* Una historia de amores y rencores * Cuando Marcelo denunció al padre de la candidata del PRI *Voto cruzado: por Mónica y por Gonzalo * Terrorismo electoral * La agresión al candidato De la Torre * Periodistas y luchadores sociales, en la mira * Duarte se mofa de Peña Nieto
Entre el marcelismo y los ivanistas hay amores hipócritas y odios soterrados, halagos huecos y afrentas hirientes, viejos rencores y una cruenta lucha por el poder, mitigados por la conveniencia ocasional y efímera de caminar en proyectos comunes, y finalmente llegar al punto de la traición.
A Marcelo Montiel Montiel, los ivanistas han debido aguantarle todo: que los haya marginado de alcaldías, que los haya mantenido a raya y que les haya operado en contra, hilando derrotas y fracasos en elecciones cruciales.
A Iván Hillman Chapoy, los marcelistas le soportaron su deportación política, enviados al exilio en el tiempo que fue alcalde, de 2005 a 2007, negado para ellos poner un pie en Coatzacoalcos, menos aún opacarle la imagen al enano de palacio, rehén de frustraciones y complejos insuperables y de su desastrosa administración, la peor de la historia del puerto.
Son odios, pues, que han marcado la vida de dos corrientes políticas, cuyas repercusiones en la vida de Coatzacoalcos y el uso del poder se resume en conceptos de corrupción, enriquecimiento y cacicazgo.
Hoy, por azares de la política, caminan juntos en una empresa imposible: convertir a Joaquín Caballero Rosiñol en alcalde y a Mónica Robles de HILLMAN en diputada local.
Montiel, actual secretario de Desarrollo Social, suele ser perverso pero en momentos críticos es truculento. Así concibió atraer a sus acérrimos enemigos, el Clan de la Succión, los Robles-Hillman, y hacerlos parte del botín político que representa Coatzacoalcos.
Categorizado como un “fantasma” por Iván Hillman en los días en que el ivanismo tenía el poder municipal en las manos, Marcelo Montiel es un tipo que suele ignorar agravios, resistir insultos y soportar infamias, si a cambio acrecienta su poder.
Tuvo la osadía de llenarle el ego a Mónica Robles, la hija de su jurado enemigo, José Pablo Robles Martínez, dueño de los periódicos Diario del Istmo e Imagen del Golfo, y le ofreció una diputación a cambio de un pacto de no agresión. Pudo así cuajar la candidatura de Joaquín Caballero Rosiñol, su antiguo secretario de Obras Públicas, a la presidencia municipal de Coatzacoalcos.
Se sabe que en la trama metió la mano el sindicato petrolero y que el financiamiento de la campaña de Mónica Robles de HILLMAN va por cuenta del líder Carlos Romero Deschamps, que tuvo el aval del gobernador Javier Duarte de Ochoa, y que el Clan de la Succión, o sea José Pablo Robles, pedía para su heredera la alcaldía pero que muy sutilmente le dijeron no, pues esa posición ni al mandatario veracruzano le está reservada.
A Marcelo Montiel y a los Robles los distingue una historia de agresión y cinismo. Cuando era alcalde de Coatzacoalcos por segunda ocasión, de 2008 a 2010, no había día que no recibiera un ataque desde las páginas de Diario del Istmo. Se le tildaba de corrupto, de arbitrario y su vida íntima, cierta o falsa, orbitaba en torno una supuesta homosexualidad.
Dragón de Komodo, le endilgó uno de los columnistas más usados por José Pablo Robles, el hoy regidor Federico Lagunes Peña, el 30 de abril de 2007, meses antes de volver a la alcaldía, para describirlo como un reptil, y “conoce que han atropellado a humanos, así como a los cerdos y cabras que forman parte de su dieta”.
Y resumía:
“Los animales que logran escapar a un ataque inicial luego mueren por la lenta bacteria que se encuentra en el hocico de este lagarto.
“La continuación de su existencia es beneficiada por su popularidad como atracción turística, yo diría política, a pesar del hecho de que se dice que al menos varios turistas han sido asesinados por uno de ellos.
“La dieta del Dragón de Komodo es: Cerdos, cabras y personas.
“Mejor descripción de Marcelo Montiel Montiel no puede haber, la verdad que no”.
Denostado a diario, agraviado en su vida personal, Marcelo Montiel terminó entablando una demanda civil por 50 millones de pesos contra Diario del Istmo, sustentada en los textos de Federico Lagunes Peña y en los que suscribía Maquiavelo, el pseudónimo de José Pablo Robles Martínez.
Ignorada primero, negada después, la demanda fue radicada en un juzgado federal. Siguió su curso. Se presentaron los alegatos y finalmente Diario del Istmo, cuya presidenta del consejo de administración era —y es— Mónica Robles de HILLMAN, fue condenada a resarcir el daño moral. Según versiones extraoficiales, Marcelo Montiel dejó en suspenso el cobro de sus 50 millones de pesos a cambio de que el periódico del Clan de la Succión dejara de joderlo en su intimidad.
Atraída al PRI, por encima de su admiración al líder de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, y sus tendencias perredistas, Mónica Robles de HILLMAN finalmente se convirtió en figura de la comparsa marcelista.
Desdeñosa con el pueblo, repudiada desde que era presidenta del DIF durante la alcaldía de su esposo, Mónica Robles no encajó en el esquema priísta. De la primera que se deshizo fue de su compañera de fórmula, Lu-pilla Félix de Theurel, a quien todo el tiempo le recordó que la propietaria era ella y la esposa del alcalde una “simple suplente”.
