corrió mucho el procurador con su guión telenovelesco. Mientras su corte mediática, loros de prensa, validaban sin mayores pruebas la teoría de los periodistas narcos, organizaciones internacionales y nacionales cuestionaron, rebatieron y repudiaron la evidente intención de dar carpetazo al caso de los comunicadores veracruzanos asesinados.

Artículo 19 y Mike O’Connor, del Comité para la Protección de Periodistas, rechazaron la versión del procurador, cuyo gobierno “intenta dar carpetazo a la peor crisis de violencia contra la prensa de la entidad al atribuirle la aceptación plena de los homicidios a un grupo de personas que no han sido aún sometidas a proceso. Más preocupante resulta aún que el fiscal estatal, Amadeo Flores Espinosa, criminalice a las víctimas al afirmar que ‘estos reporteros a su vez habían sido los causantes de la muerte de otros periodistas, asesinados por la organización delictiva autodenominada Los Zetas’ ”.

Mala apuesta del procurador. Quiso sepultar los crímenes de periodistas, el período de impunidad, la injusticia por omisión, y a lo más que llegó fue a producir una telenovela que colocó a su gobernador, Javier Duarte, en el centro de la sospecha.

Lo que ahora sigue es el caso Regina Martínez, corresponsal de la revista Proceso asesinada el 28 de abril, en Xalapa. A falta de pistas, descartado el móvil político, en cuestión de días la Procuraduría de Veracruz presentará a un vecino de la periodista, homosexual, drogadicto, a quien le atribuirá la autoría material e intelectual, que quiso robarle, supuestamente, y terminó matándola. Otro carpetazo. Habrá que ver qué dice Proceso.

 

Archivo muerto

 

Desfilaban, iban y venían, funcionarios, operadores y alcaldes por el palacio de gobierno. Faltaba una semana para la elección federal. Dos de ellos, Marco César Theurel Cotero, edil de Coatzacoalcos, y Alfredo Yuen Jiménez, de Nanchital, coincidieron un mediodía. Ambos llevaban una mochila vacía. Hacían antesala con gesto afable. Theurel saludó ese día a Juan de Dios Sánchez Abreu, corrido de la Dirección de Política Regional por la represión a los jóvenes antipeñistas en Córdoba, pero ya rehabilitado, escondido, lejos de los reflectores, pero en nómina, sin hacer ruido para que la opinión pública no se percate del engaño y de que a los represores se les premia. Yuen, que no da una como alcalde de Nanchital, entró a la Secretaría de Gobierno, a los dominios del ex panista Gerardo Buganza Salmerón. De ahí salió más contento que cuando entró. Ladeaba el tórax, haciendo contrapeso a la mochila, cargada, cargadísima —¿15 o 20 millones?— de combustible para la elección, que al final el PRI y Peña Nieto, por la pésima operación política del alcalde, perdería en Nanchital ante el perredista Andrés Manuel López Obrador. De nada valió reforzar a Yuen Jiménez. En el gobierno de Veracruz aún se preguntan si los mochilazos los usó para la campaña o para nutrir su fondo para el retiro. Theurel salió igual de contento, con su mochila pesada, e igual hizo perder a Peña Nieto… Ubicuo, para todo le da a Tony Macías. Decirle coyote sería un exceso, pero lo es. Tiene metidas las manos en el contrato asignado a la empresa FC y Márquez Construcciones, de Jorge Piana Benavides. Nada despreciable, la obra del ayuntamiento de Coatzacoalcos, el ayuntamiento theurelista tiene un monto de 15 millones 441 mil 264.11 pesos. Se trata de la pavimentación de la ruta urbana 7 tribus, entre Solidaridad y Plan de San Luis, en la colonia Francisco Villa Sur. Es una de las de mayor cuantía. Tiene buena mano Tony Macías para escoger a su corte. Y es que Jorge Piana presenta un historial de antología. Siendo director de Obras Públicas Municipales en Acayucan, durante el primer reinado de Fabiola Vázquez Saut, fue denunciado —9 de agosto de 2006— por golpear y amenazar a los reporteros Gumaro Pérez Aguilando, Fabián Antonio Santiago Hernández y Daniel Vázquez Alcázar, cuando registraban el rescate de un obrero que quedó atrapado en la arena al desbarrancarse una zanja durante la construcción de un drenaje. Además, fue acusado de intentar robarle la cámara fotográfica a Gumaro Pérez, y se le denunció por abuso de autoridad, pues amagaba con lanzar sobre los reporteros a “los guaruas de mi patrón”, en alusión a los matones del fallecido cacique Cirilo Vázquez Lagunes. Piana, como puede verse, encaja en el perfil del suegro del gobernador de Veracruz: prepotente y abusivo