* Un ídolo con pies de barro * Formado en la complicidad * Peña no cumple * Atenco, Paulettte y #YoSoy132 * La estructura electoral de López Obrador, fracturada * ¿Quién traiciona al Peje en Coatza? * La mano sucia de Víctor Rodríguez * Ocho recibos y un adeudo de 264 mil pesos * Theurel: delito electoral
Nefasto es el presente de Enrique Peña Nieto mano dura, derroche, maniqueísmo mediático, complicidad con la corrupción, pero lo que representan sus orígenes es algo mucho peor.
Peña Nieto es una fachada, nueva máscara del Viejo PRI, el PRI de siempre, la maquinaria política del régimen que, implacable, devoró 70 años de la vida de México, que provocó crisis y pobreza, atropello y represión, desigualdad e injusticia social, marginación y olvido, crimen e impunidad.
Fuera de la imagen vivaz, el copete rockanrolero, cuarentón jovial, Enrique Peña Nieto (EPN) es un priísta a la antigua, soldado del PRI dinosáurico, cuadrado, ultradisciplinado, sumiso a las reglas, al acuerdo cupular y al designio de la mafia.
Su candidatura presidencial no fue, por supuesto, acción espontánea ni voluntad divina. La tejió el salinismo en complicidad con el Grupo Atlacomulco, la casta de políticos mexiquenses que por fin verán a uno de los suyos, salvo un milagro josefinista o una oleada lopezobradorista, en Los Pinos.
Peña Nieto no es un político sólido. Trepado en la maquinaria priísta, llegó a un plan estelar de la mano de su mentor, Arturo Montiel Rojas, ex gobernador del Estado de México, primero en cargos menores, luego en la poderosa Secretaría de Administración del gobierno estatal. Fue diputado local, líder de los legisladores mexiquenses, celestino de acuerdos que cumplía y hacía cumplir.
Ser cola de león, no le valió templarse hasta adquirir la certidumbre y el tino de sus acciones. No. Aprendió poco y aprendió mal. Cuando llegó al gobierno del Estado de México, fue un compendio de errores y abusos, incluido el encubrimiento a su antecesor Arturo Montiel, acusado de múltiples actos de corrupción, entre ellos la compra de tres castillos en Europa y el pago de 300 millones de pesos a Maude Versini, su esposa, a cambio de su divorcio.
San Salvador Atenco fue su Waterloo. En apoyo al gobierno federal, que enfrentaba la resistencia de los pobladores a vender sus tierras para que se construyera un nuevo aeropuerto internacional, ante una serie de desmanes, la toma del pueblo, la intromisión de células de la guerrilla zapatista y la agresión a la Policía Federal Preventiva, Peña Nieto envió a su policía y aquello terminó en una brutal represión con saldo de dos muertos, 23 mujeres violadas y hostigadas sexualmente, 300 heridos y otros 300 detenidos. Al líder de los atenquistas, Ignacio del Valle, le dictaron una sentencia de 120 años, a sus allegados, 60años, y su hija América del Valle debió refugiarse en la embajada de Venezuela en México para evitar la cárcel. Un amparo federal les extinguió los delitos.
Otro escándalo fue la desaparición y muerte de la niña Paulette Gebara, del que Peña Nieto hizo un show que se salió de control. Su Procuraduría manoseó el caso y concluyó que el cadáver de la pequeña se hallaba entre el colchón y la cajonera, sin que nadie, absolutamente nadie, se hubiera percatado, aún por el olor del cuerpo en descomposición, incluso habiendo dormido una amiga de la familia en esa cama.
Ya como candidato presidencial, Peña Nieto fue, en campaña, un desperdicio. Llegó con una intención de voto del 50 por ciento y a base de errores, manejo errático de los puntos de crisis, se despeñó.
No saber tres títulos de libros, confundir a Carlos Fuentes con Enrique Krauze, desconocer el precio de un kilo de tortilla y el salario mínimo vigente, lo exhibieron ignorante, ajeno a la realidad nacional.
Su hija Paulina acabó de destrozar la aureola del candidato del PRI. Ante las críticas a su padre por evidenciar que no lee o que tiene memoria de teflón, pues no recordó los títulos de lo que supuestamente había leído, tuiteó un mensaje en que saludaba a la bola de los pendejos de la prole que sólo critican a quien envidian. Crucificado en Tuiter, Peña Nieto obligó a su pequeña traviesa a ofrecer una disculpa pública.
Diseñada su candidatura presidencial al costo que fuera, Peña Nieto no respondió a la apuesta política. Se invirtieron cientos de millones en su imagen, sacados del erario del gobierno del Estado de México, pero el episodio de Atenco, la niña Paulete, los libros que no leyó, Paulina y los pendejos de la prole, el precio del kilo de tortilla y el salario mínimo, lo exhibieron endeble, con los pies de barro.
Su lema favorito, Peña sí cumple, fue hecho añicos cuando el Partido Acción Nacional espoteó imágenes en que se mostraban obras a medias, de mala calidad o simplemente no realizadas por el entonces gobernador del Estado de México.
Cumplidor, lo que se dice cumplidor, no es. Lo exhibió una ex amante, Maritza Díaz, con quien tuvo un hijo fuera del matrimonio al que, según ella, no atiende, no procura, no le da de comer ni lo frecuenta. Peña Nieto admitió haber tenido otro hijo, con otra chica, menor que falleció antes del año de nacido.
Nada como su visita a la Universidad Iberoamericana, donde un sector del estudiantado lo abucheó y lo hizo huir. Se enganchó con el tema de Atenco. Se asumió responsable de la acción policíaca, que equivalía a admitir su responsabilidad en una brutal represión, en un crimen sangriento y en un abuso de autoridad.