Lo cierto es que las promotoras priístas aplaudían a Lu-pilla de Minatitlán, la abrazaban y la colmaban de halagos. Eso generó el celo de Mónica Robles, quien en cuanto pudo la ninguneó hasta provocar el rompimiento. Con lágrimas en los ojos, Lu-pilla dejó la campaña.
De dos semanas a la fecha, la encomienda del ivanismo es llamar al voto cruzado: por Mónica Robles para diputada y por el panista Gonzalo Guízar Valladares para alcalde.
A la vista, la traición es operada, también, por personal de Diario del Istmo y del periódico Órale, del mismo Clan de la Succión, con la intención de generarle votos a la pseudopriísta Mónica Robles y al panista Gonzalo Guízar, y con la encomienda de restarle a Caballero.
En correspondencia, hoy se sabe que el marcelismo inició el último fin de semana de junio una operación similar: voto cruzado por Joaquín Caballero para alcalde y el panista Alejandro Wong Ramos para diputado local por el distrito Coatzacoalcos Urbano.
Demasiados odios y rencores acumulan Marcelo Montiel y Mónica Robles para ir en un proyecto político conjunto. Marcelo los marginó del poder, les negó alcaldías y generó la derrota de Iván Hillman cuando pretendió ser diputado federal, en 2009.
Trepada en el esquema de la difamación, a Mónica Robles de HILLMAN le correspondió avalar los ataques a la vida íntima de Marcelo Montiel desde Diario del Istmo y una pertinaz metralla sobre su administración municipal.
Ir juntos en un nuevo proyecto, presagiaba un punto de crisis. Y a Mónica le tocó iniciar la traición.
Hasta se tardó.
Archivo muerto
Imparable, la violencia electoral en Veracruz. Sus cuatro últimas víctimas, Eduardo de la Torre Jaramillo, Carlos Triana y Carlos Alberto Valenzuela, candidatos del PAN a la diputación por Xalapa Urbano, a la alcaldía de Tlalixcoyan y a regidor por Boca del Río, respectivamente, así como el candidato del PRI a la alcaldía de Tantoyuca, Quintín Mendoza Nicolás. De la Torre cenaba en un puesto de hotdogs, en la avenida Murillo Vidal, en la capital veracruzana, cuando dos sujetos arremetieron a golpes, conminándolo a abandonar la contienda. Denunció los hechos ante la Procuraduría estatal y responsabilizó al gobierno de Javier Duarte y al PRI de la agresión. A Carlos Triana le rociaron de bala su casa. En el norte del estado, el candidato del PRI a la alcaldía de Tantoyuca, Quintín Mendoza Nicolás, fue emboscado, tundido a golpes mientras incendiaban su camioneta. Responsabilizó a Los Michoacanos, un grupo que, asegura, está al servicio del PAN y de los candidatos azules a la alcaldía y a la diputación local, Jesús y Joaquín Rosendo Guzmán Avilés. Carlos Alberto Valenzuela, candidato del PAN a regidor en Boca del Río, fue levantado. Ocho hombres armados lo hicieron descender de la camioneta en que viajaba. Ahí quedaron sus dos hijos, uno de 4 años y otro de 2, quienes fueron entregados a su mamá por la Naval luego de hallar en las mochilas el nombre y los teléfonos de la esposa del candidato. Fue llevado a una casa de seguridad, golpeado, tableado y amenazado. Lo arrojaron a un paraje y desde ahí logró llegar a su hogar. El PAN protestó y denunció. El PRI dijo que es un montaje. Se burló. Dijo Erick Lagos, líder estatal del priísmo, que el levantón obedece al guión de una película cómica. Carlos Valenzuela salió al paso. Refrendó que había sido plagiado y mostró las huellas de los golpes. Veracruz es sinónimo de focos rojos. Priístas y panistas se acusan de agresiones y se descalifican. Políticamente, a esto se le denomina terrorismo electoral y se da cuando la contención del enemigo no funciona, cuando la promoción, la compra del voto, los pactos y los acuerdos con grupos determinados no logran frenar el avance del candidato rival. Esto es terrorismo electoral y aún dará más de qué hablar… No se circunscribe a candidatos y partidos la violencia electoral. Hay evidencia de que luchadores sociales, periodistas, analistas, académicos, están en la mira de bandas al servicio de grupos de poder sobre quienes se generará una oleada sangrienta en los días por venir. De cuanto ocurra será responsable el gobernador Javier Duarte de Ochoa por su pasividad, por su proclividad a reprimir, por su intolerancia a las voces críticas, por su fobia a quienes vienen denunciando la quiebra de Veracruz, el endeudamiento brutal, el estancamiento del estado, por la insultante miseria, por la pobreza moral y por la escandalosa corrupción de la clase gobernante. Irremediablemente burdo, líder de mapaches pillados en plena faena, Javier Duarte puso en riesgo el Pacto por México por su evidente intención de robarse la elección de 7 de julio. Eso irritó al Presidente Enrique Peña Nieto, lo exasperó, colocó al borde del fracaso las reformas estructurales e hizo meditar sobre la necesidad de que Javier Duarte tuviera que dejar el gobierno de Veracruz. Ahora, vive el dilema de lanzar una ola agresiva, sangrienta, contra los críticos del sistema, cuyo efecto final va a reventar en los Pinos, o sujetarse a la ley. Usted, señor Duarte, sabrá en qué escenario se quiere ver… Aclarando amanece: Luis Fajardo Vázquez es director general del Observatorio Ciudadano de Coatzacoalcos y Renato Riveroll Rivera era hasta el domingo 23 de junio gerente del Consejo Ciudadano de Seguridad de Coatzacoalcos, no integrante del Observatorio como aquí se mencionó. Se hace la rectificación…