Nunca antes un candidato presidencial había suscitado el surgimiento de un movimiento juvenil, el #YoSoy132, cuya premisa es el antipeñismo, luego convertido en un ariete del candidato presidencial de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador.
#YoSoy132 condenó que Peña Nieto sea el candidato de Televisa y que con jugosos contratos de publicidad se haya convertido en el abanderado de los medios de comunicación. Salió a las calles, realizó marchas, lo hostigó y en respuesta muchos jovenes, en Córdoba, Veracruz; Colima; Saltillo, Coahuila; Querétaro, Zacatecas, fueron reprimidos y encarcelados por alcaldes priístas.
En ese punto ocurrió la crisis. Sacudido, vapuleado, apaleado, Peña Nieto perdía y ganaba puntos a diario, inconsistente en su intención de voto, alcanzado en unas encuestas y consolidado en otras.
Peña Nieto no es un gran candidato. Su fortaleza está en el PRI, que funciona como una maquinaria perfecta. Peña Nieto está plagado de defectos, vulnerable, al alcance de la oposición que lo atacó a mansalva.
Entre sus debilidades se cuentan las malas compañías: Moreira, ex gobernador de Coahuila, que obtuvo créditos por más de 30 mil millones de pesos con documentación falsa; Arturo Montiel, su antecesor, a quien le tapó las huellas de la corrupción; Yarrington, ex gobernador de Tamaulipas, acusado de lavar dinero del narcotráfico; Mario Marín, ex gobernador de Puebla, cómplice de pederastas; Ulises Ruiz, ex gobernador de Oaxaca, represor natural de grupos sociales, y Carlos Salinas de Gortari, ex presidente de México, autor intelectual de la pobreza y la desigualdad que agobia a México, gracias a la implantación del modelo económico neoliberal.
Si gana la elección Peña Nieto, habrá sido por la desmemoria de los viejos mexicanos y por la ignorancia de los jóvenes, que no vivieron y sufrieron al viejo PRI. O que simplemente no se informaron.
Habrá que ver.
Archivo muerto
Desarticulada, a medio vapor, la estructura electoral del Movimiento Progresista pone en riesgo la votación de Andrés Manuel López Obrador, su candidato presidencial, en el distrito de Coatzacoalcos. Esta semana, el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), plataforma operativa de AMLO, fue alertada de la falta de representantes de casilla y de representantes generales que cubrirán rutas de votación el domingo 1 de julio, día de la jornada electoral. Los partidos de la Revolución Democrática, del Trabajo y Movimiento Ciudadano a duras penas acreditaron representantes, algunos de los cuales renunciaron y no fueron sustituidos en los tiempos fijados por el código electoral, lo que provocará que AMLO no cuente con actas de escrutinio para enfrentar una alegato en los tribunales. Otro dato: MORENA usó una lista de casillas que no correspondía al encarte final difundido por el IFE, en el cual se determinó ubicación final y quiénes serán los funcionarios de la mesa de votación; o sea, la información con que estarán operando es errónea. De las cuatro rutas correspondientes a Villa Allende, una está desprotegida al no contar con representante general. El informe señala que al PRD le rebotaron nombramientos de representantes de casilla, los cuales no fueron sustituidos en tiempo o se les cubrió con ciudadanos que prestaron su credencial de elector para cumplir con el requisito, pero que no estarán en la casilla. La desorganización es de antología. No hay comunicación entre representantes generales y representantes de casilla, o la hay únicamente vía teléfono, no personalmente. Los representantes generales desconocen los domicilios de los representantes de casilla, información clave para su localización el día de la jornada electoral. Un dato más: en la misma sección electoral, fueron asignados un representante general para una casilla básica y otro para la casilla contigua, duplicando las funciones de la estructura electoral. Y si algo faltara, algunos de los representantes generales del PRD tienen vínculos con el grupo marcelista que impulsa al candidato del PRI, Joaquín Caballero Rosiñol. Es un caos perfectamente organizado, mientras la candidata de la izquierda a diputada federal, Norma Rocío Nahle García, le apuesta su suerte al efecto López Obrador Fluyen más evidencias del fraude de Víctor Rodríguez Gallegos, jefe de la Unidad Administrativa de la Secretaría de Desarrollo Social del gobierno de Veracruz, con el pago a proveedores y contratistas. Se trata de ocho recibos expedidos por el proveedor Humberto Suárez Montoro, que suman la cantidad de 264 mil 360 pesos pesos. Los recibos datan de noviembre y diciembre de 2011, por trabajos realizados desde julio con cargo al Programa de Electrificación, según el Acuerdo de Coordinación 2011. Víctor Rodríguez se ha negado a pagar y en la SEDESOL estatal se sabe que esos trabajos ya fueron cobrados por otro proveedor, afín, claro, al titular de la dependencia, Marcelo Montiel Montiel, que así hace de las suyas. Un caso para la Contraloría de Veracruz Ayer, viernes 29, a puerta cerrada, en el palenque de la Expo Feria, Marco César Theurel Cotero repartía premios y recursos para asegurarse que los priístas operen este domingo 1 de julio a favor del candidato presidencial Enrique Peña Nieto. Reunió el alcalde de Coatzacoalcos a promotoras y presidentes de seccionales del PRI, que de palabra juraban que orientarían el voto para el Gelboy. A la vista de todos, el delito electoral de Theurel. Siendo funcionario público, está impedido por ley a entrometerse en el proceso electoral; usó un recinto público, el palenque, y lo hizo en horas de trabajo. La oposición ya documenta la última gesta de Theurel para llevarlo a la Fiscalía Especializada Para la Atención de Delitos Electorales